cuenta del omer

¿Cómo se hace el Conteo del Omer Nuestro de Cada Día?

Por P.A. David Nesher

La Torah (Instrucción) divina nos ordena contar cada año siete semanas completando un total de 49 días. Al final de este período, celebramos Shavuot, que significa “Semanas”.

Es importante tener en cuenta que esto es considerado una Mitzváh. Por eso, la Cuenta del Omer, que recitamos cada noche, es precedida por una bendición. Sin embargo, podemos recitar la bendición, solo si no hemos faltado a la cuenta.

Es decir que el Omer puede ser contado con una bendición sólo si se cumplen estas dos condiciones:

  • 1) Ud. está contando el Omer durante la noche y
  • 2) hasta ahora no ha perdido la cuenta de ninguno de los días
¿Olvidó contar el Omer durante la noche?

Cuente al día siguiente , pero sin bendición. En las próximas noches puede contar nuevamente con bendición.

Si hemos olvidado de contar el Omer, aunque sea una noche, no podemos recitar más la bendición, sino debemos escuchar la bendición de otra persona que sí haya mantenido la cuenta completa y después hacemos nuestra cuenta.

Reitero la bendición solo se realiza si contó todos los días del Omer, si olvido contar un día cuenta sin bendición de ahí en adelante.

Esto significa que si una persona no dijo el Omer por todo un día y no contó hasta la noche siguiente, deberá continuar la cuenta en los días siguientes pero sin la bendición.

¿Por qué no puedes continuar contando con una bendición si pierdes la cuenta un día?

La razón es porque con respecto al Omer, la Torá escribe: “Siete semanas, deberán ser completas” (Levítico 23:15). Entonces, de acuerdo a muchas autoridades, si uno no contó un día, el período de siete semanas ya no puede ser considerado ‘completo’.

¿Cuándo se hace el Conteo?

La cuenta del Omer se realiza todas las noches después del anochecer, desde la segunda noche de Pesaj hasta la noche anterior a Shavuot. Para ser más prácticos, el conteo se deberá realizar unos 30 minutos después del ocaso, que es el comienzo del ‘día’ según el Boré Olam (Creador del Universo). Tengamos en cuenta que muchas prácticas de la Torah deben ser llevadas a cabo en momentos específicos del día. El cálculo de los horarios halájicos, conocidos como zmanim, depende de varios fenómenos astronómicos para cada día y para cada localidad. [Por favor, investiga tu horario AQUÍ].

¿Cómo se realiza el Conteo?

Para ‘contar el Omer’ adecuadamente, debes decir tanto el número de días como el de semanas.

Por ejemplo:

Desde el día 1 al 6 sólo decimos el número de días. Por ejemplo:

“Hoy son 4 días del Omer”.

En días que son semanas completas –es decir 7, 14, 21— decimos como sigue, por ejemplo:

“Hoy son 21 días, que son 3 semanas del Omer”.

En todos los otros días decimos, por ejemplo:

“Hoy son 33 días, que son 4 semanas 5 días del Omer”.

(Dado que debes recitar la bendición antes de contar, no menciones la cuenta de esa noche de antemano).

¿Por qué contamos realmente?

Existen varias razones.

La primera es, que la cuenta manifiesta nuestra emoción frente a la inminente entrega de la Torah, celebrada en Shavuot. De la misma forma que un niño cuenta a menudo los días hasta el termino de las clases, o por las próximas vacaciones de la familia, así también nosotros contamos los días para demostrar nuestro entusiasmo en recibir nuevamente la Torah (que de hecho, recibimos la Torah en un sentido renovado cada año).

La segunda es que sabemos que este período es apropiado para prepararse y refinarse espiritualmente. Cuando el Pueblo de Israel estaba en Egipto hace aproximadamente 3.400 años, se habían asimilado a muchas de las inmorales costumbres de los egipcios. Los israelitas se habían hundido en un nivel sin precedente de decadencia espiritual y estaban al borde de la destrucción. En el último momento posible, los hijos de Israel fueron redimidos milagrosamente. Experimentaron un renacimiento espiritual y ascendieron rápidamente a un estado colectivo de santidad nunca antes alcanzado. Eran tan santos, de hecho, que cuando estaban parados al pie del Monte Sinaí para recibir el Torah, fueron comparados a los ángeles.

Fue durante ese período de 49 días que experimentaron esta transformación tan radical. ¡De los niveles mas despreciables, a las alturas más excelsas en apenas siete semanas!

¿Que Bendición debo Rezar?

Reza con tu corazón y entendimiento esta Berajáh (Bendición):

BARÚJ ATÁ YHVH, ELOHÉINU MÉLEJ HAOLÁM, ASHÉR KIDSHÁNU BEMITZVOTÁV, VETZIVÁNU AL SEFIRÁT HAÓMER.

«¡Bendito eres Tú, YHVH nuestro Dios, Rey del universo, que nos ha santificado con Sus mandamientos, y nos ha ordenado lo concerniente a la cuenta del Omer

A continuación realiza en Voz Alta el Conteo del día correspondiente.

Ahora sella el Conteo con este rezo:

«Que el Misericordioso restaure el Beit HaMikdash a su sitio, rápidamente nuestros días; Amén, [Séla].»

El Samo 67

Ahora deberás rezar fuerte y con mucha alegría el Salmo 67

Al músico principal; en Neginot. Salmo. Cántico.

1 Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga;
    Haga resplandecer su rostro sobre nosotros
Selah

Para que sea conocido en la tierra tu camino,
En todas las naciones tu salvación.

Te alaben los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.

Alégrense y gócense las naciones,
Porque juzgarás los pueblos con equidad,
Y pastorearás las naciones en la Tierra.
 Selah

Te alaben los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.

La tierra dará su fruto;
Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.

Bendíganos Dios,
Y témanlo todos los términos de la Tierra.

