«Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza; y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío. Y como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen;…»
(Romanos 1:26-28)
Les presento a quien antes era Thomas, y ahora es Tammy. Hijo adoptivo de madres lesbianas, Debra Lobel y Pauline Moreno, quienes aseguran que el niño expresó desde los tres años su deseo de ser niña. Sus madres alegan que cambiar el sexo de joven es mucho mejor para el pequeño que esperar la edad adulta. Pensar que alguien exprese y lleve a cabo su transexualidad con sólo 11 años parece extraño. Sin embargo es lo que ocurrió con un niño, ahora niña, en los EEUU.
La cadena CNN desató una intensa polémica en Estados Unidos al difundir el caso de Thomas Lobel, un niño al que sus madres adoptivas someten a un tratamiento hormonal de «cambio de sexo» desde que cumplió 8 años y ahora se hace llamar Tammy. La pareja asegura que Thomas tiene un «trastorno de identidad sexual«. El niño fue adoptado a los dos años de edad y a los cuatro años tuvo un intento de automutilación.
Thomas dijo desde pequeño «soy una niña«, es el argumento que ellas presentan para defender y justificar su acción. Sin embargo, estas mujeres admiten que siempre quisieron que Thomas fuera una niña pero sostienen que nunca lo presionaron para que se convirtiera en mujer. Según la pareja, una de las primeras cosas que dijo Thomas fue: «soy una niña» y lo hizo en el lenguaje de signos porque sufre un defecto en el habla.
Después de tres años tomando hormonas, Tammy, que ahora tienen 11 años, va a ser sometido a una operación quirúrgica para amputarle el pene. Sus madres aseguran que eso es lo mejor para Tammy y que sólo importa la salud y la felicidad de su “hija”.
Ellas expresaron: «Vivimos en el mejor de los mundos… En un futuro próximo, nos veremos por fin liberados de la opresión homófoba de la Naturaleza y podremos fabricar hijos que se parezcan a lo que nos dé la real gana. Vamos a ver: a la vista de lo que cuestan los hijos, ¿acaso no es normal que estos sean exactamente igual a los esperan sus padres consumidores? Cuando vamos al supermercado, ¿acaso no pretendemos que nos den lo que nos corresponde por nuestro dinero, es decir el producto adecuado a nuestras expectativas?«
Para la médico psiquiatra Maíta García Trovato, el caso de Thomas Lobel es el de «un niño seriamente perturbado que amerita más que un tratamiento hormonal, asistencia psiquiátrica. Para él y para sus dos madres. ¿Qué capacidad de decisión puede tener un niño de 11 años?«, cuestionó García Trovato.
Esta profesional de la psiquiatría explicó a ACI Prensa que «a los 8 años, en una familia normal, tus padres te enseñan a comer lo que debes, te fijan horarios y te educan hacia la normalidad. Desde luego, no se tiene capacidad legal para manejar un auto, tomar licor, disponer de bienes patrimoniales, etc. Sin embargo, están facilitando a este pobre niño que decida lo más importante que lo acompañará toda la vida: su identidad sexual«.
«Éste es un caso significativo del riesgo que puede correr un niño al ser dado en adopción para satisfacer los deseos de una pareja homosexual. Se suman aquí, la ausencia de un progenitor de identificación y otro de complementariedad; la falta de compromiso real para afrontar la crianza del hijo en forma responsable buscando para él las mejores oportunidades de una vida plena y la falta de criterio de las personas a quienes ha sido entregado y que optan por lo que les viene más fácil sin cuestionarse el papel que están jugando ellas en la formación de la incipiente personalidad del niño«, agregó.
Además, precisó que el caso «plantea cuestionamientos éticos y morales para el equipo médico que ha aceptado intervenir en el cambio de sexo de un pre púber«. «Son los adoptados y no los adoptantes quienes ostentan el derecho de adopción. La adopción debe ir a favor del adoptado y siendo especialmente cuidadosos con su bienestar, independientemente de las aspiraciones de los adoptantes«.
De ahí, prosiguió la experta, «que, normalmente, las adopciones van precedidas de un estudio minucioso de la capacidad física, psicológica y moral de las personas a quienes se va a confiar el destino de un menor. Bastante desventura tiene ya por ser huérfano para introducirlo en situaciones disfuncionales y en experimentos de cualquier índole«.
Asimismo, advirtió que las madres de Thomas arguyen que admitieron el tratamiento «porque hay historias de transexuales que se han suicidado alrededor de los 20 años» informadas por una encuesta realizada en Gran Bretaña que asegura que el 50 % de los transex uales se suicidan a partir de esa edad.
Sin embargo, García Trovato recordó la historia del canadiense David Reimer (1966-2004) , quien de niño perdió sus genitales por una mala práctica médica, sufrió una reasignación sexual y terminó suicidándose, al no poder recuperar su sexo de nacimiento.