Makairos

Sheminí Atzéret: El Día que la Nueva Humanidad será Una con el Eterno

Por P.A. David Nesher

 

 

«Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos».

(Revelación 21:3)

Durante siete días nuestra alegría aumentó. El regocijo de la teshuvah (arrepentimiento y/o regreso) que alcanzamos en Yom Kipur necesitó ser absorbido e internalizado en nuestras vidas. En vez de perdurar como una experiencia de una vez al año, debió integrarse a nuestra naturaleza y existencia diaria. Por esto es que la festividad de siete días de Sukkot es seguida por un “Atzeret”, un día en el que nuestra alegría con la esencia de la Torah alcanza su cumbre, y es casada inmediatamente con el Cielo de nuestras vidas de todo el año.

Sheminí Atzéret significa “Octavo día de Asamblea” y también «Día de Retención«. La expresión viene del término hebreo “Atzar” (עָצַר H6113 _ Dicc. Strong) que significa: encerrar, cercar; contener; mantener, gobernar, congregar:- atajar, cerrar, cesar, detener, encerrar, impedir, meter, prevalecer, retener.

«El primer día será una ocasión sagrada: ustedes no trabajarán en sus ocupaciones; por siete días traerán ofrendas encendidas a YHWH. En el octavo día observarán una ocasión sagrada y traerán una ofrenda encendida a YHVH; es una reunión solemne: ustedes no trabajarán en sus ocupaciones».
(Levítico 23:35-36)

De acuerdo a lo que la Torah expresa, Sheminí Atzeret o el Último Gran Día está íntimamente relacionado con la Fiesta de Sukkot, en vista de que Sheminí Atzeret es conocida como “El Último Gran Día” con relación a la fiesta de Sucot, tal como se aprecia en Juan 7:37 (VIN):

«En el último día, el día grande de la Fiesta, Yeshúa se puso de pie y alzó la voz diciendo: “Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba».

La razón de esta santa convocación es que Abba, nos quiere con Él, en especial comunión, un día más. Como pretendiendo prolongar Sucot y no queriéndose separarse de nosotros, al volver a nuestras tareas habituales. Y esto porque es la última de las celebraciones. Ese es el motivo fundamental. Abba, no quiere dejar a sus hijitos, sino que se aferra, a nosotros como buen Dios celoso y que no nos comparte con otro.

¿Qué implica proféticamente Sheminí Atzéret?

Se evidencia claramente en las Sagradas Escrituras, que así como la festividad de Sukkot alude al Reino Milenial del Mesías, Sheminí Atzéret o el Último Gran Día (8º día de la fiesta), proféticamente es igual a la consecución de ese tiempo. O sea, Sukot alude al Reino del Mesías en el Milenio y Sheminí Atzeret alude a lo más preciado a lo más oculto, a un nivel sod  [misterio puro, oculto, algo por ser revelado] . Simplemente alude a cuando termine el Reino Milenial y Yeshúa entregue su Reino a Yahvéh mismo, tal como lo explica el apóstol Pablo a los creyentes de Corinto:

«Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia
(1Co 15:24)

Entonces el Padre estará eternamente con nosotros. Por lo tanto, el número ocho, símbolo de nuevos comienzos, representa los nuevos cielos y la nueva tierra que se mencionan en Revelación 21:1-3.

Siete es el número del mundo natural. Hay siete días en la semana, siete notas en la escala musical y siete direcciones (izquierda, derecha, arriba, abajo, adelante, atrás y el centro). «Siete» – representado por los siete días de Sukkot – es el mundo de la naturaleza. «Ocho» – representado por Sheminí Atzeret – es aquello que está más allá de la naturaleza. Es lo supernatural o eternidad misma.

Sheminí Atzeret o el Ultimo Gran Día, es el día solemne que figura lo porvenir. Representa al momento exacto cuando todos los salvos de Israel y de las naciones ya no vivirán en «habitaciones temporales» sino que finalmente serán herederos de su morada eterna y habitarán unidos a Yahvéh por la eternidad.

Sheminí Atzeret o el Ultimo Gran Día, da inicio al período de la eternidad. Representa al momento desde el que ya no estaremos regidos por el tiempo ni la materia.  El adversario, HaSatán, y los desobedientes habrán sido lanzados al lago de fuego y habrán sido olvidados para siempre.