¿Cómo se termina la Mecánica de la Bendición?

«Te imploramos, con el gran poder de Tu diestra, que liberes al cautivo. Acepta la plegaria de Tu pueblo; fortalécenos y purifícanos.

Reverenciado y Poderoso, Te imploramos, que guardes como la niña de tus ojos a aquéllos que procuran Tu Unicidad. Bendícelos, purifícalos; concédeles por siempre Tu misericordiosa rectitud.

Poderoso, Santo, en Tu abundante bondad, guía a Tu congregación. Único y Sublime, y vuélvete hacia Tu pueblo que recuerda Tu Santidad. Acepta nuestra súplica y escucha nuestro clamor, Tú que conoces los pensamientos secretos

«Bendito sea el nombre de la gloria de Su reino por siempre jamás.«

«Amo del Universo, Tú nos has ordenado por medio de Moshé, Tu servidor, contar Sefirat HaOmer, a fin de purificarnos de nuestra iniquidad e impureza. Tal como has escrito en tu Torah: «Contaréis para vosotros desde el día siguiente al día de descanso, desde el día en que traéis el Omer como ofrenda mecida; [la cuenta será] siete semanas completas. Hasta el día posterior a la séptima semana contaréis cincuenta días», a fin de que las almas de Tu pueblo Israel sean purificadas de impureza.

Por consiguiente, sea Tu voluntad, YHVH nuestro Dios y Dios de nuestros padres, que en mérito del Sefirat HaOmer que conté hoy, sea rectificado el daño que he causado en dicha sefiráh, y que yo sea purificado y santificado con la santidad suprema.

Que de este modo se conceda abundante generosidad sobre todos los mundos. Que rectifique nuestro néfesh, nuestro rúaj y nuestra neshamáh de toda bajeza y defecto, y que nos purifique y santifique con Tu suprema santidad. Amén.» [Séla].

Debemos aplicar a nuestra vida cotidiana esta lección de la cuenta de omer. Es específicamente durante este periodo que debemos esforzarnos para crecer y madurar en nuestro estado espiritual. La Torá no nos permite que nos consideremos satisfechos con nuestro actual nivel de espiritualidad. Por el contrario nos exhorta a fijarnos altas metas para nosotros mismos y después esforzarnos metódicamente hasta alcanzar esas metas.

El crecimiento que experimentamos durante este tiempo es comparable con un maratón. Establecemos el ritmo y lo intentamos mejorar día a día hasta que alcanzamos el día en que recibimos nuevamente la Torah. En este proceso miramos profundamente dentro de nosotros y trabajamos sobre todos nuestros aspectos negativos. Si nos vemos desprovistos de amabilidad, cambiamos nuestra agenda para hacer mas obras caritativas. Si estamos faltando en el área de la justicia, nos comprometemos a elevar nuestros niveles de entereza mejorándolos para elevarlos al máximo de nuestras posibilidades. Y así también en todas las áreas de nuestra personalidad.


Tomado de:

© Copyright Kehot Lubavitch Sudamericana, Brooklyn NY© Copyright, todos los derechos reservados. Si te ha gustado este artículo, te animamos a distribuirlo, siempre y cuando cumpla con la política de derechos de autor de Chabad.org.

Los Siete Aspectos Mesiánico de Nuestra Santidad

Por P.A. David Nesher

A través de la revelación que nos brinda la Torah en el diseño del Árbol de la Vida (tzelem o imagen de Dios) que está simbolizado en el candelabro de siete brazos o Menorah, sabemos que toda alma humana posee diez sefirot o poderes lumínicos acorde a las diez virtudes o atributos (sefirot) del Eterno. Los tres primeros son intelectuales, también llamados Mojim (cerebros), y los siete restantes se relacionan con las emociones, son llamados Midot, o «cualidades del corazón» o «cualidades del carácter». En el alma de alguien que tiene conciencia hebrea, los siete poderes emocionales están subordinados y sirven a la búsqueda espiritual de los tres poderes intelectuales que se obtienen al buscar al semejanza al Mesías.

Mientras obedientemente vamos día a día realizando este maravilloso Cómputo del Omer, me gustaría invitarlos a meditar en los los vínculos que tenemos, a través del Mesías Yeshúa, con Dios y que nos hacen verdaderamente humanos. Son los denominados siete aspectos expresivos de la santidad (kedushá). Rectificarlas es imperativo, ya que, según la Torah, quien refina aquellos atributos emotivos, automáticamente rectifica todos los poderes intelectuales del alma, toda su mente.

En hebreo, a este proceso de «integración emocional» se lo denomina “alcanzar Shlemut” es decir «completitud«. Esto es precisamente «Refinarse» en el diseño divino.  Cabe aquí acotar que la palabra Shlemut (שלמות)  viene de la misma raíz que la palabra Shalom, que significa «paz» o «prosperidad«. La idea pues que esto encierra es que cuando nos volvemos más completos e integrados emocionalmente, experimentamos una mayor paz. Es que una persona que se encuentra en paz se siente más viva. En este estado, las emociones y los pensamientos se transforman en poderosos instrumentos a través de los cuales el ser humano se conecta con la realidad.

Al alcanzar «Shlemut«, y estar completos e integrados emocionalmente, experimentamos una mayor paz verdadera (Shalom), tal y como la da Yeshúa (Juan 14: 27). «Shlemut» se refiere a «integrar» mi mundo interior, el mundo externo y sus estímulos, y el mundo de los demás (en aquello de ser capaz de ponerme en el otro). Esto es un entrenamiento, uno muy fuerte en un mundo donde es casi imposible focalizarse.

 

Entiéndase una cosa… sólo al conocer las emociones propias podemos llegar a conocer las de las demás, y desarrollamos «la empatía«, el ponerse en los zapatos del otro y lo que se puede sentir estando en su lugar.

