Por P.A. David Nesher
A través de la revelación que nos brinda la Torah en el diseño del Árbol de la Vida (tzelem o imagen de Dios) que está simbolizado en el candelabro de siete brazos o Menorah, sabemos que toda alma humana posee diez sefirot o poderes lumínicos acorde a las diez virtudes o atributos (sefirot) del Eterno. Los tres primeros son intelectuales, también llamados Mojim (cerebros), y los siete restantes se relacionan con las emociones, son llamados Midot, o «cualidades del corazón» o «cualidades del carácter». En el alma de alguien que tiene conciencia hebrea, los siete poderes emocionales están subordinados y sirven a la búsqueda espiritual de los tres poderes intelectuales que se obtienen al buscar al semejanza al Mesías.
Mientras obedientemente vamos día a día realizando este maravilloso Cómputo del Omer, me gustaría invitarlos a meditar en los los vínculos que tenemos, a través del Mesías Yeshúa, con Dios y que nos hacen verdaderamente humanos. Son los denominados siete aspectos expresivos de la santidad (kedushá). Rectificarlas es imperativo, ya que, según la Torah, quien refina aquellos atributos emotivos, automáticamente rectifica todos los poderes intelectuales del alma, toda su mente.
En hebreo, a este proceso de «integración emocional» se lo denomina “alcanzar Shlemut” es decir «completitud«. Esto es precisamente «Refinarse» en el diseño divino. Cabe aquí acotar que la palabra Shlemut (שלמות) viene de la misma raíz que la palabra Shalom, que significa «paz» o «prosperidad«. La idea pues que esto encierra es que cuando nos volvemos más completos e integrados emocionalmente, experimentamos una mayor paz. Es que una persona que se encuentra en paz se siente más viva. En este estado, las emociones y los pensamientos se transforman en poderosos instrumentos a través de los cuales el ser humano se conecta con la realidad.
Al alcanzar «Shlemut«, y estar completos e integrados emocionalmente, experimentamos una mayor paz verdadera (Shalom), tal y como la da Yeshúa (Juan 14: 27). «Shlemut» se refiere a «integrar» mi mundo interior, el mundo externo y sus estímulos, y el mundo de los demás (en aquello de ser capaz de ponerme en el otro). Esto es un entrenamiento, uno muy fuerte en un mundo donde es casi imposible focalizarse.
Entiéndase una cosa… sólo al conocer las emociones propias podemos llegar a conocer las de las demás, y desarrollamos «la empatía«, el ponerse en los zapatos del otro y lo que se puede sentir estando en su lugar.
De esta manera, la naturaleza del ser humano se transforma en una naturaleza espiritual ya rectificada en el Mesías, que le permite “penetrar” en los tres niveles más altos de su alma y captar así la esencia misma del “Uno”.
En el mandamiento divino de practicar el Cómputo del Omer, está inherente el deseo del Eterno de que cada integrante de Su Pueblo comprenda y acepte que el manejo adecuado de las emociones lleva a la rectificación, y al refinar los poderes emotivos, alcanzamos la conciencia del Mashíaj (Mesías o Cristo).
Cada uno de estos siete aspectos se relaciona con una de las siete semanas de Sefirat haOmer.
1. El primero es Jesed, “Amor o Benevolencia”.
El primer atributo es el atributo del dar. Significa bondad en el sentido de una benevolencia absoluta, gratuita e ilimitada. Es la total cristalización de la disposición para conferir bondad y benevolencia con el objeto mismo de conferir bondad, sin importar los méritos del receptor.
Representa el deseo de compartir incondicionalmente, la voluntad de dar todo de sí mismo y la generosidad sin límites.
Mientras que los impulsos del cuerpo están dirigidos hacia uno mismo, los impulsos del alma, controlada por el espíritu, están dirigidos hacia afuera, hacia los otros. Nosotros amamos a quien le entregamos porque ellos confirman la existencia de nuestra espiritualidad. Nosotros vemos nuestro “yo” más elevado reflejado en ellos.
