«Preséntate al sacerdote que esté a cargo en ese momento y dile:
“Con esta ofrenda reconozco ante el Señor su Dios que he entrado en la tierra que él juró a nuestros antepasados que nos daría”.
Entonces el sacerdote tomará la canasta de tus manos y la colocará frente al altar del Señor tu Dios.
En la presencia del Señor tu Dios tendrás que decir:
“Mi antepasado Jacob era un arameo errante que fue a vivir como extranjero a Egipto. Su familia era poco numerosa cuando llegó, pero en Egipto creció hasta volverse una nación grande y poderosa. Y los Egipcios nos maltrataron, y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. Y clamamos a Yahvéh Dios de nuestros padres; y oyó Yahvéh nuestra voz, y vio nuestra aflicción, y nuestro trabajo, y nuestra opresión: Y nos sacó Yahvéh de Egipto con mano fuerte, y con brazo extendido, y con grande espanto, y con señales y con milagros: Y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, he aquí, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Yahvéh. Y lo dejarás delante de Yahvéh tu Dios, e inclinarte has delante de Yahvéh tu Dios.»
(Deuteronomio 26: 3-10)
Después las canastas eran colocadas al lado del altar y se recitaba el texto de . Esta maravillosa confesión de gratitud le hizo recordar al pueblo de Israel el tiempo de Jacob y su familia en la tierra de Canaán, hasta el momento en que la familia fue a Egipto (Mitzraim). Así también se obligaban a recordar la liberación de Egipto y el éxodo hacia la tierra prometida.
De este modo, los hebreos aprendían una y otra vez que Israel pasó unos cuatrocientos años en Egipto. Sin embargo, en el transcurso del propósito eterno de Dios, no fue más que una pequeña temporada. Con esto, queda bien claro que muchas veces caemos en el error de enfocarnos tanto en nuestro tiempo de prueba y miseria que pensamos que esto define toda nuestra vida; Yahvéh vio la experiencia de Israel en Egipto como una pequeña temporada.
También, mediante el rito del Bikurim, y la confesión de fe que allí recitaban, los hebreos se hacían conscientes de la razón principal por la que Yahvéh envió a Jacob y a su familia por una pequeña temporada a Egipto. Cuando vivieron en Canaán, existía un gran riesgo de que la familia se integrara a los pueblos malvados y paganos de su alrededor (como lo vemos en el libro de Bereshit). Para prevenir esto, y para permitir que el pueblo creciera, Yahvéh envió a Jacob y sus hijos a Egipto, el cual tenía una sociedad muy racista y excluyente, por lo tanto, no interactuaría con Israel. Gracias a esto, ellos irían siendo “ pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa.»
Por todo esto, esta entrega inicial de las primicias cuando Israel llegó a la Tierra Prometida era la manera apropiada de decir “gracias” al Señor. Esta entrega, y cualquier cosa que damos con el corazón correcto, es una manera apropiada de adorar delante de Yahvéh tu Dios. Por esta razón era que las cosas que había en las canastas eran comidas sólo por los sacerdotes.