Por P.A. David Nesher
Lo Teba’ru Esh BeJol Mishbotejem BeIom HaShabat
«No encenderás fuego en todas sus moradas el día del Shabat»
((Éxodo/Shemot 35:3)
Estamos estudiando la continuación de lo relatado en Shemot capítulo 34, vers. 29, donde la Torah relata cuando Moshé descendió del Monte Sinaí con las dos Segundas Tablas (10 de Tishrei). Inmediatamente después de esto, la Torah describe las tareas necesarias para construir el Mishkán (Tabernáculo), el precursor del Sagrado Templo.
Lo interesante es que la bendita Torah insiste nuevamente sobre la naturaleza especial del Shabat y en especial acerca de la necesidad de abstenerse de realizar melajáh, que es el trabajo prohibido en ese día sagrado. El texto hace mención específica de no encender fuego en Shabat.
Sobre este pasaje hay diversos puntos de análisis e interrogantes, algunos de los cuales son expuestos y formulados también por los comentaristas de la Torah.
Primeramente debemos entender y asumir que este mandamiento pertenece a la categoría de las leyes conocidas como “jukim”, acerca de las cuales, hemos dicho, la Torah no ofrece mayores explicaciones.
En segundo lugar, me es necesario también insistir en el hecho de que Shabat en su esencia es que el ser creado encuentre el reposo junto a su Creador. Es decir que Shabat no es sólo velas, pan, vino, mesa servida, etc; su esencia va mucho mas allá de lo que nuestros sentidos puedan percibir. Shabat no debe de ser una carga litúrgica sino un reposo espiritual en el que el alma humana se eleva a las dimensiones de la verdadera fe (emunah) dónde todo se hace posible para el que cree (Marcos 9:23).
Ahora sí, comenzando en el tema que aquí nos convoca, diré que la Torah especifica no trabajar ni encender fuego. Pero tenemos que en los Yamim Tovim (Días Festivos), cuando se prohíbe todo trabajo, sin embargo, sí se permite la preparación de alimentos, lo que incluye encender fuego para cocinar. En cambio, en Shabat no se puede encender fuego ni siquiera para la preparación de alimentos, con mucha mayor razón para otras necesidades, [Rav Shemuel Ben Meir/Rashbam].
Referente a lo que dice el texto, Moshé enseñó a los israelitas las halajot (leyes) de las 39 labores principales (avot melajot) prohibidas en Shabat. Una de ellas será el encendido del fuego, como ahora lo explicaré.
Hacer fuego está prohibido por la Torah. Pero debemos tener en cuenta que hacer fuego hace aproximadamente 3.500 años era un trabajo arduo. No se giraba una perilla y apretaba un botón o encendía un fósforo (cerillo). Hacer fuego era un trabajo en sí. Había que ir a buscar ramas secas o leña, partir las ramas con las manos o los leños con un hacha. Traer paja seca. Cargar con la leña. Acomodar. Frotar con una rama sobre una madera plana con paja. Soplar. Ventilar con una pantalla. Mantener la llama. Para hacer todo eso uno se cansa. Es decir que, históricamente, cuando se encendía fuego en una casa era para mantenerse ocupado y concentrado en quehaceres. Por eso, para comprender una mitzvá también hay que analizar el tiempo en el cual fue otorgada y en medio de que circunstancias. Es muy necesario conocer el contexto de todo asunto a fin de evitar errores de hermenéutica (interpretación).
Antes de continuar con todo esto necesito aclarar que con este aporte que estoy haciendo aquí no pretendo decir que es legal crear una llama de fuego literal en día de Shabat, pues el mitzvah (mandamiento), como jukot que es, es muy claro en eso. Pero sí necesito decir que este mandamiento también hace referencia a una creación de fuego que no habla de calor ni luz físicos, sino de uno que habla de luz y calor metafísicos.
Así pues les diré que al comenzar la construcción del Tabernáculo, el Eterno, por medio de Su Torah, recuerda a Israel la observancia del Shabat para decirnos que a pesar de dicha construcción no se debe profanar la santidad del reposo espiritual. En Shabat no se harán labores para el Tabernáculo. ¡Qué interesante!; a pesar de que los trabajos del Mishkán eran en honor a Yahvéh, éste debía ser suspendido al llegar el Shabat.
La tarea efectuada para el Mishkán se considera “melajáh”, es decir, “tarea” (en hebreo), y las distintas labores se denominan “melajot” (que son 39 en total). Éstas son las prohibidas en Shabat.
La razón por la cual la Torah nos enseña que las actividades productivas en el mundo material es que son a la vez, aquellas que son necesarias para construir un espacio a fin de desarrollar la santidad. La raíz de las 39 melajot del Shabat, son entonces los 39 trabajos del Mishkán, que derivan y provienen de dichos trabajos.