Es decir, entonces, que Sheminí Atzéret alude al “Reino Eterno de Yahveh”. Con todo lo que eso implica para nosotros.

Con Sheminí Atzeret o el Ultimo Gran Día, Yahvéh concluye su obra de redimir a la raza humana.  De ahí en adelante todos los salvos viven en eterna y armoniosa paz dotados de cuerpos espirituales que no se pueden corromper.  ¡De ahí en adelante «no habrá mas maldición» (Ap. 22:3) porque no habrá mas posibilidad de pecar! ¡En Sheminí Atzeret celebramos que llega el Gran Día en que todos  los seres humanos seremos obedientes e incorruptibles!

¡CULMINACIÓN, ABUNDANCIA, PAZ, PLENITUD, y ETERNIDAD,… son algunas de las palabras que describen lo que experimentaremos a partir del Último Gran Día del Eterno Dios!

¿Qué quiere para nosotros el Todopoderoso en Sheminí Atzéret? 

Como ya algo dijimos el termino hebreo que identifica este día solemne es “atzar o atzer”, que significan no solo retener, sino también, impedir, detener y parar.  Y esto es muy interesante, ya que nos reafirma la intención de Yahvéh: «¡No quiero dejarlos ir!»

Comparado al Eterno, la vida del hombre, es como “niebla de la mañana,  y como el rocío de la madrugada que pasa y se desvanece”. Y aun así, Él nos anhela y necesita. Por eso nos quiere “atzar”, (nos quiere retener) con Él en Su Presencia, para hacernos Uno. Nos quiere impedir que nos alejemos. Nos quiere detener en nuestro andar. ¡Y todo por un día más! ¡Ese es nuestro tremendo Yahvéh, el único y verdadero Abba Kadosh!

Así que vemos, como este día solemne, es por nuestra parte, muestra de obediencia. Y por parte de Yahvéh, muestra de su celo y pasión por nosotros.

Sheminí Atzeret  está dedicado completamente a nuestro encuentro íntimo con el Eterno Dios, sin mediación alguna. Es pura conexión.

En este día sentimos Su Voz expresarnos al oído: …»tu partida es difícil para mí. Pero eso es debido a que nuestro tiempo es tan, pero tan preciado«.

¿Cómo podemos experimentar este estado de Unidad? Sólo a través del regalo que Él  mismo nos dio para tal propósito: Su Torah encarnada, ¡Yeshúa vivo en nosotros!

La Biblioteca del Eterno Dios

«Y vi a los muertos grandes y pequeños de pie ante Dios y los libros fueron abiertos: y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras… Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida, fue lanzado en el lago de fuego» 
( Apocalipsis20:15)

Es muy interesante, especialmente en este día tan importante de Yom Kippur o Día del Perdón, ver en las Sagradas Escrituras esta mención de los libros que el Eterno abre en los días de juicios y que en las congregaciones babilónicas se omite a causa de la ignorancia.

¿Qué significa que hayan libros en el Cielo? Entendemos que cuando alguien, aquí en la Tierra, quiere recordar algo, porque anhela que no se olvide, se asegurará de dejarlo registrado a través de la anotación en un libro. Todo ser pensante sabe que siempre lo que está escrito en un libro tiene mayor seguridad, mayor firmeza, que aquello que simplemente se dice y después se puede olvidar.

Aquellos que son categorizados bajo el título de los Libros del Cielo, son registros en los cuales están consignados los nombres y los actos de los hombres, especialmente los justos. Estos son los que determinarán los fallos del juicio final. El profeta Daniel dice: «El Juez se sentó, y los libros se abrieron«. Juan, describiendo la misma escena en el Apocalipsis, agrega: «Y otro libro fue abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras» (Apocalipsis 20:12).

Nos esforzaremos en la tarea de escudriñar las Escrituras con el objetivo de encontrar en ellas cuáles son estos libros que son abiertos delante del Trono del Eterno.

El «Libro del Diseño Divino»: los códigos del verdadero Yo.

