Autora: Aranza Gleason
Mucha gente se sorprende que hoy en día más del 50% de los matrimonios seculares terminen en divorcio. A mí francamente no me parece tan raro. Construir a lo largo de los años un matrimonio, es una de las cosas más difíciles que puede hacer un ser humano, y por ello, una de las más gratificantes.
En el judaísmo, el matrimonio es visto como el acto más sagrado que dos personas pueden realizar: es la unidad que mantiene la familia, el medio a través del cual la herencia judía se preserva y la institución que fomenta mayor crecimiento en la persona. Requiere de paciencia, energía, tiempo y sobretodo constancia y compromiso. No es una tarea fácil, pero vale la pena vivirlo; porque es el único reto suficientemente fuerte para obligarte a sacar lo mejor de ti. A continuación le damos unos consejos para darle la vuelta a problemas que se presentan con los años. Esperamos los disfruten.
1) Aceptación y Gratitud.
A veces, cuando estamos casados, hemos convivido tanto con nuestro conyugue, que los años y la convivencia, en lugar de ayudarnos a aceptar los errores que comete nos vuelven reactivos a sus defectos. La primera vez que deja los calcetines fuera del bote de la ropa sucia los acomodamos sin decir nada, quizás a la segunda comentamos nuestro desagrado, a la tercera hacemos un reclamo más fuerte, pero la quinta, sexta o decimonovena vez que lo hace, simplemente explotamos.
En esas ocasiones, en pos de la paz familiar, es mejor calmarnos y aceptar que hay ciertos defectos que él o ella ya no va a cambiar. Podemos intentar empezar a cambiar la forma en que recibimos esas acciones. En lugar de verlas como una agresión perpetuada, podemos empezar a verlas como una expresión de su presencia, recordar y agradecer las cosas de él o ella que sí nos gustan.
2) Trabajo en equipo
Muchas veces, conforme los años van pasando una de las partes siente que su esfuerzo y su trabajo no son reconocidos por su pareja, que tiene más responsabilidades que el otro, y que a éste no le importa y no aprecia todo lo que hace por él. Cuando esto sucede, los reclamos surgen de forma constante o la persona se retrae y evita a su pareja.
Una solución es hablar los problemas y expresar a la pareja los sentimientos negativos. Sin embargo, no va a ser efectivo si no hay un compromiso de ambas partes por cambiar algunas acciones y actitudes. Lo más funcional es aprender a verse como parte de un mismo equipo, no establecer una competencia dentro de la pareja. Uno debe aprender que hay terrenos donde va a aportar más que el otro, y eso no quiere decir que su conyugue no se preocupe por la relación. En lugar de llevar una cuenta y reclamar todo lo que el otro no hizo, es más efectivo sentirse orgulloso de que el otro confíe en su administración y buen juicio.
3) Usa tu aprendizaje como padre o madre
Tendemos a ser mucho más compasivos con los niños que con los adultos. Esto es porque aceptamos más fácilmente sus errores y les tenemos más paciencia, además sabemos que no sirve de nada enojarse con ellos en vano. Generalmente los padres saben que si quieren educar a sus hijos correctamente tienen que aprender a comunicarse con ellos para poder trasmitirles sus enseñanzas. Lo que nosotros recomendamos no es que trates como niño a tu pareja, sino que utilices las herramientas comunicativas que adquiriste con tus hijos cuando hablas con tu pareja. Él o ella también necesita la paciencia, el cariño y el amor que le puedes dar para ayudarlo a enfrentar sus errores.
4) Toma tu felicidad en tus manos
Tú eres responsable de tu felicidad, no tu pareja. Entre más satisfecho estés con tu vida, la relación familiar va fluir mejor. Es tu obligación descubrir qué te hace feliz y qué necesitas para estar cerca de eso. Si sientes un vacío o no estás inconforme con quién eres o lo que haces, tu conyugue jamás va poder llenar ese hoyo. No intentes depender de él para que lo haga. No le cargues responsabilidades que no le corresponden.
Toma tu felicidad en tus manos y haz lo que sea necesario para poder estar bien, poder hacer lo que te gusta, enfrentar tus frustraciones y solucionar tus problemas. Entre más plena vivas tu vida, más feliz vas a ser en tu matrimonio.
Encontrado y Tomado de: Enlace Judío