 

De esta manera, la naturaleza del ser humano se transforma en una naturaleza espiritual ya rectificada en el Mesías, que le permite “penetrar” en los tres niveles más altos de su alma y captar así la esencia misma del “Uno”.

 

En el mandamiento divino de practicar el Cómputo del Omer, está inherente el deseo del Eterno de que cada integrante de Su Pueblo comprenda y acepte que el manejo adecuado de las emociones lleva a la rectificación, y al refinar los poderes emotivos, alcanzamos la conciencia del Mashíaj (Mesías o Cristo).

Cada uno de estos siete aspectos se relaciona con una de las siete semanas de Sefirat haOmer.

1. El primero es Jesed, “Amor o Benevolencia”.

 

El primer atributo es el atributo del dar. Significa bondad en el sentido de una benevolencia absoluta, gratuita e ilimitada. Es la total cristalización de la disposición para conferir bondad y benevolencia con el objeto mismo de conferir bondad, sin importar los méritos del receptor.

 

Representa el deseo de compartir incondicionalmente, la voluntad de dar todo de sí mismo y la generosidad sin límites.

 

Mientras que los impulsos del cuerpo están dirigidos hacia uno mismo, los impulsos del alma, controlada por el espíritu, están dirigidos hacia afuera, hacia los otros. Nosotros amamos a quien le entregamos porque ellos confirman la existencia de nuestra espiritualidad. Nosotros vemos nuestro “yo” más elevado reflejado en ellos.

 

2. El segundo es Guevurá, “Disciplina, Rigor, Fuerza” o “Poder”.

Significa “Poderío” o “Fortaleza” en el sentido de severidad. Es conocida como la fuerza, el juicio, el poder y el ocultamiento. El Juicio exige que la benevolencia sea distribuido justamente, o sea, en proporción con los méritos del presunto receptor, y no de manera gratuita e ilimitada. Así, es el principio que procura controlar, limitar y restringir.

 

Esto se refiere específicamente a fortalecer el alma de uno para sobrepasar los obstáculos que están delante de ella. Nosotros tenemos la capacidad de vivir por nuestras metas, y para hacer los sacrificios necesarios para obtenerlas. La meta final de cada hijo primogénito es ser una fuente de luz. En función de llegar a este fin, debemos someter nuestro ego y nuestros deseos a la inspección minuciosa de la Torah de Yahvéh, nuestro Dios.

 

Por sí mismos, los dos Primeros Atributos, presentan una antinomia como principios diametralmente opuestos uno del otro, pues el Segundo Atributos busca impedir, total o parcialmente, la emanación del Primer Atributo.

 

3. El tercero es Tiferet, “ Compasión o Belleza”.

Armoniza y mezcla el flujo libre del Primer Atributo con el severo ocultamiento del Segundo Atributo. Esas dos fuerzas son, respectivamente, expansivas y restrictivas una sin la otra no pueden manifestar el flujo de energía.

 

La belleza es creada a través de la armonía y el contraste. Esto se da cuando nosotros hacemos una “unión” que nos armoniza en función de la Luz primordial. Una ejemplo ocurre cuando nos convertimos en personas con el valor de la verdad, nuestras palabras, pensamientos y acciones se unen. Es que sólo los humanos pueden mentir. La razón para esto es que sólo los humanos tienen la posibilidad de crearse a sí mismos de alguna manera. Cuando mentimos caemos en nuestro deseo animal de la comodidad y la facilidad. Cuando decimos la verdad, nos reconectamos con la realidad trascendental de Dios y elegimos ser auténticos como seres humanos, sujetos al cumplimiento del propósito eterno que tenemos en Mashiaj.

 

4. El cuarto es Netzaj, “Persistencia, Victoria o Infinidad”.

 

Cualquiera que alguna vez haya resistido el deseo de obtener gratificación inmediata ha tocado esta cualidad. Es la fuente de la esperanza y la aspiración de crecer. Es el atributo donde se activa nuestra inspiración y creatividad, en el arte, danza, música, poesía.  Es la virtud que manifiesta la inspiración que conduce a la victoria.

 

5. El quinto es Hod, “Humildad o Esplendor”.

 

En hebreo hod es un sustantivo que significa literalmente “esplendor”, pero como verbo significa “confesar” y “agradecer”. Como seres humanos nosotros podemos ser movidos por el esplendor, ya sea que su fuente esté en lo espiritual o lo físico. Nuestra habilidad para ser verdaderamente sensibles en este sentido es lo que nos inspira a expresar agradecimiento. Frecuentemente nos resistimos a permitirnos ser agradecidos por la fragilidad de nuestra autoestima. Cuando nosotros comenzamos el día con las palabras «Modé Aní»  (“Te agradezco”) estamos expresando nuestro agradecimiento al Eterno, y simultáneamente nos vemos a nosotros mismos, humildemente, como creaciones merecedoras de vida gracias a la obra redentora de Mashiaj.

 

6. El sexto es Yesod, “Vínculo o Fundamento”.

 

Esto se refiere a nuestra habilidad para vincularnos. Este aspecto es llamado “fundación” porque es la fundación misma de todas las interacciones.

 

Lo que nosotros finalmente buscamos en las relaciones es bondad. Inevitablemente si tendríamos que elegir una característica en una futura pareja, sería una característica espiritual. Para algunos de nosotros sería la compasión, para otros sería la honestidad o la sensibilidad. Si nosotros vemos nuestro propio bien reflejándose hacia nosotros, nosotros amamos a la otra persona aún más. Lo que esto nos está diciendo es que lo que estamos buscando en última instancia, es un vínculo espiritual. Nosotros estamos buscando la cara del Eterno.

 

 

7. El atributo final es Malkut, “Reinado o Nobleza”.

 

Esto se refiere a nuestra habilidad de materializar el reinado de Yahvéh en todo el mundo y en nuestros propios corazones. La manera de hacer esto es mediante el reconocimiento de que nuestras misiones son de significado infinito. Al mismo tiempo mantenemos la humildad que resulta de saber que sólo podemos ver como propio un pequeño trozo de infinidad.

