Por P.A. David Nesher
Ve’el-habakar rats Avraham vayikach ben-bakar rach vatov vayiten el-hana’ar vayemaher la’asot oto.
«Mientras, Abraham corrió hacia el ganado, tomó un ternero tierno y seleccionado y se lo entregó al joven, que se apresuró en prepararlo.»
(Génesis/Bereshit 18:7)
Según el Midrash, Avraham, con la intención de atender con grandes honores a los tres «peregrinos» que estaba hospedando, va en búsqueda de becerros de su ganado, pero un animalito se le escapó. Entonces comenzó a perseguirlo por todo el camino. Al fin, Abraham lo alcanzó en una cueva y es cuando descubre lo que después se conocería como la «Me’rat Hamakhpela«, (la cueva de Macpelá), que habrá de ser lugar de sepultura de todos los patriarcas y matriarcas de Israel.
Cuando Abraham entró a la cueva, halló ahí las tumbas de Adam y Javah. Fue ahí cuando decide que quería ese lugar sagrado como terreno para enterrar a su familia.
Al final, sigue explicando el Midrash, el platillo resultaría toda una delicia; lengua a la mostaza, una lengua entera para cada invitado. Matar a un animal solo para comer su lengua era el acto de amplia generosidad que especialmente se le daba a los nobles.
El texto cuenta que Abraham mandó sacrificar tres becerros. Pues bien, el joven “faenero” era su hijo Ishmael. Abraham le delegó la tarea a él para introducirlo en el sendero de las buenas acciones. Así Ishmael ayudaba a su padre quien cultivaba en él el valor de la hospitalidad.
Macpelá en hebreo significa «la cueva de las tumbas dobles«, porque de acuerdo con la tradición hebrea el lugar aloja las tumbas gemelas donde están enterradas cuatro pares de parejas bíblicas importantes: Adam y Javah; Avraham y Sarah; Itzjak y Rivkah; Yaakov y Líah.