Por Mario Sabán.
Estamos deslumbrados por la modernidad y la velocidad de la época. Estamos corriendo de un lado para otro, respondiendo correos electrónicos, respondiendo mensajes, asistiendo a reuniones… Vamos ocupando todo nuestro tiempo con la luz exterior. Nos vamos alejando de Kéter (LUZ INTERIOR), pero tampoco vivimos en Maljut (MATERIA).
Vamos pasando de una dimensión a otra sin disfrutar de ninguna. Lo que prima es la velocidad y, cuanto más se acelera el exilio de uno mismo, el ¿quién soy? se multiplica.
Entonces, la respuesta es apretar el acelerador e ir a mayor velocidad. Así que no solamente nos alejamos de la luz interior, sino que no logramos ni percibir la luz exterior.
La espiritualidad es la única herramienta que tenemos para poner freno a esta velocidad sin sentido y para lograr así cierto nivel de profundidad dentro de esta realidad. Por eso debemos vivir de un modo más austero en Maljut(LA MATERIA), probablemente defendiendo nuestra interioridad.
Tenemos que realizar el esfuerzo de apagar el ordenador, el móvil y todos los aparatos electrónicos a nuestro alrededor, y buscar nuestro paraíso privado, porque «quien no medita una hora al día con sí mismo—dice Najman de Bratslav— es como si no hubiera vivido».
Solo se vive cuando equilibramos la luz exterior con la luz interior.
Ser espiritual y vivir solo en la luz exterior es no haber comprendido el funcionamiento de la realidad. Y ser espiritual y vivir solo en la luz interior implica lo mismo.
Mario Sabán.