2. El segundo es Guevurá, “Disciplina, Rigor, Fuerza” o “Poder”.
Significa “Poderío” o “Fortaleza” en el sentido de severidad. Es conocida como la fuerza, el juicio, el poder y el ocultamiento. El Juicio exige que la benevolencia sea distribuido justamente, o sea, en proporción con los méritos del presunto receptor, y no de manera gratuita e ilimitada. Así, es el principio que procura controlar, limitar y restringir.
Esto se refiere específicamente a fortalecer el alma de uno para sobrepasar los obstáculos que están delante de ella. Nosotros tenemos la capacidad de vivir por nuestras metas, y para hacer los sacrificios necesarios para obtenerlas. La meta final de cada hijo primogénito es ser una fuente de luz. En función de llegar a este fin, debemos someter nuestro ego y nuestros deseos a la inspección minuciosa de la Torah de Yahvéh, nuestro Dios.
Por sí mismos, los dos Primeros Atributos, presentan una antinomia como principios diametralmente opuestos uno del otro, pues el Segundo Atributos busca impedir, total o parcialmente, la emanación del Primer Atributo.
3. El tercero es Tiferet, “ Compasión o Belleza”.
Armoniza y mezcla el flujo libre del Primer Atributo con el severo ocultamiento del Segundo Atributo. Esas dos fuerzas son, respectivamente, expansivas y restrictivas una sin la otra no pueden manifestar el flujo de energía.
La belleza es creada a través de la armonía y el contraste. Esto se da cuando nosotros hacemos una “unión” que nos armoniza en función de la Luz primordial. Una ejemplo ocurre cuando nos convertimos en personas con el valor de la verdad, nuestras palabras, pensamientos y acciones se unen. Es que sólo los humanos pueden mentir. La razón para esto es que sólo los humanos tienen la posibilidad de crearse a sí mismos de alguna manera. Cuando mentimos caemos en nuestro deseo animal de la comodidad y la facilidad. Cuando decimos la verdad, nos reconectamos con la realidad trascendental de Dios y elegimos ser auténticos como seres humanos, sujetos al cumplimiento del propósito eterno que tenemos en Mashiaj.
4. El cuarto es Netzaj, “Persistencia, Victoria o Infinidad”.
Cualquiera que alguna vez haya resistido el deseo de obtener gratificación inmediata ha tocado esta cualidad. Es la fuente de la esperanza y la aspiración de crecer. Es el atributo donde se activa nuestra inspiración y creatividad, en el arte, danza, música, poesía. Es la virtud que manifiesta la inspiración que conduce a la victoria.
5. El quinto es Hod, “Humildad o Esplendor”.
En hebreo hod es un sustantivo que significa literalmente “esplendor”, pero como verbo significa “confesar” y “agradecer”. Como seres humanos nosotros podemos ser movidos por el esplendor, ya sea que su fuente esté en lo espiritual o lo físico. Nuestra habilidad para ser verdaderamente sensibles en este sentido es lo que nos inspira a expresar agradecimiento. Frecuentemente nos resistimos a permitirnos ser agradecidos por la fragilidad de nuestra autoestima. Cuando nosotros comenzamos el día con las palabras «Modé Aní» (“Te agradezco”) estamos expresando nuestro agradecimiento al Eterno, y simultáneamente nos vemos a nosotros mismos, humildemente, como creaciones merecedoras de vida gracias a la obra redentora de Mashiaj.
6. El sexto es Yesod, “Vínculo o Fundamento”.
Esto se refiere a nuestra habilidad para vincularnos. Este aspecto es llamado “fundación” porque es la fundación misma de todas las interacciones.
Lo que nosotros finalmente buscamos en las relaciones es bondad. Inevitablemente si tendríamos que elegir una característica en una futura pareja, sería una característica espiritual. Para algunos de nosotros sería la compasión, para otros sería la honestidad o la sensibilidad. Si nosotros vemos nuestro propio bien reflejándose hacia nosotros, nosotros amamos a la otra persona aún más. Lo que esto nos está diciendo es que lo que estamos buscando en última instancia, es un vínculo espiritual. Nosotros estamos buscando la cara del Eterno.
