Por P.A. David Nesher
«Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno»
שְׁמַע יִשְׂרָאֵל יְהוָה אֱלֹהֵינוּ יְהוָה אֶחָד
Pronunciación: Shemá Israel, YHVH Eloheinu, YHVH Ejad
(Deuteronomio 6: 4)
En la parashá (sección o porción) Vaetjanan nos encontramos con las bases de nuestra creencia. Se repite en nuestra memoria el momento supremo de recibir la Torah (kabalá Torá). También tenemos el primero de los tres párrafos del *Shemá Israel:
- «Shemá Israel«, Escucha Pueblo de Israel,
- «Yahvéh Eloheinu«, Yahvéh es nuestro Dios,
- «Yahvéh Ejad«, es Uno y Único.
En el lenguaje hebreo la palabra Shemá (escucha), puede también significar «acepta hasta que vibre en todo tu ser«. Por eso, debemos saber que cuando recitamos el Shemá, estamos aceptando la soberanía del Eterno sobre nosotros. Esto quiere decir que aceptamos y nos comprometemos con cumplir Su voluntad tal como se nos indica e instruye en la Torah, con todos los preceptos positivos y negativos (prohibiciones) que el Todopoderoso ordenó observar.
En estas palabras, llamadas El Shemá, encontramos la clave para poder vivir cerca del Eterno en todo momento. Por ello, quiero permitirme el lujo celestial de desglosar esta expresión en cada uno de sus términos, y poder sumergirnos en las profundidades de su significación:
Shemá: Significa «Escuchen con atención y tomen esto seriamente» Es la aceptación de que lo primero que el ser humano tiene que hacer para estar cerca del Eterno es escuchar y obedecer. El Eterno toma la iniciativa para acercarse a nosotros y nosotros sólo tenemos que hacerle caso para poder obtener su gracia. Acércate cada mañana al Eterno y toma unos minutos para escuchar, sin hacer nada más, y deja que el Espíritu de Yahvéh te hable por las palabras de la Torah que has leído. No seas tan rápido en tus oraciones que sólo hables y no escuches. Es mejor escuchar a Yahvéh que hablarle. El shemá nos enseña a poner el escuchar con atención como la máxima prioridad en nuestras vidas, para luego obedientemente llevarlo a la práctica.
Israel: La segunda cosa que es necesario que se destaque en nuestra conciencia es nuestra identidad como pueblo exclusivo del Eterno. El gentil que ha hecho la conversión al Dios de Israel por medio del Mesías Yeshúa es parte del Pueblo escogido, pero no se convierte en judío (no necesita hacerlo), y puede identificarse con el pueblo (Efesios 2:19).
«YHVH Eloheinu» (Yahvéh nuestro Dios): Esta es la declaración de los que son parte de Israel. Al pronunciar esta expresión aceptamos nuestra certeza de que Yahvéh es nuestro Dios personal además de ser el Dios universal. Él mantiene una relación exclusiva con cada uno de nosotros individualmente y establece todas las circunstancias de la vida para extraer y aplicar toda la grandeza con la que fuimos creados. Este versículo revela que Yahvéh es únicamente el Dios de Israel. Los que tienen otros dioses no son parte de Israel. Pero los profetas aseguraron que en el futuro sería el Dios de toda la humanidad a través del Mesías:
“En ese tiempo daré a los pueblos labios puros, para que todos ellos invoquen el nombre de Yahvéh, para que le sirvan de común acuerdo.”
(Sofonías 3:9)
“Y YHVH será rey sobre toda la tierra; aquel día YHVH será uno, y uno su nombre.”
(Zacarías 14:9)
Hoy, las naciones gozan del cumplimiento mesiánico de estas promesas, y es responsabilidad de nosotros, los hijos primogénitos de Su Monte que demos a conocer Su Nombre entre los pueblos.
» YHVH Ejad” (Yahvéh Uno es): La palabra traducida como “uno” (ejad), implica unidad y unicidad. Es decir que el énfasis de esta frase es revelara que Yahvéh es Uno y Único.
Primeramente, es interesante decir que las Sagradas Escrituras usan este término para marcar la unidad entre varios elementos o personas, pero que se manifiestan como uno solo. El hebreo usado aquí para uno es ejad, el cual habla literalmente de una unidad compuesta, en lugar de utilizar la palabra hebrea yajeed, la cual se refiere a una unidad absoluta o singularidad (Génesis 22:2 y Salmo 25:16).
La primera vez que se utilizó echad en la Torah es en Génesis 2:24 donde se usa la expresión ejad diciendo «y serán una sola carne”. Nuevamente, la idea de una unidad (una sola carne), haciendo una pluralidad (varón y mujer). En Éxodo 26:6 y 11, los cincuenta corchetes de oro son utilizados para unir cortinas para que la tienda pueda ser una (ejad), una unidad (una) compuesta por una pluralidad (las muchas partes del tabernáculo). En Ezequiel 37:17 el Señor dice a Ezequiel que debe unir dos palos (representando proféticamente a Efraín y a Judá) en uno (ejad), hablando nuevamente de una unidad (un palo) compuesto por una pluralidad (dos palos). No hay ninguna manera en que ejad pueda tener la idea de una singularidad absoluta; la idea de un Dios en tres personas encaja perfectamente con el termino de ejad.
