«Yahvéh dijo a Moisés: Habla a los sacerdotes hijos de Aarón, y diles que no se contaminen por un muerto en sus pueblos. Más por su pariente cercano, por su madre o por su padre, o por su hijo o por su hermano, o por su hermana virgen, a él cercana, la cual no haya tenido marido, por ella se contaminará. No se contaminará como cualquier hombre de su pueblo, haciéndose inmundo.»
(Vayikrá/Levítico 21: 1-4)
Al estar realizando el Conteo del Omer, discernimos más que nunca, en nuestro interior, la fuerza del llamado divino: ser santos.
Pero, ¿en qué consiste la santidad (hebreo kedushá)?
La kedushá (santidad) consiste en ser diferente y mantenerse apartado de todo lo material (desapego). Justamente, entendemos que el Eterno es santo en el sentido de ser diferente, y estar apartado de toda cosa creada. Él está fuera de la creación, la trasciende, pero no significa que no pueda dirigir y manifestarse dentro y por medio de lo creado (se hace inmanente). Su santidad es lo más destacado en cuanto a su relación con las cosas que Él ha creado. Él no es creado, es apartado, separado de lo creado, es diferente, es santo.
De la misma manera como el Eterno es santo en cuanto a lo creado, él desea que su hijo primogénito, el pueblo de Israel, también sea santo en cuanto a la relación con lo creado. Por eso aprendemos en este capítulo que los hijos de Israel tienen que abstenerse de comer y tocar los cadáveres de ciertos animales que producen impureza ritual. De esa manera se vuelven santos en dos aspectos, se separan de los animales que producen impureza ritual y se separan de las costumbres de las demás naciones. Así su conducta se vuelve santa, diferente, separada. Totalmente apartado para vibrar en las esferas celestes.
Hay muchas más áreas de la vida humana que el Eterno ha establecido como medios para la santificación del hombre. Todas sus leyes fueron dadas para santificar a su pueblo. Los mandamientos santifican, nos hacen separados de la conducta pecaminosa y nos acercan al Eterno.
Considerado así, nos damos cuenta que la santidad no es por si sola servicio, ritual, perfección moral, voluntarismo, escapismo del mundo a un vivir espiritual o devoción extrema. La Santidad está determinada por el nivel de obediencia a las leyes y preceptos del Eterno.
“Santificaos, pues, y sed santos, porque yo soy el YHWH vuestro Elohim. Guardad mis estatutos y cumplidlos. Yo soy el YHWH que os santifico“.
(Levítico 20:7-8)
Entonces si cumplimos sus estatutos (contenidos entre Éxodo 12 y Deuteronomio 39) YHVH nos santifica a nosotros.
Esto, en el Nuevo Pacto, lo podemos ratificar al leer la primera epístola del apóstol Pedro:
” Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia, sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO…. Puesto que en obediencia a la verdad (la Torah de YHWH) habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.”
(1 Pedro 1:14-16 y 22)
La santificación por medio de la obediencia a los mandamientos no sólo produce un acercamiento al Eterno sino también crea en el pueblo santo un reflejo del Santo en este mundo. Con otras palabras, cuanto más fieles seamos a la hora de cumplir los mandamientos, más cerca del Eterno vamos a estar, y más vamos a reflejar su santidad en este mundo. Por eso, cuando oramos “santificado sea tu nombre” estamos expresando nuestro deseo de cumplir el fin de los mandamientos, que el Eterno sea santificado en este mundo por medio de nosotros. Cuando nosotros somos santos en toda nuestra manera de vivir, el Nombre de Yahvéh es santificado en este mundo.
“Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia, sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO.” (1 Pedro 1:14-16)
¿Dónde puedo practicar la Santidad (kedushá)?
En el hogar,
En el trabajo,
En el descanso,
En la escuela.
en medio de una multitud, … solo, …
en donde quiera que estés,… y en donde quieras que vayas.
¡TÚ PUEDES SER SANTO EN TODAS PARTES!
«Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios»
(1 Corintios 10: 31)