 

El proceso de recibir la Torah en el Monte Sinaí comenzó en verdad cuarenta y nueve días antes de su entrega, con el Éxodo de Egipto. Estos 49 días son tradicionalmente llamados «Sefirat HaOmer» que significa la Cuenta del Omer». Son siete semanas revestidas de procesos celestiales. Las siete semanas entre Pesaj y Shavuot tienen el potencial espiritual para darnos la habilidad de hacer que nuestras historias se desarrollen. El período de cuarenta y nueve días de «Sefirat HaOmer» es contado en días y semanas. Los siete días de cada una de las siete semanas constituyen los cuarenta y nueve días. Cada semana está representada por un atributo específico, y cada día dentro de esa semana está representado por un aspecto de dicho atributo. Dado que el funcionamiento completo de cada emoción es multidimensional, incluye dentro de sí una combinación de todos los siete atributos. Nosotros podemos hacer que cada día cuente, y lograr ser más humanos de lo que jamás hubiésemos imaginado.

 

La memoria y la imaginación permiten que nos asociemos a un evento del pasado. Al hacer esto revivimos y experimentamos aquellos sentimientos y emociones que fueron sentidos en el momento de los sucesos. Es tan sólo físicamente que el ser humano está limitado por el tiempo y el espacio; pero para la mente, no existen esas barreras. Cuanto mayor es la supremacía del espíritu sobre la materia, mayor es la facilidad para asociarse con un evento del pasado y experimentar su mensaje e inspiración en forma plena.

 

Este es uno de los motivos por los que debemos recordar la liberación de Mitzraim (Egipto) en cada generación. Todo hijo primogénito del Eterno debe verse a sí mismo cada día, como si él personalmente se hubiera liberado ese día de Egipto,y hubiese sido conducido por la Shekiná hacia el Monte Sinaí. Cada día debe practicar y buscar experimentar, un éxodo y liberación del “Mitzraim” en el que se encuentra, o sea liberarse de las distracciones materiales y físicas, de las limitaciones y obstáculos impuestos sobre su espíritu por su cuerpo y sus deseos.
Vemos entonces que la contraparte espiritual del evento histórico de la Liberación de Egipto es la liberación de la imagen divina (tzelem) de su prisión psíquica-corporal. Esto debe ser experimentado cada día del Conteo del Omer, y constantemente, con el fin de poder disfrutar de una verdadera libertad, ya que la peor y más dolorosa forma de esclavitud, es aquella que somete al individuo a sus propias pasiones y deseos.

 

Cuando un redimido consigue esa libertad interior, lograda únicamente viviendo de acuerdo a la Torah y a sus preceptos, experimenta un sentimiento de armonía interior, satisfacción y paz, que son el preludio de la libertad y de la paz del mundo que tendrá lugar con la próxima llegada de nuestro justo Mesías.

 

Los cuarenta y nueve días de Sefirat HaOmer,  nos enseñan cómo recuperar el control de nuestras emociones, mostrándonos cómo refinar nuestro carácter, paso a paso, de una manera basada en las verdades eternas de la Torah.

 

Por eso, estoy convencido que este análisis personal día por día, durante «Sefirat HaOmer,  te dará la habilidad de retrotraerte y dar una mirada objetiva a tus emociones subjetivas. El observar sus puntos fuertes y débiles te posibilitará, a su vez, dedicarte al desarrollo y perfeccionamiento de estos sentimientos a medida de que creces hacia una madurez emocional y espiritual, que te conduce a la plenitud de esa Nueva Humanidad que está esperando a Mashiaj.

 

«De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.»

(Efesios 4: 13 – NVI)

 

 

Bitácoras que ayudarán a entender mejor esta disciplina profética:

 

¿Qué es el Omer?… ¿Para qué sirve?

Los Ciclos del Eterno

¿Qué Significa Sefirá?

Cuarenta y Nueve Pasos Para Alcanzar La Gloria

¿Qué significa Sefirá? … (Comprender la esencia del Sefirat HaOmer)

 «Contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que trajisteis la gavilla de la ofrenda mecida; contaréis siete semanas completas. Contaréis cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo día de reposo; entonces presentaréis una ofrenda de espiga tierna al SEÑOR.

(Levítico 23: 15-16)

 

Este período de conteo que estamos realizando en obediencia al precepto divino se llama Sefirat HaOmer. La expresión hebrea sefirá, significa en primera instancia “cómputo” o “conteo”. En este sentido primordial, la Torah nos ordena contar esos días:

«Y contarán para ustedes… siete semanas completas…».

Durante este lapso, y en cada noche nos paramos, bendecimos y decimos: «Hoy es el día uno del Omer«,… «Hoy es el segundo día del Omer«, y así sucesivamente hasta llegar al día 49, previo a la Fiesta de Shavuot (Semanas) o Pentecostés (cincuenta días).

A efectos de comprender los misterios espirituales develados en este ritual, nos resultará interesante saber que la palabra sefirah proviene de dos raíces hebreas:

  • mispar (número) y
  • sifur (cuento o conteo).

La palabra para “número” en hebreo es “mispar” y su raíz está muy relacionada con la palabra “sipur”, que significa “cuento” o «conteo«. Este último término proviene del hebreo safir, que es la piedra del zafiro, la cual, siendo translúcida, tiene un brillo maravilloso. De esto podemos decir que esencialmente, y en forma sencilla, una Sefirah es «algo que brilla».

¿Cuál es la relación entre estas dos palabras?

Contrariamente a una antología casual de eventos, una serie de eventos se convierte en un cuento o una historia cuando hay un comienzo en el cual los personajes son presentados, una trama en la cual toma lugar la situación, y un desenlace en el cual aparece el final de la historia.