Por lo tanto, la palabra ejad tiene los siguientes dos significados en este contexto: que Yahvéh no es plural (no hay dentro Él dioses en alianza) y que no hay otro igual a Él. Él es el único Dios que existe y esa unicidad, esa singularidad, lo ha revelado a Israel, especialmente a través del Mesías.
La vida eterna consiste en conocer – por experiencia vivencial – al único Dios verdadero, y a quién ha enviado, Yeshúa el Mesías:
“ Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Yeshúa el Mesías, a quien has enviado.”
(Juan 17:3)
“…para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesús el Cristo, por quien son todas las cosas y por medio del cual existimos nosotros. Sin embargo, no todos tienen este conocimiento…”
(1 Corintios 8:6-7a).
Así mismo, hasta el título Dios (hb. Elohim) en esta línea sugiere la pluralidad del Eterno en una absoluta y perfecta Unidad. La palabra hebrea es Elohim, gramáticamente, es una palabra plural siendo utilizada como una palabra singular. El rabí Simeón ben Joaji, comentando acerca de la palabra Elohim: “Venir y ver el misterio de la palabra Elohim; son tres grados, y cada grado por si solo, sin embargo, todos son uno, y uniéndose se hicieron uno, y no están divididos entre sí.” El teólogo y reformador alemán Martín Lutero al explicar la exégesis de Elohim usado en este versículo destacó: “Pero tenemos el claro testimonio que Moisés pretendió indicar a las tres personas en una y única naturaleza divina.” ¡No son tres dioses, sino Uno y Único!
Sólo hay UN Dios. Adoramos a UN Dios, existiendo en tres personas, no tres dioses diferentes.
Un redimido, de mentalidad hebrea, debe saber que el Eterno es Uno Arriba, Abajo y en los cuatro puntos cardinales.
El significado de UNO incluye:
Es la única Verdad absoluta pues todas las demás realidades dependen de Él para su existencia. La idea significa que no solo hay un Dios, sino que Dios y toda la creación son una cosa. No hay nada aparte de Yahvéh. Nada existe fuera de Él; cada cosa que percibimos, cada partícula de existencia no es sino una manifestación del Eterno.
La esencia del Eterno es Una, si bien podemos percibirlo solamente a través de diversos atributos.
Él es una Unidad, no puede ser dividido ni comparte Su soberanía. Él es el Rey del Universo.
Es Uno por encima del tiempo y el espacio. Aunque podemos aceptar los eventos y las personas únicamente en términos del pasado, el presente y el futuro, debemos entender que Yahvéh es eterno; y aunque podamos pensar de cualquiera como confinado en un lugar, debemos saber que Yahvéh está presente en todas partes (Omnipresente).
Está por encima de cualquier atributo corporal. Aunque estemos obligados a referirnos a Él en términos comprensibles para nosotros, como son: «Su Voz», «Su Brazo», etc. debemos comprender que en realidad no tiene ningún atributo físico y no está sujeto a ninguna condición o limitación alguna.
Esta es la verdad esencial de Yahvéh, nuestro Dios. Él es una persona y no una fuerza vaga panteísta. Siendo Uno, Él no puede ser representado por imágenes contradictorias. Ya que Yahvéh nuestro Dios es uno, Él no es Baal, ni Astarté. Él es Yahvéh, el verdadero Dios, y el Señor de todos, y esos dioses no lo son.
Este es el motivo por el cual tenemos que amar a Yahvéh con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todos nuestros medios o recursos.
Por eso necesitamos elevar nuestra conciencia ante el hecho de que el Shemá es una de las herramientas más poderosa para atraer energía sanadora a nuestra vida. El verdadero poder del Shemá es liberado cuando recitamos esta oración mientras meditamos con ella al despertar, y antes de acostarnos. Decir el Shemá por la mañana y por la noche es una hermosa mitzvá (mandamiento) que garantiza la atmósfera de milagros que necesitamos para cada día.
El Shemá Israel proviene de la tecnología espiritual de la Torah, y está diseñada para ayudarnos a traer la consciencia Mashiaj a nuestra vida y la de nuestra familia.
Para finalizar, debo decir que al tiempo que un hijo primogénito debe creer en la Unicidad de Yahvéh en todo momento, está obligado a proclamarlo verbalmente cada mañana y cada noche por donde quiera que vaya y a toda criatura que encuentre en su peregrinar.
Ahora los invito a que consideren la decodificación de la palabra EJAD (Uno) en este imagen: