Yom Kippur

Cara a cara

Por P.A. David Nesher


De acuerdo a lo revelado en la Torah (Enseñanza) divina, el Día de la Expiación es una jornada especial para encontrarse cara a cara con Elohim (Dios). En un sentido espiritual, debemos considerarnos en ese día como si estuviéramos en el Lugar Santísimo, cara a cara con el Todopoderoso.

En la porción Ajarei Mot, se nos revela que en el día de Yom Kippur, el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote) se encontraba cara a cara con Yah, nuestro Dios. Es por eso que lo primero que traía al Lugar Santísimo era el ketoret (incienso). El propósito del incienso era crear una nube de humo de tal densidad que permitiera que el Kohen Gadol no viera el arca del pacto y muriera. Esto nos sirve para comprender y aceptar que en este mundo, incluso nuestros encuentros más cercanos con Elohim (por medio de Yeshúa) están velados y oscurecidos. El apóstol Pablo se refería a esto al escribir:

«… ahora vemos por espejo, oscuramente»
(1 Corintios 13:12)

El apóstol estaba aquí refiriéndose a un espejo de latón tal como se usaba en aquella época. Aunque proporcionaba un reflejo, no era un reflejo nítido y claro como el que brindan los espejos modernos. Si el latón no estaba recién pulido, el reflejo en el espejo se iba haciéndose más tenue.

Recordar que no vemos al Eterno claramente debería ayudarnos a mantenernos humildes. Debería hacernos reacios a criticar las teologías de otras personas y sus experiencias con Dios. Es posible que hayan percibido un aspecto del Todopoderoso que nosotros no percibimos, o es posible que hayamos encontrado una revelación que les ha sido negada. Ninguno de nosotros debe ser culpado por no ver la imagen completa. En este mundo, la imagen completa no está disponible. Nuestro Dueño y Maestro Yeshúa les dijo a los teólogos de Su época:

«Nunca habéis oído Su voz, ni habéis visto Su forma»
(Juan 5:37)

Por eso, un verdadero aprecio por la grandeza de Dios excluye la arrogancia religiosa. El apóstol Pablo exclamó:

«Ahora conozco [sólo] en parte, pero entonces conoceré plenamente»
(1 Corintios 13:12).

Nadie de este lado del velo ha aprehendido la verdad absoluta.

Nadie ha visto a Dios jamás” (Juan 1:18), dijo el Apóstol Juan. Sin embargo, Juan continúa diciendo que el Hijo unigénito de Dios lo ha revelado.

Yeshua dice:

«El que me ha visto a mí, ha visto al Padre»
(Juan 14:9).

Al aferrarnos a Yeshúa de Nazaret, somos llevados espiritualmente con Él (nuestro Sumo Sacerdote) al Lugar Santísimo. En Él tenemos la esperanza de participar en la resurrección de entre los muertos que Él experimentó. El apóstol Pablo nos recuerda que después de la resurrección de entre los muertos, nos veremos «cara a cara«. En ese día, entraremos al Lugar Santísimo del verdadero Santuario, el celestial, y no habrá una nube de humo que oscurezca nuestra vista. Nos veremos cara a cara.

Tenemos confianza para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Yeshua, por un camino nuevo y vivo que él nos inauguró a través del velo, esto es, de su carne
(Hebreos 10:19-20).

Sin embargo, esta poderosa verdad nos deja en la peligrosa posición de trivializar la asombrosa santidad y el terror del Dios Todopoderoso. No debemos permitir que este privilegio espiritual que tenemos de accesar directamente al Padre, disminuya nuestra reverencia por Él.

«Y pondrá el incienso sobre el fuego delante de Yahvéh, para que la nube del incienso cubra el propiciatorio que está sobre el arca del testimonio, no sea que muera.»
(Levítico 16:13)

Oración Mesiánica para la Mañana del Yom Kippur

יהוה, Elohim nuestro y de nuestros padres, nos presentamos en esta mañana con temor y temblor, por el hecho de saber que nos presentamos delante del Rey de reyes y Señor de señores, el Alto y Sublime. Pero a la vez, con la inmensa gratitud de saber que nos has convocado y no tuvimos impedimento al venir a este sitio para reunirnos como Tu pueblo.

יהוה Adonai, estamos aquí pues queremos poner el yugo de Tus mandamientos sobre nosotros y queremos que Tú seas venerado en nuestras vidas, para que manifiestes Tu gloria en nosotros, para que toda criatura tema Tu Santo y Bendito Nombre así Tu Nombre sea glorificado por todos.

Reconocemos delante de Ti que hasta el día de hoy no hemos podido traer tus mandamientos a la práctica de forma perfecta, y entendemos que nuestra vida depende del apego que tengamos a Tus órdenes. Así mismo reconocemos también que nuestra existencia depende del correcto entendimiento e intención con los que cumplamos Tu voluntad.

Por eso en este Gran Día no te pedimos únicamente que nos perdones, nos absuelvas y que nos bendigas en Tu inmensa piedad, sino que te decimos que aspiramos a ser trasformados a Tu imagen, por medio del Espíritu del Mashiaj en nosotros. Aspiramos a que nuestras vidas sean una manifestación tangible de Tu carácter mesiánico.

Abba nuestro, te confesamos que no quedaríamos satisfechos hoy, si sólo somos limpiados y después nos pase como al cerdo que después de ser lavado, regresa a revolcarse al barro. Si te pedimos perdón es por que estamos cansados de transgredir, cansados de no sentirte, no verte, no entenderte; cansados de vivir sin consuelo. Estamos agotados de no amarnos, de ser egoístas, de andar en contiendas, de vivir tristes y amargados; cansados de estar enfermos y dolidos.

Sabemos y reconocemos que todo esto es consecuencia de nuestro alejamiento de Tu Santo Espíritu, y por darle la espalda a Tus mandamientos, por eso te decimos hoy, ABBA KADOSH, que te apiades de nosotros y tengas a bien el mostrarnos el camino correcto y nos capacites con la fuerza necesaria para seguirlo.

Pesa y entiende nuestro corazón, no queremos seguir iguales. Es necesidad de nuestra alma el ser como Tú eres. Nuestra alma únicamente se saciará con Tu justicia y Tu amor; somos conscientes que nada saciará nuestras almas, salvo el caminar a Tu lado, obedeciendo tus mandamientos.

Por eso, revela hoy Tu voluntad a nuestras conciencias, nos negamos a otro año más de vivir lejos de Ti, no nos apartes, recuerda que Tú nos recogiste y por eso estamos hoy delante de Ti, míranos con buenos ojos para concedernos Tu naturaleza.

יהוה, Elohim nuestro y Elohim de nuestros padres, tennos presentes en Tu memoria con recuerdo bueno y piensa en nosotros con pensamientos de salvación y de piedad desde Tus eternas alturas celestiales. Recuerda en esta hora por nosotros, cómo el Mashiaj negó su reino para que nosotros pudiéramos llegar a alcanzar la salvación. Por eso, en este día sabiendo que Tú has mostrado la salvación a través de Tu Mashiaj, nos acogemos a ese don que Tú nos has dado y te suplicamos que nos mires a través de este sacrificio para alcanzar misericordia en este día

Te lo pedimos en el bendito Nombre de Yeshúa HaMashiaj, tu Hijo exaltado por Ti a tu derecha, Amén.

El Kol Nidrei: ¡Anulación de todos los Votos!

Por P.A. David Nesher

Alguien hoy me preguntó: ¿Por qué es costumbre iniciar el Yom Kippur con Kol Nidréi?

Para responder, primero diré que el Kol Nidréi es una tefiláh (plegaria de conexión) que hacemos en la víspera de Yom Kippur, comenzando con el primer servicio del Gran Día. Mediante el Kol Nidréi, queda declarado que todas las promesas y/o votos que hemos hecho a Dios y no hemos cumplido, quedan anuladas.

Esta tefiláh está basada en el mandato bíblico de que un israelita no debe quebrar ninguna promesa proferida, y trata de la anulación de las promesas hacia el Todopoderoso hechas voluntariamente por el hombre pero no observadas o quizás no cumplidas porque estaban por encima de su capacidad:

«Es mejor no prometer, que prometer y no cumplir. Así que no dejes que tus palabras te hagan pecar. No le digas al sacerdote:
«No quería decir lo que dije».
Si haces eso, Dios se enojará por tus palabras y destruirá todo lo que has conseguido con tu trabajo. 
No debes dejar que tus sueños inútiles y tus alardes te causen problemas.
Muestra respeto a Dios.«
(Eclesiastés 5: 5-7 _ Biblia PDT)

Respecto de las promesas hechas al ser humano, en cambio, Kol Nidreí no es aplicable. Una persona no puede ser liberada de una obligación para con su prójimo salvo por consentimiento de la persona concernida.

El Sabio Sheim MiShemuel indica que cada israelita tiene la capacidad de santificar un objeto por medio de una declaración verbal. Él cita a Rabino Yona quien dice que la Torah revela que cualquiera que guarda su boca y su lengua de la impureza y la falsedad tiene la capacidad de transformar su boca en un ‘’Vaso Sagrado’’

Esto es de la misma manera que los Vasos Sagrados del Templo ejercían ese poder sobre las cosas que contenía y los santificaba.

El Talmud Yerushalmi (Berajot 1:2) nos informa en el nombre de Rabí Shimón Bar Yohai que el hombre fue creado con dos bocas, una para cosas santas y la otra para cosas profanas o mundanas. Sobre la reflexión anterior, el concluye que si el hombre con una sola boca abusa de su divino regalo de hablar, si hubiera tenido las dos bocas hubiera abusado de ambas todavía peor.

Rabí Shimón solía decir que así como un vaso sagrado se vuelve impuro y contamina todo lo que contiene, una boca que usa Lashón Hará, chismes y maldad en su hablar, disminuye el efecto de las Plegarias y del estudio de Torah y por consiguiente, disminuye su efectividad.

Para eso se hizo Kol Nidréi. Se dirige a la manera abusiva de cada uno de nosotros en que usamos nuestra boca en el pasado año.

Si nosotros no tomamos nuestra declaración y nuestras palabras seriamente, ¿cómo pretendemos que el Eterno acepte nuestras plegarias? En este precioso Día (Yom Kippur) venimos y declaramos: “Si solo lo hubiera sabido” que al no haber guardado el Shabat me distanciaría de Tu Presencia y cortaría mi vida de Santidad, yo no hubiera violado el Shabat!

Pero, contrario a los negocios, en donde muchas pólizas son de ¡No Retorno!, ¡No Se Devuelve el Dinero!, el Eterno es lleno de Misericordia y permite que el remordimiento mitigue la seriedad de una ofensa convirtiéndola en una falta menor o en un buen acto ya que fue el vehículo que se uso para elevar a la persona.

Este es el poder de la Teshuváh que opera cuando recitamos Kol Nidréi, o la Anulación de los Votos.

Hay una sola área de la Torah en donde los pensamientos de una persona se tienen en cuenta: La mitzváh (norma) de los Votos. En el Libro de Números está escrito:

‘’Cuando un hombre hiciere voto al Eterno, o hiciere juramento para obligar a su alma con alguna abstinencia, no ha de profanar (violar) su palabra; conforme a todo lo que salió de su boca, así hará’’.
(Bamidbar/Números 30:3)

El Talmud señala que la persona que ha hecho un voto no puede violar su palabra, pero que otros (un tribunal de 3 miembros o un erudito) puede anular dicho voto. Para ello existen dos métodos: Uno es “ta’us’’ o sea errar y el otro es “haratá’’ o sea remordimiento (que en estado de dolor jura matar al causante de su desgracia)

El procedimiento litúrgico es del siguiente modo:

Antes de la puesta del sol se abre el Arca Sagrada (Arón HaKodesh). Entonces dos feligreses honorables y piadosos extraen cada uno un Sefer Torah (Rollo de la Torah) y se colocan a ambos lados del oficiante (Shaliaj Tzibur), constituyendo así un Tribunal terrenal junto al Tribunal Celestial representado por los Sifrei Torah y el Arca abierta.

Entonces se comienza con «Al daat Hamakom» (traducido: «Con el consentimiento Divino…»), otorgando permiso para rezar junto a los transgresores. En su raíz, esta proclamación se instituyó para permitir rezar a los marranos (que exteriormente habían renegado de su fe judía) junto a toda la congregación. 

Luego de recitar los versículos que siguen a Kol Nidrei, y que enfatizan el perdón divino, se pronuncia la bendición de «Shehejeianu», en la que se agradece al Creador por habernos dado vida y permitido llegar a este día de Yom Kippur. 

Entre las comunidades sefaradíes se canta, antes de Kol Nidrei, la profunda poesía «Lejá Kelí Teshukatí…» (Hacia Ti, mi Dios, son mis ansias…»), que manifiesta un profundo apego hacia el Creador y Su servicio, y contiene también una confesión por aquellas cosas en las que el hombre puede haber caído.

Lo que más nos interesa a nosotros es que de acuerdo con la Kabaláh, el Kol Nidrei es mucho más que un mero procedimiento técnico de anulación de votos. En realidad, al anular los votos que hicimos, le estamos pidiendo a Dios que sea recíproco con nosotros y nos devuelva con la misma moneda. En el caso de que Él haya prometido no traer aún la redención, en el caso de que Él haya hecho un voto de que traería duros juicios en contra de Su pueblo en el año siguiente, nosotros le pedimos que anule esos votos y que en su lugar nos dé un año de felicidad y de redención.

Tal vez, esa sea la razón por la cual esta plegaria es tan solemne.

Yom Kippur en los Tiempos del Santo Templo

Por P.A. David Nesher

A dos décadas de haber iniciado el siglo XXI nos podemos preguntar: ¿Cómo era el servicio del Santo Templo para este día tan especial de Yom Kippur, conocido como el Día de la Expiación? … Bueno, por medio de la tradición logramos conocer cómo era el procedimiento de los servicios litúrgicos, así como el especulado y aún desconocido momento de la suerte de Azazel.

Yom Kippur comenzaba para el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote), siete días antes del 10 de Tishrei, cuando el Kohén Gadol tenía que dejar su casa de habitación, que generalmente era un palacio, y confinarse en las instalaciones del Santo Templo. Iban a ser siete días durante los cuales no tenía contacto con su esposa y se iría a dedicar completamente al repaso de las leyes pertinentes al Avodáh (servicio) del Seder de Yom Kippur como tal.

Durante estos siete días en las premisas del Templo el Sumo Sacerdote iba a hacer parte de los preparativos de los servicios diarios que se llevaban a cabo por los Kohanim y de esa manera se familiarizaba con todo. Estos siete días son conectados con los siete días de la inauguración del Tabernáculo (en el mes de Aviv) tiempo en el que Moisés actuó como Sumo Sacerdote hasta entregarle las prendas y la autoridad a su hermano Aharón como HaKohen Gadol.

Así, recordamos lo que nos dice la Torah que Aarón y sus hijos, los Kohanim, fueron segregados de sus casas y recluidos por siete días en los linderos del Tabernáculo y de esa manera comenzaron a oficiar durante el Octavo día (Levítico 8:33, Yoma 2a.)

Las actividades durante Yom Kipur preferentemente se llevaban a cabo por el Sumo Sacerdote, quien se volvía la figura central de toda la Avodáh de este sagrado día, aunque los Kohanim tenían que desarrollar mucha parte de la ceremonia y lo referente a las ofrendas. De esta manera, el Kohen Gadol en este único día del año tenía que colocarse ocho prendas, que incluían 4 prendas de oro. Naturalmente entendemos que al portar las prendas para este día debía primero ir al Mikvé, al baño ritual y sumergir todo su cuerpo en agua pura.

Cabe destacar que si uno de los sacerdotes durante la noche previa tenía una emisión seminal, él no podía participar de los servicios del Templo hasta tanto no se hubiera sumergido en el Mikvé y dejara que llegara la noche.

Nuestros sabios indican que demasiado alimento inducía a una emisión seminal, por lo tanto, al Kohén Gadol solo se le daba una pequeña ración para evitar sufriera un percance.

El Kohén Gadol se aprestaba entonces a vestir 4 prendas de oro, previo un baño ritual, realizaba una parte del servicio, y luego iba de nuevo al Mikvé y se cambiaba las prendas de oro por las de lino blanco.