Nuestras vidas corren tan rápido que frecuentemente perdemos conciencia del enorme poder de nuestras propias historias. La metamorfosis de hoy hacia mañana es lo suficientemente sutil como para que perdamos la conciencia sobre los comienzos y los finales de nuestras vidas.

El mandamiento de contar el omer nos enseña a prestar atención a las cosas, y reabre nuestros corazones para escuchar historias.

¿Y qué historia es contada?

Hay dos historias que están entrelazadas.

La primera es la historia de la transformación de un pueblo que en Pesaj se liberó físicamente, a un pueblo que en Shavuot se liberó espiritualmente.

El día que dejamos Egipto fue un día en el cual nosotros rechazamos la definición egipcia de lo que nuestras vidas pueden ser. Nosotros nos liberamos para ser lo que queríamos ser. Pero aún no conocíamos nuestra propia historia. Fue sólo cuando recibimos la Torá que encontramos los canales que podían darle expresión a nuestras almas.

Fue entonces así que aprendimos el proceso de encontrarnos con los desafíos que son genuinos y duraderos. Nuestra historia comenzó a evolucionar.

Desde este origen, la cosmovisión hebrea entiende que una sefirah (en plural se dice «sefirot«) es un una especie de “canal de energía Divina” o una estructura de virtud llena de “fuerza de vida” que conduce a las almas de Israel a escalar la Vida y Su Propósito hasta llegar a la cumbre.

Estas virtudes, también llamados atributos, sólo se aplican a las manifestaciones del Eterno, es decir a aquellos aspectos de la Divinidad que se revelan a la creación y en ella. Estos atributos o manifestaciones divinas son radiaciones reducidas de la Luz del Ein Sof (o Luz Primordial) y se denominan sefirot.

Son los canales divinos de luz, a través de los cuales Dios creó el mundo y continúa alimentándolo con luz y energía Divina. Las sefirot hacen de puente, por decirlo de alguna manera, entre el Ein Sof (Infinito) y el mundo actual Olam Asiáh (mundo físico o Malkut), especialmente a través de la humanidad redimida (Israel).

De acuerdo a la mística sacerdotal hebrea, los siete días de la cuenta del Omer corresponden a siete de las diez Sefirot Divinas. En esta cosmovisión, la gama de la experiencia humana se divide en siete emociones y cualidades, que se llaman en plural, sefirot. Estas, subdivididas en siete, crean un total de 49.

Cada semana de la Cuenta del Omer corresponde a uno de esos poderes del alma humana. Y no solamente las semanas corresponden a esos poderes del alma, sino que dentro de cada semana, los siete días también corresponden a las mismas sefirot divinas. Esto significa que la Cuenta del Omer durante los 49 días es como la figura geométrica de un cuadrado de 7 por 7, en el cual estos 7 poderes del alma están inter-incluidos entre sí. Cada uno de ellos contiene un aspecto de cada una de las otras sefirot.

El propósito de este período de tiempo es permitirnos experimentar un cambio dentro de nuestros corazones, permitiéndonos adquirir un estado de armonía y equilibrio entre los diferentes poderes de nuestras estructuras espiritual y psíquica. Nosotros no queremos que estén separados y diferenciados, sino que interactúen entre sí.

Durante las siete semanas tenemos la oportunidad de romper lo que en hebreo se denomina Klipot (traducidas como «cáscaras de negatividad» o «máscaras egoicas«) dentro de nuestro ser, liberando la Luz que había sido atrapada por nuestras propias decisiones incorrectas. Sí, es cierto que el proceso de extracción puede ser doloroso, pero los beneficios de liberar las chispas de Luz atrapadas realmente lo valen.

 

Los siete atributos emocionales con los que nos conectamos cada día son:

  • Jesed: amor, benevolencia
  • Gevurá: justicia, disciplina, restricción
  • Tiferet: belleza, armonía y compasión
  • Netzaj: resistencia, fortaleza y ambición.
  • Hod: humildad y esplendor
  • Yesod: intimidad  unión y fundamento
  • Maljut: nobleza, soberanía y liderazgo.
 

Cada uno de los cuarenta y nueve días del sefirah (conteo) ilumina una de las cuarenta y nueve emociones, la energía de cada día consiste en examinar y refinar su correspondiente emoción. Después de perfeccionar y purificar todas las cuarenta y nueve dimensiones, estamos plenamente preparados para Matán Torah (entrega de la Torah) pues ahora estamos sincronizados con los cuarenta y nueve atributos Divinos de los cuales emergen los atributos humanos. Entonces, en el Shavuot no sólo conmemoraremos el Matán Torah, sino que lograremos vivir lo mismo que experimentaron los ancestros en el Monte Sinaí, ya que también viviremos el Kabbalah Torah (la recepción de la Torah) en nuestros corazones y nuestras mentes.

Comprendiendo esta estructura psíquico-pneumática (de alma y espíritu), se nos revela que la verdadera libertad proviene de permitir que el Espíritu Santo del Mesías tome control sobre las emociones y no les permita que generen pensamientos egocéntricos, sino todo lo contrario poder con el pensamiento mesiánico de la Torah dirigir la forma en como el cuerpo se siente y expresa.

Estos cuarenta y nueve días son sumamente positivos para los redimidos. Por ende, y debido a su característica, no deben ser utilizados ni ocupados para cosas mundanas. Sino que deben ser aprovechados como un gran periodo de introspección y cambios. En los días de Omer uno puede hacer el trabajo espiritual de ocho días en uno. Es por esto que si uno no está al tanto de lo que está ocurriendo estos días parecen ser caóticos, ya que el universo pone delante de nosotros, ocho días de desafíos concentrados en uno. La gran ventaja que nosotros tenemos es que sabemos cuál es la energía de cada uno de esos días y cuál es la emoción a corregir.