Estas 39 acciones tienen una cosa en común: son acciones que los humanos pueden hacer, pero los animales no. Todos estos son ejemplos de casos en los que los seres humanos utilizan su inteligencia con el fin de manipular y transformar la naturaleza, a fin de dominar las circunstancias que se producen por la ley de causa y efecto.
Ahora bien, una serie de planteos surge ante este mandamiento (mitzváh) que encabeza nuestro estudio: ¿Por qué la Torah yuxtapone la construcción del Tabernáculo con el mitzvah (mandamientos) de cuidar Shabat? ¿Qué significa realmente esta Mitzvá? ¿Acaso se debe de conectar solamente a lo literal? ¿Debe una persona afirmar que guarda Shabat cuando sus impulsos de fuego (Nefesh) han sido encendidos precisamente ese día? Trataré pues de responder estas preguntas en la medida que nuestra mente se abra a la Luz y voluntariamente se organice en sus pautas y lineamientos.
El Eterno está revelando aquí que el Shabat y el Tabernáculo son uno solo. Ambos son eslabones que nos unen con una dimensión trascendental. Durante los distintos años de exilio del pueblo de Dios, Shabat sirvió como el santuario (Mishkán), el lugar para restaurar y refrescar la perspectiva en un mundo con frecuencia hostil hacia los valores de la Torah.
El Mishkán une a todo el Pueblo de Israel, es el centro en el cual Yahvéh mora dentro de Israel. Y por eso la introducción de la parashá dedicada a la construcción del Tabernáculo es con las palabras “Y congregó Moshé” ( ויקהל משה, Vayakhel Moshé). Todo el pueblo de Israel se reúne para ser una gran comunidad, una gran sociedad. Pero en Shabat no hay necesidad de la acción de construir el Tabernáculo, porque el Shabat mismo es el secreto de la unión del Pueblo de Israel.
Es por eso que nuestros sabios han encontrado en esta parashá los códigos que revelan que durante Shabat es otorgada a cada hijo de Israel la denominada “Neshamá Yeterah,” (נשמה יתירה) o Alma Divina Adicional que lo saca de sus preocupaciones personales y lo conecta con todo el pueblo de Israel (Tikunei Zohar 6, 23b). Dicha alma adicional nos ayuda a adentrarnos a la verdadera esencia del Sagrado Shabat desconectándonos de lo pasajero, lo material, etc. Esta Neshamah Yeterah se va de una persona cuando Nefesh (alma animal) comienza a surgir en pleno Shabat, es aquí en donde podríamos entender un poco mas lo que esta mitzváh de «no encender fuego en Shabat» trata de enseñarnos.
El Eterno anhela que sus hijos no permitan que el nefesh («impulso de fuego«) sea encendido en todas las habitaciones de nuestro ser el día de Shabat, pues este es un día de alegría, regocijo, amor, santidad, etc.
En el Zohar está escrito que, del Shabat reciben bendición todos días de la semana. Por eso, cuando cuidamos el Shabat como es debido, trae bendición y éxito para todos los días de la semana; esta bendición proviene del Cielo. Del Zohar leemos:
«…No hay movimiento en lo Alto hasta que no haya movimiento abajo. Las bendiciones de lo Alto solo se encuentran donde hay alguna sustancia y no un mero vacío…»,
[Zohar I, 88ª].
El Rebe de Lubavitch explica sobre la santificación del Shabat y el apartarse del trabajo físico:
«…Acerca de esto se puede preguntar:
“¿Si no invertimos en el negocio todas nuestras fuerzas y toda el alma, cómo aseguraremos su éxito y crecimiento?” A ello debe responderse que se requiere también creer en Dios. El judío tiene fe que al fin y al cabo el sustento viene del Altísimo. La función del hombre es hacer el “recipiente” para recibir la bendición de Hashem y por ello debe trabajar y dedicarse a su actividad comercial, pero quien define si va a ganar del trabajo y cuánto, es Hashem. Siendo así, cuando el Eterno dice que el judío no debe sumergirse totalmente en el trabajo, esto mismo indica que el camino para recibir la bendición de Di-s y afianzar el negocio, es exclusivamente cuando se cumple con la Voluntad de Di-s y no cuando se actúa contrariamente a ella. Quienquiera desee el éxito de sus actividades comerciales, debe abstenerse de invertir en ello toda su alma, puesto que esto es lo que Hashem quiere y es Él quien brinda la bendición. Cuando el judío trabaja durante los seis días de la semana, de acuerdo a las instrucciones de la Torah, también su Shabat es diferente. No tiene dificultad en dirigir sus fuerzas hacia los temas del espíritu, y no permanece pensando constantemente en sus actividades mundanas. De esta manera vivenciará una verdadera vida judía, tanto en los días de la semana y cuánto más, en el Shabat…»,
[Reve Lubavitch, resumen de la Parashá].
