«Acuérdate de los días de antaño; considera los años de todas las generaciones. Pregunta a tu padre, y él te lo hará saber; a tus ancianos, y ellos te lo dirán. Cuando el Altísimo dio a las naciones su herencia, cuando separó los hijos del hombre, fijó los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel.»
(Deut. 32:7-8)
He considerado muy importante en esta semana meditar en los secretos que esta canción encierra. Al entonarla Moshé en su último día de vida, tenía la intención de usar este cántico como un oráculo testigo en contra de un Israel rebelde. Moshé le recordó al Pueblo Escogido del Eterno, por medio de la letra de esta canción, lo bueno que Yahvéh había sido con ellos en el pasado, aún en el inicio planetario mismo. Esto era tanto para traer gran convicción de pecado, como para recordarles el gran amor y la infinita gracia del Eterno a la que podían regresar sin duda alguna.
Para lograr comprender, lo más importante de este secreto develado, deberemos hacer la comparación de los dos términos que el profeta usa. Dos expresiones aparentemente paralelas, que por lo tanto parecen que dicen una misma cosa de manera diferente. Sin embargo, esto no es así. Sino que el paralelismo de estas expresiones sitúa a la mente del pueblo hebreo en dos dimensionalidades del propósito eterno de Yahvéh. Esas expresiones son: los días de antaño y los años de todas las generaciones.
Cuando Moshé usa en su cántico la expresión «los días de antaño» (– en hebreo ימות עולם, yemót olam, “los días eternos” o “los días del mundo” –) y «los años de todas las generaciones» (– en hebreo שנות דור ודור, shenót dor va-dor, “los años de una generación y otra generación” –) en verdad está queriendo expresar dos cosas bien diferentes. Por eso, los invito a abrir sus mentes, y profundizar conmigo en estos códigos de Luz.
Por un lado, notamos que se habla de días, y por el otro lado, vemos que se hace referencia a años. La expresión «los días de antaño» se refieren a los seis días de creación del mundo descripto en el primer capítulo de Bereshit. En cambio, la expresión «los años de las generaciones» se refieren a la historia de la humanidad. Entonces vemos que aquí la Torah dice que hay que acordarse de los seis días de la creación y, profundizando en dicho relato, lograr también entender los años de las generaciones. Lo primero que se destaca literalmente, es que corresponde al padre de familia, y a los ancianos del pueblo, guardar la memoria de estas cosas. Esto nos enseña que es muy importante conocer no sólo el relato de la creación sino también la historia de la humanidad. Pero de repente nuestros pensamientos, profundizando la meditación de estos códigos hebreos, pueden captar una revelación aún más sorprendente. Moshé está dando a Israel el conocimiento de este secreto, para que valore la benevolencia infinita de Yahvéh para con ellos y sus generaciones.
Notamos que Moshé exhorta a Israel a entender, aceptar, y siempre recordar que estos dos períodos hablan de la bondad de Yahvéh manifestada desde antes de la creación del mundo para con el diseño preexistencial llamado Israel.
Entonces, preguntémonos: ¿qué relación hay entre los días de la creación del mundo y la formación del pueblo de Israel?
Vamos a destacar algunas cosas del relato de la creación de los cielos y la Tierra (Génesis cap. 1) que corresponden en el diseño divino a la creación pre-existencial del pueblo sagrado y su relación con las naciones.
En el primer día el mundo estaba en un caos hasta que el Todopoderoso hizo brotar la Luz. Esa Luz es la Or EinSof (Luz Infinita), es decir el Mesías. Después hubo una separación entre la luz y las tinieblas, lo cual representa la separación entre los que son del Mesías y los que no lo son.
A continuación, el Eterno continúo haciendo separaciones en el mundo. Así fue como separó las aguas de abajo de la expansión, de las aguas sobre la expansión. Esto representa claramente que entre las naciones hay personas que son del Cielo y otras que sólo son de este mundo (sistema reptiliano).
En el texto del cántico de Moshé la Torah dice que el Eterno primero dividió las naciones y luego puso un límite entre las naciones y los hijos de Israel según la cantidad de estos últimos. Esto corresponde a lo que hizo el Eterno en la creación cuando puso un límite entre los mares y lo seco. Los mares representan las naciones y lo seco representa a Israel. El límite que hay entre las naciones e Israel es el límite que la Torah pone entre el pueblo escogido y las demás naciones del mundo. El Todopoderoso vio que esto era bueno.