Resumiendo todo lo que hasta aquí hemos considerado, entendemos que a partir del Pesaj, en el día del Bikurim, y durante cuarenta y nueve días entramos, por medio del Mesías, en un portal cósmico que puede ayudarnos a alcanzar grandes alturas espirituales y a entender cómo funciona el sistema emocional humano que se encuentra alojado y distribuido en distintas partes del cuerpo y desde esos lugares suele controlar el temperamento y carácter de la persona humana, para que el Nombre de Yahvéh sea Glorificado por Su Creación.

“Cada día en el tiempo posee su propia vitalidad, energía y emoción que no vuelve, y espera que cada individuo se fusione y la canalice”

(Anónimo)


 Bitácoras que ayudarán a entender mejor esta disciplina profética:

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Los Ciclos del Eterno

Cuarenta y Nueve Pasos para Alcanzar La Gloria

Cuarenta y Nueve Pasos para Alcanzar La Gloria… (Sefirat haOmer)

Por David Nesher

“Y contaras desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofreciste la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán”

(Vayikra/ Levítico 23:15)

Muchos de los nuevos talmidim (discípulos) que Abba nuestro me ha entregado para capacitarlos en el Yugo de Yeshúa, me preguntan ¿qué es y qué significa el ritual de la Cuenta del Omer?

En forma sintética y sencilla responderé que la Cuenta del Omer es una mitzváh (mandamiento) que conecta Pesaj con Shavuot, es decir, el Éxodo de Egipto con la Entrega de la Instrucción (en hebreo: Matán Torah) en el Monte Sinaí.

Ahora bien, profundizando la respuesta (y en verdad este ritual lo merece) diré que el denominado Conteo del Omer es un período de siete semanas en el que el Espíritu Santificador del Eterno nos conduce desde la festividad de Pesaj, la celebración de la libertad en la cual salimos cada año del diseño mental llamado Mitzrayim (la limitaciones de la esclavitud de Egipto), hacia la festividad de Shavuot (“Las Semanas”), celebración de la entrega de la Torah (Matán Torah), cuando recibimos año tras año el sello de Su Instrucción para enseñarnos acerca de nuestro derrotero en el mundo. Esto quiere decir que la libertad de Israel fue de un estado de conciencia de estreches y de conformidad a un estado de recuperación total del control de sus vidas, de sus emociones, purificando paso a paso, cada día su carácter, depositando toda su confianza en el Eterno y en las verdades fieles de la Instrucción (Torah).

Considerado el relato histórico de ese modo, descubrimos que la cuenta del Omer constituye el pasaje de la libertad hacia nuestro encuentro con el propósito eterno que tenemos en la vida. Es un proceso metodológico divino de transición del estado mental reptiliano en que  creemos que podemos hacer lo que queramos, de acuerdo a nuestras necesidades de supervivencia, a un estado en que sabemos lo que queremos hacer, en el cual estamos conectados a nuestro verdadero destino. Este proceso es totalmente voluntario, es decir, que cada redimido decide esforzarse para realizar esta auto-educación.

Para entender bien este ritual sacerdotal-profético, recordemos que Mitzrayim (Egipto, en hebreo) significa “limitaciones”, “estrechez” «fronteras» o “confinamiento”; por lo que puede traducirse como: «zona que me limita desde mis angustias«.

Mitzrayim representa el conformismo y la restricción que el propio ego del ser humano produce en el interior de un individuo. Es el símbolo de nuestra zona de confort, cuyos pensamientos cohíben e inhiben nuestro libre movimiento y expresión. Entonces, en cada Pesaj, el Eterno nos hace tomar conciencia que dejar Mitzrayim (Egipto) significa lograr la libertad de lasa restricciones.

Después de abandonar Egipto, los hebreos pasaron los siguientes cuarenta y nueve días en el desierto preparándose espiritualmente para la experiencia más monumental de todos los tiempos: la entrega de la Torah en el Monte Sinaí. Nosotros, al igual que los hebreos que salieron con Moshé, si deseamos realmente liberarnos de toda actitud negativa, y  hacer una introspección que lleve al cambio, necesitamos entrar en un proceso de refinamiento gradual de nuestra alma en su temperamento y carácter.

Para asegurarse el éxito de esta promoción psíquica, el Eterno nos acompaña guiando a controlar la ansiedad que provoca todo cambio, haciéndonos tomar conciencia de que este proceso, como todo cambio, tiene un lema: “un día a la vez”. Este lema es necesario tenerlo en cuenta, ya que es un error común, en los seres humanos, creer que un cambio puede ocurrir de la noche a la mañana, especialmente si el cambió que estamos buscando anhela obtener un resultado positivo de por vida, y especialmente si se trata de nuestro carácter…

Este proceso de auto-educación consiste en provocar que el alma ascienda en la escalera emocional de su misma estructura psíquica, guiada por preguntas del propio espíritu humano, que bajo la influencia del Espíritu de Yahvéh procura llegar a niveles celestiales mayores. En esta peregrinación el alma se mueve en un proceso liberador de la esclavitud que producen nuestros pensamientos, malos hábitos y distintas adicciones de la sociedad que nos rodea e intoxica.

Para esto se creó Sefirat haOmer. Para entender y valorar que en el peregrinar de nuestra fe, ¡cada paso tras Yeshúa es un paso a una mayor Gloria!

Bitácoras que ayudarán a entender mejor esta disciplina profética:

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Los Ciclos del Eterno

¿Qué Significa Sefirá?

Los Siete Aspectos Mesiánicos de Nuestra Santidad

Los Ciclos del Eterno

«Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
Que traigamos al corazón sabiduría.»

(Salmo 90: 12)

Vivir en esta denominada posmodernidad es ser testigo y protagonista de lo que el profeta Daniel describió como tiempos en los que «…mucha gente andará de acá para allá, buscando aumentar sus conocimientos” (Dn. 12: 4). Todos somos blanco de la propuesta cotidiana de ser personas multifacéticas, sobrecargadas de responsabilidades salidas, la gran mayoría de ellas, de la presión de las redes sociales y los smarphones. De este modo las cosas se nos imponen desde el sistema reptiliano, cosificándonos, y así presionándonos a tomar la escala de valores materialistas que la élite que gobierna necesita que adoptemos.

