Por Moisés Franco
Deuteronomio 32:7 dice:
“Acuérdate de los tiempos antiguos,
Considera los años de muchas generaciones;
Pregunta a tu padre, y él te declarará;
A tus ancianos, y ellos te dirán”
(RV60).
Leyendo éste y tantos otros pasajes de resulta evidente el rol protagónico que le da la Torah al varón en el destino de las generaciones. Ahora bien, ¿de qué trata ese rol? ¿cuál es la misión del varón que esté al frente de un hogar y/o una asamblea?
Si profundizamos en este versículo, la orden concreta a cada generación es “acordarse”. En hebreo se usa la palabra zakár זָכַר. Ese vocablo significa: recordar, conservar, dar cuenta, mencionar, “donde yo hiciere que esté la memoria” y también “varón”, entre otras cosas.
Si prestamos atención a estas dos últimas significaciones, el verbo zakár habla en sí mismo de ser “varón”. Es decir, que la función del elemento viril desde el diseño hebreo tiene que ver con la memoria, pero no en un sentido pasivo sino de rescatar la historia, es un esfuerzo, un acto voluntario y consciente. Por eso dice: “donde yo hiciere que esté la memoria”.
Bien, pero ¿qué es lo que debemos recordar dedicada y cuidadosamente? Como explicó el apóstol David Nesher en el grupo de estudio “Bendición Toráh”, los tiempos antiguos (– en hebreo ימות עולם, yemót olam, “los días eternos” o “los días del mundo” –) y los años de muchas generaciones (– en hebreo שנות דור ודור, shenót dor va-dor, “los años de una generación y otra generación” –) no son la misma cosa.
Los primeros se refieren a los seis días de la creación del mundo, y los segundos a la historia de la humanidad. Traducido a nosotros, al menos como yo lo interpreto, los padres deben poder explicar los orígenes de la fe inspirada por YHVH desde Yeshúa el Mesías a nuestras vidas; y no sólo los orígenes sino saber explicarla a lo largo del tiempo. Pero esto no como algo aislado de la realidad material sino también vinculándola a los acontecimientos históricos de la humanidad; ya que con la Torah podemos entender la historia de una forma diferente a la que la masonería nos ha enseñado en las academias occidentales.
Si hablamos de memoria, hablamos de tiempo, por lo que el Eterno también nos está diciendo que un varón fundado en la verdadera fe, la hebrea, desde el Mesías, tiene que ser entendido en los tiempos. Es decir, comprender qué es lo que Abba está haciendo en cada época y cómo eso influencia en cada familia y nación.
Más que informar.
Es interesante que la palabra usada en el citado versículo como “declarará” es nagád, (נָגַד ), entre otras cosas este verbo significa: proclamar, comunicar, explicar, mostrar, etc. De estas acepciones resulta evidente que lo que el Espíritu Santo quiere transmitirnos, es que el Eterno busca mucho más que un simple “traspaso de información”. Él anhela que el varón a cargo de un hogar sepa proclamarles a sus hijos, comunicar (poner en común), su fe con la de ellos, que sepa explicar los códigos de la misma, sin imponer dogmas, y que, por sobre todo, muestre con sus actos que esa fe da resultado en la vida cotidiana. Tarea ardua, sin dudas, pero llevadera en Sus fuerzas.
Por último, vale retomar uno de los sentidos del primer verbo, zakár (acordarse), y es “hacer mención”. Según la Real Academia Española esto quiere decir: “recuerdo o memoria que se hace de una persona o cosa, nombrándola, contándola o refiriéndola”. Por lo que para cumplir con todo lo anterior, es indispensable el diálogo, el sentarse a hablar con los hijos no sólo de fútbol y de la escuela, sino dedicar un tiempo genuino para conversar lo que Abba quiere.
“Se las repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado”
(Dt.6:7, BJ)
Dos preguntas para cerrar:
- ¿qué, cómo y cuánto conversás con tus hijos?
- Y para quienes no tienen hijos nacidos aún ¿cuánto te estás instruyendo y viviendo en la fe de Abraham, Isaac y Jacob dada por gracia a través de Yeshúa?