La izquierda en su conjunto apoyó el plan, mientras que la mayor parte de la derecha, mayoritaria en el cuerpo legislativo, se opuso a dar a las parejas del mismo sexo la posibilidad de casarse.
«No hay que ir en el sentido del viento, ni ceder a las modas«, dijo Michel Diefenbacher, diputado por el oficialismo. «Estamos en contra de la homofobia, pero no queremos alterar en el inconsciente colectivo la imagen y la función del matrimonio, que es una institución encargada de la protección del más débil, empezando por la mujer«, agregó.
Por el contrario, el impulsor de la iniciativa, el socialista Patrick Bloche, consideró que el objetivo era acabar con «la discriminación«. Señaló que no se afectaba la idea de familia ya que el texto propuesto no planteaba la opción de la adopción de niños.
El representante recordó que siete Estados europeos reconocieron el matrimonio igualitario (Holanda, Bélgica, España, Noruega, Suecia, Portugal e Islandia) y destacó que algunos de ellos, de «cultura católica muy marcada«, no se vieron «sacudidos en sus fundamentos por su reconocimiento» de la unión entre personas del mismo sexo.
La líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, una de las firmes opositoras al proyecto, llegó a comparar el enlace gay con la poligamia.