«Cinco cortinas estarán unidas una con la otra; también las otras cinco cortinas estarán unidas una con la otra«.
(Éxodo 26:3)
En el día de hoy nos concentraremos en el principio celestial revelado en este versículo que permite comprender un secreto maravilloso para lograr la perfecta unidad de una congregación.
El tabernáculo (hebreo mishkán) era unta tienda con un marco y una serie de cubiertas elaboradas. Esta sección describe la primera cubierta, la que quedaba a la vista en el interior del tabernáculo. Interesante es resaltar que los planos para el tabernáculo fueron revelados a Moisés del interior hacia el exterior, comenzando con los muebles del interior y dicha construcción. Nos aproximamos al santuario de afuera hacia adentro, pero Yahvéh construye el santuario de adentro hacia afuera. Él trabaja en Su pueblo de acuerdo al mismo patrón. En el caso de las cortinas para la cobertura interior debemos decir que eran de lino torcido, y eran unidas al ser tejidas cinco cortinas una a otra, cada una de 42 pies (14 metros) de longitud y 6 pies (2 metros) de ancho. Primero fueron unidas en sets de cinco, y luego todas fueron unidas para cubrir 42 pies (14 metros) por 60 pies (20 metros).
El texto hebreo las cortinas que se utilizarían para el techo del mishkán (la morada) son llamadas mujeres y hermanas. El texto hebreo que se tradujo como “una con la otra” en ishá el-ajotáh, (– אשה אל-אחתה –) significa literalmente “una mujer con (o hacia) su hermana”.
Interesante es que cada cortina es comparada con una mujer y todas las cortinas son hermanas. ¿Por qué las cortinas son llamadas mujeres? Porque el Eterno quería dejar una fuerte enseñanza en la congregación de Israel. Para el Eterno las mujeres son hermanas y deben ser unidas de manera muy fuerte para que nunca más puedan ser separadas.
Esta unidad es una de las condiciones para que la congregación pueda ser una morada para el Eterno. Donde no hay unidad no puede haber una casa para el Eterno. Cuando las mujeres se unen una con la otra con corazones unidos podrán ser una parte muy importante en la morada del Todopoderoso.
Esta revelación fue perfectamente entendida por los discípulos de Yeshúa de las primeras comunidades. Las mujeres hicieron un gran papel en la introducción del yugo del Mesías en el mundo pagano. Por eso Pablo, desde el comienzo de sus cartas a sus últimas palabras de despedida, nos da nombres de mujeres que tenían gran influencia en la vida de la Iglesia, y particularmente en la unidad de la misma.
La epístola a los Filipenses menciona dos mujeres de influencia; Evodia y Síntique, de las cuales Pablo dice que “han combatido conmigo juntamente en el evangelio, con Clemente y otros colaboradores”. La preocupación del apóstol al escribir esta carta es saber que estas dos mujeres se han dividido provocando una grieta en la congregación:
«Ruego a Evodia y ruego a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor…»
(Filipenses 4:2)
Desde la cosmovisión occidental, que dos mujeres no puedan llegar a un acuerdo no parece ser un problema serio; sin embargo, en la cosmovisión hebrea estas dos mujeres eran prominentes en la iglesia y estaban haciendo que otros tomaran parte su desacuerdo, así que era de suficiente importancia para que Pablo las identifique por nombre.
Aparentemente estas dos mujeres eran la fuente de algún tipo de pleito en la iglesia. No tenemos idea de la causa de la disensión entre Evodia y Síntique. Lo que sí sabemos, es que los efectos de la misma tenían que ser destructores para la iglesia. No sabemos si había diferencias doctrinales entre las dos o celos de carácter personal. Otra vez vemos al maligno azuzando a una hermana contra otra, como en el pasado. Todo ello era en deterioro de la obra y el crecimiento de la iglesia.
En lugar de tomar un bando o tratar de resolver sus problemas, Pablo simplemente les dijo que sean de un mismo sentir en el Señor. Pablo entendía que esta situación deshonraba el nombre del Señor y era un escándalo en la congregación. Esto estorbaba también la obra de la gracia en el área femenina de la asamblea.
El apóstol Pablo, además de hablar de las extraordinarias cualidades de estas dos mujeres, entre las que destaca el ser colaboradoras, dice que sus nombres estaban en el «libro de la vida»; el registro celestial de los fieles. Esto era suficiente razón para que estas hermanas superaran sus diferencias. Por otro lado, en vista de que las dos estaban destinadas a participar del Gobierno Milenial, donde solo la armonía será notoria ¿no deberían llevarse bien sobre la Tierra en este tiempo?
Por último, entendemos que la mujer es el símbolo del alma humana. Por ende, todo lo que aquí se ha dicho también aplica a los varones que forman parte de una congregación, y especialmente que tienen influencia en ella.
Todo esto nos lleva a la maravillosa conclusión de que cuando hay reyertas entre personas influyentes se forman facciones en la congregación, pues los unos se ponen en favor de uno y de otro y estas rencillas habrían terminado con la congregación.
Todos sabemos que debido a nuestra imperfección, tenemos la tendencia de distanciarnos de quienes nos han ofendido y de aislarnos. Pero eso no es lo mejor:
“La gente poco amistosa solo se preocupa de sí misma; se opone al sentido común.”
(Prov. 18:1 – NTV).
En vista de que somos un pueblo que invoca unidamente el nombre de Yahvéh a través de Yeshúa, debemos estar decididos a “servirle hombro a hombro” con nuestros hermanos (Sof. 3:9).
¿Cómo reaccionaremos si sentimos que uno de nuestros hermanos nos ha tratado mal o de forma injusta? ¿Dejaremos por ello de servir a Yahvéh con toda el alma? ¿O, más bien, nos armaremos de valor y resolveremos el problema para no perturbar la inestimable paz de la congregación?
“Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos.
(Rom. 12:18.)
Resolvámonos a poner en práctica dicho consejo, y así podremos seguir andando en el camino que lleva a la vida.
¡Que el Eterno quite de nosotros todo lo que impide que seamos unidos totalmente para que su gloria pueda ser manifestada dentro de y entre nosotros!