Por ello, te pido que ahora te imagines una pausa…

Permite, por un momento, que tu imaginación encuentre en este instante una forma de dejar toda esta vorágine bien atrás. ¿Qué harías? Puede ser que te desesperes y hasta comiences a aburrirte. Seguramente descubras que has sido programado para creer que sin toda la sobrecarga sensorial de los medios de comunicación actuales estamos totalmente solos. Que sin un smarphone, un periódico, una radio o una laptop, la vida se transforma en una pesadilla. Pero considera esta otra alternativa. Quizás esta pausa te ayudaría a elegir enfocarte en las cosas que estimas importantes. Podría ser tu oportunidad para preguntarte en que crees, o en que estas realmente interesado. En vez de dejar que empresas comerciales o sociales, con agendas sutiles u obvias, manejen tus pensamientos. Tu mente lograría expandir la conciencia, y así te darías cuenta que el tiempo está en tus manos para administrarlo y sacar de él lo mejor para tu propósito.

Pues bien, quiero decirte que ese espacio reflexivo sí existe. Esa pausa existencial ya fue diseñada para ti por tu Creador. Se trata del Ciclo Séptuplo del Eterno. Una metodología celestial para contar nuestros días que permite que la Luz primordial fluya de nuestro corazón y repare nuestro entorno.

La vida y el universo se mueven en el tiempo a través de ciclos. Las Sagradas Escrituras, desde Génesis hasta Revelación (Apocalípsis) nos muestra esta verdad, esta ley, tanto en el mundo físico como en el espiritual.

El Eterno opera en ciclos de siete tiempos, acciones o eventos. El número siete representa la integridad y terminación. El número siete (que significa plenitud, cumplimiento y perfección) representa el Tiempo de Yahvéh. Este principio o ley lo extraemos del momento de la creación cuando nuestro Dios decidió bendecir y apartar para Sí (santificar) el séptimo día (tiempo, era o ciclo). Después de siete días, el mundo estaba completo. Hay 6 direcciones en nuestro mundo: norte, sur, este, oeste, arriba y abajo. Agregue el lugar donde usted está, y usted tiene un total de 7 puntos de referencia.

 

Los ciclos fundamentales en la Torah se fundamentan en el número siete. Ya sea que se cuenten los días semanales, los meses, los años o las series de los milenios, siempre notaremos que en las Sagradas Escrituras aparecen una y otra vez los ciclos de siete. Muchos de los movimientos proféticos de Israel y de los eventos significativos son patrones de siete. Por consiguiente, el siete está conectado con los avances y el favor espiritual de Israel.

La revelación de la Torah enseña que en una correcta mentalidad hebrea debe existir la conciencia de siete periodos o ciclo de tiempo. Cada una de las siete unidades de tiempo (ciclo) consta de dos fases principales: mundanalidad (jol) y santidad (kedushá). Seis días de trabajo mundano vienen seguidas de un día de descanso espiritual, de seis años de trabajar la tierra, a un año de suspensión y abstención de la materia, seis milenios dedicados a la lucha con el desarrollo y el mundo físico, a un séptimo milenio en el que la única ocupación de todo el mundo va a ser el conocimiento del Eterno.

 

Sin embargo, a pesar de su trascendente naturaleza, el séptimo día, el séptimo año y el séptimo milenio son partes constitutivas de los ciclos de la creación. La materialidad y la espiritualidad pueden diferir en gran medida, hasta el punto de la exclusividad mutua, pero ambos son parte de la naturaleza: los dos se rigen por el marco de las leyes que definen la realidad creada.

 

El hecho de que la Santidad exige el cese y la suspensión de todas las cosas mundanas, indica que, también, tiene sus límites. Esto significa que así como existe una naturaleza física que define y delimita el alcance de las cosas físicas y de las fuerzas, así también el reino de lo espiritual tiene su “naturaleza”, su propio conjunto de leyes que definen lo que es y lo que no es, en el que puede existir y donde no, y cómo y de qué manera puede hacerse sentir más allá de sus fronteras inviolables. Así, mientras que el concepto de la trascendencia parece la antítesis de la definición, la trascendencia es en sí una definición, por lo que se define (y por lo tanto limita) a sí mismo como más allá, y distinto de lo material.

El primer ciclo está compuesto por los siete días de creación  que culminan con el Shabat (día sabático, conocido también como el día del descanso). El «día séptimo» o Shabat representa la esfera del Tiempo de Dios, pues simboliza Su reposo mesiánico. Yahvéh desea que nosotros moremos, reposemos y permanezcamos desde esa esfera de Tiempo, para crear y señorear sobre toda la creación (Gén. 2:1-3; Éxo. 20:8-11; Lev. 23:2-3; Mr. 2:23-28; 3:1-5; Mt. 12:9-13; Col. 2:16-3:4; Heb. 4:1-13). Sabemos, por lo que la Torah nos revela, que el séptimo día es importante, porque en él el Eterno subraya y enfatiza el SER, el estar en Él y con Él. En seis días trabajamos, HACEMOS; pero en el séptimo día descansamos, reposamos, sencillamente SOMOS. El diseño de Dios para Sus hijos es que trabajemos desde el descanso; primero somos (descanso), luego hacemos (trabajo).

 

La Torah no le da ningún nombre específico a cada uno de los seis días de la semana. En la cosmovisión de Yahvéh no existen domingo, lunes ni martes; tampoco miércoles, jueves o viernes. Desde la Torah Él nos ordena “recordar el día del Shabat”. Esto significa que debemos recordarlo desde el primer día de la semana. De esta manera nos referimos a los días de la semana sólo en términos de su lugar relativo al Shabat, como “el primer día desde el Shabat”, “el segundo día desde el Shabat”… y así en más, hasta el “sexto día desde el Shabat” o “la víspera del Shabat”. Es el Shabat quien define y une a los otros seis días de la semana.

