Entre los pueblos germanos, el adulterio estaba penado con la hoguera para la mujer. El amante era ahorcado sobre sus cenizas.
No es verdad que a todo el mundo le interese el sexo. El 10% de la gente es asexual: no se siente atraído por ninguno de los dos sexos. Raro, pero cierto.
Según una investigación de la Universidad de Texas, son 237 las motivaciones que nos llevan a tener sexo. El departamento de Psicología determinó que tener hijos y aliviar la tensión dejaron de ser las principales razones, y que han crecido otras como “para quemar calorías”. Otras: “para pagar un favor”, “para cambiar el tema de conversación” y hasta “para quitarme el dolor de cabeza”. La conclusión de los investigadores no sorprendió a nadie: tenemos motivaciones sexuales muy complejas.
Los senos más grandes conocidos fueron citados por W.F. Benedict en su obra The Sexual Anatomy of Woman. Cada uno pesaba 9.5kg.
En 2006, Francis Fesmire de la U. de Tenesee, ganó el Nobel de Medicina por su reporte “Terminación del hipo mediante un masaje rectal”.
El 16% de las mujeres nacen rubias, y 33% de las mujeres son rubias.
El 15% de las mujeres americanas se mandan flores a si mismas en el día de los enamorados.
Las medidas de la muñeca Barbie si esta fuese humana serían de 99-56-84.
El Punto G de la mujer, al igual que el elixir de la juventud, el anillo único, los buffets de “coma todo lo que pueda” y las baratijas de 3 pesos son las cosas más buscadas por la humanidad desde hace siglos. Y ahora, el úrologo Amichai Kilchevsky añade una pizca de escepticismo al mito del Punto G.
Entre las muchas curiosidades y verdaderos mitos sexuales, ahora hay científicos que afirman que el “Punto G” no existe. Basados en una revisión de 96 estudios publicados, un equipo de investigación israelí y estadounidense llegaron a una conclusión: “Sin lugar a dudas, una entidad anatómica discreta, llamada el Punto G, no existe,” dijo el Dr. Amichai Kilchevsky, residente de urología del Yale-New Haven Hospital en Connecticut, y autor principal del estudio, publicado el 12 de enero en la journal of Sexual Medicine.
Fuente: El Tribuno