7. El atributo final es Malkut, “Reinado o Nobleza”.
Esto se refiere a nuestra habilidad de materializar el reinado de Yahvéh en todo el mundo y en nuestros propios corazones. La manera de hacer esto es mediante el reconocimiento de que nuestras misiones son de significado infinito. Al mismo tiempo mantenemos la humildad que resulta de saber que sólo podemos ver como propio un pequeño trozo de infinidad.
El proceso de recibir la Torah en el Monte Sinaí comenzó en verdad cuarenta y nueve días antes de su entrega, con el Éxodo de Egipto. Estos 49 días son tradicionalmente llamados «Sefirat HaOmer» que significa la Cuenta del Omer». Son siete semanas revestidas de procesos celestiales. Las siete semanas entre Pesaj y Shavuot tienen el potencial espiritual para darnos la habilidad de hacer que nuestras historias se desarrollen. El período de cuarenta y nueve días de «Sefirat HaOmer» es contado en días y semanas. Los siete días de cada una de las siete semanas constituyen los cuarenta y nueve días. Cada semana está representada por un atributo específico, y cada día dentro de esa semana está representado por un aspecto de dicho atributo. Dado que el funcionamiento completo de cada emoción es multidimensional, incluye dentro de sí una combinación de todos los siete atributos. Nosotros podemos hacer que cada día cuente, y lograr ser más humanos de lo que jamás hubiésemos imaginado.
La memoria y la imaginación permiten que nos asociemos a un evento del pasado. Al hacer esto revivimos y experimentamos aquellos sentimientos y emociones que fueron sentidos en el momento de los sucesos. Es tan sólo físicamente que el ser humano está limitado por el tiempo y el espacio; pero para la mente, no existen esas barreras. Cuanto mayor es la supremacía del espíritu sobre la materia, mayor es la facilidad para asociarse con un evento del pasado y experimentar su mensaje e inspiración en forma plena.
Este es uno de los motivos por los que debemos recordar la liberación de Mitzraim (Egipto) en cada generación. Todo hijo primogénito del Eterno debe verse a sí mismo cada día, como si él personalmente se hubiera liberado ese día de Egipto,y hubiese sido conducido por la Shekiná hacia el Monte Sinaí. Cada día debe practicar y buscar experimentar, un éxodo y liberación del “Mitzraim” en el que se encuentra, o sea liberarse de las distracciones materiales y físicas, de las limitaciones y obstáculos impuestos sobre su espíritu por su cuerpo y sus deseos.
Vemos entonces que la contraparte espiritual del evento histórico de la Liberación de Egipto es la liberación de la imagen divina (tzelem) de su prisión psíquica-corporal. Esto debe ser experimentado cada día del Conteo del Omer, y constantemente, con el fin de poder disfrutar de una verdadera libertad, ya que la peor y más dolorosa forma de esclavitud, es aquella que somete al individuo a sus propias pasiones y deseos.
Cuando un redimido consigue esa libertad interior, lograda únicamente viviendo de acuerdo a la Torah y a sus preceptos, experimenta un sentimiento de armonía interior, satisfacción y paz, que son el preludio de la libertad y de la paz del mundo que tendrá lugar con la próxima llegada de nuestro justo Mesías.
Los cuarenta y nueve días de Sefirat HaOmer, nos enseñan cómo recuperar el control de nuestras emociones, mostrándonos cómo refinar nuestro carácter, paso a paso, de una manera basada en las verdades eternas de la Torah.
Por eso, estoy convencido que este análisis personal día por día, durante «Sefirat HaOmer, te dará la habilidad de retrotraerte y dar una mirada objetiva a tus emociones subjetivas. El observar sus puntos fuertes y débiles te posibilitará, a su vez, dedicarte al desarrollo y perfeccionamiento de estos sentimientos a medida de que creces hacia una madurez emocional y espiritual, que te conduce a la plenitud de esa Nueva Humanidad que está esperando a Mashiaj.
«De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.»
(Efesios 4: 13 – NVI)
Bitácoras que ayudarán a entender mejor esta disciplina profética:
¿Qué es el Omer?… ¿Para qué sirve?
Cuarenta y Nueve Pasos Para Alcanzar La Gloria