Por P.A. David Nesher
TIPOLOGÍA MESIÁNICA
Muchas personas, intoxicadas de dogmas cristianos, cuando leen estos versos, concluyen que Yaakov (Jacob) robó los derechos de Esav (Esaú). Pero en este punto, las Sagradas Escrituras (Biblia) revelan claramente que el Eterno había escogido a Yaakov para ser el hijo de la Semilla Mesiánica prometida a la humanidad en el Edén (Gén. 3) y pactada con Abraham en su llamado (Gén. 12; cap. 15). A esto se le suma el hecho de que Esaú ya había vendido su primogenitura a su hermano menor. Por lo que debemos sinceramente decir que, si alguien estaba tratando de robar la bendición, este era Esaú.
Ahora bien, aunque en el relato da la sensación que los actores humanos son los únicos que están en control de toda acción, en el análisis final, podemos ver que en verdad es Yahvéh que se encuentra trabajando detrás de la escena todo el tiempo para llevar a cabo Su voluntad perfecta. El Eterno tenía un proyecto maravilloso para la vida de Jacob, y ese proyecto no pudo ser impedido por la acción de Isaac o Esaú, ni podría ser ayudado por la inteligencia de Rebeca. Yahvéh permitió todo esto con la Intención maravillosa de dejar codificado una tipología que hoy nos invita a meditar en ella, a fin de que profundicemos en las maravillas de nuestra Salvación.
En el texto vemos que Yaakov encontró la aceptación de su padre y recibió su bendición porque él se refugió detrás del nombre del primogénito hijo amado de su padre, y estaba vestido de sus vestiduras, que eran un olor fragante a su padre. De la misma manera, nosotros, como pecadores, encontramos la aceptación ante el Eterno y recibimos Su bendición, ya que nos refugiamos en el nombre de Su amado primogénito. Estamos vestidos con ropas de salvación (Isaías 61:10), que recibimos de Él, venimos así ante el Padre por los méritos de Su Hijo que se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios (Efesios 5:2).
De ese modo, somos incorporados en el diseño de Su Monte Santo, disfrutando de la asamblea de primogénitos que tiene a favor una sangre que clama más fuerte que la de Abel (Hebreos 12: 23-24).
¡Anhelo que disfrutes tu posición de hijo primogénito en Él!Tip