El Talmud (Shabat 73a) explica:
«La Torah yuxtapone Shabat y el Tabernáculo para enseñarnos que aquellas actividades usadas para construir el Tabernáculo, son las mismas actividades que están prohibidas en Shabat. Por ejemplo, ya que el Tabernáculo implicaba coser, nosotros no cosemos en Shabat; ya que implicaba cocinar, no cocinamos.»
¿Suena arbitrario? Difícilmente. Los expertos en la decodificación de la Sabiduría de la Torah explican la conexión de la siguiente manera:
En general, en Shabat está prohibido hacer aquello que demuestra el dominio del ser humano sobre la naturaleza. Es decir, lo que manifiesta la faz creadora humana. Ya que así como el Eterno cesó de crear el primer Shabat, tal debe hacer el redimido con mentalidad hebrea en el día consagrado del Eterno:
«Elokim bendijo y santificó el séptimo día, porque en él reposó de toda su obra de creación que Elokim había hecho para hacerse.«
(Bereshit / Génesis 2:3)
El Eterno creó el mundo en seis días y descansó en el séptimo; en nuestro esfuerzo por emular a Yahvéh debemos asimismo descansar en el séptimo día. Pero para saber como descanso Dios en el séptimo día, primero debemos entender qué acciones creativas hizo durante los primeros seis días.
Aquí es donde el Mishkán o Tabernáculo es la clave. Sumerjámonos pues en estos códigos:
El Mishkán o Tabernáculo representa un microcosmos del universo, es decir que es el símbolo de una destilación de todas las energías, diseños y recursos encontrados en el mundo material interestelar. Betzalel, el arquitecto principal del Tabernáculo, entendió los planos para la construcción del mismo solamente porque comprendió el código de la Creación. De hecho, el nombre Betzalel significa «en la sombra de Dios».
Por eso al ser el microcosmos de la Creación, las actividades llevadas a cabo construyendo el Tabernáculo, son precisamente paralelas a aquellas acciones realizadas por Elokim (por así decirlo) al crear el mundo. Ya que el Tabernáculo implicaba escribir, nosotros emulamos el descanso de Dios al no escribir en Shabat.
Las actividades prohibidas en Shabat – «melajáh» – son diferentes de la definición secular de «trabajo«; es decir que ellas hablan de que en Shabat nos abstenemos de «acciones creativas,» no de «esfuerzo.» Por ejemplo, en Shabat puede que este permitido acarrear una caja pesada desde el sótano hasta el ático, pero al mismo tiempo esta prohibido encender un fósforo para encender la cocina. Mover la caja no implica un cambio en el estado creativo del objeto, mientras que prender el fósforo para activar la hornalla claramente si.
En otras palabras debemos aceptar que el “descanso de Shabat” no es un descanso de la labor física, sino que es un descanso de nuestro constante e inútil esfuerzo por controlar el mundo y sus circunstancias. Es un día para sentarnos y permitir que el mundo continúe su rumbo sin que nosotros intentemos cambiarlo. Es un día para dejar de hacer y comenzar a ser. Es un día en el que no permitimos que la lucha por un futuro «mejor» arruine el goce del aquí y el ahora. Cuando renunciamos por 25 horas a controlar el mundo, nos encontramos en una posición que refleja más acertadamente nuestra realidad, en contraste de cuando pensamos que tenemos el control. Es una oportunidad para encontrar un espacio de paz y humildad dentro de uno mismo.
Así, cuando cada redimido entra a un lugar más espiritual en su interior, su escala de valores comienza a modificarse. La necesidad de tener cada vez más dinero se torna menos importante. El éxito se muestra más voluble. Y el poder parece ser irrelevante. Pero, por otro lado, la familia, el amor, la búsqueda de sabiduría y la apreciación de lo bueno de la vida pasan del “blanco y negro” en el que están durante los días de la semana, a una profundidad de “32-Bit de color”.
El efecto es profundo. En Shabat, cuando dejamos de crear, no sentimos más la necesidad de competir con el mundo que nos rodea.
La Torah elige la expresión «prender fuego» como su único ejemplo de melajáh, porque justamente personifica lo divisivo, energías de combustión que Shabat pretende evitar. En vez de imponer nuestra voluntad sobre el mundo físico, estamos en armonía con él.
En Shabat, todos somos reyes. Aprovechamos la espiritualidad extra infundida en Shabat para enfocarnos en nuestras metas espirituales, las cuales expresamos a través de oraciones, estudio de Torah, comidas festivas, y tiempo que pasamos con familia y amigos. Por un día cada semana, no hay competencia. Sólo hay abundancia.
Éste es el propósito de Shabat. Un día para salirse de la locura de la semana y comenzar a vivir en el mundo real.