Portando las prendas de oro el Kohen Gadol oficiaba en la mañana el servicio de Tamid, preparaba las lámparas de la Menorah y ofrecía el incienso diario.

El Kohen Gadol, al anochecer del día 9 de Tishri se unía a los ancianos del Sanhedrín se ubicaban en la Puerta del Este, quienes le indicaban que leyera en voz alta las Leyes y los condujera a la belleza de las ofrendas del día que terminaba.

El Sumo Sacerdote era instruido en la manera de cómo recoger el incienso con sus manos, una de las más difíciles tareas para el Servicio en el Templo. Así, durante Yom Kippur, el Kohen Gadol colocaba el incienso sobre una pala de carbones encendidos y eso producía una nube de incienso que cubría todo el Lugar Santísimo.

Después de haber expuesto la Halajáh (Ley Oral) del Avodáh (Servicio) del Gran Día, y haber leído las Sagradas Escrituras, todos los ancianos lo rodeaban lo mantenían despierto hasta la medianoche. En ese momento, los Kohanim echaban suertes para ver a quien le tocaba remover las cenizas del Altar como dice Levítico 6:3 para un día normal; luego echaban otra suerte para ver quien limpiaba las cenizas del Altar Interior y de la Menorah; luego otra suerte para los que iban a servir el incienso; una cuarta suerte para elegir a los Kohanim que irían a ofrecer las partes que se quemaban.

Cuando el vigía anunciaba: »El primer destello de la mañana ha salido», ellos tendían una sábana blanca de lino que protegía al Kohen Gadol. El entonces se quitaba sus ropas y se sumergía en el Mikvé y se colocaba las ropas de oro para iniciar las ofrendas continuas de la mañana. También, santificaba sus manos y sus pies y hacía una incisión en el animal que serviría de holocausto. Inmediatamente, él escogía a un Kohen para que hiciera el sacrificio del animal y el Sumo Sacerdote recibía la sangre en una vasija denominada el Mizrak, que él iba a rociar en la esquina del Altar.

Luego el sumo Sacerdote quemaba el incienso, preparaba la Menorah, traía las partes que iban a ser ofrecidas en el Altar y hacía las libaciones que marcaban el orden del servicio.

De nuevo, localizados en la Cámara del Templo llamada Parváh, era colocada una sábana blanca de lino y el Sumo Sacerdote se sumergía en el Mikvé, santificaba sus manos y sus pies y se disponía a colocarse las vestiduras de lino blanco o Pelusian. Estas eran unas ropas muy costosas que eran preparadas con lino muy fino producido en la región de Pelusium, Egipto. Eran llamadas las Vestiduras Magnificas para servir al Rey de Gloria.

El toro permanecía entre la antecámara y el Altar mirando su cabeza hacia el Sur, luego era volteado y la cara del toro miraba hacia el Oeste, hacia el Santuario. El Kohen Gadol entonces colocaba sus manos sobre la cabeza del animal y confesaba sus pecados no dejando nada escondido entre su corazón. Durante la Avodá (labor o servicio sacerdotal) él hacía tres confesiones:

  • La primera confesión era por él mismo, y su familia inmediata. El pedía entonces perdón por todos sus pecados, enumerándolos desde el más simple hasta el más grueso. Cada confesión tenía que contener el Inefable Nombre, por lo tanto Tres veces nombraba a YHVH por Su Nombre -Shem HaMeforash- , usando el Tetragramatón. En la primera confesión se dirigía a Dios directamente.
  • La segunda confesión era por los demás Sacerdotes y se dirigía a Dios santificándolo como YHVH HaTzur (La Roca) en su calidad de Misericordioso.
  • En la tercera confesión abrigaba a toda la nación entera de Israel. Cada una de las veces volvía a donde estaba el toro y confesaba sobre su cabeza.

Cada vez que el Sumo Sacerdote pronunciaba el Santo Nombre, toda la Nación de Israel se postraba en el piso y daban gracias. Hoy en la Sinagoga, nos postramos tres veces y confesamos: »Baruj Shem Kevod Maljutó le olam va ed» que significa «Bendito es el Nombre de Su Glorioso Reino por toda la eternidad».

Después de sacrificar el toro, el Kohen Gadol entraba al Lugar Santísimo por primera vez y ofrecía Incienso frente al Arca Sagrada. Una segunda vez regresaba al Kódesh HaKodashim (Lugar Santísimo) y esparcía la sangre del animal. Luego de haber echado las suertes por los machos cabríos, el regresaba al Kódesh Hakodashim y esparcía la sangre del chivo en quien había caído «la suerte de YHVH», que era la ofrenda por el pecado.

¿Después del Primer Templo a qué lugar se dirigía siendo que no existía el Arca? Existían dos cortinas paralelas que separaban al Lugar Santísimo del resto del Templo. El Kohén Gadol entraba desde el Sur y caminaba hacia el Norte hasta el final de la Cortina Interior. Luego se volvía hacia la izquierda al Kódesh HaKodashim y se devolvía caminando hacia el sur hasta que llegaba a donde estaban Las Habadim (Varas) del Arca

Como se recuerda, el Arca fue escondida por el Rey Yoshiyahu al finalizar la era del Primer Templo y su lugar no fue revelado a aquellos que construyeron el Segundo Templo. Por lo tanto, el Sumo Sacerdote no llegaba hasta el Arca sino hasta las Varas que quedaron del Arca que eran dos palos de acacia y que indicaban hacia el Santuario.

Cada vez que el Sumo Sacerdote esparcía la sangre lo hacía contando de la siguiente manera:

  • ajat -uno-;
  • ajat ve ajat -uno más uno-;
  • ajat ushtayim -uno más dos-;
  • ajat veshalosh -uno más tres-;
  • ajat vearbá -uno más cuatro-;
  • ajat vejamesh -uno más cinco-;
  • ajat vashesh -uno más seis-;
  • ajat vashevá -uno más siete-.

Luego hacía lo mismo con la sangre del macho cabrío de YHVH.

YHVH vs. Azazel

Los dos machos cabrios eran comprados con fondos de la comunidad y tenían que parecerse hasta en su apariencia, altura y en el mismo precio. El Kohen Gadol tenía una caja de madera con dos suertes (el sumo Sacerdote Ben Gamla las mandó a hacer de oro puro) que decían: «para YHVH» y la otra «para Azazel«, según lo que prescribe Lev 16: 5-10 (cf. también Misná, Yomá 3,9; 4,1).

Tras echar suertes, y sobre el destinado al Eterno, el Sumo Sacerdote recitaba esta invocación: «Para el Señor, como sacrificio por el pecado (Rabbí Ishmael sostiene que se decía solo “para el Señor”)» [cf. Misná, Yomá 4:1]. Y lo dejaba cerca.

Y después entraba en el Kódesh HaKodashim (Santo de los Santos o Lugar Santísimo), donde el Sumo Sacerdote pronunciaba el Nombre Santo de Dios, el Tetragrama Sagrado (las cuatro letras YHVH), solo él y únicamente en el día del Yom Kippur, realizaba la proclamación del inefable Nombre divino, el cual era un elemento esencial del rito para obtener la expiación y el perdón.

Después de eso, salía y se dirigía al macho cabrío «para Azazel». El nombre Azazel se deriva de las palabras Az (fuerte) y El (Poderoso). Estas palabras se refieren a las características físicas del terreno, es decir lugar de acantilados.

El Sumo Sacerdote ataba un hilo de color rojo púrpura entre sus cuernos para distinguirlo (cf. Misná, Yomá 4,2). También, en ese momento, se ponía otro hilo rojo en las puertas del Templo. Y dejaba allí al macho cabrío hasta un momento posterior.

Luego se procedía a despachar el chivo designado para Azazel con una persona designada para despeñarlo en los acantilados.

Para ello, y después de toda la Avodáh en el Santuario esto, el Sumo Sacerdote salía del Kódesh HaKodashim (Santo de los Santos), se acercaba al macho cabrío para Azazel, le imponía las manos y hacía la tercera confesión de los pecados, esta vez por todo el pueblo (Misná, Yomá 6,2):

Oh YHVH, tu pueblo, la casa de Israel ha cometido la iniquidad, ha transgredido, ha pecado ante ti. Perdona, YHVH, las iniquidades, las transgresiones, los pecados que tu pueblo, la casa de Israel, ha cometido, con los cuales ha transgredido y ha pecado ante ti, como está escrito en la Instrucción de Moisés tu siervo: «Porque en este día se hará expiación por vosotros, para purificaros. De todos vuestros pecados quedaréis limpios delante de YHVH (Lev 16,30)”.

Todo el pueblo estaba en el atrio del Templo y cuando oía que se pronunciaba el Santo Nombre de Dios (era la segunda vez que sucedía), postrándose en el suelo aclamaba:

Baruj Shem Kevod Maljutó le olam va ed»
que traducido es: “¡Bendito el nombre de la gloria de su reino por siempre! 
(Misná, Yomá 6,2). 

De este modo se ponían todos los pecados del pueblo sobre el macho cabrío y se le conducía al desierto, donde tenía que morir como maldito y “pagar”, digámoslo así, para expiar por todo el pueblo. Debían asegurarse de que el animal moría, de lo contrario la expiación no tendría lugar. Se hacía una larga procesión con el macho cabrío, y durante el camino se le alimentaba y se le atendía (Misná, Yomá 6,4-6): debía morir en el desierto, a cinco kilómetros de Jerusalén. Se le precipitaba por un barranco y se debía constatar su muerte. El pueblo, al ver señales de humo, entendía que el macho cabrío había muerto, entonces el Sumo Sacerdote podía quemar las partes sacrificiales de los animales (Misná, Yomá 6,8).

Después de esto el Kohen Gadol se metía en el Mikvé por tercera vez y se colocaba las vestiduras de oro para hacer el servicio de Mussaf. Luego se sumergía por cuarta vez en el Mikvé y se colocaba las prendas de Lino Blanco y entraba por cuarta y última vez al Kódesh Hakodashim para retirar las vasijas que había usado en la ceremonia del incienso. De nuevo se sumergía por quinta vez en el Mikvé y se colocaba las ocho prendas de oro y ofrecía el Tamid, quemando el incienso de la tarde y prendiendo las candelas de la Menorah.

Cuando el Sumo Sacerdote salía del Templo y se mostraba a la nación entera, el pueblo, vestido de blanco, y asegurado que había recibido expiación por otro año más, celebraba y se regocijaba con el espíritu del día.

Según la Mishná (Yomá 6:8), cuando el macho cabrío para Azazel moría en el desierto, sucedía un milagro: el hilo rojo de la puerta del Templo se volvía blanco. Acerca de este milagro celestial encontramos una referencia al oráculo del profeta Isaías:

«Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán»
(Isaías 1:18) (cf. Midrash Sifré Dt 1,7).

Por esto, una de las denominaciones del Templo en la época de Yeshúa era «Monte Líbano»: el nombre «Líbano» en hebreo tiene la misma raíz que el término labán (que significa «blanco»). Se trataba de algo parecido al “milagro” de la nieve sobre los montes del Líbano, y sobre el monte Hermón. Es que en el Santo Templo se producía el perdón de los pecados e Israel volvía al candor de la nieve. Es muy interesante saber que el Talmud narra que desde cuarenta años antes de la destrucción del Templo (desde el 30 d.C., fecha probable de la muerte de Yeshúa) el milagro ya no tuvo lugar: el hilo rojo no volvió a cambiar de color nunca más (Yomá 39b).

Un último aporte que quiero hacerles, surge de la curiosidad del hecho que el Pueblo se vestía de blanco al terminar el Gran Día. ¿Qué significa dicha vestidura para Israel?

  • (1) es el vestido de la pureza, de la inocencia, de la santidad;
  • (2) también es vestido de fiesta, así como
  • (3) la vestimenta nupcial que la esposa debe regalar al esposo;
  • (4)  es también un vestido de sepultura: los israelitas (especialmente los varones) son sepultados con la vestidura blanca de su Talit o Manto de Oración, en posición fetal, como signo de la espera en la resurrección;
  • (5) es el vestido del sacerdote en el santuario; y
  • (6) la del sumo sacerdote en la liturgia del Yom Kippur, tal como se vivía en el Templo.

Bibliografía

  • La Torah, especialmente en Levítico capítulo 16.
  • La Mishná, más precisamente en el tratado Yomá.
  • El Midrash Sifré Flavio Josefo en Antigüedades judías 18,94.
  • Filón de Alejandría De specialibus legibus II, 194.
  • Francesco Giosué Voltaggio en Las fiestas judías y el Mesías 

Los Servicios de Oración de Yom Kipur

Yom Kippur es el único día del calendario hebreo en que se hacen cinco servicios de oración en vez de tres.

  • Se hacen los servicios de:
  • la noche (Arbit),
  • la mañana (Shajarit) y
  • la tarde (Minjá) como cualquier día,

Sin embargo también se agrega Musaf, un servicio que se hace en días sagrados y Neilá, un servicio que se hace únicamente cuando está por finalizar Yom Kippur.

Cada uno de los servicios tiene un rezo o lectura que lo vuelven especial.

El servicio de la noche Arbit incluye Kol Nidre, una de las plegarias más conocidas en el mundo por dar inicio a la festividad. En ella anulamos todos los votos o promesas que hayamos hecho hasta el momento.

En Shajarit (el servicio de la mañana) se leen fragmentos del libro de Levítico y se recita la plegaria de Yizkor donde recordamos a nuestros muertos.

En el Musaf se encuentra la fracción de “Avodáh” en la que se hace un recuento detallado de cómo se realizaban los servicios de Yom Kipur en el templo cuando éste aún estaba de pie.

En Minjá se lee el libro de Jonás y el servicio de Neila es un servicio especial que sólo existe en Yom Kippur, al de éste se toca el shofar anunciando el final del ayuno y de Yom Kippur.

Un Viduy (plegaria de confesión) para nuestros días

Por Rabbi Yosef Bitton

«Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia.»

(Proverbios 28:13)

El Viduy consiste en la lectura de las transgresiones que pudimos haber cometido. Así, el Viduy nos ayuda a identificar las malas acciones que quizás hemos olvidado, o borrado (=reprimido) inconscientemente de nuestra memoria y así podemos arrepentirnos por ellas. “Viduy” significa literalmente “confesión” y es el centro del proceso de la Teshuvah, que consta de tres pasos: la admisión de nuestras transgresiones (hakarat hajet), la articulación y confesión de las mismas (Viduy), y la decisión de abandonar nuestras malas acciones y hábitos negativos (‘azibat hajet).

Si bien el Viduy lo decimos para nosotros mismos, y no delante de otra persona, no debemos leer el Viduy mentalmente. Debemos pronunciar cada palabra, articulando el texto en voz baja.

Cuando el Templo de Jerusalém estaba en pie, el Kohen Gadol o Sumo Sacerdote confesaba en Yom Kippur en nombre de todo el pueblo de Israel, tal como está escrito:

«Y apoyará Aharón sus dos manos sobre la cabeza del animal y confesará todas las iniquidades de los hijos de Israel y todos sus pecados».
(Vayikrá 16:21)

La confesión seguía la siguiente fórmula:

«Por favor YHVH, tu pueblo, la casa de Israel, pecó negligentemente, intencionalmente, y se rebeló ante ti. Por favor, en Tu Nombre, expía los pecados negligentes, los intencionales y las rebeldías que cometieron los hijos de Israel, tal como está escrito en la Torah de Moshé de Tu boca gloriosa: Ya que en este día hará expiación por vosotros para purificaros. De todos vuestros errores, ante YHVH habréis de purificaros»

Es interesante saber que los «jataím» son acciones negligentes, los «avonot» pecados intencionales y los «peshaím» pecados motivados por la rebeldía. Este es el orden correcto pues se debe pedir primero por lo más leve (Talmud Babilonio Tratado de Yomá 36(B), Shulján Aruj 621:5).

Mediante esta fórmula el Kohen Gadol hacía cumplir a todo el pueblo con su deber de confesarse y si bien es virtuoso que cada quien se confiese individualmente ante el Eterno por sus inconductas particulares, la ventaja de la confesión pública radicaba en el hecho de que por ser colectiva, todos participaban de la misma y por ende el retorno era más profundo y completo.

