Por Moisés Franco
“Tomarán un manojo de hisopo, y lo mojarán en la sangre que está en la vasija, y untarán con la sangre que está en la vasija el dintel y los dos postes de la puerta. Ninguno de ustedes saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana”.
(Shemot/Éxodo 12:22| NBLH)
Al leer este pasaje de la parashá (porción) Bo, me llamó la atención el término vasija. Convengamos que, es un detalle que perfectamente el Señor podría haber omitido, porque a los fines prácticos de untar con sangre los dinteles, a simple vista es irrelevante el recipiente que contiene el líquido.
Sin embargo, he comprobado que NADA es casual, y eso hace única la torah ¡Baruj YHVH!
Vasija y Sangre
La palabra hebrea traducida como vasija en el citado pasaje es “saf”, que está vinculada a “contener” y significa también: cántaro, contrafuerte, copa, lebrillo, puerta, taza, umbral y vajilla, según el diccionario Strong.
El Espíritu Santo, por medio del apóstol Pablo, se refirió de forma muy elocuente a la vasija al compararnos con ella.
“Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.”
(2 Cor. 4:6-7| NVI).
En ese caso, la palabra griega para vasija es “skeúos”, que significa: bienes, esposa, lienzo, utensilio, vasija, vaso y vela (Strong).
En cuanto a la sangre, un pasaje muy ilustrativo es el siguiente:
“…pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; 26 pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús”
(Romanos 3:24-26|NVI)
La fe en la sangre de Yeshúa como Mesías redentor, es la que expía nuestros pecados gratuitamente (para nosotros).
A partir de todo esto, comprendo que por la fe en la bendita sangre derramada de Yeshúa, el Mesías, obtenemos la salvación de la condenación de nuestros pecados.
Eso, habilita a la Luz del Eterno a brillar en nosotros y así poder conocer y manifestar en nuestras vidas el rostro del Mesías. Esto, si bien entiendo, sería lo que los hebreos llaman el Zeir Anpin (Rostro Pequeño) de Dios, que encierra siete atributos divinos según ha enseñado en diversas oportunidades David Nesher. (Los Siete Aspectos Mesiánico de Nuestra Santidad).
De la misma manera que la vasija contenía la sangre que se ponía en los dinteles de los hijos de Israel para sellar en salvación; Él nos ha convertido en vasijas contenedoras del maravilloso poder de su sangre.
Para que justamente Él como Padre, selle con esa sangre bendita a quienes han de recibir la salvación; tal como lo hicieron los jefes de familia con las puertas de sus casas (conf. Sal. 24:7-9)
Una vasija tiene por misión contener. Así, la nuestra es permanecer íntegros para administrar Su salvación al mundo, para poder contener esa luz preciosa (2 Tm. 2:21, recomiendo RVA)
Vasija-Esposa
En griego, la palabra usada para vasija también significa “esposa” y en hebreo encierra la idea de “contención”; sin duda estas ideas están relacionadas y no es casual.
Entiendo que, trasladando el diseño de vasija nuevamente a un hogar, el varón jefe de familia puede tener las mejores intenciones de llevar salvación a su casa; como los hebreso en Egipto. Pero si su vasija, su cuerpo y esposa, no está bien cuidada la tarea se dificultará.
El apóstol Pedro llama a la mujer “vaso más frágil” (1 Pedro 3:7). Pero no en un sentido machista de inferioridad, como suele pensarse. Sino por el contrario, de mayor refinación; y por ende, una creación que merece mayor atención y cuidado.
Para entenderlo claramente, sería algo así como la diferencia en el trato que tenemos con una vasija de barro y una admirable copa de cristal; ambos son recipiente con una misión, pero a uno se le da un cuidado especial no por inferior, sino por lo superior de su finalidad. Por eso, el Espíritu, por medio del apóstol, insta al esposo a tratar con honra y respeto a su esposa a fin de que sus “oraciones no tengan estorbo”.
Una esposa unida al propósito eterno de Dios en Yeshúa, contiene y administra la salvación al hogar. Es la vasija donde su esposo vuelca la preciosa Luz dada por el el Eterno en comunión íntima, para que por medio del diálogo este varón se la comparta a su mujer, a fin de que ella la lleve de forma práctica a la familia.
Vasija, es a su vez representación de la esposa y del cuerpo (según 2 Tim 2:21 y 1 Pedro 3:7 antes citados). Ambas representaciones se sintetizan de forma asombrosa en la epístola a los Efesios (4:13 y 5:25-27), donde el Espíritu Santo por medio del apóstol Pablo no sólo une la idea de cuerpo y esposa, sino que hace un paralelismo entre el matrimonio físico varón-mujer en alianza con YHVH y el metafísico entre el Mesías e Israel.
En conclusión, el llamado es seguir disponiendo nuestros cuerpos y mentes para que, tanto en lo individual como en lo corporativo, continuemos creciendo para ser esa “humanidad perfecta” que es Israel. Empecemos en nuestras propias casas, para llegar a ser esa esposa-vasija maravillosa que tiene la misma estatura del Mesías (Efesios 4:15-16).