El rey y profeta de Israel David salmodiando profeticamente reveló lo siguiente:
«Porque tú formaste mis entrañas; me entretejiste en el vientre de mi madre. Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No fueron encubiertos de ti mis huesos, a pesar de que fui hecho en lo oculto y entretejido en lo profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro estaba escrito todo aquello que a su tiempo fue formado, sin faltar nada de ello. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumerara, serían más que la arena. Despierto, y aún estoy contigo.»
(Salmos 139:13-18).
David nos muestra lo que sucedió con nosotros antes de nacer; en el período de gestación en el vientre de nuestra madre. Él habla en este salmo de un libro, y de que en ese libro estaban escritas aquellas cosas, de cada ser humano, que fueron formadas en el útero materno. Podríamos llamarlo el ‘libro del diseño‘. En este libro estaban escritas las características de nuestra personalidad, de nuestro cuerpo, de nuestro carácter. Estaban escritas las características íntimas y las características externas de nuestra persona. La ciencia denomina a una parte de este libro código genético. Una de las pruebas más grande de la existencia del Eterno Dios es el ADN (el código genético hereditario) en el que está concentrada toda la información única de cada ser humano como si fueran 80 enciclopedias británicas en cada una de nuestras células. Esta información organizada en códigos requiere de un diseño inteligente ya la información asombrosa que el ADN tiene no puede surgir de la nada.
Quisiera destacar que este libro que menciona el Salmo 139, que denominado el libro de diseño, fue escrito antes de que nuestros padres se conocieran; se confeccionó antes de la Creación, y en este libro el Eterno Dios dejó codificado todo lo que nosotros seríamos. En este libro quedó evidenciado que el Creador diseñó para cada uno de nosotros una conformación psicológica y física única e irrepetible. Todo lo que nosotros hemos llegado a ser después en nuestras vidas estaba escrito en ese libro de diseño, sin faltar nada. ¿Por qué unos somos altos, otros bajos, por qué tenemos una conformación estilizada, o menos estilizada, o por qué tenemos ojos claros u oscuros, o la forma de la nariz, la boca, o la mirada, por qué somos lo que somos?

Todo eso estaba escrito en ese libro y este libro lo escribió Yahvéh, nuestro Dios. Él determinó las características que habíamos de tener; y tan perfecto es su diseño y tan maravillosa es la capacidad creativa del Eterno, que no hay ningún diseño igual a otro. No hay ninguna persona igual a otra; todos nosotros somos únicos. Un ejemplo rápido y muy práctico de esto, son las huellas digitales de cada uno de nosotros. Ellas son absolutamente únicas y revelan el diseño característico peculiar y único que nosotros tenemos, y eso estaba escrito en el libro de diseño de Dios.A continuación me permitiré contarles una historia que de alguna manera les ayudará a entender esto:

«Había cierta vez un pastor predicando un mensaje, y hablaba sobre el Juicio Final. Estaba describiendo en forma muy detallada el momento en que los hombres tendrían que comparecer ante el Gran Trono Blanco. Detrás del Eterno Dios había una cortina y delante, parados en línea, estaban los que serían juzgados. Entonces Yahvéh hace una señal con la mano y de detrás de la cortina aparecen seres de una belleza indecible, radiantes de esplendor. Cada uno de ellos se para frente a los que estaban siendo juzgados, uno con cada uno. Los que estaban siendo juzgados nunca habían visto seres como esos, tan preciosos, tan refulgentes. Entonces le preguntan a Dios: ‘¿Quiénes son estos?’. Y Dios les dice: ‘Estos son ustedes, tal como hubiesen sido si hubiesen escuchado mi voz’. En ese momento ellos se dan cuenta de lo que han perdido, y, avergonzados, y son echados al Lago de Fuego siendo conscientes de la oportunidad que perdieron por rechazar la voz del Eterno Dios«.

Cuando leí esta historia quedó perfectamente ilustrada la idea bíblica de que existe un ‘yo real‘ (ego) y un ‘yo ideal‘. Es decir, que en la historia de cada ser humano, existe la persona que cada hombre llegará a ser y que será cotejada con la persona que el Eterno Dios concibió y se propuso que yo fuese. Esto significa que cada ser humano tiene la opción cotidiana de vivir la vida diaria a nivel de lo inmediato, no mirando más allá, o puedo proseguir a la meta, mirando lo que está delante, al yo ideal, al yo perfecto, que el Eterno de antemano diseñó para que fuera.