Tras la destrucción del Templo, los sabios establecieron que cada judío recite por sí mismo el formato de la confesión colectiva y cada quien ponga la intención de incluir sus inconductas particulares al recitarla (Iereím, Rabí Saadiá Gaón).

¿Por qué debemos pronunciar el Viduy?

Porque el Viduy es la culminación del proceso de admisión de nuestra responsabilidad por nuestros errores. Y solamente cuando somos capaces de verbalizar nuestras transgresiones, hemos realmente admitido nuestra culpa, y recién entonces somos capaces de cambiar. Una vez que este proceso de admisión se concretiza, el Eterno acepta nuestras disculpas y nos perdona.

Dado que Kippur es un tiempo de perdón y expiación, tal como está escrito:

«…Ya que en este día hará expiación por vosotros para purificaros. De todos vuestros errores, ante YHVH habréis de purificaros»,
(VaYikrah/Levítico 16:30)

Es preceptivo en este día retornar en teshuvah y confesar ante el Eterno sus pecados (Rambám Hiljot Teshuvá 2:7).

La confesión verbal explícita culmina la teshuvah, ya que la esencia de nuestra labor en este mundo pasa por llevar a la práctica las buenas intenciones que se ocultan en el pensamiento y en el corazón.

Mediante la confesión verbal explícita, los pensamientos y los sentimientos que acompañan el proceso del retorno cobran forma, se elaboran y elucidan, el arrepentimiento se hace profundo y tajante al punto que el transgresor refuerza su decisión de no volver a pecar.

Por lo tanto, la Torah ordenó:

«Diles a los hijos de Israel, cuando un hombre o una mujer cometa cualquier pecado contra su prójimo obrando engañosamente contra el Eterno, confesará su pecado…»
(Bamidbar-Números 5:6-7)

Además, está también escrito:

«… y cuando confesare el pecado realizado».
(Vayikrá 5:5)

Así como quien ofrenda un sacrificio de «Jatat» debe primeramente confesarse, quien retorna debe confesar sus inconductas y mediante ello su teshuvah culmina (Rambám Teshuvá 1:1).

Si una persona pecó por negligencia o descuido durante todo el año debe decir ante el Eterno «jatati», si pecó intencionalmente debe decir «aviti» y si pecó por rebeldía debe decir «pashati». De esta manera la persona cumple el deber de la confesión si bien no detalló su mala acción, y en algunas ocasiones es hasta mejor no hacerlo (Shulján Aruj 607:2, Mishná Berurá 5, Sha´ar Hatziún 11.

Decimos el Viduy en plural y confesando también transgresiones que quizás, personalmente, no hemos cometido. Esto nos enseña que nuestra responsabilidad moral va más allá de nuestra responsabilidad personal. En otras palabras, que cuando un hijo, un familiar, un amigo, o cualquier otra persona sobre quien ejercemos cierta influencia actúa equivocadamente debemos advertirle sobre lo que está haciendo mal. Y si no lo hacemos, nos consideramos responsables de esa acción equivocada. Decimos el Viduy en plural porque los judíos cargamos con una responsabilidad colectiva: somos responsables unos por otros.

El texto del Viduy en los libros de oraciones de Yom Kipur está escrito en hebreo y está presentado en orden alfabético. Vale aclarar que si leemos la versión hebrea del Viduy y no entendemos lo que estamos diciendo, la admisión, la confesión, el arrepentimiento y la contrición no pueden tener lugar. Es por eso que, a diferencia de otras oraciones, es imperativo entender las palabras del Viduy. Por lo tanto, no sólo está permitido sino que es necesario leer el Viduy en un lenguaje que uno entienda.

Hay muchas versiones y excelentes traducciones del Viduy en el Majzor de Kipur. Aquí presentamos una versión del Viduy, preparado en base al texto que los Yehudim Sefaradim recitamos en las Selijot. La traducción no es literal. He extendido el significado del texto original tratando de expresar en este Viduy algunas ideas y conceptos con un lenguaje relevante para nuestros días. Esta versión no pretende reemplazar a otros textos de Viduy.

Esperemos que comprender las palabras del Viduy nos ayude a identificar nuestras faltas y facilite el proceso de nuestro sincero arrepentimiento.

¿Cómo debemos rezar el Viduy?

El formato de confesión que debemos recitar en Yom Kipur es el siguiente:

«Empero nosotros pecamos negligentemente, intencionalmente y nos rebelamos ante Ti»

o en hebreo:

«Aval anajnu jatanu, avinu, fashanu»

(Talmud Babilonio Tratado de Yomá 87(B), Rambám Hiljot Teshuvá 2:8, Prí JadashMishná Berurá 607:12).

Se acostumbra asimismo agregar una lista de pecados ordenados alfabéticamente (Rav Amram Gaón):

«Ashamnu (nos hemos hecho culpables), bagadnu (traicionamos), Gazalnu (robamos violentamente), Dibarnu dofi (hablamos calumnias), heevinu (causamos iniquidad), vehirshanu (hicimos maldades), zadnu (pecamos intencionalmente), jamasnu (robamos con violencia), tafalnu sheker (mentimos), iaatznu rá (aconsejamos el mal), kizavnu (engañamos), latznu (nos burlamos), maradnu (nos rebelamos), niatznu (provocamos), sararnu (nos desviamos), avinu (pecamos intencionalmente), pashanu (pecamos por rebelión), tzararnu (oprimimos a otros), kishinu oref (nos obstinamos), rashanu (hicimos el mal), shijatnu (corrompimos), tiavnu (cometimos actos abominables)…»

Luego se sigue detallando y se recita:

«Al jet shejatanu lefaneja etc.» («perdona por el pecado cometido ante Ti…») que incluye una larga lista de transgresiones sumamente detallada. Sobre la base de esta versión común, cada congregación agregó la suya propia.

Aparentemente, cabe preguntarse:

¿Cómo puede una persona justa decir «nos rebelamos, insultamos, pecamos intencionalmente, pecamos por rebeldía?… ¿Cómo puede una persona cuidadosa de la propiedad ajena decir «robamos violentamente» etc.?

La respuesta radica en que el precepto de Yom Kippur es que toda la nación retorne en teshuvah conjuntamente, por lo que se estableció que cada quien recite la confesión en la primer persona del plural por todo el pueblo de Israel, tal como el Kohen Gadol confesaba en nombre de toda la nación.

Además, a veces quien no pecó personalmente es responsable de trasgresiones que realizan miembros de su familia o amigos, ya que quizás pudo haber protestado ante una inconducta y prefirió callar o pudo haber acercado a otros para que retornen pero no se esforzó en hacerlo, o quizás pudo haber servido de ejemplo para los demás mas no lo hizo.

Además, todos los miembros de Israel son responsables los unos por los otros y todos conforman un gran cuerpo místico compuesto de múltiples órganos, de modo tal que cada pecado realizado por un hijo de Israel pertenece a la generalidad de la nación. Por esta razón, los justos necesitan recitar la confesión y haciéndolo limpian su participación en el pecado e impulsan así a toda la nación a retornar en teshuvá (Sefer Jasidim 601, Arí Z»l, Ben Ish Jai Ki Tisá).

La confesión debe ser recitada de pie hasta que concluye la sección:

«Por los pecados que nos hacen acreedores de las cuatro penas capitales…  Rey que absuelve»
(Shulján Aruj 607:3, Mishná Berurá 10).

Es bueno adoptar una posición  cabizbaja o inclinarse un poco hacia adelante al recitar la confesión para adoptar una actitud más sumisa. Hay quienes cumplen con excelencia y se inclinan marcadamente hacia adelante, tal como lo hacen durante la bendición de «Modim» (Shelá). En el caso de quienes quieren cumplir con excelencia pero les cuesta inclinarse prolongadamente, es bueno que al menos se inclinen al recitar la primer parte de la confesión («Ashamnu, bagadnu») y al recitar «Al jet» que se conformen con una leve inclinación.

También se acostumbra golpear el pecho con el puño durante el recitado de la confesión, como forma de expresar que los impulsos de su corazón lo impulsaron a pecar (Mishná Berurá 607:11).

TEXTO COMPLETO DEL VIDUY EN ESPAÑOL

ANA HASHEM ELOKENU…
Por favor Oh, YHVH nuestro Dios y Dios de nuestros padres, que nuestra oración llegue a Ti, y no ignores, nuestro Rey, nuestra súplica. Porque no somos tan insolentes ni tan necios para decir delante de Ti, “YHVH , nuestro Dios y Dios de nuestros antepasados, somos justos y no hemos pecado”. En realidad, hemos cometido transgresiones, iniquidades, y pecados, tanto nosotros como nuestros antepasados y los miembros de nuestra familia,

JATATI HODI’AJA
“Que mi pecado sea conocido [sólo] por Ti, [YHVH]. No niego mis transgresiones, porque me dije a mi mismo, confesar mis pecados al Eterno es lo correcto, y así Tú considerarás perdonar mis transgresiones.”

ASHAMNU: Hemos pecado a sabiendas, plenamente conscientes de que estábamos haciendo algo mal.

AJALNU MAAJALOT ASUROT: Hemos comido alimentos prohibidos.

BAGADNU: Hemos traicionado nuestro pacto contigo. Tú confiaste en nosotros y nos encomendaste Tu Torah, pero nosotros no hemos cumplido con lo que prometimos en el Monte Sinai: mantener Tu Torá y observar plenamente Tus mandamientos.

BITALNU TALMUD TORATEJA: Hemos perdido nuestro tiempo en vanidades, frivolidades y cosas banales, en vez de dedicarnos a estudiar las palabras de Tu Torah, que nos acercan más a Ti.

GAZALNU: Hemos hurtado. Hemos tomado o gastado lo que no nos pertenece.

GANABNU: Hemos robado bienes materiales. Hemos robado a mucha gente, de maneras diferentes. Hemos robado el tiempo de nuestros empleadores, y no hemos hecho nuestro trabajo con honestidad.

GAINU: Hemos sido arrogantes. Hemos actuado de manera altiva con nuestros amigos, familiares y colegas.

DIBARNU DOFI VELESHON HARA’: Hemos diseminado chismes y comentarios destructivos sobre otras personas. Hemos escuchado y repetido críticas, sin siquiera estar seguros de que son verdad. Hemos esparcido rumores negativos sobre otros. Rumores que, si se dijeran acerca de nosotros, nos harían sentir avergonzados y heridos.

DIBARNU EJAD BAPE VEEJAD BALEB: Fuimos cínicos e hipócritas. Hemos dicho algo con nuestra boca, mientras sentíamos otra cosa en nuestros corazones.

HE’EVINU: Hemos practicado la corrupción, la injusticia y la iniquidad.

HIRHARNU HIRHURIM RA’IM BAYOM …: Hemos tenido deliberadamente pensamientos promiscuos durante el día, provocando la impureza durante la noche.

VEHIRSHA’NU: Hemos procedido con maldad, y hemos causado que otros imiten nuestro mal comportamiento.

VIADNU ATSMENU LIDBAR ABERA: Visitamos lugares inapropiados. Nos hemos reunido con amigos o conocidos para propósitos indecentes.

ZADNU: Hemos pecado deliberadamente. No con inocencia sino con plena conciencia.

ZANINU AJAR LIBENU …: Nos dejamos llevar por nuestros ojos y por nuestros impulsos para practicar la promiscuidad.

JAMASNU: Hemos explotado a otras personas, hemos abusado de nuestros empleados, deudores o acreedores. Tomamos cosas que no nos pertenecen.

JAMADNU: Hemos tenido celos y envidia de los demás. No estuvimos felices, satisfechos y agradecidos con todo lo que YHVH nos dio.

TAFALNU SHEQER UMIRMA: Hemos mentido premeditadamente. Hemos inventado historias engañosas para cubrir nuestras mentiras. Engañamos a nuestros amigos, mentimos a nuestros clientes para ganar dinero deshonestamente.

YA’ATSNU ‘ETSOT RA’OT…: Hemos dado malos consejos. Hemos aconsejado a los demás hacer lo que era bueno para nosotros, en lugar de aconsejarles hacer lo que era bueno para ellos. Traicionamos la confianza de aquellos que buscaron nuestro consejo, priorizando nuestra propia ganancia y nuestro interés personal, sobre nuestra integridad.

KIZABNU: Hemos dicho falsedades. Le mentimos aún a nuestros amigos y a los miembros de nuestra familia.

KA’ASNU: Hemos perdido la paciencia y hemos reaccionado con ira y enojo. A sabiendas que la ira es un pecado comparado con la idolatría, por su irracionalidad y su destructividad. Hemos actuado sin paciencia con nuestros hijos y alumnos, enojándonos con ellos injustamente.

LATSNU: Hemos actuado con frivolidad, sin pensar en las consecuencias de lo que hemos hecho o dicho. Hemos perdido la conciencia de nuestra mortalidad y de la brevedad de nuestra vida, desperdiciando nuestro tiempo en vanidades, sin tener en cuenta la irrecuperabilidad del tiempo perdido.

LOTSATSNU: Nos hemos burlado de otras personas. Hemos acosado e intimidado a los más débiles. Hemos avergonzado a amigos y parientes, privadamente o en público. Hemos llamado a otras personas con apodos embarazosos.

MARADNU: Hemos actuado con rebeldía hacia Ti. Sabíamos muy bien qué es lo que Tú consideras incorrecto, y sin embargo lo hicimos. Actuamos con arrogancia y con vanidad.

MARINU DEBAREJA: Hemos desobedecido Tus palabras. No tuvimos la voluntad ni el deseo de estudiar, aprender y entender lo que Tú nos has ordenado.

NI’ATSNU: Te hemos faltado el respeto, repitiendo deliberadamente las transgresiones por las cuales nos habíamos arrepentido. Volvimos a cometer los mismos pecados por los cuales Te habíamos pedido perdón.

NIAFNU: Hemos actuado con deslealtad hacia nuestro esposo o nuestra esposa.

NISHBA’NU LASHAV VELASHEQER: Hemos jurado en vano y en falso.

NADARNU VELO SHILAMNU: Hemos prometido y no hemos cumplido nuestras promesas. No hemos mantenido nuestra palabra con honor. Hemos prometido colaborar con obras de bien o Tsedaqá, y no hemos cumplido.

SARARNU: Nos hemos desviado de Tu camino y de la senda de rectitud.

SORERIN UMORIM HAYNU: Hemos sido irrespetuosos con nuestros mayores, con los ancianos, con nuestros maestros, con los estudiosos de la Torá.

‘AVINU: Hemos practicado la injusticia. Hemos sido insensibles ante el sufrimiento de los demás. No hemos prestado atención a las necesidades de los pobres. No hemos sido sensibles con los huérfanos y con las viudas.

‘ABARNU AL MITSVOT ASE … Hemos fallado en el cumplimiento de Tus mandamientos. Hemos transgredido Tus prohibiciones. Hemos violado los mandamientos que merecen la pena máxima (Karet).

ABARNU AL JILUL HASHEM: Hemos profanado Tu nombre. Por nuestro mal comportamiento, por nuestras malas acciones o por nuestra deshonestidad, provocamos que otras personas, judíos o gentiles, piensen o hablen mal del Pueblo de Israel, de aquellos que debemos ser fieles observantes de Tu Ley.

PASHA’NU: Hemos pecado intencionalmente, con rebeldía, desafiando abiertamente y sin vergüenza Tu palabra, Tus mandamientos y Tu voluntad.

PAGAMNU BE-OT BERIT QODESH: Hemos profanado el signo de nuestro pacto, el Berit Milá, con delitos sexuales y un comportamiento promiscuo.

TSARARNU: Hemos oprimido a otros seres humanos, judíos o gentiles. Hemos traicionado a aquellos que confiaban en nuestra integridad religiosa. Hemos maltratado a nuestros empleados y a los que trabajan con nosotros o para nosotros. Hemos humillado y herido a aquellos que merecen nuestra paciencia, respeto y amabilidad.

