Por P.A. David Nesher
“ Y Yahvéh dijo a Moshé: ¿Hasta cuándo me desdeñará este pueblo? ¿Y hasta cuándo no creerán en mí a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos?”
(Números 14:11)
El conflicto causado por la rebelión de Israel que decidió escuchar el informe negativo de los 10 espías perversos, tenía una causa: la incredulidad. Según el diccionario, incredulidad es la imposibilidad o reserva que tiene una persona para creer algo que no ve o que no está demostrado, aunque esté aceptado o consensuado por la mayoría. En pocas palabras, la incredulidad es la falta de confianza y la falta de fidelidad. El pueblo de Israel eligió no creerle al Eterno. Ellos escogieron las palabras de derrota de los príncipes perversos, en lugar de las promesas de victoria que el Eterno les había entregado; y así les alcanzó la derrota. Yahvéh ha sido únicamente bueno con Israel, y ha demostrado Su fuerza amorosa hacia ellos incontables veces. El rechazo de Israel a Yahvéh no tiene sentido alguno.
Ahora quiero invitarlos a hecho de que el Eterno no quiere hablar con la nación. Él sabe que ellos están más allá de escucharlo. Él ha determinado hablarle a Moshé, y sólo a Moshé. Aprovechando esto, quiero contarles que me he encontrado en mi carrera ministerial con muchos de los hijos de Dios que en medio de su rebelión se preguntan porque ellos ya no escuchan la voz de Dios… ¿Por qué deberían?… Ellos están rechazando lo que Yahvéh ya dijo. Él no tenía ninguna palabra más para agregar a sus promesas. Israel ya sabía, por el ejemplo de sus ancestros, que la fe se basa en lo que el Eterno ha dicho. Veamos cómo explica esto el apóstol Pablo:
“Él (Abrahán) creyó en esperanza contra esperanza, a fin de llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: ASÍ SERÁ TU DESCENDENCIA… Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
(Romanos 4:18; 10:17)
En la parasha Shelaj Lejá, vemos que todos los israelitas tenían suficientes palabras del Cielo para poder creer, pero tomaron la decisión de no hacerlo. Esa fue la razón por la que el Eterno se cansó de ellos.
“Los heriré con pestilencia y los desalojaré, y a ti te haré una nación más grande y poderosa que ellos.” (14:12)
Esta es una oferta celestial dramática para Moshé. Yahvéh le está diciendo que le dará a la rebelde Israel lo que merece: juicio. En realidad, Yahvé está diciendo que le daría a los israelitas lo que ellos mismos declaraban con sus bocas negativas que querían: ¡morir en el desierto! (v. 2). Pero de repente: ¡Yahvéh asegura que cumplirá Sus promesas de una tierra, una nación, y bendiciones para Abraham, Isaac y Jacob por medio de Moshé! Esto era materia pesada para Moshé; el Eterno le está ofreciendo la posición de “patriarca”, para volverse un padre de un nuevo Israel en la misma manera que Abraham, Isaac, y Jacob lo fueron.
Por favor, pido a cada uno que considere atentamente esto. Moshé tuvo la oportunidad de ser el padre de una gran nación. Sin embargo, él rechazó ese privilegio por amor al pueblo del SEÑOR al que servía. De la misma manera Yeshúa no vino para rechazar a Israel y crear un nuevo Israel (tal como enseña la teología del reemplazo). El Mashiaj Yeshúa, nuestro Dueño y Maestro no vino a fundar un pueblo nuevo llamado la Iglesia. Por el contrario, Él vino para restaurar las doce tribus de Israel y además, mientras lleva a cabo ese cometido, injertar a los gentiles en la parte espiritual del pueblo santo. Repito: ¡Yeshúa no creó una nueva entidad, aparte de Israel, llamada Iglesia! Para Él, Israel es la Kehiláh (Iglesia) que Él mismo desposó en el Monte Sinaí, a los cincuenta días de haber salido de Mitzraim, unos quince siglos antes de nuestra Era Común.
“Pero Moshé respondió a Yahvéh: Entonces lo oirán los egipcios, pues tú sacaste a este pueblo de en medio de ellos con tu poder.” (14:13)
Moshé tenía en su memoria el vivo recuerdo de que cuando Israel estuvo al borde del desastre después de haber pecado con el Becerro de Oro. El Eterno le enseñó en esa ocasión que ningún decreto celestial es inmutable frente a la contrición y la plegaria sinceras de almas tzadikim (justas). Es que “la oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16-b). Por ello es que ahora Moshé llevó aquella lección a la práctica, y se puso a interceder una vez más por su pueblo.
El elemento principal de su plegaria fue que la destrucción de Israel constituiría una profanación del Nombre Sagrado del Creador. El Eterno había manifestado Su Presencia en Israel de manera tan pública e inconfundible que ninguna de las naciones creería que Israel tuvo algo que ver con su propia ruina. En vez de ello, los egipcios y otros pueblos se regodearían en el argumento de que el ‘poderoso’ Dios que había hecho añicos su sociedad escogida había sido superado con los cananeos y sus dioses. Como declaró el profeta leshaiahu (Isaías 43:7), el propósito de la creación es el honor de Yahvéh, por lo cual, Moshé afirmó, Dios debe perdonar a Israel nuevamente para salvaguardar su propio honor.
