START son las siglas en inglés del nuevo tratado firmado el 8 de abril por los presidentes de EE.UU. y Rusia, Barack Obama y Dmitri Medvedev. En español se llamaría Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. Éste se firmó en Praga, la capital checa, y el objetivo del mismo es reducir sus respectivos arsenales nucleares y sistemas de lanzamiento (sujeto a ratificación por el Senado de EE.UU. y la Duma rusa). Antes, durante la misma semana, publicó su nuevo Estudio de la Postura Nuclear (NPR) que por primera vez pareció abandonar el primer uso de armas nucleares.
Ayer, y después de dos días de debate,casi medio centenar de jefes de gobierno y de Estado acordaron redoblar los esfuerzos para combatir el terrorismo nuclear. Para ello respaldaron una propuesta del presidente Barack Obama para poner a resguardo, en un plazo de cuatro años, todo el material atómico mundial para evitar que caiga en manos de terroristas.
Todo da a entender que la sombría nube del terror nuclear que ha colgado sobre la cabeza de la humanidad durante los últimos 65 años se estuviera disipando de una buena vez y asegurase la Paz Mundial para los hombres. Pero, el Espíritu Santo de Dios trajo a mi mente el paradigma profético que dice:
«…cuando digan Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos una repentina destrucción, como los dolores de una mujer en parto qué es imposible escapar.
Sin embargo ustedes hermanos, no están en la oscuridad para que ese día los sorprenda como ladrón.»
(1 Tesalonisenses 5: 1 – 4)
Esto me movió a informarme de algunas cosas y me enteré, entre tantas, que EE.UU. conserva 1.550 ojivas nucleares desplegadas y 2.200 (según algunos cálculos 3.500) más almacenadas y una tríada de vehículos de lanzamiento terrestres, aéreos y submarinos.
Lo que es más alarmante, sin embargo, es que Washington sigue adelante con el proyecto de reemplazar la espada y el escudo nuclear –para chantaje y disuasión– por un modelo no nuclear que podría desestabilizar el anterior “equilibrio del terror” que ha sido una pesadilla criminal durante seis décadas, pero con sesenta años sin una guerra masiva de misiles.
La nueva espada, o lanza, integra planes para sistemas de armas convencionales de primer ataque empleando la misma tríada de componentes de tierra, aire y mar –más el espacio– y el escudo es una red mundial de despliegues de misiles interceptores, también en las cuatro áreas. ¡El Pentágono se propone poder atacar primero e impunemente!
El arsenal no nuclear utilizado para neutralizar y destruir las defensas aéreas y estratégicas, potencialmente todas las fuerzas militares importantes de otras naciones, consistirá en misiles balísticos intercontinentales, misiles balísticos adaptados a lanzamiento desde submarinos, misiles crucero y bombarderos hipersónicos, y bombarderos estratégicos “super-stealth” capaces de evitar la detección por radar y así evitar las defensas basadas en tierra y aire.
EE.UU. también intensifica los programas de guerra espacial y cibernética con el potencial de paralizar los sistemas de vigilancia y comando militar, control, comunicaciones, informáticos y de inteligencia de otras naciones, llevándolas a la indefensión en todos los ámbitos, fuera del táctico más básico.
Entre los acuerdos de la cumbre también figuran sanciones más duras para quienes contrabandeen material nuclear y que haya una menor cantidad de uranio altamente enriquecido en reactores civiles, dado que esa forma de uranio es un ingrediente clave para las bombas atómicas.
En su declaración final, los participantes de la histórica cumbre, la más importante convocada por Estados Unidos desde 1945, indicaron que se «esforzarán» por cumplir todas las obligaciones ya existentes en lo respectivo a la seguridad nuclear y en promover que se sumen otros Estados. De todas maneras, son declaraciones de intención sin compromiso.
«El pueblo estadounidense estará más a salvo y el mundo será más seguro [después de esta cumbre]«, dijo en una conferencia de prensa un Obama visiblemente satisfecho.
El 7 de abril de este año, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas rusas, general Leonid Ivashov escribió una columna llamada “La sorpresa nuclear de Obama.” De ella es buena resaltar las siguientes palabras:
“Esencialmente, la nueva doctrina nuclear de EE.UU. es un elemento de la nueva estrategia de seguridad de EE.UU. que sería descrita de modo más adecuado como la estrategia de impunidad total. EE.UU. aumenta su presupuesto militar, da rienda suelta a la OTAN como gendarme global, y planifica ejercicios en una situación real en Irán para probar la eficiencia en la práctica de la iniciativa de Ataque Global Inmediato. Al mismo tiempo, Washington habla de un mundo totalmente libre de armas nucleares.”
Todo esto ya lo conocemos bien; la “pax americana”, la paz de los cementerios, la paz que nos dice: “hay que matar a todos los que alteran la paz”. En otras palabras: habrá paz siempre y cuando recibamos con gozo la violencia… La Biblia nos dice que la paz es fruto de la justicia, no de la subordinación a la violencia. La paz del mundo es subordinación a la violencia de este sistema; la paz bíblica es hija de la justicia y la igualdad. Cuando veamos a la justicia y la igualdad prevalecer, veremos la bandera de la paz flameando bien alto. Cuando el sistema nos dice “paz y seguridad” nos está hablando de destrucción.
Lo irónico de esto es que, la única nación responsable del genocidio nuclear más grande de la historia, del crimen de ilesa humanidad más cruel, sea la que convoque a una reunión que pretende traer la paz al respecto.
Hago un llamado a los verdaderos profetas del Señor y a la Iglesia toda a estar en vigilancia con respecto a estas cosas.
¡El fin se acerca!
¡El Señor viene pronto!
P.A. David Nesher