TSI’ARNU AB VAEM: Hemos causado sufrimiento a nuestros padres, al desobedecerles o al faltarles el respeto. No los honramos suficientemente, sabiendo que la Torá nos demanda cuidarlos y atenderlos cuando ellos necesitan de nosotros, como está escrito en el quinto de los Diez Mandamientos.

QISHINU ‘OREF: Hemos sido obstinados. Hemos actuado con arrogancia y vanidad. No fuimos capaces de pedir perdón a nuestros amigos y familiares por haberlos ofendido o herido. Hemos sido tercos y necios, al ser incapaces de cambiar nuestra opinión o dictamen, aún cuando nos dimos cuenta que estábamos equivocados.

QILQALNU TSINOROT HASHEFA’… : Nos hemos privado a nosotros mismos de recibir todas Tus bendiciones, arruinado los medios por los cuales Tú nos concedes Tu abundancia. Hemos optado por quejarnos de todo lo que nos falta, en lugar de estar felices por todo lo que nos has dado.

RASHA’NU: Hemos actuado con maldad. A través de nuestras malas acciones hemos causado dolor a nuestros amigos, hijos, familiares y seres queridos.

RA’IM LASHAMAYIM … Hemos actuado incorrectamente hacia Ti y hacia nuestros compañeros. Actuamos de acuerdo a nuestro limitado juicio, ignorando deliberadamente Tu Infinito Juicio.

SHIJATNU: Hemos actuado con deshonestidad. Hemos aprendido a engañar y a mentir, al punto que el engaño y la mentira se han convertido en parte de nuestra personalidad.

SHIQARNU: Hemos hablado falsamente y con engaño.

SHIJATNU ZERA QODESH …: Hemos desperdiciado y destruído nuestra simiente sagrada. No hemos mantenido nuestros ojos limpios y alejados de la promiscuidad. Hemos procurado deliberadamente exponernos a imágenes inapropiadas, provocando que las semillas de la vida sean destruídas.

TI’AVNU: Hemos cometido abominaciones. Hemos practicado lo que Tu aborreces y lo que nos has exhortado a rechazar: la injusticia, la opresión y el engaño.

TA’INU VETI’ATANU: Hemos tomado los caminos equivocados. Hemos arrastrado a otras personas a unirse a nosotros en esos malos caminos. Presionamos a otros a cometer los mismos pecados que nosotros cometimos, para así sentirnos menos incómodos. Hemos dado un mal ejemplo a nuestros hijos e hijas, que naturalmente imitan lo que hacemos. No hemos inspirado a nuestros hijos a hacer el bien. Hemos fallado en enseñar a nuestros hijos, a esas almas que Tú confiaste en nuestras manos , a evitar todo lo que está mal en Tus ojos.

VESARNU: Nos hemos apartado de Tus mandamientos y de Tus preceptos. Y nuestra rebeldía no nos ha servido de nada. Tú eres justo y recto en Tu juicio y en Tu veredicto. Admitimos que todo lo malo que nos ocurre, es nuestra propia culpa y responsabilidad. Tú nos has enseñado a buscar la verdad y la justicia, y nosotros hemos buscado nuestro propio mal.

Fuente: Halaja.org

Yom Kipur: ¿Qué es? (Cosas a Saber)

Por Séfora

El nombre “Yom Kipur” significa “Día de Expiación” y explica lo que la festividad representa. Es un día que se aparta para expiar los pecados del tiempo pasado y purificarse a través de la plegaria y el ayuno.

¿Sobre qué exactamente nos purifica?

Yom Kipur expía únicamente los pecados que existen entre el hombre y Dios; no los pecados que existen entre las personas. Para purificarse de los pecados hechos a otra persona uno debe primero buscar la reconciliación con ella, reparando los daños hechos a ella si es posible. Eso debe suceder antes de Yom Kipur.

¿Cuáles son las actividades prohibidas durante Yom Kipur?

Es un día de descanso en el cual uno se abstiene de cualquier tipo de trabajo. También es un día de ayuno durante el cual uno se abstiene de comer o beber cualquier tipo de alimento o bebida. Dura 25 horas, empieza antes del atardecer en la tarde previa a Yom Kipur y termina a la noche del día siguiente (en la noche de Yom Kipur)…

¿Las restricciones recaen sobre todas las personas?

Cualquiera de estas restricciones se detienen cuando existe una amenaza importante a la vida o a la salud. Niños menores de nueve años y mujeres en proceso de parto tienen determinantemente prohibido ayunar.

¿Cuál es el orden de los servicios durante Yom Kipur?

La primera plegaria es “Kol Nidrei” y se dice al atardecer en la víspera de Yom Kipur; en ella la comunidad absuelve a todos sus integrantes de los juramentos hechos. Después se dice el rezo de la noche (Arbit) y existe una costumbre que cierra la noche con “Shir Ha’Kavod,” un canto de alabanza a Dios en el que se describen Sus atributos y Su Gloria.

Al día siguiente se dice el rezo matutino (Shajarit) en el cual se agregan numerosas plegarias referentes a la cualidad de compasión divina y el perdón de Dios. El servicio de Musaf (servicio hecho especialmente durante los días sagrados) tiene una sección especial dedicada a la Avodáh (los sacrificios hechos por el Sumo sacerdote durante las épocas del gran templo) en la cual pedimos por su restauración. En la tarde se dicen las plegarias de Minjah y Neilah y el ayuno continua hasta la noche. Los servicios concluyen con el soplido del shofar al acabar el ayuno.

¿Cuál es la parte más importante de los servicios?

La parte más importante de los servicios es el Vidui, la confesión de los pecados individualmente. No basta con arrepentirse, uno debe confesar frente a Dios sus pecados. La confesión pública de los pecados es parte de todos los servicios de Yom Kipur, y es tan importante que uno está obligado a confesarse incluso antes de empezar los servicios.


Tomado de: Enlace Judío

Las Perspectivas Místicas del Sábado

Por P.A. David Nesher

Los secretos (hebreo: sodot) de la Sabiduría de la Torah enseñan que el Shabat (שבת), es una de las maneras más poderosas para conectar con el Creador.

Leyendo al comentarista Rashí encontramos que él define al Shabat como un descanso relajante, de un carácter perfecto, lo contrario a un descanso de carácter casual, por ejemplo aquel para recuperarse de la fatiga, o el impuesto por el hecho de que no hay trabajo para hacer.

En sentido metafórico, los sabios expertos en codificación hebrea nos dicen que el “fuego” simboliza las discordias. Por ello, está prohibido en Shabat prestarnos a discusiones, alegatos ni nada que pueda encender fuegos de maledicencia, chisme, o situaciones problemáticas. Por naturaleza, el fuego es agresivo y consumidor. En tanto que el Shabat, en su esencia, impulsa a valorar lo santo de la vida para que la bendición del Cielo se haga presente entre los hombres.

Por ello, el poder del Shabat es uno de los medios más poderosos para conectar plenamente nuestra alma con el Eterno y hacer de nuestro vínculo interno con Dios un canal cósmico para que las bendiciones se precipiten abundantemente a la Tierra. Incluso, personas de cualquier credo pueden realizar esta conexión si lo desean. Después de todo, el Shabat es un sistema cósmico que originalmente fue creado para todos los hombres (Gén. 2:2-4).

Es necesario que entendamos y aceptemos que si dedicamos tan solo cinco minutos en Shabat a una conexión con la Luz divina, será mucho más fácil conectar con el Poder del Creador en cualquier otro momento de la semana.

El Rav Isaac Luria, de los escritos del Arizal, nos lo explica así:

«…Durante los días de la semana, las líneas entre el bien y el mal están un tanto borrosas. Esto hace que sea muy fácil resbalarse y caer en la trampa del materialismo y el egocentrismo, así que uno debe estar constantemente en guardia; a diferencia de Shabat, cuando el Oponente se mantiene a distancia. Dado que Malkut (nuestra dimensión física) asciende por sí misma en Shabat, no es necesario que nosotros nos ocupemos activamente en el proceso de elevar las chispas de luz en Shabat como lo hacemos durante la semana de trabajo. En lugar de ello, nuestro trabajo espiritual es dejar de lado ciertos tipos de trabajos físicos que podrían causar separación de este nivel elevado de luz…».

Agregan los sabios que, sin la santa energía del Shabat no sería posible, en ninguna manera, erradicar la negatividad del mundo.

Ya lo expliqué en otra bitácora que nuestra parashá Vayakhel vincula los temas del Shabat y la cuestión del Mishkán (Tabernáculo) porque estos, en la mente divina, son una misma cosa; ambos son enlaces a una dimensión trascendente.

La conexión entre Shabat y el Santuario es de gran profundidad. Entendamos que durante estos 2.000 años de exilio, después de la destrucción del Sagrado Templo de Jerusalem, el Shabat ha sido nuestro santuario dentro de los mundos hostiles, el lugar para refrescarnos y enfocarnos en los valores de la Torah. Por eso, existe un refrán que dice:

«…Mientras los judíos cuiden el Shabat, el Shabat cuidará de los judíos…».

En el sentido más profundo de su mística, el Shabat es una “guía para la Novia”, ya que cada siete días ella es fiel al descanso en el tiempo señalado con el “Novio”. Sin Shabat no hay «Cámara Nupcial» (el Santuario). Por esto, al Shabat también es llamado el anillo nupcial de la novia y es una prueba para ver si ella es fiel o no al novio.

El Séptimo Día, es decir, el Shabat, es también uno de los días proféticos de los siete mil años que acomoda a la Novia para el día de su Boda, a saber el Yom Kippur final.

También representa el último día de fiesta de los siete días de las Enramadas o Sukot (recepción de la Boda), llamado “Shemini Atzeret” (Octavo Día). El “Shemini Atzeret” es como si el “Novio” le preguntara a la “Novia” que le extienda un día extra con él después de que todos los invitados hayan vuelto a casa. El “Día Extra” (el octavo, o número 8), representa la eternidad, más allá de los 7.000 años de retorno al Jardín del Edén. Existen seis días para que la “Novia” haga todas sus labores y un día en el que ella dedica por completo a estar con el “Novio”, quien es el gozo de su vida.

Metafóricamente hablando, cada fin de semana es una Boda entre el hombre redimido y el Shabat. En toda poesía hebrea al Shabat se la trata de “Novia” y al varón de cada familia como al “Novio”, ya que se espera que cada vasija viril presente en cada hogar se eleve en ese día a su consciencia de convertirse en un ungido (mashiaj) del Eterno.

Los Preparativos para el Día de Expiación (Yom Kippur)

Por P.A. David Nesher

Recordemos que nos encontramos en lo que se llaman los Yomim Norayim, o «Días Terribles» o «Días Memorables«. Orar, agradecer, pedir, reflexionar, pensar en buenos deseos… son algunas de las muchas acciones que se hacen es estas épocas de fiestas que va desde Yom Teruah a  Yom Kippur, en los que se despierta una conciencia más o menos común con la esperanza de una mejora en lo que resta del año, y grandes cosas para el próximo.

Es en estos días cuando reconocemos nuestras faltas ante los demás, para recibir su perdón. Por eso, es costumbre hebrea que a los dos días próximo al Día de la Expiación pedirle perdón a las personas para que tengas un año de mucha bendición manifiesta. Se considera a esto un paso imprescindible.

Son días especiales en los que el Eterno presenta a cada hijo primogénito la oportunidad de reparar, de pedir perdón a las personas que se lastimó, de arrepentirse… ¿Pero cómo pedir una disculpa que realmente limpie el alma?

Generalmente, el ser humano desconoce si causa daño a otros de manera inconscientemente. Aceptemos que aunque a veces nuestras intenciones son buenas, sin querer pueden manifestarse en una actitud negativa que termina afectando a otros.

Lo cierto es que en el diseño de la vida, el perdón forma parte de cotidianidad, podemos ofender, decir o hacer algo molestando a los demás, asimismo en este mismo rango está el callar lo qué sentimos quizás porque no estamos acostumbrados a expresarlo o, por miedo a molestar con nuestros comentarios a otra persona.

La sabiduría de la Torah explica en sus códigos que “perdón” no es un simple pedido que se hace de la boca hacia afuera, sino una fase especial, en la que el hombre comienza a comprender que en el mundo espiritual existe una fuerza que une todas las almas en una unidad única y maravillosa.

Esta inmensa distancia que el hombre descubre entre él y esta fuerza que prevalece entre las almas, la fuerza de amor y unidad, lleva al hombre a hacer un profundo examen interno. Éste ve que él mismo actúa a través de motivaciones egoístas de explotar y aprovechar al prójimo para su propio beneficio y que no puede hacer nada para cambiar esta situación. Entonces, irrumpe de su interior el perdón, como un grito de las profundidades, como una petición de un cambio interno, como una plegaria.

¡Qué difícil que es disculparse, sobre todo cuando uno se equivoca. Saber reconocer que ha lastimado sin querer es un acto de verdadera teshuvá!

Disculparse sinceramente es incómodo; pero hay que reconocer que aceptar el error cometido y reparar los daños causados, conduce a mejores relaciones, sin tantas complicaciones y sobretodo, sin discusiones innecesarias y justificaciones vanas. La mayoría de los grandes conflictos siempre se generan por un pequeño incidente que no se resolvió adecuadamente.

Cuando se pide una disculpa, se libera el alma, además de que se gana el mérito del perdón, con lo que se hace justicia y lo más importante, es que da la pauta para que uno sea juzgado con la misma benevolencia y compasión.

El pedir perdón puede ser uno de los atributos más grandes y más humildes que se puede hacer. Así que el pedir disculpas, actúa y beneficia directamente a la persona que lo hace.

Saben lo que acontece ahora verdad… Pues debo extender mis disculpas por toda palabra aquí vertida que te haya podido ofender o incomodar.

Si de algo nos caracterizamos de los demás pueblos es que podemos estar durante un año discutiendo, intercambiando impresiones y generando controversia pero existe una fecha especial que en nuestra nación y desde nuestra condición hay que hacerla notar para ser hijos nuestro Abba kadosh; dicho lo cual he aquí prestos y solícitos para iniciar una nueva relación en Shalom.

Yom Kipur selijáh! (Son palabras desde mi corazón)

Yom Kippur es un Tiempo de Perdón, pero… ¿En qué Nivel?

 

Por:  Eitiel Goldwicht* (rabino)

¿Cómo perdonas a alguien que realmente te hirió?

 

Yom Kippur es un tiempo de perdón, pero…

 

¡¿No puedes simplemente pretender que no ocurrió?!

 

¡Te hicieron daño!

 

¿Cómo funciona realmente el perdón?

 

Hay tres palabras diferentes en hebreo para perdón:

 

  1. Selijá,
  2. Mejilá, y
  3. Kapará.

Y cada una revela un aspecto diferente sobre el significado del perdón:

 

1. Selijá

 

La palabra Salaj, “perdonar”, tiene las mismas letras que la palabra hebrea Jasal, “terminar”.

A veces uno puede sentir que no quiere perdonar…

¿Por qué debería perdonar?

Los estaría dejando ganar, ¡y yo quiero que paguen!

Pero la verdad es que si no perdonamos, estamos permitiéndole al dolor del pasado quedarse con nosotros en el presente.

Estamos dándole espacio gratis en nuestra mente a quien sea que nos hizo daño.

Selijá es tomar la decisión de que acabamos con el dolor…, acabamos con el dolor que alguien nos causó. Jasal, ¡Terminado!

Vamos a dejar ir el pasado y enfocarnos en el futuro.

Puede ser que no nos guste la persona que nos hizo daño y que elijamos ya no ser su amigo, pero tomamos la decisión de seguir adelante y no dejar que esa persona y el dolor que ella causó controle nuestra vida.

 

2. Mejilá

 

Mejilá lleva el perdón al siguiente nivel.

Mejilá también significa “túnel”, queriendo decir que escarbamos profundamente en nuestro corazón para arrancar el dolor.

¿Pero, cómo podemos hacer eso?

¿Cómo podemos deshacernos del dolor y perdonar?

La palabra Mejilá comparte su raíz con la palabra hebrea Majol que significa “regocijo”.

El Rey David dijo:

Afacta mispedí lemajol li” (tú has convertido mi dolor en regocijo para mí).

Nosotros podemos arrancar el dolor cuando nos damos cuenta que hay una razón de por qué teníamos que pasar por algo.

