Por P.A. David Nesher
Shemot/Éxodo 6:14
En hebreo dice:
Eleh rashey veyt-avotam beney Re’uven bejor Yisra’el Janoj uFalu Jetsron veJarmi eleh mishpejot Re’uven.
Traducción al español:
«Estos son los jefes de sus casas paternas: Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Janoj y Pal-lu, Jetzrón y Karmí; estas son las familias de Rubén.«
Ahora bien, desde cierto punto de vista da la sensación de que esta genealogía rompe la continuidad de la narración. Es que la Intención divina que está inspirando a Moshé en la escritura, pretende marcar como los hechos se precipitan (desde el vers. 13) revelando así que el Pueblo de Israel ya no tendrá forma de retornar a la mentalidad de servidumbre que hasta ese momento venía peregrinando. Por lo tanto, la introducción de esta genealogía (y el pasaje siguiente, 6: 28 al 7:7) persigue dejar claramente establecida la situación final antes de encarar luego el paso siguiente: confrontar al dragón mismo.
Con esta genealogía se revela a aquellos que la lean quiénes son las personas que el Eterno ha asignado para la tarea de la Redención. Israel debe aceptar que Moshé y Aharón fundamentan su autoridad en el linaje levítico que vibra en sus almas. Es esto lo que les brinda legitimidad antes las esferas celestiales mismas, y los miembros de las distintas tribus.
En primer lugar, debo decirles que las genealogías tienen gran importancia entre los hebreos, particularmente en la clase levítica-sacerdotal y el linaje regio de Yehudáh. Estas dos dignidades de la Unción (sacerdotes y reyes) se transmitían por generación de padres a hijos.
En segundo lugar, debemos anotar que la presente genealogía es de alguna manera la repitición de la que hemos ya estudiado en Bereshit (Génesis) 46: 8-15, y contiene las familias de Reuvén y Shimeón, y luego la de Leví, tribu a la que pertenecían Moshé y Aharón.
Entonces, esta porción es importante debido a que el sacerdocio que eventualmente vendría por parte de la familia de Aharón pasaría a sus descendientes. Por lo tanto era importante el saber exactamente quienes eran sus descendientes. Así también tenía gran importancia conocer el tronco de linaje de cada orden levítica de servicio en el Mishkán, y más tarde el Beit HaMikdash (Templo Santo). Recordemos que en la tribu de Leví, había tres familias principales: Gershón, Koat y Merari. Cada una de estas familias recibirían un deber específico en el servicio del Señor
Justamente esa es la intención divina al comenzar con la expresión rashey (los jefes)… En el sentido más simple del término, estos jefes o cabezas de familia eran todas las personas mencionadas después. El sabio Sforno comenta que la Torah da las edades de los ancestros de los levitas a fin de ofrecer una razón que explique la superioridad de Moshé y Aharón. Dado que Leví sobrevivió a sus hermanos, y Kehat y Amram también vivieron hasta edad muy avanzada, todos ellos pudieron desempeñar un papel muy importante en la educación y la crianza de sus nietos e hijos, respectivamente, un beneficio del que las demás tribus no pudieron gozar en la misma medida.
Por otra parte, el hecho de que la genealogía incluye sólo los tres primeros hijos de Yaakov, es decir, Reuvén y Shimeón y sus hijos revela que la primogenitura no siguió el orden biológico jurídico, enseñando así que el Eterno considera otras características al momento de buscar a quien lo represente.
Finalmente, la irrupción en el relato del Sefer Shemot de esta genealogía conlleva una enseñanza maravillosa para el alma de los escogidos del SEÑOR. Lo explicaré mejor así: cada vez que las genealogías aparecen cada tanto en las páginas de las Sagradas Escrituras son un recordatorio divino de que aunque nos hayan olvidado los hombres, Yahvéh nunca nos olvida y que aunque los hombres no hayan registrado los detalles de nuestras vidas, hemos tenido nuestro rol predeterminado en el cumplimiento del propósito eterno de Dios, y la descodificación de Su diseño pre-existencial: el Mesías manifestando Su Presencia en medio de los hombres.