¿Cómo será el yo ideal de cada ser humano? Necesariamente es un yo muy parecido al modelo original, el Mesías (Cristo). El «yo ideal», de cada hombre, fue pensado para manifestar a Cristo, al mostrar las características peculiares y únicas de cada persona humana.

El «Libro de Memoria»: un acta celestial para el recuerdo eterno.

Los invito a leer en el libro del profeta Malaquías (3:16), donde dice:
«Entonces los que temían a Yahvéh hablaron cada uno a su compañero; y Yahvéh escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Yahvéh, y para los que piensan en su Nombre«.

Aquí el profeta está revelando la existencia celestial de lo que se denomina el libro de memoria donde se registran los hechos, las cosas que suceden a los que temen al Señor; un libro de memoria para que el Eterno Dios pueda recordar las cosas que hicimos. Evidentemente, este no es un libro para condenar. El profeta revela que es para los que temen al Señor y para los que piensan en Su Nombre. Se entiende entonces que este es un libro de recompensas. Malaquías vivió en días de profunda crisis, en los cuales el pueblo se había apartado de los códigos que el Eterno Dios revela en Su Torah (Instrucción). Sin embargo, aun en esas circunstancias, Dios está atento a lo que hace su remanente fiel, para tomar nota de su fidelidad. Igual ocurre hoy en día. El pueblo de Israel se encontraba en una situación espantosa. Los sacerdotes habían descuidado sus deberes, y la gente se había entregado a prácticas que manchaban el nombre de Dios, tales como la hechicería, el adulterio y el fraude (Malaquías 2:8; 3:5). Sin embargo, en medio de esa corrupción moral y espiritual, un pequeño grupo de israelitas se mantuvo leal a Yahvéh. ¿Qué hicieron para lograrlo?El profeta nos lo explica: “Entonces los que temían a Yahvéh hablaron cada uno a su compañero”. El temor del Eterno Dios es una cualidad muy deseable. Aquellos israelitas fieles sentían un profundo respeto por Yahvéh y concentraban sus mentes en no desagradarlo. Además, dice el pasaje que “hablaron cada uno a su compañero”. Esto pudiera indicar que llegaron a reunirse para alabar a Yahvéh y animarse mutuamente, lo cual los ayudó a mantener su fidelidad y pureza. Por causa de esta actitud mental corporativa, el Eterno, oyó sus conversaciones y abrió un libro de actas dónde se escribió lo suyo para recuerdo celestial. Ese libro contiene los nombres de todos los que han servido lealmente a Dios. El hecho de que se le llame un “libro de memoria” indica que Yahvéh nunca olvidará a sus siervos fieles ni lo que han hecho para glorificarlo: sus buenas obras, palabras y pensamientos. Él quiere recompensar con vida eterna a todo aquel cuyo nombre esté escrito de forma imborrable en ese libro (Salmo 37:29).

Así pues, el Señor lleva un libro de memoria exacto, perfecto y completo de toda la obra de amor que los hijos de Dios hacen por causa de Su Nombre. Desde esto, nos damos cuenta que cada una de las palabras de fe dicha por un santo, cada uno de sus actos de amor, están registrados en el Cielo. Hay un libro de actas divino que registra todo pensar y obrar de los justos. A esto se refiere Nehemías cuando dice: «¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, . . . y no borres mis obras piadosas que he hecho por la Casa de mi Dios!» (Nehemías 13:14). En el «libro de memoria» del Eterno Dios, todo acto de justicia está inmortalizado. Toda tentación resistida, todo pecado vencido, toda palabra de tierna compasión, están fielmente consignados, y apuntados también todo acto de sacrificio, todo padecimiento y todo pesar sufridos por causa de Cristo. El salmista dice: «Tú cuentas los pasos de mi vida errante: pon mis lágrimas en tu redoma: ¿no están en tu libro?» (Salmo 56:8).

Este libro de memoria es un registro en el cual figuran los pecados de los hombres. «Pues que Dios traerá toda obra a juicio juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala» (Eclesiastés 12:14). Yeshúa mismo se refirió a este libro al decir: «…de toda palabra ociosa que hablaren los hombres, darán cuenta en el día del juicio«… «Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado» (Mateo 12:36, 37). Los propósitos y motivos secretos aparecen en este registro infalible, pues Dios «sacará a luz las obras encubiertas de las tinieblas, y pondrá de manifiesto los propósitos de los corazones» (1 Corintios 4:5). «He aquí que esto está escrito delante de Mí: . . . vuestras iniquidades y las iniquidades de vuestros padres juntamente dice Yahwéh» (Isaías 65:6, 7).