Puede ser que tome meses, e incluso años, entender por qué “esto” me ocurrió a mí, y apreciar cómo es que fue para nuestro bien.

Cuando hacemos eso, entonces podemos dejar atrás el dolor.

Si no podemos alcanzar la libertad que viene a través de Mejilá (perdón), y estamos ocupados culpando a otros por lo que ha ocurrido, entonces cargamos con nosotros el dolor dondequiera que vayamos.

Esto puede ser peligroso; saben ustedes que las mismas letras de Mejilá también forman la palabra Majalá, que significa “enfermedad”.

Nos estamos envenenando al no seguir adelante.

 

3. Kapará

 

El paso final del perdón se llama Kapará, que viene de la palabra hebrea Kofer, que significa “reemplazar una cosa por otra”.

Tomemos por ejemplo una pareja casada, tienen una pelea horrible y ambos lados se sienten realmente heridos.

Se alejan y ni siquiera quieren hablarse.

Un día después la distancia es simplemente demasiado dolorosa.

Ellos anhelan superar la pelea y volver a estar cerca.

Así que empiezan a discutirlo:

“Sabes, lo que dijiste realmente me hizo daño”.

Ellos trabajan para entenderse, se disculpan y comienzan a reparar la relación.

Y cuando se reconcilian y se reúnen, algo increíble ocurre, ellos se sienten incluso más cercanos el uno con el otro de lo que se sentían antes.

Su pelea ahora es reemplazada por un amor nuevo y más profundo que quizá no hubiera estado allí de otra forma.

¡Eso es Kapará!

Es limpiar toda la negatividad y reemplazarla con un amor más fuerte y más profundo.

A medida que Yom Kippur se acerca, pensemos a quien debiéramos llamar para pedir perdón, y encontremos la fuerza para perdonar a aquellos que pueden habernos herido y comencemos una nueva temporada, limpios y libres.

 

 

*Rabí Eitiel Goldwicht estudió en Yeshivat Kerem BeYavneh y obtuvo su licenciatura en Finanzas de Sy Syms School of Business. Luego asistió al Colegio Rabínico de Ner Israel en Baltimore, recibiendo un Master en Derecho Talmúdico, y continuó su educación en la Escuela de Graduados Azrieli de Educación y Administración Judía. Rabí Eitiel completó el plan de estudios para Semicha a través del Rabinato Principal del Estado de Israel. Él está particularmente involucrado con la contingencia israelí de Aish Hatorah, y sus muchos papeles en este programa vital incluyen hablar a miles de soldados que vienen a visitar el kotel, dirigiendo un programa de Slichos en Rosh Hashaná, y un programa de Chanukah al público secular israelí.

 

Fuente: Diario Judío

¡Bien Sellados para el Libro de la Vida! (Gmar Jatimá Tova)

 

Por todo lo que hemos aprendido en nuestra transición, sabemos que en Yom Kippur recordamos y festejamos la misericordia del Eterno para con el pueblo de Israel, después de haber provocado la ira de Yahvéh con el becerro de oro. Cuando estábamos a punto de ser destruidos como nación, Moshé suplico por misericordia.

 

Entonces bajo del monte Sinaí con las nuevas tablas de la Instrucción (Torah), y con la excelente noticia de que no seriamos destruidos. El ayuno corporativo de la nación y la súplica de cada hebreo habían ayudado a las de Moshé.

 

Por eso todo hebreo ayuna y hace teshuvá (arrepentimiento, regreso, retorno) para pedir por su inscripción en la buena vida del próximo año. No solamente clamamos por vivir, sino por seguir en los caminos de Yahvéh, y no flaquear en obedecer sus mandamientos a fin de tener una vida justa delante de Sus ojos.

 

También todos los bnei noaj (hijos de Noé o gentiles) deben de aprovechar la energía divina de esta festividad para reflexionar y regresar al buen camino, el de la Torah. La teshuvá y la tzedaká (caridad o justicia social) deben ir de la mano. Entendamos que sin estas dos el ayuno de este Gran Día del Eterno solo es una dieta alimentaria sin sentido ni razón (cf. Isaías cap. 58).

 

Hoy, viernes 29 de septiembre de 2017 y mientras el atardecer nos envuelve los hijos primogénitos del Monte Sano celebramos el inicio de Yom Kippur que dura 26 horas, y que nos prepara para abandonar definitivamente toda creencia limitante, y de ese modo adentrarnos en una nueva era de prosperidad.

 

Uno de los deseos más nobles que podemos expresar, antes y durante Yom Kippur (el Día del Perdón), es “Gmar Jatimá Tová”. Su traducción literal en español es “que tengamos un buen sellado final”, pero en verdad, su significado es “el deseo de que seamos inscriptos en el Libro de la Vida”.

 

Esto significa que pedimos que renueve por un año más nuestra posibilidad de estar vivos, basándose en nuestras acciones.

 

Es cierto que si bien Yahvéh creó al hombre a su imagen… no lo hizo perfecto. Por el contrario, le dio su imagen, pero espera que voluntariamente se conforme a Su semejanza. Por eso, este día festivo brinda la posibilidad de reconocer nuestros errores, asumirlos, aprender de ellos, pedir perdón y poder perdonar.

 

Tal como ayunaron nuestros antepasados al pie del monte Sinaí, cuando Yahvéh fue misericordioso y les dio una nueva oportunidad luego de que construyeran un becerro de oro al que adorar, cada Yom Kippur, reflexionamos, nos arrepentimos, nos disculpamos y nos comprometemos a un nuevo tiempo de tzedaka (justicia) y buenas acciones.

 

Justamente hacemos teshuvá, que literalmente significa retorno o regreso. Retorno a la Intención de Yahvéh, nuestra Fuente. Es el momento de una profunda introspección, de un sinceramiento total. Aquel al que el Eterno le renueva su confianza se lo conoce como Baal Teshuvá (el que habita en el regreso o el retornante), ya que considera que retornó a su camino siguiendo los mandatos del Eterno. De este tipo de persona se asegura que tuvo finalmente Jatimá Tová, un buen sellado.

 

Por la revelación de las Sagradas Escrituras, somos conscientes que Yahvéh es quien nos juzga, y juzgará al final de nuestra vida en la Tierra. Por eso, somos conscientes que es con Él que re-pautamos, mediante nuestro compromiso y disculpas, un nuevo periodo de vida, para generar un nuevo año pleno de justicia. El desearnos Gmar Jatimá Tová debe ser no sólo una frase, sino más bien, una declaración profética que surja desde lo más profundo de nosotros, al igual que el perdonar a los demás y aceptar su pedido de disculpas.

 

Por todo esto, querido discípulo de Yeshúa, recuerda que Yahvéh evalúa todas nuestras acciones, no sólo durante Yom Kippur, sino en cada día del año en que renovó su confianza en nosotros.

 

¡Gmar Jatimá Tová!

Cuando el Perdón de Dios invade Su Reposo… (Yom Kippur en Shabat)

Por P.A. David Nesher

 

 

La Fiesta de Yom Kippur marca el final de los tradicionalmente  denominados “Diez Días del Arrepentimiento”. Es el Día más Santo del calendario hebreo en el que el Eterno le ofrece al pueblo de Israel la última oportunidad de obtener el perdón y la absolución de sus pecados del año que comienza a irse.

Según la Torah, en Yom Kippur se somete a juicio a todas las personas para el año venidero. Para activar el perdón de los pecados obtenido por el Gran Sumo Sacerdote Yeshúa, el día se dedica al arrepentimiento espiritual (teshuvá) y se adopta el compromiso de llevar una vida pura los seis meses que restan del año a fin de iniciar un año nuevo con la conciencia plena de la seguridad de saber que el Eterno perdona a todas las personas que se arrepiente de verdad de sus malos actos.

Yom Kippur es el momento en el calendario de Yahvéh cuando dedicamos nuestra mente, alma y cuerpo a la reconciliación con el Eterno, con nuestros semejantes y con nosotros mismos. Se espera de nosotros que nos volvamos a los que primero hemos ofendido, reconociendo nuestros pecados y el dolor que pudimos haber causado. Al mismo tiempo, debemos estar dispuestos a perdonar y dejar ir ciertas ofensas y los sentimientos de resentimiento que provocaron en nosotros. En este viaje, somos buscadores y donadores de perdón. Sólo entonces podemos recurrir a Yahvéh y pedir perdón: «Y por todo esto, Dios del perdón, perdónanos, perdónanos y concédenos la expiación en Yeshúa nuestro Gran Sumo Sacerdote».

Éste año Yom Kippur se celebra desde el ocaso del 29 de septiembre hasta el anochecer del sábado 30 de septiembre.

Al leer la Torah notamos que la orden respecto a Yom Kippur establece: «ninguna labor haréis en ese mismo día, porque es el día de la Expiación, para hacer expiación por vosotros delante del Eterno vuestro Dios.» (Vayikrá / Levítico 23:28). Note la parte que he  remarcado en negrita, en donde se dice claramente que es ESE es el día de la expiación, es decir el 10 de Tishrei, y no otro. Por lo tanto, cuando cae Kippur en Shabbat, no se puede dejar de lado la expresa y concreta ordenanza de cumplir en ESE día con los preceptos relativos a Kippur. ¡Yom Kipur se respeta plenamente aunque coincida con Shabat!

Tengamos en cuenta que en Shabbat reposamos de ciertos aspectos del mundo mundanal, para así abocarnos a lo espiritual, sin embargo, es parte del ambiente del día el regocijar el cuerpo, con cantos, siestas, buenas coladas, etc. Así pues, Shabbat es la abstención del mundo físico, para gozar tanto de lo espiritual como de lo físico.

En Kippur, por su parte, hemos de abstenernos casi por completo de lo físico, para vivir en la medida de lo posible como seres espirituales, tal como si fuéramos ángeles celestiales. Es el día de lo meta-físico («lo que está más allá de lo físico«); el día que nos conecta con todo lo que está más allá de lo material. Es el día del año donde cada uno ha de poner la mirada en lo que está más allá del sí mismo, e incluso más allá de lo humano.

Por esto, también, es que las leyes prohibitivas de Kippur (llamado en Vayikrá / Levítico 16:30 Shabbatón, algo así como el «gran Shabbat«) relegan a las placenteras de Shabbat. Porque Shabbat con su esplendor y gozo es un sorbo del mundo espiritual, pero Kippur es un trozo grande y apetitoso de los planos celestes.

Por último comentaré que la mayoría de los eventos cósmicos poseen un menor nivel de energía espiritual que el de Shabat. Esto es porque la energía de los eventos cósmicos y festividades divinas se extienden por todo un año, mientras que la energía obtenida y disponible en Shabat es más potente, ya que controla un periodo de tiempo más corto. Así que cuando un evento cósmico como Yom Kippur cae en Shabat, este evento nos ofrece un mayor nivel de energía espiritual.

Tengan en cuenta que en la víspera de Yom Kippur se acostumbra a realizar una cena festiva, tras la cual y con la puesta de sol, comienza el ayuno. Definitivamente debe terminar la comida antes de la puesta del sol y antes de Shabat comienza. Obviamente, no hay Kiddush ni nada relacionado con la comida que transpira en este Shabat.

El bendito día de oración y ayuno (Yom Kippur) finaliza cuando se hace sonar el tradicional Shofar (un cuerno de carnero).

Creo conveniente recordar que, al contrario de la creencia popular judía, Yom Kipur no es un día triste, sino una celebración para el ayuno y oración en un ambiente pleno de alegría. El ayuno libera a todo redimido de los asuntos físicos, para concentrarse en la oración y en la introspección espiritual.

 

Los hijos primogénitos del Monte Santo celebrando Yom Kippur

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¿Cómo debo festejar Yom Kippur?

Por P.A. David Nesher

En estos años de transicionar hacia la perfecta voluntad de Abba en lo referente a valorar la Vida como una Fiesta, hemos comprendido que Yom Kipur es un día festivo especial de introspección y de profundo examen personal. Un día en el que se nos ha dado la posibilidad de acercarnos al verdadero propósito de nuestra vida, el sacerdocio de la Luz Infinita (Or Einsof) y por ese hecho, es considerado una festividad bendita y de suma importancia. Yom Kipur es la fiesta del Eterno que abre ante nosotros un mundo entero de discernimientos espirituales, refinados y maravillosos.

Yom Kipur es la forma hebrea de nombrar al Día de la Expiación. Fiesta especial del Eterno en la que el perdón y del arrepentimiento de corazón (teshuvá) se manifiestan con un poder transformador de circunstancias. Es considerado el día más santo y más solemne del año.

Yom Kipur es el ayuno más solemne del Pueblo de Dios. Durante el mismo, ningún alimento puede ser consumido en forma alguna (en todo el día), y está prohibido todo tipo de trabajo servil.  La Instrucción (Torah) dice:

 “A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Yahvéh. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Yahvéh vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo. Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo. Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis. Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.”

(Levítico/Vayikrá 23:27-32)

«Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de YHWH. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo»

(Levítico/Vayikrá 16:30-31)

En el calendario hebreo, y como se lee en las Escrituras, Yom Kipur comienza con un servicio de adoración en el anochecer del noveno día del mes séptimo (Tishri), y continúa hasta el anochecer del siguiente día. Al terminar el día de Yom Kipur, se celebra un servicio más que marca el cierre de las fiesta. Esta culminación debe realizarse con el sonar del shofar, marcando con ella la conclusión del ayuno ofrecido a Abba.

El ayuno de Yom Kipur obedece al mandato bíblico de “afligiréis vuestras almas” (Lv. 23:32). La expresión aflicción debe ser interpretada como un ayuno completo: un alejarse, por espacio de un día, de las necesidades materiales del cuerpo humano, para poder dedicarse con más concentración a las oraciones y al contenido espiritual de la fecha.

Al decir esto, creo que primero debo aclarar el espíritu de este día a fin de ser mal interpretado en mi enseñanza. Nosotros, los primogénitos de Su Santo Monte, no ayunamos para que seamos absueltos de nuestros pecados, ni para que nuestros nombres sean inscriptos en el ‘Séfer ha’Jaim’ (Libro de la Vida).  Sabemos y tenemos la certeza que ya hemos sido redimidos, y nuestros pecados han sido perdonados, por lo que nuestros nombres ya se escribieron en el Libro de la Vida, gracias a la sangre bendita de Yeshúa, que habla más fuerte que la de Abel.

«Ustedes han llegado a Jesús, el mediador del nuevo pacto entre Dios y la gente, y también a la sangre rociada, que habla de perdón en lugar de clamar por venganza como la sangre de Abel«.

(Hebreos 12:24 -NTV)

Necesito que esto quede bien claro en la conciencias de todos y cada uno de nosotros.  Yeshúa nuestro Mesías y amado Dueño, ha hecho un Buen y Eficiente Trabajo; ha cumplido Su misión expiando perfectamente nuestros pecados; cumplió todos los tipos y figuras de los sacrificios realizados en el Tabernáculo de Moisés y en el Templo de Jerusalén del Antiguo Pacto.

La epístola a los Hebreos es el mejor comentario que nos habla del cumplimiento de los sacrificios típicos del Día de Expiación. Nos demuestra que el sacrificio de Cristo por los pecados de la gente, cuando murió en la cruz, no fue un día anual de ayuno y expiación para ser repetido cada año, sino que único para un completo y final sacrificio por el pecado (Heb. 9:11-12, 24-26; 10:12). La lectura de esta carta apostólica no guía a entender que Yom Kipur es un Festival día de alegría por el alivio que  otorga saber que nuestros pecados han sido confesado al Eterno Dios, a través de nuestro Sumo Sacerdote Jesucristo, y el arrepentimiento (teshuvá) que hacemos durante ese día es para testificar que nuestros pecados fueron expiados, una vez y para siempre, y que además nunca serán repetidos.

Para nosotros, los primogénitos del Nuevo Pacto (Hb. 12:23) la Fiesta de Yom Kipur es una inmersión que puede eliminar completamente toda negatividad (carnalidad) que tengamos adherida en nuestra alma. Pero la negatividad sólo puede ser liberada si estamos completamente inmersos en el poder de nuestro Sumo Sacerdote y apóstol de nuestra Fe: Yeshúa HaMashiah (Heb. 3:1).  Para disfrutar de la energía que esta fiesta propone nos conviene mucho recordar y deshacernos de cada uno de los aspectos de nosotros mismos que queremos cambiar.

