P.A. David Nesher
«Habló Yahvéh a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy Yahvéh vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos. Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Yahvéh vuestro Dios. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Yahvéh».
(Vayikrá/Levítico 18: 1- 5)
Antes de que el Eterno diera un simple mandamiento en esta área, primero Él establece un fundamento para todo el asunto. Cuando leemos que dice: “ Yo soy Yahvéh vuestro Dios ”, Él está declarando un principio: “Me pertenecen, no harán como el mundo hace”.
Un conocido historiador cuenta: “Los persas, por ejemplo, animaban uniones maritales con madres, hijas y hermanas, en base de que dichas relaciones tenían un mérito especial delante de los ojos de los dioses.” (Harrison)
Tristemente, los denominados cristianos evangélicos de hoy en día a menudo toman el estándar de su conducta sexual de parte del sistema reptiliano que lo rodea, y no del Señor y Su Instrucción (Torah). Claramente los cristianos, si en verdad siguieran el yugo de Yeshúa, debieran de ser diferente del mundo en su moralidad sexual, y deberían de seguir el estándar yahveísta para la práctica de la sexualidad. En las comunidades primitivas, un argumento para la veracidad del Camino ofrecida por los discípulos era: “Puedes saber que es verdad al ver a nuestras vidas encarnándolo.” En cambio, hoy, el mundo cristiano dice: “Por favor, no me mires a mí, mira a Jesús. No sigas a hombre, sigue a Cristo”.
En la cosmovisión revelada en Vayikrá (Levítico) las relaciones sexuales sólo están permitidas entre un varón y una mujer que han entrado en un pacto o alianza de amor, llamado matrimonio. La misma debe estar registrada ante las autoridades competentes, y puede llevarse a la práctica durante los días cuando la mujer no está impura por su periodo mensual. En estos lineamientos celestiales el pacto matrimonial no está permitido entre familiares cercanos.
Leemos:
«Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna, para descubrir su desnudez. Yo Yahvéh. La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez. La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre. La desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás«
(Vayikrá/Levítico 18: 6- 9)
“Descubrir su desnudez” es la frase (utilizada 17 veces en este capítulo) que en hebreo es un eufemismo* para las relaciones sexuales. Tiene menos que ver con desnudez (especialmente desnudez casual). Por el contrario, se la usa aplicad sí o sí al sexo indebido. El término de descubrir su desnudez es lo suficiente amplio para incluir la idea de actividades inapropiadas que sean menores al acto sexual. Es decir que también está incluyendo el molestar o acosar sexualmente, hasta el manoseo inapropiado.
En estos versículos, el sexo entre padres e hijos, padres e hijastros, y entre hermanos (de nacimiento o matrimonio) queda totalmente condenado ante el Trono del Eterno.
De manera significativa, el sexo entre las personas con dichas relaciones está condenado aún si son adultos . Estos no son simplemente mandatos en contra de relaciones entre niños y adultos. Por ejemplo, es pecado el que un hombre tenga sexo con su madrastra, aún si son ambos adultos; o está mal el que un hombre tenga sexo con su hermana adoptiva, aún si son adultos y lo consienten. De igual modo, es pecado que un yerno o una nuera se acueste con su suegra (suegro) aunque haya consentimiento de ambas partes.
En esas instancias, en nuestros días, la ciencia ha demostrado que donde los padres son hermanos, o donde la relación es entre padre e hijo, los descendientes resultantes tienen un 30% de mayor riesgo de algún retardo o algún otro defecto serio.
Por medio de estos mandamientos, el Eterno dejaba en claro que la sexualidad está enmarcada en propósito solamente cuando ocurre en el marco del matrimonio. Entonces, la Torah revela que el matrimonio, como una institución social, es tenido a través de las Sagradas Escrituras como la piedra angular de todas las demás estructuras de una sociedad perfecta, y, por tanto, su pureza e integridad deben ser protegidas en todo momento.
La expresión “ la desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre ” deja bien establecido que la desnudez de un marido o mujer le pertenece a su cónyuge, y a nadie más. El cónyuge legal es aquel a quien el Eterno permite que pueda estar desnudo y sin vergüenza, en el sentido de que se restaure algo de lo que la maldición se llevó allá en (Génesis 2:25).
Por último, aplicando estos conceptos yahveístas a nuestros días, nos damos cuenta que la pornografía está prohibida para todos.
Esto concuerda con la enseñanza del Mesías que dice:
“Habéis oído que se dijo: «NO COMETERAS ADULTERIO.» Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecar, córtala y échala de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno.”
(Mateo 5:27-30)
Cuando nuestro Maestro dice “ habéis oído que se dijo ” no está citando la Torah en sí, sino la interpretación que los maestros del halajá (conjunto de dogmas y de creencias judías) habían hecho, para justificar algunos casos que a ellos y sus discípulos les convenían. Luego, de decir esto, da su propia interpretación de lo que la Torah enseña, según había recibido de su Padre.
El que ignora o rechaza el contexto judío de aquel puede interpretar las palabras de Yeshúa como diciendo que vino para cambiar la Torah. Pero sabemos que esto no puede ser porque en el mismo capítulo dijo que no vino a cambiar nada (Mat. 5:17-19). Lo que vino a hacer era explicar lo que la Torah enseña, lo que había en el corazón del Eterno cuando dictó las palabras a Moshé, en el Monte Sinaí.
El contexto de esta lección de hoy concuerda bien con las palabras del Maestro, que no sólo está prohibido acostarse con una mujer que no es tu esposa, sino también mirarla con deseo egoísta y obsesivo .
Anhelo e intercedo para que el Eterno nos ayude a mantener nuestros ojos y nuestros cuerpos limpios de impureza moral para poder ser presentados sin mancha ante el Mesías cuando venga.
Obedecer al Eterno Dios nos guarda de errar al blanco. ¡Bueno es Él! que determinó todo perfectamente para que vivamos en plenitud.