Evidentemente la obra de cada ser humano, especialmente la de aquellos que temen a Yahvéh, pasa bajo la mirada del Eterno Dios, y es registrada e imputada ya como señal de fidelidad, ya de infidelidad. Frente a cada nombre, en este libro de actas o memoria, aparecen, con terrible exactitud, cada mala palabra, cada acto egoísta, cada deber descuidado, y cada pecado secreto, con todas las tretas arteras. Las admoniciones o reconvenciones divinas despreciadas, los momentos perdidos, las oportunidades desperdiciadas, la influencia ejercida para bien o para mal, con sus abarcantes resultados, todo fue registrado por el ángel anotador, que oficia en la confección de este libro.

El Señor dice que ni un vaso de agua dado a uno de sus discípulos, por pequeño que sea, quedará sin recompensa. Hay recompensa de justo a quien recibe a un justo y hay recompensa de profeta a quien recibe a un profeta (Mateo 10:41-42). Estas distinciones, tan sutiles a nuestro entender, nos indican que todo lo que el Señor hace es perfecto, y que todo está consignado a cabalidad. Nadie podrá decir en aquel día: ‘Señor, a ése le estás dando más recompensa de lo que merece’, o ‘A mí me estás dando menos de lo que merezco’. El Señor tendrá el detalle de todas las cosas que hicimos por amor de Su Nombre.

Sin lugar a dudas, es animador saber que Yahvéh valora todo lo que hacemos a fin de adorarlo de la manera correcta. Ahora bien, las palabras de Malaquías 3:16 nos deben impulsar a hacernos una importante pregunta: “¿está mi nombre escrito en el ‘libro de memoria’ del Eterno Dios?”. Lo estará si procuramos que nuestras obras, palabras y pensamientos sean algo que Yahvéh quiera recordar.

Libro de la Predestinación: el Acta de la Elección Divina.

Yendo a la Escritura para conocer lo referente a este libro, leeremos la epístola paulina a los Romanos que dice:
«Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos».
(Romanos 8:29)

Aquí se habla de un conocimiento anticipado. «…a los que antes conoció» se refiere a un período anterior a la fundación del mundo. El apóstol Pablo dice»…los predestinó», eso significa que antes de que nosotros, los escogidos, naciésemos ya estábamos considerados en el corazón del Eterno Dios, ya estábamos predestinados para que fuésemos hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que fuésemos dibujados, diseñados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Todos nosotros fuimos diseñados para ser hechos según la imagen de Cristo y esto está escrito en los códigos de un libro que podríamos denominar el «libro de la predestinación«.Haber sido predestinado no significa que ya se es salvo o que algunos «vienen o nacen salvos«. Aunque en el sentido objetivo si se es escogido se es salvo desde antes de la fundación del mundo no es así en el sentido subjetivo. Todos los hombres nacen condenados y todos son hijos de ira y necesitan la salvación que es por medio de Cristo…

 

«…Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),… «
(Efesios 2:1-5)

 

Eso es lo que dicen las Sagradas Escrituras claramente. Y si la Palabra revela la Verdad, entonces las otras interpretaciones tienen que ser falsas por obligación.

«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó«.
( Romanos 8:28-30)

El ser escogidos y predestinados no significa que ya se es salvo automáticamente y no se necesita arrepentimiento de pecados. El hombre que escucha el mensaje necesita:

  1. Creer al Evangelio del Reino de Dios en Yeshúa el Mesías para ser salvo,
  2. Recibir a Yeshúa como el Cristo Divino y Dueño de su vida por medio de la fe (es sellado con el Espíritu Santo recibiendo la Torah de la promesa para el día de la redención) .
  3. Permanecer en la fe hasta el fin.

Aunque delante del Eterno Dios esto es un hecho seguro que tuvo lugar desde antes de la fundación del mundo, y fueron perdonados los pecados en la cruz, el proyecto escrito debe de ser desarrollado a totalidad.

El Libro de la Vida: el Acta que se escribe con la Sangre del Cordero.


