Por Moisés Franco
Un amigo me comentó que recientemente había tenido un altercado con unos familiares a los cuales él confrontó con su vida de pecado.
Era gente conocedora de la Instrucción del Eterno (en heb. Torah) y que en apariencia tienen su misma fe pero sus acciones no se condicen del todo. Como la discusión se puso acalorada debido a que se habían enquistado en su posición pese a que mi amigo les hablara citando las Escrituras Sagradas, uno de esos familiares le dijo: “Jesús no actuaría así”.
Al contarme la anécdota me hizo pensar en la imagen del Mesías que tiene mucha gente y que confieso en algún tiempo tuve.
Hollywood nos ha vendido a un hombre inhumano, sin ira, que vive tan delicadamente que pareciera no rozar el suelo, un hombre amanerado que habla del amor y las buenas obras, de llevarnos bien con todos y traer paz, que habla siempre con la delicadeza de una maestra de nivel inicial.
Sin embargo, el Yeshúa ( nombre hebreo del verdadero Mesías) que se revela en los Evangelios pareciera ser algo diferente.
A continuación, citaré formas con las que el Hijo de Dios se refirió a personas conocedoras de la torah y con autoridad:
· Serpientes, camada de víboras (Mt. 23:32-33)
· Hijo del infierno (Mt. 23:15)
· Hipócritas (en total aparece 17 veces en los evangelios, sólo pondré algunas citas: Mt.6:2, 6:5, 15:7, 22:18, 23:13, Mc. 7:6, Lc. 13:15)
· Diablo (Jn. 6:70)
· Satanás (a Pedro, Mt.16:23)
· Hijos del diablo (Jn. 8:44)
· Ladrones (a gente que en teoría servía a la adoración en el templo: Mt. 21:13 y Mc. 11:17)
· Asesinos (a supuestos hombres justos: Jn. 7:19, 8:37 y 8:40)
· Zorro (a un gobernante, Lc.13:32)
· Hombres de poca fe (a sus discípulos, Mt. 8:26 y 16:8)
· Torpes (también a sus discípulos, Mt. 15:16 y Lc. 24:25)
· Sinagoga de Satanás (Ap. 2:9)
¿Se contradice la imagen de las películas con la de este Cristo?
Pablo, uno de los mayores edificadores de Israel en las naciones por medio de su doctrina trató de torpes también a los gálatas (Gál. 3:1, 3) y ordenó que se entregara a un fornicario que estaba dentro de la asamblea de Corinto “a Satanás para destrucción de su naturaleza pecaminosa” (1Cor. 5:5).
Usted tal vez esté diciendo, como le dijeron a mi amigo por confrontar pecados, que estoy sacando textos fuera de contexto para manipular. Lo invito con absoluta honestidad y amor a que estudie profundamente los evangelios y demás escritos, analice no sólo el contexto escritural sino el contexto histórico y cultural, revise las traducciones y demás. No se quede con la duda, indague y vea con sus propios ojos que el Jesús cristiano hollywoodense no es más que una farsa inútil, porque nadie puede imitar a ese hombre débil que aparentemente no tiene celo de Dios como Fineas, como Samuel o tantos otros profetas.
Por eso mismo el cristianismo ha gestado gente que no puede vivir lo que cree y los que más lo intentan suelen ser unos manipulables maldecidos por incumplir la torah.
En cambio, el verdadero Yeshúa, el que caminó Jerusalén, el que sanó enfermos también confrontó abiertamente el pecado antes de entregarse en la cruz para luego resucitar.
Hoy, en tiempos del individualismo new age, nadie quiere incomodar a nadie y practican una falsedad. Algún lector dirá, “bueno, pero no es necesario decir las cosas con la vehemencia que seguramente lo dijo su amigo para que el clima se pusiera acalorado”; y en parte tiene razón mi amado lector, pero en parte no.
Así como no se puede exhortar de la misma forma a un niño de dos años por su mala conducta que a un adulto de 30, tampoco considero sabio exhortar de igual manera a un bebé en la fe que a alguien que lleva años y tiene un conocimiento avanzado de las Escrituras sagradas.
Si prestamos atención, Yeshúa a los que más duramente les habló era a aquellos que se creían entendidos en los secretos del Cielo pero que vivían orgullosamente en pecado. No así con muchas otras personas aunque el mensaje fuese el mismo: hagan teshuvah (arrepiéntanse).
No estoy proponiendo que seamos unos “Rambos” que ametrallemos agresivamente a las personas con versículos bíblicos jactándonos de supuesta santidad, porque el Eterno “rechaza a los soberbios” (Jacobo/Santiago 4:6).
Pero necesitamos entender lo que Moisés, los profetas y especialmente Yeshúa predican: arrepiéntanse del pecado.
El mismo apóstol que arrojó a una persona a Satanás dijo: “el amor no es egoísta” (1 Cor. 13:5) sino que busca lo mejor para el otro, y lo mejor es estar reconciliado con YHVH el Dios Verdadero (2 Cor. 5:11-21). Pero para eso debemos renunciar a la vida llena de ego y vivir en obediencia.
Tampoco se trata de ser prefecto para recién ahí exhortar a otros, es buscar día a día la santidad y anhelar fervientemente que otros hagan lo mismo.
Si amas, muere a tu ego y predica el arrepentimiento de pecados a tu prójimo para evitarle los juicios del Cielo. Eso es amar.
“No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado. No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo YHVH”
(Vayikrá 19:17-18)