Antes de saberlo, hay que entender la pregunta. Aparentemente, si el sueño simboliza algo que está por sucederle a una persona, no habría necesidad de provocar la materialización del mismo.
El sueño viene a anunciar algo que está por ocurrir en el mundo. A veces algo está en los cielos y necesita ser traído a la tierra, como un tesoro que está guardado y encerrado y se necesita una llave que lo abra. Como una bendición que se recibe de un amigo o, lo contrario, la maldición (Dios no lo quiera), es como si abriera un paquete cerrado que está en los cielos y este recae sobre el que recibió la bendición o la maldición.
¿Cómo materializamos un sueño? Esta expresión proviene de la palabra materia. Un sueño es algo espiritual; por eso la pregunta es: ¿cómo convertimos algo espiritual en una realidad material? ¿Cuál es llave que abre ese tesoro?
Nuestros sabios nos enseñaron que esta llave está compuesta de tres partes y para ello necesitaremos tres cosas: boca, cerebro y corazón.
Es decir, primero, un intérprete que exprese con su palabra una explicación a los sueños. Segundo, una explicación lógica y cierta y no cualquier otra cosa. Y tercero, que el soñador acepte, en su corazón, la interpretación recibida y la comparta.
Una boca que interprete:
El Tratado de Berajot, del Talmud Babilónico, dice que Yosef primero soñó y después le dijo a sus hermanos: “Escuchen, por favor, el sueño”. Una vez que se los contó, ellos le dijeron: “¿A qué te refieres, acaso tú gobernarás y reinarás sobre nosotros?” Después, con el segundo sueño, también fue a contárselo a sus hermanos, pero ellos se callaron y fueron a contárselo al padre.
Ahora surgen las preguntas:
- ¿Por qué Yosef rogó a los hermanos que escuchasen el sueño?
- ¿Para qué se los dijo, sabiendo de antemano que ellos lo iban a envidiar?
- ¿Por qué en el segundo sueño no respondieron nada?
Hay una sola respuesta para todo esto y es: para que se materialicen los sueños requieren de un intérprete.
Por eso, Yosef les dijo a sus hermanos que por favor lo escuchasen, porque si no, el sueño no podría materializarse. Los hermanos desconocían este concepto e inocentemente le dijeron que este sueño se refería a que Yosef reinaría sobre ellos (incluso se lo dijeron en un tono irónico) Una vez que le dijeron eso, Yosef los provocó diciendo que cayeron en la trampa al haberle dicho que él reinaría sobre ellos, aunque también lo expresaron en un tono irónico. Por lo tanto, la segunda vez no quisieron responderle nada, ya que habían aprendido la lección. Yosef tuvo que recurrir a su padre y éste también le dijo irónicamente: ¿Acaso nos prosternaremos ante ti? Esto fue lo más importante para Yosef, cuando le dijo Yaacov que su sueño anunciaba su reinado. Ya no importaba el por qué, ni el cómo, ni el cuándo. Lo importante era que sería rey.
Esto nos confirma que la palabra tiene un poder muy grande. Una persona que bendice a otra en ese instante le abre tesoros inmensos guardados en los cielos. Así también, un hombre que maldice (Dios no lo quiera) a otra persona, hace descender sobre el otro los dos decretos que habían sido misericordiosamente guardados por Dios, y con su maldición los baja todos a la tierra. En Proverbios (18:21) leemos: “La vida y la muerte están en manos de la lengua”. Y en la Toráh está escrito: “El ave de los cielos lleva la voz”. Al respecto, el Zohar explica que hay un ángel que se encarga de llevar las palabras que las personas sacan de su boca como bendiciones y maldiciones ante el Eterno para que se cumplan.
Así también ocurre con la interpretación de los sueños: si la persona interpreta para bien, entonces le estará abriendo el candado para que bajen todas las cosas buenas del cielo sobre esa persona, ya que a través de su interpretación puede ser bendecido. Pero si el sueño es mal interpretado, lo estará maldiciendo y empiezan a bajar acontecimientos desagradables sobre esa persona, Dios nos guarde.
