Por Moisés Franco
«YHVH es el que va delante de ti. No te dejará ni te desamparará. No temas ni desmayes.«
(Devarim/Deuteronomio 31:8)
El Espíritu Santo me tocó mucho con estos dos verbos y la promesa de que no me dejará ni desamparará.
El primero en hebreo es «rafá» y se relaciona con: débil; dejar; desamparar; flojo; intimidar.
El segundo en hebreo es «azáb» y significa: abandonar; desechar; fallar; quitar, entre otras cosas.
El Espíritu del Señor me permitía ver que esta es la generación actual: débil e inestable en sus relaciones. Por algo se la llama «la generación de cristal«, pero esto no es sólo para los jóvenes, sino que en mayor o menor medida abarca a todas las edades.
Porque el compromiso, el amor abnegado, es incompatible con el hedonismo alentado por las series y el new age de las redes sociales.
En cambio, el Espíritu Santo a través del apóstol Pablo nos dice:
«El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.«
(1Corintios 13:7)
En un mundo adicto a soltar, tener un amor así es un acto completamente revolucionario.
Así fue y es el amor de Yeshúa, quien:
«…como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.»
(Juan 13:1)
Quisiera cerrar esta breve meditación con lo que el Eterno me llevó a preguntarme esta mañana:
- -¿ Mi amor hacia mis vínculos es flojo, débil, abandona y suelta fácilmente? ¿es fuerte, constante, resiliente?
- -¿ Y lo mismo hacia mi llamado, mis proyectos y sueños?