«Contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que trajisteis la gavilla de la ofrenda mecida; contaréis siete semanas completas. Contaréis cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo día de reposo; entonces presentaréis una ofrenda de espiga tierna al SEÑOR.
(Levítico 23: 15-16)
Este período de conteo que estamos realizando en obediencia al precepto divino se llama Sefirat HaOmer. La expresión hebrea sefirá, significa en primera instancia “cómputo” o “conteo”. En este sentido primordial, la Torah nos ordena contar esos días:
«Y contarán para ustedes… siete semanas completas…».
Durante este lapso, y en cada noche nos paramos, bendecimos y decimos: «Hoy es el día uno del Omer«,… «Hoy es el segundo día del Omer«, y así sucesivamente hasta llegar al día 49, previo a la Fiesta de Shavuot (Semanas) o Pentecostés (cincuenta días).
A efectos de comprender los misterios espirituales develados en este ritual, nos resultará interesante saber que la palabra sefirah proviene de dos raíces hebreas:
- mispar (número) y
- sifur (cuento o conteo).
La palabra para “número” en hebreo es “mispar” y su raíz está muy relacionada con la palabra “sipur”, que significa “cuento” o «conteo«. Este último término proviene del hebreo safir, que es la piedra del zafiro, la cual, siendo translúcida, tiene un brillo maravilloso. De esto podemos decir que esencialmente, y en forma sencilla, una Sefirah es «algo que brilla».
¿Cuál es la relación entre estas dos palabras?
Contrariamente a una antología casual de eventos, una serie de eventos se convierte en un cuento o una historia cuando hay un comienzo en el cual los personajes son presentados, una trama en la cual toma lugar la situación, y un desenlace en el cual aparece el final de la historia.
Nuestras vidas corren tan rápido que frecuentemente perdemos conciencia del enorme poder de nuestras propias historias. La metamorfosis de hoy hacia mañana es lo suficientemente sutil como para que perdamos la conciencia sobre los comienzos y los finales de nuestras vidas.
El mandamiento de contar el omer nos enseña a prestar atención a las cosas, y reabre nuestros corazones para escuchar historias.
¿Y qué historia es contada?
Hay dos historias que están entrelazadas.
La primera es la historia de la transformación de un pueblo que en Pesaj se liberó físicamente, a un pueblo que en Shavuot se liberó espiritualmente.
El día que dejamos Egipto fue un día en el cual nosotros rechazamos la definición egipcia de lo que nuestras vidas pueden ser. Nosotros nos liberamos para ser lo que queríamos ser. Pero aún no conocíamos nuestra propia historia. Fue sólo cuando recibimos la Torá que encontramos los canales que podían darle expresión a nuestras almas.
Fue entonces así que aprendimos el proceso de encontrarnos con los desafíos que son genuinos y duraderos. Nuestra historia comenzó a evolucionar.
Desde este origen, la cosmovisión hebrea entiende que una sefirah (en plural se dice «sefirot«) es un una especie de “canal de energía Divina” o una estructura de virtud llena de “fuerza de vida” que conduce a las almas de Israel a escalar la Vida y Su Propósito hasta llegar a la cumbre.
Estas virtudes, también llamados atributos, sólo se aplican a las manifestaciones del Eterno, es decir a aquellos aspectos de la Divinidad que se revelan a la creación y en ella. Estos atributos o manifestaciones divinas son radiaciones reducidas de la Luz del Ein Sof (o Luz Primordial) y se denominan sefirot.
Son los canales divinos de luz, a través de los cuales Dios creó el mundo y continúa alimentándolo con luz y energía Divina. Las sefirot hacen de puente, por decirlo de alguna manera, entre el Ein Sof (Infinito) y el mundo actual Olam Asiáh (mundo físico o Malkut), especialmente a través de la humanidad redimida (Israel).
De acuerdo a la mística sacerdotal hebrea, los siete días de la cuenta del Omer corresponden a siete de las diez Sefirot Divinas. En esta cosmovisión, la gama de la experiencia humana se divide en siete emociones y cualidades, que se llaman en plural, sefirot. Estas, subdivididas en siete, crean un total de 49.
Cada semana de la Cuenta del Omer corresponde a uno de esos poderes del alma humana. Y no solamente las semanas corresponden a esos poderes del alma, sino que dentro de cada semana, los siete días también corresponden a las mismas sefirot divinas. Esto significa que la Cuenta del Omer durante los 49 días es como la figura geométrica de un cuadrado de 7 por 7, en el cual estos 7 poderes del alma están inter-incluidos entre sí. Cada uno de ellos contiene un aspecto de cada una de las otras sefirot.
El propósito de este período de tiempo es permitirnos experimentar un cambio dentro de nuestros corazones, permitiéndonos adquirir un estado de armonía y equilibrio entre los diferentes poderes de nuestras estructuras espiritual y psíquica. Nosotros no queremos que estén separados y diferenciados, sino que interactúen entre sí.
Durante las siete semanas tenemos la oportunidad de romper lo que en hebreo se denomina Klipot (traducidas como «cáscaras de negatividad» o «máscaras egoicas«) dentro de nuestro ser, liberando la Luz que había sido atrapada por nuestras propias decisiones incorrectas. Sí, es cierto que el proceso de extracción puede ser doloroso, pero los beneficios de liberar las chispas de Luz atrapadas realmente lo valen.
Los siete atributos emocionales con los que nos conectamos cada día son:
- Jesed: amor, benevolencia
- Gevurá: justicia, disciplina, restricción
- Tiferet: belleza, armonía y compasión
- Netzaj: resistencia, fortaleza y ambición.
- Hod: humildad y esplendor
- Yesod: intimidad unión y fundamento
- Maljut: nobleza, soberanía y liderazgo.
Cada uno de los cuarenta y nueve días del sefirah (conteo) ilumina una de las cuarenta y nueve emociones, la energía de cada día consiste en examinar y refinar su correspondiente emoción. Después de perfeccionar y purificar todas las cuarenta y nueve dimensiones, estamos plenamente preparados para Matán Torah (entrega de la Torah) pues ahora estamos sincronizados con los cuarenta y nueve atributos Divinos de los cuales emergen los atributos humanos. Entonces, en el Shavuot no sólo conmemoraremos el Matán Torah, sino que lograremos vivir lo mismo que experimentaron los ancestros en el Monte Sinaí, ya que también viviremos el Kabbalah Torah (la recepción de la Torah) en nuestros corazones y nuestras mentes.
Comprendiendo esta estructura psíquico-pneumática (de alma y espíritu), se nos revela que la verdadera libertad proviene de permitir que el Espíritu Santo del Mesías tome control sobre las emociones y no les permita que generen pensamientos egocéntricos, sino todo lo contrario poder con el pensamiento mesiánico de la Torah dirigir la forma en como el cuerpo se siente y expresa.
Estos cuarenta y nueve días son sumamente positivos para los redimidos. Por ende, y debido a su característica, no deben ser utilizados ni ocupados para cosas mundanas. Sino que deben ser aprovechados como un gran periodo de introspección y cambios. En los días de Omer uno puede hacer el trabajo espiritual de ocho días en uno. Es por esto que si uno no está al tanto de lo que está ocurriendo estos días parecen ser caóticos, ya que el universo pone delante de nosotros, ocho días de desafíos concentrados en uno. La gran ventaja que nosotros tenemos es que sabemos cuál es la energía de cada uno de esos días y cuál es la emoción a corregir.
Resumiendo todo lo que hasta aquí hemos considerado, entendemos que a partir del Pesaj, en el día del Bikurim, y durante cuarenta y nueve días entramos, por medio del Mesías, en un portal cósmico que puede ayudarnos a alcanzar grandes alturas espirituales y a entender cómo funciona el sistema emocional humano que se encuentra alojado y distribuido en distintas partes del cuerpo y desde esos lugares suele controlar el temperamento y carácter de la persona humana, para que el Nombre de Yahvéh sea Glorificado por Su Creación.
“Cada día en el tiempo posee su propia vitalidad, energía y emoción que no vuelve, y espera que cada individuo se fusione y la canalice”
(Anónimo)