“Cuando el Altísimo dio a las naciones su herencia, cuando separó los hijos del hombre, fijó los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel.” (Deuteronomio 32: 8)
De repente, con este oráculo cantado, Moshé logró guiar el aprendizaje de los hebreos a un maravilloso hecho. Israel descubrió, al escuchar este cántico, que las fronteras de las naciones fueron fijadas según la cantidad de israelitas que descendieron a Egipto con Yaakov, en los días de Yosef. Entonces, comprendemos que las fronteras de Israel han sido reservadas y reveladas a los profetas del pueblo de Israel.
El texto de Devarim también nos enseña que las naciones dependen de los hijos de Israel. Vemos por un lado que el Eterno creó setenta naciones según la cantidad de los hijos de Israel que bajaron a Egipto, setenta personas (Gén. 46:27). Y por otro lado aprendemos que el Eterno va a permitir que el territorio de Israel sea expandido con la vuelta y la restauración de las doce tribus en la Tierra. De esa manera las fronteras entre las naciones e Israel dependerán de la cantidad de hijos de Israel que volverán a la tierra en los últimos tiempos. Los profetas aseguraron que ni uno de ellos se quedará entre las naciones (Ez. 39:28).
Por todo esto, entendemos que lo que sucede en nuestros días con las dos Casas de Israel (Efraim y Judá) tiene una influencia muy considerable en la historia del mundo. Las Escrituras muestran que esa influencia determina el destino de cada nación. No solamente la historia muestra que lo que sucede con los hijos de Israel afecta directamente a las naciones, tanto positivamente como negativamente, sino también se puede ver que la vida espiritual del mundo depende de la nación sacerdotal. Yeshúa mismo afirmó que la salvación viene de los judíos (Juan 4:22).
“Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra… Sírvante pueblos, y póstrense ante ti naciones; sé señor de tus hermanos, e inclínense ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldigan, y benditos los que te bendigan… Se agazapa, se echa como león, o como leona ¿quién se atreverá a despertarlo? Benditos los que te bendigan, y malditos los que te maldigan.”
(Gén. 12:3; 27:29; Núm. 24:9)
Entonces lo peor que pueden hacer las naciones es hacer guerra contra Israel y el pueblo judío. Por el contrario, lo mejor que pueden hacer es colaborar con el Eterno en el restablecimiento del pueblo sagrado para que sea esa nación sacerdotal que fue creada para ser lo cual beneficiará a todos.
Sabemos que todavía Israel no ha llegado a tener todo el territorio que el Eterno ha prometido. Eso significa que las promesas quedan por cumplirse. Por eso, estamos convencidos, de acuerdo a las Sagradas Escrituras, que cuando vuelva Mashíaj, Israel tendrá todo el territorio prometido.
Los límites prometidos a Avraham fueron fijados según la cantidad de hijos de Israel que van a poblar esa área durante el reino mesiánico, (cf. Génesis 12:7; 15:18-21; Éxodo 23:31; Números 34:2-12; Deuteronomio 11:24; 34:4; 1 Reyes 4:21; 1 Crónicas 9:26; Salmo 80:11; Romanos 4:13).
El Mesías dijo:
“Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Torah hasta que toda se cumpla.”
(Mateo 5: 18)
Esto quiere decir que si Israel no recibe todo el territorio según las promesas que el Eterno ha dado a Avraham, tanto Él como su Mashíaj serían mentirosos. ¿Puede mentir Dios? ¡No! Él no puede hacer tal cosa, (cf. Tito 1:2). Por lo tanto, durante el reino mesiánico (el milenio), Israel obtendrá todo el territorio desde el río Eúfrates, hasta el Mar Rojo, tal y como el Eterno lo ha anunciado y prometido.
¡¡Que maravillosa relación la de Moisés con el Eterno, que le fueron revelados tantos códigos!!
Es mi oración que nuestro Abba abra nuestro entendimiento a tan preciados secretos.
Gracias siervo por su trabajo.