El segundo ciclo se manifiesta en el período en el que se lleva la cuenta de las siete semanas entre la festividad de Pesaj  y Shavuot (la entrega del Espíritu de la Torah). El mero acto de tomarnos el tiempo de “contar” cada día, por siete semanas, en voz alta y con bendición, nos hace extremadamente conscientes de la importancia de este ciclo específicamente. Shavuot, que conmemora el surgimiento del Pueblo de Israel como una nación casada con el Eterno, por virtud de recibir y aceptar la Torah también marca una terminación. Tal vez es por eso que la festividad es llamada Shavuot, «Semanas». Por ello, es propicio identificar a esta festividad como una terminación del proceso de creación de la nación de Israel.

El tercer ciclo es el de las  festividades de peregrinaje: Pesaj, Shavuot y Sukkot que suceden en un período de 7 meses de intervalo, con siete fiestas del Eterno en total.

El cuarto ciclo está discernido en la cuenta de los años, el año de Shmitá que es el Año Sabático. El séptimo año del ciclo de los siete años de trabajo de la tierra, llamado en hebreo el año de la Shemitá, es decir, el año de descanso de la tierra de Israel. Es por eso que cada siete años rigen en la tierra de Israel, algunas leyes especiales relacionadas con los cultivos, con el producto agrícola el mantenimiento y cuidado de jardines y campos agrícolas (Bamidvar – Números – 34:1-2). Al igual que Shabat, Shmitá es un medio para reconectar todo a su fuente. Mientras nos alejamos cada vez más del punto inicial de la creación, necesitamos de Shmitá para que nos regrese a él. Justamente cuando la creación parece un recuerdo borroso, sentimos que la humanidad maneja el mundo y que nuestra inteligencia nos ha traído la recompensa de lo que ella ha logrado. Shmitá trae un Shabat a la tierra y cambia todo. Shmitá nos da la oportunidad de disolver la distancia entre nosotros y la creación, y devolver la tierra a su fuente, es decir, a Dios. Debido a que Israel no guardó el shmita, Dios los envió a cautividad durante setenta años para permitir que la tierra descansara (Levítico 26:32-35).

El quinto ciclo, relacionado con el anterior, está comprometido con el conteo de Yobel o Año Jubilar.  Este ciclo consiste en añadir siete ciclos anuales siete veces (o 7 x 7 = 49 años) y decretar un jubileo (Yobel) en el décimo año del séptimo mes, cada cincuenta años (Levítico 25: 3-10).  En hebreo, la palabra para “jubileo” es yovel (significa el sonar de trompeta), ya que esto representa el año de libertad. Una liberación sucedía en ciclos de cada cincuenta años, comenzando en el Día de Expiación, al hacer sonar las trompetas de plata. Este sistema para contar eventos importantes cada año cuarenta y nueve o cincuenta fue tan importante que se compiló todo un libro conocido hoy como «El libro de los Jubileos«.

El sexto ciclo cuenta los miles de años que dividen la existencia del mundo en siete mil (7.000) años; seis mil (6.000) años pre-mesiánicos (en los cuales estamos viviendo) que continuarán con el Mesías inaugurando, junto a sus santos, el séptimo milenio, un ciclo que se apoda “el tiempo de un eterno Shabat”. En este ciclo séptuplo la totalidad de la historia humana transcurre en una semana de siete milenios, que consta de seis mil (6.000) años de trabajo humano en el mundo desarrollando la creación de Dios, y el séptimo milenio, que es “totalmente Shabat y descanso, para la vida eterna”. Llamándose a este último la era del Mashíaj o El Milenio. Este ciclo constituirá la culminación de seis milenios de historia humana caída y destacará el esfuerzo para hacer de este mundo una «morada para el Eterno» por medio de la enseñanza de la Torah.

Y por último el séptimo ciclo, basado en tiempo que se llama los cincuenta mil (50.000) jubileos. El término que denota el infinito nivel de consciencia que atendremos con la Segunda Venida del Mesías, cuando experimentaremos la resurrección de los difuntos y el mundo venidero será completamente revelado. El término 50.000 jubileos simboliza un estado eterno de revelación continua y avance espiritual.

Todos estos ciclos de siete ocupan un lugar importante en nuestras vidas, y en realidad todos forman una concentración de energía que guían nuestra consciencia hacia esa plenitud mesiánica que Abba anhela que alcancemos.

Mientras más meditemos en ellos, más nos conectaremos y podremos orientarnos con los ciclos divinos que el Eterno puso en marcha en el momento de la creación.

Siete es no sólo el número elemental de tiempo, sino también de todo lo creado y de la realidad creada como un todo. Esto es especialmente verdad en el ser humano, que fue creado “a imagen de Dios” para poder conformarse a Su semejanza. Por eso, el carácter humano se compone de siete unidades (el amor, la moderación, la armonía, la ambición, la devoción, conexión y receptividad), reflejando los siete atributos o virtudes que el Eterno asume como creador del universo, y que quiere manifestar en sus hijos por medio de Su primogénito, Yeshúa HaMashiaj.

Habiendo alcanzado el entendimiento de estos secretos divinos, te invito a meditar en los días, fiestas y ciclos del Eterno… ¡Te animo a planificar según sus días, fiestas y ciclos que Yahvéh ha dispuesto para sus hijos! ¡Atrévete a cerrar y abrir ciclos según la buena y perfecta voluntad del Señor!

¡Sé que el Eterno, como Abba kadosh, te entregará la misma unción que le dio a los hijos de Isacar!

 «De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos.»

(1 Crónicas 12:32)

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