¿Qué argumentos usó Moshé en la intercesión?
Veamos lo que Moshé dijo:
«Y ahora, te lo ruego, haz que se engrandezca tu fuerza, oh Eterno, según lo que hablaste, diciendo:…» (14:17)
La expresión que ha sido traducida como «que se engrandezca tu fuerza» en realidad encierra la clave de la cosmovisión hebrea que Moshé usó en su intercesión. Con estas palabras Moshé se interpuso en la brecha a favor de Israel para que el atributo de Yahvéh denotado por la expresión «Lento a Enojarse» (Shemot/Éxodo 34:6) prevaleciera sobre el atributo de Justicia estricta. «Moshé imploró a Dios que optara por la paciencia sobre la punición» (Rashi).
Para eso Moshé uso en su oración tres fundamentos:
- Los egipcios oirán que tú no pudiste cumplir tu promesa. Está en juego el honor del Eterno, si Su promesa se cumplirá o no. El testimonio ante las naciones es muy importante.
- Las naciones de la tierra de Kenáan dirán: “Yahvéh no pudo…”. El honor del Eterno está en juego, y por eso Moshé está más interesado en él que de la supervivencia del pueblo. El pueblo merece morir. Pasaron las diez pruebas y fallaron todas. Por eso el argumento que usa Moshé no es que el pueblo sea salvo, sino de que el honor de Yahvéh sea salvado. Él entiende que podría asegurarse que el pecado y rebelión del ser humano era más grande que el poder y la bondad de Yahvéh.
- Basándose en la revelación de los trece atributos de la misericordia divina, Moshé reclama que el Eterno actúe según quien es, misericordioso, que perdona… “Muestra quien eres, conforme a lo que dijiste.” Vemos, por lo tanto, que también en este caso el Nombre de Yahvéh es el motivo de la intercesión de Moshé. El deseo de Moshé es que el Eterno sea conocido en el mundo, y por eso se interpone a la propuesta del exterminio del pueblo y un plan nuevo, aunque él mismo fuera el protagonista.
¡Qué corazón tenía Moshé! Tuvo la oportunidad de ser el padre de un nuevo Israel, pero no buscó su propia fama, ni que su propio nombre fuera engrandecido. Tenía más interés por el Nombre de Yahvéh que por su propio nombre. ¡Qué ejemplo para nosotros!
Moshé trajo la promesa de Dios delante de Él. Él rogó al Eterno que no le diera ninguna oportunidad a las naciones de pensar que Dios no había sido fiel a Su Palabra.
El celo de Moshé por la gloria de Dios era evidente. Él sabía que, si el Eterno borraba la nación actual y empezaba otra vez con Moshé, sería una marca negra en Su reputación delante de las naciones – especialmente Egipto.
Moshé básicamente dijo:
“Señor, te has revelado a ti mismo a mí por Tu palabra. Tu palabra declara Quien eres. Ahora Señor, por favor actúa hacia Israel de acuerdo a quien Tú mismo te has declarado ser en Tu palabra.”
Moshé conocía el poder de Yahvéh, y apelo a él. Moisés conocía la promesa del Eterno y apeló a ella. Moshé conocía la gloria de Dios y apeló a ella. Este era un espectacular ejemplo de lo que debe invocarse en el ejercicio de la intercesión.
Lo que hizo esta intercesión espectacular no era primitivamente el método de Moshé (apelando a la gloria de Dios, poder, y promesa); sino el corazón de Moshé colocándose en la brecha. Aquí, él está totalmente centrado en otros. Él no piensa para nada en su propia gloria, sino sólo en el destino Israel. Él clama para que se revele el corazón de Yahvéh hacia Su pueblo, y eso es lo que hizo la intercesión de Moshé espectacular. Esto es también hoy lo que hace al ejercicio de la intercesión, totalmente efectivo.
Esto, por supuesto, era la intención de Yahvéh desde el principio: el desarrollar y sacar de Moshé este tipo de corazón, transformándolo así la semejanza de Su Hijo Primogénito (Romanos 8:29), mucho antes del tiempo de la manifestación de Yeshúa.
“ Entonces Yahvéh dijo: Los he perdonado según tu palabra” (14:20)
He aquí el otro secreto del ministerio de intercesión de un creyente. Evidentemente las palabras de Moshé estaban de acuerdo con las palabras y el honor del Eterno y por eso su oración tuvo éxito.
Amado discípulo de Yeshúa, cuando ores, especialmente intercediendo, ora las palabras del Eterno y tu oración tendrá éxito. Es más, nunca se debe orar o hablar de cosas que no estén de acuerdo con la Torah:
“El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios”
(1 Pedro 4: 11a)
La lashón hará (lengua perversa) de los exploradores provocaron habladurías en el campamento que condujeron al levantamiento del pueblo. Y la generación selló su destino en el desierto. ¡Cuidemos nuestras palabras, ya que a través de ellas se puede construir el mundo entero, así como también destruirlo!