Autor: Profeta Tony Yosef González
Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron:
(Éxodo/Shemot 19:8-9)
«Todo lo que Yahvéh ha dicho, haremos.
Y Moisés refirió a Yahvéh las palabras del pueblo.
Entonces Yahvéh dijo a Moisés:
He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre.
Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Yahvéh.
¿Acaso el Eterno no escuchó lo que el pueblo había dicho?
Una vez más vemos el tipo de relación que mantenía Moshé con el Eterno, el profeta tuvo el detalle de humildad de dar el reporte al Eterno de lo que el pueblo había dicho.
Esto me enseña que mientras más cedamos nuestra voluntad ante Abba, más seremos uno con Él, por lo tanto, más nuestras palabras serán sus palabras.
Moshé desde su humildad fue la puerta para todos los hombres que lo sucederían , marcó la senda a seguir para que las palabras del Eterno fueran creíbles en la boca de sus profetas, para siempre.
Moshé descubrió que la única manera de tener una estrecha y especial relación con el Eterno debía sustentarse solo en un cimiento. “LA OBEDIENCIA”.
La única manera de manifestar la verdadera humildad no es con hecho heroicos, con palabras elocuentes u oraciones kilométrica, sino “obedeciendo incondicionalmente”. Desde la verdadera mentalidad hebrea, escuchar humildemente, implica hacer obedientemente.
Esta es la única manera para lograr que nuestras palabras sean las palabras del Eterno. Desde ello nuestras declaraciones tendrán un verdadero asidero de credibilidad. A tal punto es esto, que lo que declaremos, así mismo sucederá.
Para que nuestras generaciones nos crean para siempre, tal cual a Moshé, los primeros que debemos ser coherentes y consecuentes con nuestras palabras, debemos ser nosotros. Es decir que nuestra forma de vivir se debe conformar a nuestras declaraciones.
Porque es imposible hablar mal y vivir bien, así como también lo es, pensar mal y hablar bien .
Mis amados, para que nuestras palabras estén cargadas de “eternidad” es decir, que lo que digamos se cumpla, respondiendo al propósito del Eterno, debemos hablar tal cual Moshé lo hizo, en “OBEDIENCIA y con HUMILDAD”.
Moshé trató siempre de no hablar por su propia cuenta, por ello vivió conforme al propósito del Eterno, es decir que su vida fue tal cual sus palabras.
¿Cómo lo logró Moshé?
Simplemente hablando Torah (Instrucción) todo el tiempo posible, por eso su credibilidad es eterna, tal cual él, así debemos hacer nosotros hoy.
«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa…»
(Deuteronomio/Devarín 6:6-96)
Muchas veces cambiamos según las circunstancias, en un mundo donde nadie quiere reconocer que es falible, tratamos la mayoría del tiempo de justificarnos, atribuyendo que nuestros errores son por “culpa” de los demás. Precisamente es esto lo que no nos hace creíbles, no digo que todo el tiempo andemos confesando nuestros yerros. Pero tal vez eso sea el principio para comenzar a vivir la verdadera vida de emunáh (fe) y teshuváh (arrepentimiento).
Debemos tomar verdadera consciencia para que nuestras palabras sean creídas para siempre tal cual Moshé, debemos aprender a rectificar nuestros errores, eso es precisamente vivir coherentemente con lo que declaramos.
Si vivimos como hablamos tendremos seguridad y certeza en nuestro interior, si lo que hablamos es Torah, seremos creíbles al 100%, aunque eso implique muchas veces no caer del todo simpáticos.
Para concluir, la manera en cómo las palabras de Moshé, son creídas para siempre, es porque se esforzó por no hablar por su propia cuenta, cuando eso sucede hablamos Torah, de lo contrario es nuestro “ego” quien edifica nuestra realidad y eso será siempre nefasto y caótico.Aprendamos pues de Moshé y de nuestro Mesías y también acudamos a la ayuda del Consolador (Ruaj Ha Kodesh), de esta manera también nuestras palabras serán creídas para siempre.
«Porque yo no he hablado por mi PROPIA CUENTA; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.»
(Juan 12:49)
«¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi PROPIA CUENTA, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.»
(Juan 14:10)
«Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su PROPIA CUENTA, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.«
(Juan 16:13 )
Sean bendecidos.
Yosef Gonzalez.