Es importante relatar nuestros sueños para que se materialicen, pero debemos hacerlo solamente a alguien que nos quiera de verdad, alguien que vea el sueño positivamente, alguien que se fije siempre en la mitad del vaso que está lleno, alguien sabio.
La fuerza de la palabra en la interpretación de sueños, es muy grande. Por eso es que no se puede contar un sueño en público o delante de cualquier persona, porque si uno de ellos dice que ese sueño presenta algo malo, muchos sufrimientos podrán recibir (Dios nos guarde). Por eso hay que tener mucha precaución a quién se le cuenta un sueño, y si no tiene a quién decírselo, entonces que él mismo se lo interprete, en voz alta, escuchándose. Siempre decimos que hay que abrir la boca para cosas buenas, pero a veces ocurre con una mamá que le dice a su hijo: “Te vas a caer, no lo hagas, te vas a caer”. Y de repente el hijo se cae y ella encima le grita más fuerte: “Viste, te lo dije”. A veces una mujer le dice a su esposo: “Baja la velocidad que vamos a chocar, baja la velocidad que te va a agarrar un policía”. Y de repente BUM… “Te lo dije”.
A veces no nos damos cuenta de que las cosas pasan como consecuencia de lo que sacamos de nuestra boca, y no es que no debemos precaver a nuestros amigos o familiares, sino que debemos precaverlos así: “Cuidado, que NO te caigas”, “Bájate para que NO te golpees”, “Baja la velocidad para que NO ocurra un accidente”… Siempre introduciendo el “NO” en la frase.
La fuerza de la boca es muy fuerte, todo el tiempo. Así también con los sueños, la boca tiene mucha fuerza, bien para materializarlo, para anularlo, para debilitarlo o para fortificarlo. Por eso, siempre debemos buscar una boca buena que nos interprete el sueño, alguien que siempre saque perlas de su boca.
La fuerza del cerebro
Después de la boca viene el cerebro. Es decir, la sabiduría de la interpretación, la conexión de lo soñado con la realidad. Por más que tengamos una boca que hable bien, si la interpretación no guarda relación alguna con la realidad, entonces lógicamente eso no se materializará. Porque cada sueño contiene una información acerca de un tema en específico, y la boca es la única que puede manipular esta información y convertirla en algo productivo. Pero si el sueño habla de hierros y alguien dice que son plásticos, entonces obviamente no funcionará. Por ejemplo, si alguien le dice a su amigo que soñó con un piso que era de color blanco y negro, y éste le responde que eso significa que ganará la lotería, ¿qué relación guarda una cosa con la otra? ¿Qué sabiduría hay en esto? Tiene que ser una sabiduría como la que vimos en los sueños del Tanaj, cuyas interpretaciones guardaban una información valiosa, oculta y profunda. Cómo relacionaban el sueño, con la vida de quien soñaba. Para eso hace falta poner a funcionar el cerebro.
Por ejemplo, Yosef escuchó en el sueño del ministro de los coperos acerca de tres ramas de uvas y en el sueño del ministro de los panaderos, escuchó acerca de tres cestas. Decide Yosef que esto representa tres días. ¿Quién le dijo esto a Yosef, quizás no se podría referir a tres semanas, tres meses, tres años o tres horas? Aquí Yosef supo poner su cerebro a funcionar porque él sabía que en tres días sería el cumpleaños del Faraón, el día en el que el rey demuestra sus poderes, su grandeza. Algunos presos son llevados a la muerte (como muestra de su fuerza) y otros son absueltos (como muestra de su grandeza). Por eso, Yosef lógicamente supuso que tres ramas y tres cestas se refieren a tres días.