Al leer Apocalipsis 13:8 y 21:27, encontramos referencias al “Libro de la Vida del Cordero,” llamado también, en su forma simple, el «Libro de la Vida«. En él están los nombres de todos aquellos que han sido lavados por la Sangre del Cordero de Dios, Yeshúa, el Mesías divino. De la misma manera, Apocalipsis 3:5 se refiere al Libro de la Vida, en el cual se encuentran los nombres de los creyentes en el Señor. Este verso también pone en claro que, una vez que un nombre es escrito en el libro de la vida, Jesús promete que nunca lo borrará, respaldando una vez más la doctrina de la seguridad eterna. El Señor Jesús, quien está hablando a las iglesias en esta parte del Apocalipsis, promete reconocer a los Suyos ante Su Padre. Por el contrario, Apocalipsis 20:15 revela el destino de aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida – la eternidad en el lago de fuego (Salmo 69:28).

El Cordero “que fue inmolado desde el principio del mundo” tiene un libro en el cual están escritos los nombres de todos aquellos que han sido redimidos por Su sacrificio. Ellos son los que entrarán en la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:10), y quienes vivirán para siempre en el cielo con Dios. Estos son aquellos que superaron las pruebas de la vida terrenal, demostrando que su salvación fue genuina.

El Libro de la Vida contiene los nombres de todos los que entraron alguna vez en el servicio de Dios. Jesús dijo a sus discípulos: «Gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos» (Lucas 10:20). Pablo habla de sus fieles compañeros de trabajo, «cuyos nombres están en el libro de la vida» (Filipenses 4:3), nuevamente, identificando el Libro de la Vida como un registro de los nombres de aquellos que tienen la salvación eterna. . El profeta Daniel, vislumbrando un «tiempo de angustia, cual nunca fue«, declara que el pueblo del Eterno Dios será librado de vivir esto, al decir, «todos los que se hallaren escritos en el libro» (Daniel 12:1). Y el apóstol y profeta Juan dice en el libro de Revelación (Apocalipsis) que sólo entrarán en la ciudad de Dios aquellos cuyos nombres «están escritos en el libro de la vida del Cordero» (Apocalipsis 21:27).

A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y que hayan aceptado con fe el poder redentor de la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del cielo; como llegaron a ser partícipes de la justicia de Cristo y su carácter está en armonía con la Torah (Instrucción) del Eterno, sus pecados han sido borrados, y ellos mismos serán juzgados dignos de la vida eterna. El Señor declara por el profeta Isaías: «yo, yo Soy aquel que borro tus transgresiones a causa de Mí mismo, y no Me acordaré más de tus pecados» (Isaías 43:25). Jesús dijo: «A todo aquel, pues, que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos. Pero a cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 10:32, 33).

De acuerdo a lo revelado por las Sagradas Escrituras, aquellos seres humanos que no han sido salvos tendrán que dar cuentas por cada acto pecaminoso que han cometido. Todas y cada una de las cosas que han hecho saldrán a la luz delante del Eterno Dios y delante de millones y millones de personas que van a ver como en una pantalla enorme de cine todo lo que han hecho a la luz, y todo lo que han hecho en secreto desde el día que nacieron hasta el día que murieron. El libro de Apocalipsis dice: “los libros fueron abiertos” y todas las obras de los hombres que estén escritas en esos libros serán expuestas. El Eterno Dios lleva la cuenta de todo y aunque muchos piensen que las cosas que hacen a escondidas nadie las sabe, está equivocado de lleno. Él lo ve todo y cada acción está quedando grabada en los libros celestiales con el nombre de cada uno. En Su día, El Eterno juzgará a cada hombre que ha rechazado el regalo de la salvación en Su Mesías y la gracia divina en Su Hijo Jesús, de acuerdo a las cosas escritas en esos libros.

La Realidad es la Máscara Favorita de Dios

La realidad no es lo que aparenta ser. Hay «Alguien» dirigiendo el show, sólo que se está escondiendo. Nada es aleatorio; incluso el mayor mal o el más grande sufrimiento, más allá de lo difícil que pueda ser de comprender, es al final de cuentas parte de un diseño superior que está conduciendo la historia humana a la plenitud de un propósito.

