«Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo».
(Lucas 14:26)
Debo hoy proclamar, lo que todo hombre a lo largo de la historia ha reconocido. Yeshúa desmontó y rompió todos los esquemas y cuestionó las palabras sagradas de las Sagradas Escrituras. A decir verdad, él cuestionó su interpretación y la manipulación que se hizo de ellas. A nuestro Maestro no le interesaba que lo reconociesen como Mesías (el que ellos, sus contemporáneos, esperaban), sino que quería ser Él mismo fiel a la verdad.
En presencia de Yeshúa todo ser queda desvelado; no hay medias tintas, porque Él es la plena autenticidad. «Si no odias a tu padre y a tu madre…«, no eres tú mismo y no podrás seguirlo. Odiar la figura del padre y la madre, no la persona, es lo que está diciendo Yeshúa.
Si aún vives de lo que tus padres grabaron en tu mente, y no eres capaz de emanciparte, es como si tus padres y su cultura respondieran por ti. Más vale la conciencia que la adoración, porque la conciencia , en sí, es adoración, despertar a la verdad del Eterno.
Wow! Gracias por esta sabiduría dada en Da’at. Es verdad y reconozco que nunca preste atención a que así es…dejar la «mentalidad» para Su mente gobierne en nosotros. Gracias apóstol!