Yom Kipur representa también dos momentos escatológicos de la profecía:

  • el Juicio de los redimidos frente al Tribunal de Cristo, con el posterior establecimiento del Milenio;
  • y  el Día del Juicio Final cuando el Eterno juzgará a la humanidad frente a Su Gran Trono Blanco.
¿Qué se debe o puede hacer en Yom Kipur?

Es sumamente sencillo, solo debemos tener en cuenta que Yom Kipur es un día de oración y ayuno. Así que comenzamos el ayuno al anochecer del comienzo del 10 de Thisrei.

  • Tomamos una buena cena antes de la puesta del sol.
  • Si tenemos la bendición de contar con una asamblea local asistimos a un servicio especial de Kippur en la Casa de Asamblea esa noche; así que se debe asistir a la congregación, en caso de tener un lugar al cual asistir. Sino se tiene un lugar para congregarse, se debe convocar a la familia para que se reúna, para una reunión o servicio propio de este día. O asistir a una congregación virtual, en Internet,  como puede ser nuestro caso. Se pueden reunir por la noche para un servicio simple, con lecturas dirigidas a estimular la revisión, y el arrepentimiento. Y luego ir a descansar, para tener energías para el día siguiente, que es cuando se realizan mayor cantidad de actividades, aprovechando el día libre, pero tratando de no cansar el cuerpo, debido esto al ayuno. Es importante esto pues el apoyo de otros te ayudará a pasar el desafío de este día. También es más fácil concentrarse y meditar en un ambiente como el que produce una asamblea de magistrado en un santuario.  Y recuerda siempre: ¡El “sacrificio” no sirve la “misericordia” sí, y recordemos que este es un día para “ayunar” no para “morir”!
  • Luego, por la mañana, uno se puede reunir, para un servicio especial de Kipur que puede durar todo el día, o hasta el medio día, según las fuerzas y la disposición de la congregación, donde se estudie las escrituras, se ore, se cante alabanzas, se presentan testimonios, reflexiones… por parte de los miembros; y se presenta uno o varios temas escriturales por parte de los líderes de la asamblea. Luego se debe descansar un poco, se puede haber un receso al medio día para descansar y para que tomen sus alimentos los que no estén ayunando (los niños, los muy ancianos, los que padecen de alguna condición que les impide ayunar, y las mujeres embarazadas).
  • Por la tarde todos pueden reunirse nuevamente para un estudio final más, al que se le puede añadir también algunas oraciones y meditaciones que lleven a una profunda reflexión.
  • Kippur es el día especial para hacer reconciliaciones, restaurar amistades, pedir perdón y dar perdón; esa es la esencia de este Día Sagrado. Es un Día muy solemne en el que buscamos de manera especial el perdón de Yahvéh y también de aquéllos a quienes quizás hemos ofendido inadvertidamente; es un Día de Reconciliación.
  • En este Día también damos gracias por la expiación lograda en nuestro favor por el Mesías Yeshúa mediante su vida perfecta y su muerte cruenta en el Gólgota. Es muy importante, incentivar sobre todo, la toma de conciencia, respecto a que este es un día para pedir perdón al Altísimo, en actitud de meditación y arrepentimiento que involucra la “teshuváh” es decir volverse hacia Yahvéh, no solo por el arrepentirse para nuestro propio bien, sino también volverse a Yahvéh por amarlo y no poder estar alejado de el debiéndole, al tener cuentas sin saldar. Es por tanto fundamental, aprovechar este día y esta Moed, para que se adquiera una real conciencia de la magnitud del sacrificio expiatorio del Mesías Yahoshúa por nosotros. Uno se abstiene de alimentos, baile, sexo, juegos, diversiones, etc.
  • En este Día también estudiamos sobre el significado profético de esta ocasión, que representa el Día de juicio y expiación para Israel en el Reino Mesiánico venidero.
  • Kipur es el Día más sagrado del año bíblico; y es la antesala del gran Día de las Cabañas, en el que se representa el comienzo del Reino Milenial Mesiánico sobre las naciones de la Tierra.
  • Y por último, después de la caída del sol se acaba con el ayuno, ingiriendo una comida  muy liviana, evitando toda comida que pudiere ser pesada y afectara al aparato digestivo. Además hay que estar organizados, ya que los menores de edad y los enfermos, los cuales están exentos de ayunar, deben comer a las horas regulares y acostumbradas del día.

Ahora veamos unas cortas preguntas que muchos de ustedes aún realizan al acercarse este precioso día…

¿Yom Kipur es solo ayunar?

No, Yom Kipur es reposo y ayuno, ambas cosas. Como bien el Eterno nos lo dice (ver Números 29:7; Levítico 16:29 o 23:32).

¿Se puede hacer el reposo, sin ayuno?

Si se puede. Ya que una persona grave o enferma no puede ayunar, pero puede estar en reposo. Pero si se tiene salud se deben hacer ambas cosas. Una cosa no quita la otra.

Y lo contrario… ¿Se puede ayunar sin hacer reposo?

No se puede. Ya que no se debe ir a trabajar y ayunar a la vez. Debido a que el ayuno de Kipur implica ambas cosas, negación propia y reposo. Solo los enfermos pueden hacer una de las dos (es decir solo estar en reposo), lo cual es una excepción, aunque aun así sería un cumplimiento incompleto, o bien un memorial. Ayunar en kipur, pero trabajar, es quebrar kipur.

Entonces… ¿Sino se pueden cumplir con esas condiciones?

Pues sencillamente no se hace Kippur, sino más bien se realiza el “memorial”. O sea, se participa en las reuniones, haciendo “recuerdo” de esta fiesta santa (Moed Kadosh) que se debe hacer en el Templo de Jerusalén, a manera de respeto. Y teniendo en mente pedir a Abba nuestro que nos ayude el año próximo a poder hacerlo como Él ordena, en Su Palabra.

¿Qué pasa al no cumplir con Yom Kipur?

Pues, sea por una u otra razón, tenemos abogado en el Mesías. Lo cual nos da alivio, aunque no permiso para hacer lo que nos parezca. El Altísimo pasa por alto la ignorancia, pero no la negligencia, y debemos reconocer que muchos de Uds. hace ya tiempo que vienen mirando de lejos la Fiestas del Eterno, pero no se deciden a llevarla a la práctica.

Por último, solamente me queda asegurarles que la verdadera transformación es posible para cada alma humana que se comprometa a una contemplación y limpieza en Yom Kipur.

¡Envío un abrazo fuerte y fraternal para todos y cada uno de los amables compañeros de ruta que se tomaron el tiempo y el esfuerzo por leer y compartir estas líneas!

Anhelo que vuestros estén (o sean) inscritos y sellados en el Libro de la Vida, con bien, bondad, salud, prosperidad, paz, alegría, buenas nuevas y deleite de la bendición que gozamos mediante la fe en el Mesías que hemos heredados.

La Biblioteca del Eterno Dios

«Y vi a los muertos grandes y pequeños de pie ante Dios y los libros fueron abiertos: y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras… Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida, fue lanzado en el lago de fuego» 
( Apocalipsis20:15)

Es muy interesante, especialmente en este día tan importante de Yom Kippur o Día del Perdón, ver en las Sagradas Escrituras esta mención de los libros que el Eterno abre en los días de juicios y que en las congregaciones babilónicas se omite a causa de la ignorancia.

¿Qué significa que hayan libros en el Cielo? Entendemos que cuando alguien, aquí en la Tierra, quiere recordar algo, porque anhela que no se olvide, se asegurará de dejarlo registrado a través de la anotación en un libro. Todo ser pensante sabe que siempre lo que está escrito en un libro tiene mayor seguridad, mayor firmeza, que aquello que simplemente se dice y después se puede olvidar.

Aquellos que son categorizados bajo el título de los Libros del Cielo, son registros en los cuales están consignados los nombres y los actos de los hombres, especialmente los justos. Estos son los que determinarán los fallos del juicio final. El profeta Daniel dice: «El Juez se sentó, y los libros se abrieron«. Juan, describiendo la misma escena en el Apocalipsis, agrega: «Y otro libro fue abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras» (Apocalipsis 20:12).

Nos esforzaremos en la tarea de escudriñar las Escrituras con el objetivo de encontrar en ellas cuáles son estos libros que son abiertos delante del Trono del Eterno.

El «Libro del Diseño Divino»: los códigos del verdadero Yo.

El rey y profeta de Israel David salmodiando profeticamente reveló lo siguiente:
«Porque tú formaste mis entrañas; me entretejiste en el vientre de mi madre. Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No fueron encubiertos de ti mis huesos, a pesar de que fui hecho en lo oculto y entretejido en lo profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro estaba escrito todo aquello que a su tiempo fue formado, sin faltar nada de ello. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumerara, serían más que la arena. Despierto, y aún estoy contigo.»
(Salmos 139:13-18).
David nos muestra lo que sucedió con nosotros antes de nacer; en el período de gestación en el vientre de nuestra madre. Él habla en este salmo de un libro, y de que en ese libro estaban escritas aquellas cosas, de cada ser humano, que fueron formadas en el útero materno. Podríamos llamarlo el ‘libro del diseño‘. En este libro estaban escritas las características de nuestra personalidad, de nuestro cuerpo, de nuestro carácter. Estaban escritas las características íntimas y las características externas de nuestra persona. La ciencia denomina a una parte de este libro código genético. Una de las pruebas más grande de la existencia del Eterno Dios es el ADN (el código genético hereditario) en el que está concentrada toda la información única de cada ser humano como si fueran 80 enciclopedias británicas en cada una de nuestras células. Esta información organizada en códigos requiere de un diseño inteligente ya la información asombrosa que el ADN tiene no puede surgir de la nada.
Quisiera destacar que este libro que menciona el Salmo 139, que denominado el libro de diseño, fue escrito antes de que nuestros padres se conocieran; se confeccionó antes de la Creación, y en este libro el Eterno Dios dejó codificado todo lo que nosotros seríamos. En este libro quedó evidenciado que el Creador diseñó para cada uno de nosotros una conformación psicológica y física única e irrepetible. Todo lo que nosotros hemos llegado a ser después en nuestras vidas estaba escrito en ese libro de diseño, sin faltar nada. ¿Por qué unos somos altos, otros bajos, por qué tenemos una conformación estilizada, o menos estilizada, o por qué tenemos ojos claros u oscuros, o la forma de la nariz, la boca, o la mirada, por qué somos lo que somos?

Todo eso estaba escrito en ese libro y este libro lo escribió Yahvéh, nuestro Dios. Él determinó las características que habíamos de tener; y tan perfecto es su diseño y tan maravillosa es la capacidad creativa del Eterno, que no hay ningún diseño igual a otro. No hay ninguna persona igual a otra; todos nosotros somos únicos. Un ejemplo rápido y muy práctico de esto, son las huellas digitales de cada uno de nosotros. Ellas son absolutamente únicas y revelan el diseño característico peculiar y único que nosotros tenemos, y eso estaba escrito en el libro de diseño de Dios.A continuación me permitiré contarles una historia que de alguna manera les ayudará a entender esto:

«Había cierta vez un pastor predicando un mensaje, y hablaba sobre el Juicio Final. Estaba describiendo en forma muy detallada el momento en que los hombres tendrían que comparecer ante el Gran Trono Blanco. Detrás del Eterno Dios había una cortina y delante, parados en línea, estaban los que serían juzgados. Entonces Yahvéh hace una señal con la mano y de detrás de la cortina aparecen seres de una belleza indecible, radiantes de esplendor. Cada uno de ellos se para frente a los que estaban siendo juzgados, uno con cada uno. Los que estaban siendo juzgados nunca habían visto seres como esos, tan preciosos, tan refulgentes. Entonces le preguntan a Dios: ‘¿Quiénes son estos?’. Y Dios les dice: ‘Estos son ustedes, tal como hubiesen sido si hubiesen escuchado mi voz’. En ese momento ellos se dan cuenta de lo que han perdido, y, avergonzados, y son echados al Lago de Fuego siendo conscientes de la oportunidad que perdieron por rechazar la voz del Eterno Dios«.

Cuando leí esta historia quedó perfectamente ilustrada la idea bíblica de que existe un ‘yo real‘ (ego) y un ‘yo ideal‘. Es decir, que en la historia de cada ser humano, existe la persona que cada hombre llegará a ser y que será cotejada con la persona que el Eterno Dios concibió y se propuso que yo fuese. Esto significa que cada ser humano tiene la opción cotidiana de vivir la vida diaria a nivel de lo inmediato, no mirando más allá, o puedo proseguir a la meta, mirando lo que está delante, al yo ideal, al yo perfecto, que el Eterno de antemano diseñó para que fuera.

¿Cómo será el yo ideal de cada ser humano? Necesariamente es un yo muy parecido al modelo original, el Mesías (Cristo). El «yo ideal», de cada hombre, fue pensado para manifestar a Cristo, al mostrar las características peculiares y únicas de cada persona humana.

El «Libro de Memoria»: un acta celestial para el recuerdo eterno.

Los invito a leer en el libro del profeta Malaquías (3:16), donde dice:
«Entonces los que temían a Yahvéh hablaron cada uno a su compañero; y Yahvéh escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Yahvéh, y para los que piensan en su Nombre«.

Aquí el profeta está revelando la existencia celestial de lo que se denomina el libro de memoria donde se registran los hechos, las cosas que suceden a los que temen al Señor; un libro de memoria para que el Eterno Dios pueda recordar las cosas que hicimos. Evidentemente, este no es un libro para condenar. El profeta revela que es para los que temen al Señor y para los que piensan en Su Nombre. Se entiende entonces que este es un libro de recompensas. Malaquías vivió en días de profunda crisis, en los cuales el pueblo se había apartado de los códigos que el Eterno Dios revela en Su Torah (Instrucción). Sin embargo, aun en esas circunstancias, Dios está atento a lo que hace su remanente fiel, para tomar nota de su fidelidad. Igual ocurre hoy en día. El pueblo de Israel se encontraba en una situación espantosa. Los sacerdotes habían descuidado sus deberes, y la gente se había entregado a prácticas que manchaban el nombre de Dios, tales como la hechicería, el adulterio y el fraude (Malaquías 2:8; 3:5). Sin embargo, en medio de esa corrupción moral y espiritual, un pequeño grupo de israelitas se mantuvo leal a Yahvéh. ¿Qué hicieron para lograrlo?El profeta nos lo explica: “Entonces los que temían a Yahvéh hablaron cada uno a su compañero”. El temor del Eterno Dios es una cualidad muy deseable. Aquellos israelitas fieles sentían un profundo respeto por Yahvéh y concentraban sus mentes en no desagradarlo. Además, dice el pasaje que “hablaron cada uno a su compañero”. Esto pudiera indicar que llegaron a reunirse para alabar a Yahvéh y animarse mutuamente, lo cual los ayudó a mantener su fidelidad y pureza. Por causa de esta actitud mental corporativa, el Eterno, oyó sus conversaciones y abrió un libro de actas dónde se escribió lo suyo para recuerdo celestial. Ese libro contiene los nombres de todos los que han servido lealmente a Dios. El hecho de que se le llame un “libro de memoria” indica que Yahvéh nunca olvidará a sus siervos fieles ni lo que han hecho para glorificarlo: sus buenas obras, palabras y pensamientos. Él quiere recompensar con vida eterna a todo aquel cuyo nombre esté escrito de forma imborrable en ese libro (Salmo 37:29).

Así pues, el Señor lleva un libro de memoria exacto, perfecto y completo de toda la obra de amor que los hijos de Dios hacen por causa de Su Nombre. Desde esto, nos damos cuenta que cada una de las palabras de fe dicha por un santo, cada uno de sus actos de amor, están registrados en el Cielo. Hay un libro de actas divino que registra todo pensar y obrar de los justos. A esto se refiere Nehemías cuando dice: «¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, . . . y no borres mis obras piadosas que he hecho por la Casa de mi Dios!» (Nehemías 13:14). En el «libro de memoria» del Eterno Dios, todo acto de justicia está inmortalizado. Toda tentación resistida, todo pecado vencido, toda palabra de tierna compasión, están fielmente consignados, y apuntados también todo acto de sacrificio, todo padecimiento y todo pesar sufridos por causa de Cristo. El salmista dice: «Tú cuentas los pasos de mi vida errante: pon mis lágrimas en tu redoma: ¿no están en tu libro?» (Salmo 56:8).