Ante todo esto, la pregunta más grande de la historia humana sigue presente: ¿Por qué Dios esconde Su rostro mientras lleva a cabo Su propósito?Quizás la respuesta más apropiada yace en lo que podría considerarse el clímax de la historia de Ester, cuando Mardoqueo, el líder de la comunidad judía, le dice a su prima, la reina Ester, que debe revelarle al rey su identidad verdadera e implorarle que salve a su pueblo del decreto de Hamán. Cuando Ester le recuerda que si se acerca al rey sin una invitación puede ser ejecutada, Mardoqueo le responde de una manera sorprendente. En lugar de pedirle que utilice su poder e influencia, como hubiésemos esperado, le dice con calma:

«No creas que podrás escapar, en el palacio del rey, más que cualquier otro judío. Porque si te mantienes en silencio en un momento como este, el alivio y la salvación vendrán a los judíos desde otro lugar, mientras que tú y la casa de tu padre perecerán. ¡Y quién sabe si fue sólo para este momento que alcanzaste la posición real!«
(Ester 4:13-14)

En otras palabras: «no te necesitamos Ester, ¡tú nos necesitas a nosotros! Porque cuando Dios se oculta, por así decir, y permite que el mal asome su asquerosa cabeza, no es porque haya perdido el control de Su mundo y necesite nuestra ayuda; sino porque quiere crear una oportunidad para que demos un paso adelante y llenemos el vacío existencial que se ha formado». Los desafíos e imperfecciones que experimentamos en la vida son precisamente las cosas que nos incitan a materializar nuestro potencial, lo que significa que incluso lo «malo» en nuestro mundo es, en realidad, lo mejor para nosotros.

El libro de Ester, en su relato, abarca un periodo de nueve años. Cuando la historia es comprimida en un sólo libro y la leemos en media hora, vemos con perspectiva y retrospectiva como cada doloroso evento estaba ocurriendo en pos de un fin. Sin embargo, cuando estamos en medio de una situación difícil, tendemos a ver sólo oscuridad y confusión.
El postulado de esta historia es bien claro: Dios moldea cada evento de nuestras vidas con supervisión directa. Nada es casualidad. Nuestras circunstancias no son coincidencias. Todo está dirigido.
El libro de Ester, a través del Purim, nos recuerda que nosotros somos quienes determinamos la calidad de nuestras vidas. Que en cada uno de nosotros se encuentra la capacidad de ser feliz más allá de lo difícil que parezcan las cosas a primera vista. El relato de Ester nos inspira a mirar la vida con más profundidad y verla como realmente es: un increíble regalo celestial lleno de oportunidades. Pero quizás, por sobre todas las cosas, nos desafía a mirar muy adentro nuestro y reconocer que nuestros desafíos más grandes son oportunidades hechas a medida para que salgamos al ruedo y descubramos de qué estamos hechos realmente, y que entonces podamos brillar.

En este libro el nombre de Dios ni siquiera aparece. Pero cuando todo es dicho y hecho, Su presencia es reconocida en cualquier parte. Él no está oculto. Sólo aparenta estarlo. Depende de nosotros encontrarlo en cada evento de nuestras vidas.

El mensaje particular, por lo tanto, es ver la mano de Dios en la historia y en los asuntos mundanos.

Adar: Mes que Energiza lo Cotidiano desde la Alegría Interior.

Por: P.A. David Nesher

En el mes de Adar nuestro Abba quiere que programemos nuestros pensamientos en obediencia a Yeshúa HaMashiaj y así recordaremos cada día que ser feliz no es tener un cielo sin tempestades, caminos sin accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones.
Abba nos desafía durante este mes a manifestar nuestro entendimiento de que ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y volverse un actor de la propia historia. Es atravesar desiertos que están fuera de nosotros, más ser capaz de encontrar un oasis en lo recóndito de nuestro interior.
Ser feliz es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida, producto de su silencios trabajo cotidiano sobre nosotros.
Y es que ser feliz no es tener una vida perfecta sino usar las lágrimas para regar la tolerancia. Usar las pérdidas para refinar la paciencia. Usar las fallas para esculpir la serenidad. Usar el dolor para lapidar el placer. Usar los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.
Podemos ser felices aún cuando las circunstancias no sean las mejores porque, a final de cuentas, la felicidad es un estado o condición del espíritu humano que se reconoce bendecida por Dios y demuestra siempre su contentamiento.