Debemos saber que interpretar un sueño no es solamente decir cosas buenas, sino que también hay que poner el cerebro a funcionar. Antes de interpretar cualquier sueño debemos conocer una serie de reglas que nos permitirán explicarlos con sabiduría. Entre los sabios que dieron estas reglas encontramos a Rabí Shlomó Ben Jofní Gaón, yerno de Rab Jay Gaón; así como Rabí Abraham Ibn Ezra, y otros más. Las reglas son:
a) Hay que investigar que el sueño no sea una imaginación, preguntando si no pensó al respecto durante el día anterior, o si habló del tema con que soñó con alguien el día anterior; si el sueño era claro y no turbio; si fue durante la noche o casi amaneciendo.
b) Una vez descartado el hecho de que el sueño haya sido sólo una imaginación, procedemos a investigar si la persona es soltera, casada, divorciada, viuda, si tiene hijos, etc. Hay cosas que para alguien soltero representa boda, pero para alguien casado representa riqueza e hijos.
c) Averiguamos qué hizo la persona el día anterior, porque si hizo alguna transgresión es porque Dios le quiere reprochar sus actos a través del sueño o si hizo alguna buena acción, significa que Hashem quiere felicitarlo y motivarlo a que siga adelante.
d) Si la persona tiene algún pensamiento que lo está mortificando, por el que está rezando constantemente, y puede ser que Hashem le está diciendo en el sueño que su rezo fue escuchado o rechazado.
f) Si el sueño es acerca de algún fallecido, hay que averiguar cuál era el grado de parentesco entre el que soñó y el fallecido, cuán unidos estaban mientras el fallecido estaba vivo; si durante el día él hizo alguna Mitzvá específica para elevar el alma del fallecido; si el fallecido se veía bien vestido o mal vestido; qué le dijo el fallecido; qué quería, etc. Todo esto ayuda al intérprete a conocer más datos que le proporcionan mayor sabiduría para poder dar una respuesta inteligente y no una respuesta agradable que no tiene relación alguna con lo soñado.
Todo intérprete debe aprender las diferentes insinuaciones que hay en los sueños: qué representa un gato, una mesa, un pedazo de pan. Todo esto lo debe de aprender de nuestra Toráh y no de libros ajenos a ella, sino de las palabras de nuestros sabios, quienes nos dieron la traducción de cada cosa en un sueño (de ahí es donde los gentiles lo copiaron). También debemos saber que hay sueños cuyo mensaje es tal cual como se vio y, a veces, es lo contrario de lo visto. Por ejemplo, la muerte en el sueño representa una vida larga.
Para concluir, todo intérprete debe saber que su sabiduría es muy importante para la interpretación de un sueño, sin olvidarse de lo que rezamos todos los días: “Tú le das al hombre conocimiento, le enseñas a la humanidad inteligencia, otórganos sabiduría, entendimiento y conocimientos. Bendito Tú, Hashem, que otorgas el conocimiento”. Es importante que el intérprete, antes de empezar debe decir: Con el favor de Dios, te resolveré tu sueño. Así lo hizo Yosef mientras estuvo parado ante el Faraón. El rey de Egipto le dijo al preso, al joven, al sospechoso de violación: “Escuché de ti, que eres sabio e interpretas sueños.” Y Yosef, en vez de aceptar los cumplidos, le interrumpió diciendo: “Disculpe, pero eso no soy yo, eso me lo dio Hashem. Él es quien da las soluciones”. Así lo dijo varias veces antes de interpretar el sueño al Faraón. Si quien interpreta hace todo esto, todo el tiempo, no hay duda de que su interpretación será la correcta.
La fuerza del corazón
Después de haber conseguido una buena boca y un buen cerebro, llega la tercera condición. Ésta sólo depende del que sueña y de su corazón. Es decir, que acepte la interpretación dada, que lo valore y se dé cuenta de que es una interpretación correcta. ¿Por qué? Toda persona que recibe un mensaje de los cielos, en el momento en que lo recibe lo entiende, pero cuando se despierta se le olvida, se queda sólo con algunas señales que a veces también se olvidan. Por eso, olvidamos casi el 99% de lo que soñamos, pero cuando se escucha una interpretación correcta de lo poco que nos acordamos, ésta se asienta en el corazón y nos tranquiliza al darnos cuenta de que eso era exactamente lo que dijeron en el sueño. Pero si se escucha una interpretación que no convence en lo absoluto, este sueño jamás se materializará.
Entonces vemos que una boca, un cerebro y un corazón, dan una, solución verdadera a los sueños.
Fuente:
Extractos del libro: «Interpretación de Sueños.» – Autor: Rab Anidjar.