Este libro de memoria es un registro en el cual figuran los pecados de los hombres. «Pues que Dios traerá toda obra a juicio juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala» (Eclesiastés 12:14). Yeshúa mismo se refirió a este libro al decir: «…de toda palabra ociosa que hablaren los hombres, darán cuenta en el día del juicio«… «Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado» (Mateo 12:36, 37). Los propósitos y motivos secretos aparecen en este registro infalible, pues Dios «sacará a luz las obras encubiertas de las tinieblas, y pondrá de manifiesto los propósitos de los corazones» (1 Corintios 4:5). «He aquí que esto está escrito delante de Mí: . . . vuestras iniquidades y las iniquidades de vuestros padres juntamente dice Yahwéh» (Isaías 65:6, 7).

Evidentemente la obra de cada ser humano, especialmente la de aquellos que temen a Yahvéh, pasa bajo la mirada del Eterno Dios, y es registrada e imputada ya como señal de fidelidad, ya de infidelidad. Frente a cada nombre, en este libro de actas o memoria, aparecen, con terrible exactitud, cada mala palabra, cada acto egoísta, cada deber descuidado, y cada pecado secreto, con todas las tretas arteras. Las admoniciones o reconvenciones divinas despreciadas, los momentos perdidos, las oportunidades desperdiciadas, la influencia ejercida para bien o para mal, con sus abarcantes resultados, todo fue registrado por el ángel anotador, que oficia en la confección de este libro.

El Señor dice que ni un vaso de agua dado a uno de sus discípulos, por pequeño que sea, quedará sin recompensa. Hay recompensa de justo a quien recibe a un justo y hay recompensa de profeta a quien recibe a un profeta (Mateo 10:41-42). Estas distinciones, tan sutiles a nuestro entender, nos indican que todo lo que el Señor hace es perfecto, y que todo está consignado a cabalidad. Nadie podrá decir en aquel día: ‘Señor, a ése le estás dando más recompensa de lo que merece’, o ‘A mí me estás dando menos de lo que merezco’. El Señor tendrá el detalle de todas las cosas que hicimos por amor de Su Nombre.

Sin lugar a dudas, es animador saber que Yahvéh valora todo lo que hacemos a fin de adorarlo de la manera correcta. Ahora bien, las palabras de Malaquías 3:16 nos deben impulsar a hacernos una importante pregunta: “¿está mi nombre escrito en el ‘libro de memoria’ del Eterno Dios?”. Lo estará si procuramos que nuestras obras, palabras y pensamientos sean algo que Yahvéh quiera recordar.

Libro de la Predestinación: el Acta de la Elección Divina.

Yendo a la Escritura para conocer lo referente a este libro, leeremos la epístola paulina a los Romanos que dice:
«Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos».
(Romanos 8:29)

Aquí se habla de un conocimiento anticipado. «…a los que antes conoció» se refiere a un período anterior a la fundación del mundo. El apóstol Pablo dice»…los predestinó», eso significa que antes de que nosotros, los escogidos, naciésemos ya estábamos considerados en el corazón del Eterno Dios, ya estábamos predestinados para que fuésemos hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que fuésemos dibujados, diseñados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Todos nosotros fuimos diseñados para ser hechos según la imagen de Cristo y esto está escrito en los códigos de un libro que podríamos denominar el «libro de la predestinación«.Haber sido predestinado no significa que ya se es salvo o que algunos «vienen o nacen salvos«. Aunque en el sentido objetivo si se es escogido se es salvo desde antes de la fundación del mundo no es así en el sentido subjetivo. Todos los hombres nacen condenados y todos son hijos de ira y necesitan la salvación que es por medio de Cristo…

 

«…Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),… «
(Efesios 2:1-5)

 

Eso es lo que dicen las Sagradas Escrituras claramente. Y si la Palabra revela la Verdad, entonces las otras interpretaciones tienen que ser falsas por obligación.

«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó«.
( Romanos 8:28-30)

El ser escogidos y predestinados no significa que ya se es salvo automáticamente y no se necesita arrepentimiento de pecados. El hombre que escucha el mensaje necesita:

  1. Creer al Evangelio del Reino de Dios en Yeshúa el Mesías para ser salvo,
  2. Recibir a Yeshúa como el Cristo Divino y Dueño de su vida por medio de la fe (es sellado con el Espíritu Santo recibiendo la Torah de la promesa para el día de la redención) .
  3. Permanecer en la fe hasta el fin.

Aunque delante del Eterno Dios esto es un hecho seguro que tuvo lugar desde antes de la fundación del mundo, y fueron perdonados los pecados en la cruz, el proyecto escrito debe de ser desarrollado a totalidad.

El Libro de la Vida: el Acta que se escribe con la Sangre del Cordero.


Al leer Apocalipsis 13:8 y 21:27, encontramos referencias al “Libro de la Vida del Cordero,” llamado también, en su forma simple, el «Libro de la Vida«. En él están los nombres de todos aquellos que han sido lavados por la Sangre del Cordero de Dios, Yeshúa, el Mesías divino. De la misma manera, Apocalipsis 3:5 se refiere al Libro de la Vida, en el cual se encuentran los nombres de los creyentes en el Señor. Este verso también pone en claro que, una vez que un nombre es escrito en el libro de la vida, Jesús promete que nunca lo borrará, respaldando una vez más la doctrina de la seguridad eterna. El Señor Jesús, quien está hablando a las iglesias en esta parte del Apocalipsis, promete reconocer a los Suyos ante Su Padre. Por el contrario, Apocalipsis 20:15 revela el destino de aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida – la eternidad en el lago de fuego (Salmo 69:28).

El Cordero “que fue inmolado desde el principio del mundo” tiene un libro en el cual están escritos los nombres de todos aquellos que han sido redimidos por Su sacrificio. Ellos son los que entrarán en la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:10), y quienes vivirán para siempre en el cielo con Dios. Estos son aquellos que superaron las pruebas de la vida terrenal, demostrando que su salvación fue genuina.

El Libro de la Vida contiene los nombres de todos los que entraron alguna vez en el servicio de Dios. Jesús dijo a sus discípulos: «Gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos» (Lucas 10:20). Pablo habla de sus fieles compañeros de trabajo, «cuyos nombres están en el libro de la vida» (Filipenses 4:3), nuevamente, identificando el Libro de la Vida como un registro de los nombres de aquellos que tienen la salvación eterna. . El profeta Daniel, vislumbrando un «tiempo de angustia, cual nunca fue«, declara que el pueblo del Eterno Dios será librado de vivir esto, al decir, «todos los que se hallaren escritos en el libro» (Daniel 12:1). Y el apóstol y profeta Juan dice en el libro de Revelación (Apocalipsis) que sólo entrarán en la ciudad de Dios aquellos cuyos nombres «están escritos en el libro de la vida del Cordero» (Apocalipsis 21:27).

A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y que hayan aceptado con fe el poder redentor de la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del cielo; como llegaron a ser partícipes de la justicia de Cristo y su carácter está en armonía con la Torah (Instrucción) del Eterno, sus pecados han sido borrados, y ellos mismos serán juzgados dignos de la vida eterna. El Señor declara por el profeta Isaías: «yo, yo Soy aquel que borro tus transgresiones a causa de Mí mismo, y no Me acordaré más de tus pecados» (Isaías 43:25). Jesús dijo: «A todo aquel, pues, que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos. Pero a cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 10:32, 33).

De acuerdo a lo revelado por las Sagradas Escrituras, aquellos seres humanos que no han sido salvos tendrán que dar cuentas por cada acto pecaminoso que han cometido. Todas y cada una de las cosas que han hecho saldrán a la luz delante del Eterno Dios y delante de millones y millones de personas que van a ver como en una pantalla enorme de cine todo lo que han hecho a la luz, y todo lo que han hecho en secreto desde el día que nacieron hasta el día que murieron. El libro de Apocalipsis dice: “los libros fueron abiertos” y todas las obras de los hombres que estén escritas en esos libros serán expuestas. El Eterno Dios lleva la cuenta de todo y aunque muchos piensen que las cosas que hacen a escondidas nadie las sabe, está equivocado de lleno. Él lo ve todo y cada acción está quedando grabada en los libros celestiales con el nombre de cada uno. En Su día, El Eterno juzgará a cada hombre que ha rechazado el regalo de la salvación en Su Mesías y la gracia divina en Su Hijo Jesús, de acuerdo a las cosas escritas en esos libros.

¿Qué se considera Arrepentimiento Completo?

Por P.A. David Nesher

 

«Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento»
(Mateo 3:8)

 

Según los códigos amorosos de las Sagradas Escrituras, el arrepentimiento completo es aquel que incluye el abandono del pecado y conduce al alma humana a sujetarse a la guía de la Torah (Instrucción) de Yahvéh. ¿Hasta qué punto? Hasta que Él, nuestro Amado Consolador, quien conoce lo oculto, da testimonio en Yeshúa, al Padre, de que esa persona no reincidirá en el pecado.
La palabra teshuvá (mal traducida como arrepentimiento) indica la idea de regreso. La voz hebrea “teshuvá” tiene su raíz en “shuv”, que quiere decir “volver”, “volverse”, “darse la vuelta con intención de regresar a una posición anterior”. Desde esta significación, se entiende que en la cosmovisión divina (yahveísta) en la idea de arrepentimiento el pecador vuelve al diseño pre-existencial: un ser humano en propósito lleno de capacitación celestial (idea encerrada en la expresión hebrea Mesías, el Ungido). En otras palabras, un hombre en la Palabra del Eterno Dios. Esta ubicación original le permite al hombre ser aceptable ante el Eterno Dios, tan amado por Él como antes del pecado. Esto significa que la teshuvá, en la cosmovisión yavehista, borra totalmente todo resto de pecado para el futuro. La teshuvá, hecha en el amor perfecto, saca de raíz el pecado desde su inicio, y es como si ese ser humano nunca hubiera pecado. Este es el verdadero resultado de la obra expiatoria del Mesías Yeshúa en el hombre escogido.
Con todo esto, será importante enfatizar que arrepentirse o hacer teshuvá es «volverse a la Torah». Hacer “teshuvá”, es decir, proceder al arrepentimiento, es convertirse hacia un lugar o posición que se ocupó en un tiempo, y que después se abandonó. Así se podrá comprender las palabras de nuestro Señor quien nos dice cuál es el motivo de su venida para estar entre nosotros: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Y es que hubo un tiempo áureo en que la humanidad caminaba diariamente con el Eterno Dios, por lo que la llamada del Señor al regreso es precisamente a andar en el camino del Eterno. De ahí que esa vocación no sea solamente para los hijos de Israel, sino que en Yeshúa el Mesías es una vocación de carácter universal, sin discriminación por procedencia ni género.
El fruto de teshuvá, al que Juan el Bautista llamaba en Su mensaje pre-mesiánico, es volver a mostrar en la práctica, que retornamos a una vida conforme Torah nos manda.
Puesto que el arrepentimiento genuino –teshuvá– es tan complejo, un escogido en Cristo nunca debe sentirse conforme ya que siempre debe inspeccionar de si cumplió adecuadamente el mandato de teshuvá o no; se preguntará si sus nuevos pecados son tal vez el resultado de pecados anteriores que aún no abandonó por entero.
La teshuvá o el retorno al Eterno Dios (YHWH) es una actitud que tiene que tomar el hombre de retractarse de algo que está incorrecto. Es una reacción apropiada que lleva a reconciliarse con el Eterno y tiene que ver con el arrepentimiento, el retorno a YHWH. ¿por qué?. Porque la oración a veces de clamor y de pedir perdón sin la actitud de un verdadero arrepentimiento no es aceptada por YHVH.

El versículo 6, del capítulo 55, del libro del profeta Isaías declara: «Buscad a Dios mientras Él puede ser hallado«. Los sabios de Israel explicaron que el profeta realizaba este llamado se refiriéndose a los diez días entre Yom Teruáh y Yom Kippur.

Es por ello que muchas personas nos ocupamos de no dejar pasar estos días sin rectificar al menos una acción incorrecta. Cada año asumen el compromiso de enmendar otro pecado y construir en el poder de nuestro Sumo Sacerdote, otra valla protectora que jamás volverán a violar.

La esencia del arrepentimiento consiste en darse cuenta de cuáles son los pecados que lo dominan, para así poder concentrar todos los esfuerzos en superarlos, hasta alcanzar la etapa en que el Eterno Dios testifica que nunca más reincidirá en esa actitud insensata.

Aunque la acción elegida sea insignificante, y aun si rectificarla no demanda demasiado esfuerzo, su arrepentimiento sigue siendo de gran valor pues le permite relacionarse con el auténtico arrepentimiento –teshuvá– que permite con su acción reparadora una nueva dimensionalidad del amor perfecto gobernando el entorno.

Los Días Memorables del Eterno Dios

Por P.A. David Nesher

 

«Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.»
(Hebreos 4:13) 
Desde el día de ayer, estamos caminando en el Mesías los tiempos espirituales más especiales. Y es que de acuerdo a lo que el Eterno revela en su diseño festivo, desde el Yom Teruah (Día del Clamor) y hasta el Yom Kippur (Día de la Expiación) los llamados y escogidos de Israel, deben vivir el poder que se esconde en ese intervalo de esas diez jornadas, llamado los Yomim Norayím, es decir, los «Días Terribles«, «Días de Asombro» y/o «Días Memorables«.  También los podríamos traducir «Los Días Reverenciales«.
Según la codificación de la Torah, durante estos días el Trono de la Gracia del Eterno se manifiesta con Rigor y Justicia sobre todos los habitantes del planeta. En este periodo de días los libros celestiales se abren y los hombres son juzgados de acuerdo a las obras realizadas a lo largo de los siete meses del año, contando desde el mes portador de la Pascua (Pesaj).
Estos días son un tiempo de cuidado, y de muchas plegarias de perdón. Son jornadas dónde nos auto-contemplamos guiados por el Santo Espíritu del Señor, y nos disponemos a reparar todo daño que hayamos provocado a nuestro prójimo y nuestro medio ambiente.
Este es un tiempo muy especial y específico que nos permite analizar nuestras vidas, evaluar qué hemos hecho, lo que hemos hablado acerca de otros, y aquellas cosas negativas que albergamos en nuestros corazones. (Mat. 7:4-5).
Durante estos diez días nuestros corazones están llamados a vibrar espiritualmente sujetos a las pautas expresadas por Yeshúa cuando dijo:
«Más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas».
(Mateo 6:15)
La clave para el éxito de estos días esta en este texto. Pues YHVH no nos perdonara, sino nos perdonamos, y si no pedimos perdón por las ofensas que hemos ocasionado. Si sabemos la verdad, y si no estamos dispuestos a pedir perdón por nuestras faltas, no recibiremos los beneficios de Su Shalom (Paz que sobrepasa entendimiento).
En este periodo de días, nuestro Mesías y Dueño nos quiere guiar a una vida llena de palabras vivificadoras, portadoras de reconciliación y del poder de resurrección. Su Espíritu activa nuestras consciencias desde las palabras expresadas por el profeta:
 “No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca;
Porque el Dios de todo saber es Yahvéh, y a Él toca el pesar las acciones.”
(1 Samuel 2:3)

La actividad mesiánica de nuestro espíritu será arrojar fuera toda jactancia en nuestra forma de hablar a fin de que la balanza con la que Yahvéh pesa en estos días a los seres humanos nos favorezca según los méritos del Mesías a favor nuestro.

En estos días toda criatura queda totalmente expuesta delante de los ojos del Altísimo y Soberano Juez del Universo. Por ello, no nos conviene ser indiferente a este llamado a arrepentimiento (teshuvá) que Su Espíritu nos hace, pues no existe lugar dónde escondernos ante esta contemplación divina.

 

«¿Se ocultará alguno, dice Yahvéh, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Yahwéh, el cielo y la tierra.”
(Jeremías 23:24)

 

Es necesario que la reflexión y meditación de cada escogido se centre en la idea de que Yahvéh se manifiesta en estos días en el rigor de un juez que supervisa las acciones de los hombres y determina sus premios y/o castigos para el próximo año.
«Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo. Tú has obrado neciamente en esto. Ciertamente, desde ahora habrá guerras contra ti».
(2 Crónicas 16:9)

 

Yom Kippur: Un Día para Diferenciar el Obrar Mesiánico

 
Por P.A. David Nesher
 
 
 
 

“Con todo eso, Yahvéh quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de 

Yahvéhserá en su mano prosperada”

(Isaías 53:10)  

La mención de la palabra expiación en las Sagradas Escrituras, apunta básicamente a la acción de cubrir el pecado limpiándolo y erradicándolo en su causa y efecto. Es eso lo que justamente está hizo y aún sigue realizando nuestro amado Mesías. Él extiende un manto de Justicia sobre nosotros para poder cubrir el pecado que nos impedía llegar a Dios.  

Hoy nuestra certeza de lo que esperamos en Su Segunda Venida nos demanda detenernos y estudiar el significado de la palabra expiación, a fin de comprender por qué celebramos la festividad profética del Yom Kippur.   Diré en primer lugar que expiación, o mejor expresado propiciación, en hebreo viene de la raíz Kaphar, que es definida por el diccionario hebreo como:

  • cubrir,
  • hacer reconciliación,
  • reparar el daño,
  • apaciguar,
  • aplacar,
  • perdonar,
  • reconciliar.

El concepto de propiciación llevaba implícita la idea de aplacar la ira y ganar el favor de la divinidad.  El mecanismo para alcanzar este objetivo radicaba en los dones presentados por el adorador, que era siempre estaba representado en el Sumo Sacerdote, el presentador del acto propiciador. Desde este movimiento de adoración surgía la expiación que presupone la actividad sacerdotal que borra una culpa (y sus miedos) a través de un sacrificio que logra la cobertura de la divinidad en reconciliación con el ser humano hasta hacerse los dos uno.   Los invito a descubrir como el rey David usa este concepto cuando escribió los Salmos:  

«Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado»
(Sal 32:1).    

«Perdonaste la iniquidad de tu pueblo; Todos los pecados de ellos cubriste»
(Sal 85:2).  

La idea que se encierra en esta palabra hebrea es reconciliar a los que antes eran enemigos. La palabra hace referencia a la sangre del sacrificio como paga por las transgresiones, las que separaban las dos partes que ahora son llamadas a ser reconciliadas. Por ello el apóstol Pablo, y desde esta mentalidad hebrea, escribía:   «…siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su hijo…» (Ro. 5:10)  

De esta manera, al celebrar Yom Kippur, quedaba claramente establecido en la mente de cada israelita que el sacrificio «elimina» la culpabilidad del pecado del hombre ante Yahvéh. Así, la eliminación definitiva de la causa y efecto del pecado realiza la reconciliación entre el hombre y el Eterno, fusionándolos en una entidad espiritual. Quizás esta es la razón por lo que los sacerdotes lo llamaron el «Día» o el «Gran Día«.   Los eventos de ese Día de la Expiación contienen percepciones fenomenales dentro de las cosas que Yeshúa haría en su misión sacerdotal «…para expiar los pecados del pueblo» (He 2:17).  

Nunca podremos comprender totalmente nuestra gran salvación hasta que nos familiaricemos íntimamente con los detalles relativos al «Día de la Expiación» (Yom Kippur).  

Tiene bastante importancia destacar que la expiación difiere sensiblemente de la redención.

En el libro de Éxodo se yergue el gran tipo de la redención, y en Levítico el de la expiación. La verdad en ambos se centra en la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. En la Antigua Alianza la redención fue la liberación de Israel del Faraón y de Egipto. En Su misericordia, Dios intervino para liberar al pueblo de la casa de servidumbre, y así como la Pascua (Pesaj) presentó su terreno justo en la sangre del cordero, así estaba allí la figura de la muerte y resurrección del Mesías en el paso del mar Rojo, o más bien de la muerte con Cristo, y por lo tanto de la fe viviendo para Dios. Pero esto no es tanto lo que se enseña en el libro de Levítico, sino  más bien un sacrificio por el pecado glorificando perfectamente a Dios dentro del Lugar Santísimo, y un testimonio al pueblo afuera de que sus pecados fueron confesados y llevados lejos para no ser recordados nunca más por Él.

En un solo día cada año en Israel se hacía una obra sacrificial que tenía por objeto hacer aptos al pueblo y a los sacerdotes para sus respectivas medidas de acercamiento a Dios. Ahora era un asunto, no de enemigos, ni siquiera de Israel siendo liberado, sino de conciliar con la santidad y justicia de Dios a un pueblo culpable e inmundo.

¿Podía Él reconocer, en relación de vida, a un pueblo con pecados y rebeliones sobre ellos? ¿Estaban ellos completamente incapacitados a causa de estas inmundicias de venir o a estar en la presencia de Dios en la persona del sumo sacerdote?

La expiación responde a la necesidad de ellos y a Su gloria; porque en ella Yahvéh propuso para ese pueblo mientras estaba en el desierto, el lugar donde abunda la impureza y los hombres están siempre expuestos a ella. proporcionar un camino digno de Sí mismo y adecuado a ellos por el cual su representante podría acercarse a Él.

Yahvéh se propuso a Sí mismo darles un terreno de acceso a Su santuario, y esto de tal forma que no iba a haber ninguna disminución de Su carácter por una parte y, por otra parte, ninguna negación de la impureza de ellos, pero ambas cosas conocidas mucho mejor y sentidas más profundamente que antes. Sus males quedaban tan desnudos y exhibidos delante de Dios en ese gran día como nunca se había presenciado en otro día del año. Pero la misma institución que los exponía, también los cubría, juzgando, al mismo tiempo, y borrando su culpa, y esto, uno puede añadir, por medio del trato más severo por parte de Dios y la más solemne confesión de parte del hombre. No obstante, ese juicio no caía en el culpable sino en un sacrificio designado por el Eterno.

Lo que vemos en el capítulo 16 de Levítico, por supuesto, no es sino una figura; pero la figura de una más bendita y eficaz realidad, del mayor interés para nosotros a quienes el Eterno ha revelado ahora su plenitud en la muerte de Cristo. Porque el Espíritu de Dios toma en el Nuevo Pacto esta figura de la expiación en Israel para mostrar, no simplemente que nosotros tenemos un sacrificio expiatorio así como ellos, sino que el de ellos no era sino una débil sombra y no la imagen misma de lo que la gracia nos ha dado ahora en la sola ofrenda de nuestro Señor Jesucristo. (Hebreos capítulos 9 y 10).

La muerte y resurrección de Yeshúa, nuestro Mesías, es el cumplimiento de todo lo que fue representado en el sistema expiatorio del Antiguo Pacto. Yahvéh estaba en el Mesías reconciliando consigo al mundo (2 Cor. 5:19).

Con esta festividad se nos revela el gran fundamente de nuestras fe. Son el sacrificio de Yeshúa y Su sumo sacerdocio los que garantizan nuestra «eterna redención.» Lo que el  imperfecto sacrificio de los animales no puede hacer, Yeshúa lo hizo de una vez por todas para todos los que en Él creen.

El Mesías, nos representó en Su muerte. Él es nuestro sustituto. «Uno murió por todos» (2 Cor. 5:14). Sin embargo, todo no terminó allí, hoy Él continúa su ministerio mesiánico ya que es nuestro abogado ante el Padre en defensa de nuestro caso, con Su sangre (1 Jn. 2:2).

El Eterno gentilmente proveyó el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Fue un acto de Gracia de Dios para el hombre pecador. La muerte de Yeshúa  es lo que ofrece expiación por el pecador. Nosotros podemos venir ante la presencia de Dios solamente por la sangre (Mat. 26:28; Lc. 22:20; Col. 1:20).

¡La expiación que Yeshúa el Mesías hizo, es de una vez por todas, nunca se repite!

Por lo tanto, te invito a apropiarte de sus beneficios hoy mismo… ¡Quizás sea tu última oportunidad!

Una bitácora que recomiendo leer y meditar para completar estas ideas es:
¿Cómo Debo Festejar Yom Kippur?

Yom Kippur: un ayuno de alegría que echa a Azazel al desierto

Por P.A. David Nesher

En el Evangelio de San Marcos 9: 14-29 se nos relata que los discípulos de Yeshúa no pudieron echar fuera un demonio de un niño epiléptico. Entonces el Mesías apareció en la escena, y de una forma sencillísima, reprendió al espíritu inmundo, y el demonio tuvo que abandonar aquel cuerpo joven, quedando el muchacho integralmente sano.
Los discípulos le preguntaron al Señor: ¿ Por qué no pudimos nosotros expulsarlo? Les dijo: Ese género no puede ser expulsado sino con oración y ayuno. En esta sentencia, el Maestro, dejará bien claro que cierto género de demonios , de ninguna manera salen de un alma humana, si no es con oración y ayuno. (versículo 29).
La oración con ayuno nos da la autoridad y poder para reprender demonios. Nos es muy necesario recordar que el Cristo Resucitado dijo: «En mi nombre echarán fuera demonios»(Marcos 16:17). Esas palabras se refieren a una promesa específica que tiene que ver con las señales que seguirán a los que creen en el Evangelio del Reinado de Yahvéh. Por lo tanto, y como se trata de una autoridad que el Señor dio a los creyentes, para que se manifieste plenamente es necesario ayunar sujetos al Propósito Eterno de Dios.
Si algo necesitamos en estos días finales y decisivos es poder contra el diablo para así liberar a los oprimidos.
 Al preguntarle los discípulos porque no habían podido echar fuera al demonio, él dijo: «POR VUESTRA FALTA DE FE» y añadió: «Pues estos no salen sino con oración y ayuno«. Ahora, Yeshúa revela una cosa más: para tener el don carismático de FE había que orar y ayunar.
Si analizamos la proclamación del profeta Isaías citada en el cap. 58, vers. 6 vemos que dice: «¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?«. Cuando Yavhéh, por medio del profeta, habla del «ayuno que yo escogí», lo hace refiriéndose al ayuno ordenado por Él mismo en la Torah para celebrar el Yom Kippur (Día de la Expiación), ya que ese es el único ayuno escogido por Abba Padre. Bien, si prestamos atención a Sus palabras notaremos que se nos revela que dicho ayuno más que una parte de un ritual anual, perseguía la vivencia de la Verdad espiritual. Es decir, que según Yahvéh, el ayuno del Día de la Expiación, implica romper las ataduras satánicas establecidas sobre los seres humanos.
Por todo ello, creemos que a través de este Ayuno del DÍA DE EXPIACIÓN (Yom Kippur), muchas almas oprimidas por Satanás serán liberadas. Este es el ayuno que el Eterno ama pues trae salvación a todos los perdidos. Con este ayuno, escogido por Yahvéh, se rompen las ligaduras del diablo que atan a tus seres queridos y estos vienen al Mesías, son salvados en su poder redentor e incorporados a Su Cuerpo Mesiánico en la Tierra. Entonces, comprendemos que con el ayuno de esta fiesta se obtienen grandes victorias que glorifican al Eterno Dios y llenan de gozo nuestros corazones. En este día especial el eterno nos activa el don de la fe y lo hace un arma poderosa para presentar la más clara señal de lo mesiánico en este planeta: el poder de echar demonios.
¡No dejemos pues de celebrar esta fiesta como Él mismo lo estableció! ¡Veremos una avivamiento en nuestras vidas que transformará nuestro exterior!
Una bitácora que recomiendo leer y meditar para completar estas ideas es:
¿Cómo Debo Festejar Yom Kippur?

El Ayuno: Herramienta para Avivar el Fuego Interior

«Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y mi oración se volvía a mi seno«
(Salmo 35:13) 

Es asombroso ver aquí cómo el rey David quería identificarse con el dolor por gente que él conocía y estaba enferma. Para lograrlo, cuenta que se vistió de cilicio, que es una forma profética de humillarse. A este acto, el rey-profeta le sumó el ayuno como instrumento propicio del espíritu humano que está en comunión con el Espíritu Santo del Eterno Dios.

 

Por todo esto, es importante decir que el Dios Verdadero instituyó el ayuno por primera vez en el día de la Expiación, el décimo día del séptimo mes. Esté día, los israelitas tenían el mandamiento de «afligir el alma» o hacer morir de hambre el alma (centro de residencia del ego, la falsa identidad del hombre).

Ayunar, según la revelación del Eterno, significa empobrecer el alma. Hacer que el alma no sea un instrumento de poder para el caos del sistema de cosas que gobierna la serpiente. Esto se logra a través de la concentración que se hace rehusándose a la subsistencia de las obras de la carne, por medio de abstenerse de alimento.

El ayuno en las sagradas escrituras descansa sobre la verdadera auto-humillación y penitencia. Entendemos por penitencia al  acto o acción que el hijo arrepentido realiza para manifestar exteriormente el poder del arrepentimiento que ha provocado el deseo de reparar todo daño efectuado contra el Propósito Eterno de Yahvéh.

El ayuno es el método de Dios para subyugar el alma carnal bajo la soberanía de Su Santo Espíritu.
El ayuno es un acto que permite expresar y demostrar pena por el pecado., Es justamente una manifestación externa de la pena y dolor interno por el pecado. Es de este modo como el Eterno nos ayuda a humillar nuestra naturaleza carnal debajo de su mano sublime y poderosa.
El ayuno aclara y libera nuestras mentes para entender lo que Dios está diciendo a nuestros espíritus. Esto condiciona nuestros cuerpos para llevar a cabo su perfecta voluntad. Al perseverar a través de las molestias físicas iniciales y mentales, experimentaremos una calma de alma para concentrarnos en las cosas de Dios sin que ni siquiera los apetitos legítimos del cuerpo interrumpan la dulce comunión con el Señor.
Esto fue lo que pasó con el Señor Jesucristo cuando ayunó cuarenta días y cuarenta noches, y lo mismo con Moisés y con Elías. Ellos alcanzaron ese grado mental en el que el ingerir alimento dejó de ser atractivo en comparación de la delicia de la comunión con el Señor.
En estas circunstancias, la persona que ayuna se hará más dócil a la guía del Espíritu Santo.¡Lo milagroso comienza a fluir sin obstáculo alguno!
Lo más interesante es que después de que el Señor Jesucristo terminó de ayunar, dice el Nuevo Pacto en Lucas 4: 14 que Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.
De todo esto, se nos revela que el ayuno trae avivamiento personal y agrega poder a nuestras oraciones. Esto último tiene su explicación en el hecho que ayunando nos ponemos más sensibles a la guía del Espíritu Santo y podemos discernir mejor la voluntad de Dios en determinado asunto y en consecuencia podemos orar pidiéndole conforme a su perfecta y agradable voluntad y no de acuerdo a la nuestra.
La palabra de Dios garantiza que todas las oraciones hechas en Su voluntad serán respondidas favorablemente por Dios Su Gracia y Poder.
En esto quisiera ser enfático, el ayuno no es la forma de torcer el brazo del Eterno para obligarlo a que haga lo que nosotros queremos. El ayuno no es un método para chantajear a Dios. Debe quedar bien claro, en nuestro entendimiento, que el ayuno no hace que automáticamente cualquier oración nuestra va a ser respondida por Yahvéh favorablemente. Lo que sí hace es crear la oportunidad de adorar en espíritu y verdad, de auto examinarnos delante del Eterno, confesar cualquier cosa que esté mal en nuestras vidas, pedir perdón por ello y discernir la voluntad perfecta del Padre para nuestras vidas a fin de pedirle conforme a esa voluntad.
En este escenario de cosas, el Eterno siempre hará algo especial para usted, bien sea interna o externamente, o ambas cosas. Lo cierto es que cuando usted se niega a sí mismo y enfoca su amor, fe, y obediencia solamente en Él, las circunstancias serán invadidas por la intervención de Su benevolencia, generando eventos milagrosos en su historia.