Por P.A. David Nesher
Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.
«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yosef] y le dijo: “Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Faraón (Parhó).
(Bereshit/Génesis 44:18)
En esta parashá continuamos con la historia de Yosef y su encuentro con sus hermanos. Vayigash (וַיִּגַַּ֨שׁ ) significa literalmente “Y se acercó”.
En el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso, también puede traducirse como «Y colisionó para fusionarse» (en otra bitácora ampliaré más esto).
Si la primera palabra de la porción es Vayigash («se acercó«) es porque allí se encierra la esencia de la lección de la semana. En el clímax de la «Parashat Vayigash», Yosef revela su identidad a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo años atrás. A través de besos y lágrimas, Yaakov y sus 12 hijos volverán a ser una sola familia. Todos se reconcilian dejando a sus espaldas el difícil y desgarrador pasado. Pero antes de estos hechos, Yehudáh (Judá) confrontará a Yosef por la acusación que hizo sobre el robo de su “copa de la adivinación”. A fin de cuentas, ¿qué sentido hay en que Yosef desee tomar a Binyamín como siervo si supuestamente es un ladrón? ¿Para qué quiere el Virrey un mozo cleptómano? Esto no es coherente y Yehudá lo sabe. “Aquí hay gato encerrado”, diría Yehudáh usando una frase de nuestros días.
Así vemos que Yehudáh no soportó más y dio un paso adelante para explicar lo que había sucedido. Esto era peligroso pues Yoséf podría haber mandado que lo mataran. Pero Yehudáh defendió con valor su vida y la de sus hermanos e imploró misericordia. Y ofreció ocupar el lugar de Binyamín. Hay momentos en que debemos guardar silencio, pero hay momentos en que debemos hablar, incluso si esto tiene serias repercusiones. Cuando enfrente una situación que necesita una voz fuerte y una acción valerosa, acuérdese de Yehudáh y hable.
Esta es sin duda, una de las lecturas más emocionantes registradas en la Torah y el Tanak, ya que se narra el emotivo reencuentro de Yosef con sus once hermanos y su padre Yaakov. Por otro lado, resulta muy interesante que la Torah ocupe más pasukim para hablar de Yosef que de los mismos patriarcas Abraham avinu, Itzjak avinu y Yaakov avinu, especialmente teniendo en cuenta que Yosef solo representa a una de las 12 tribus de Israel (aunque en realidad son dos tribus las que provienen de él), mientras que los patriarcas son la fuente misma de toda la nación hebrea.
En esta sección Yehudáh representa a la sefiráh Malkut (Mundo Físico) y Yosef a la sefiráh Yesod (esfera celestial de vinculación con todos los ámbitos del Mundo de Arriba). Por tanto, el poder de la energía de esta semana se concentra en cerrar la distancia que hay entre Malkut y Yesod. No olvidemos entonces que Yesod representa al Cielo y Malkut a la Tierra.
La colisión mencionada en el segundo párrafo está detallada en el Midrash y se refiere a dos impulsos opuestos: nuestro deseo ontológico (esencial) de conectar con nuestro Creador y las necesidades, impulsos y deseos de nuestro cuerpo de someterse a los impulsos sensoriales que pugnan por dominar nuestras emociones.
Justamente Yesod es la esfera celestial donde la actividad sacerdotal del Mesías transfiere luz a Malkut (la Tierra), pero somos nosotros mismos los que determinamos con nuestras acciones cuanto recibiremos de Él desde esa dimensionalidad celestial (Yesod). Recordemos y aceptemos que nuestras acciones son las que hacen que la zona de Yesod se contenga o que fluya. Pues bien, la energía de esta semana nos ayuda a aprender a evitar que Yesod se contenga. Comprenderemos que estar asociados con Yeshúa HaMashiaj permite que el chorro de Yesod se abra y todo lo que suceda en consecuencia sea siempre milagroso.
¿Qué más podemos pedirle a la vida? Todo lo que queremos es construir el Paraíso (Gan Edén) en la Tierra. Hacer descender el Cielo a nuestro mundo (Mateo 6:10). Pues bien, esta porción es la que nos da esa materia prima para que descienda el Cielo en todos los aspectos de nuestra vida (amor, familia trabajo, dinero, salud, etc.). Yesod es el almacén de todo lo que podemos desear, así que para cerrar la distancia que tenemos con él, tenemos que eliminar el caos de nuestra vida. ¿Cómo? Removiéndolo, y esto requiere mucho valor, porque a veces es muy doloroso. El dolor de esta lucha cotidiana de colisión para fusión lo describía el apóstol Pablo, cuando a los romanos les decía:
«¡Miserable de mí!
¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesús, el Cristo Señor nuestro.
Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Torah de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.»
(Romanos 7:24-25)
Por ello, en esta semana estaremos conectados a la gratitud al Eterno por habernos dado a Yeshúa quien demostró en su propio cuerpo con unir los dos planes de la existencia desde el correcto uso de su esencia: ser Deseo. Así lograremos que nuestro cuerpo (instrumento propio de Malkut) sea utilizado por el Espíritu Santificador de Yahvéh para ascender todo lo material hasta sublimarlo con lo celestial.
Debemos saber y aceptar que en Malkut (el cuerpo) es donde nuestro mundo psicoemocional (hebreo Zeir Anpin) se materializa. Tenemos muchos rincones oscuros, muchas sombras del pasado que, consciente o inconscientemente, ocultamos en lo profundo de nuestra psiquis. Entendemos, por los experimentos de las neurociencias, que esto funciona como un mecanismo de protección, está bien, pero que saber y aceptar que no porque escondemos nuestros traumas y frustraciones, ellos no nos están corroyendo por dentro. Por ello, muchas disciplinas de las ciencias de la salud, en su apertura holística, aseguran que las enfermedades son la purga de esas emociones no sanadas. Arrastramos traumas infantiles toda la vida sin poder sanarlos conscientemente, y, a veces, eso desata una enfermedad mortal, como el cáncer. Yo sé que nadie quiere sufrir, pero el dolor debe salir a través del trabajo espiritual o por medio de una enfermedad.
Malkut es puro deseo egoísta (ratzón atzmut) y por cada deseo hay una vasija. Cuando un espacio de la vasija está ocupado con una situación no resuelta, esto es igual a una vasija cerrada como una nuez. La Luz Infinita no tiene manera de penetrar. Por tanto, esa nuez hay que romperla, y es eso lo que duele (en el idioma paulino, a esto se le llama «castigar el cuerpo» – ver 1 Corinitios cap. 9 vers. 27). Salir de un trauma duele porque para el subconsciente es como si fuera un hijo y ha vivido con él durante años (es lo único que conoce). Nos cuesta romperlo porque lo desconocido causa miedo.
Te invito, estimado lector, a que imagines que cada problema o dolor que se te presenta es una nuez que vas a romper. En cuanto se rompe, sentirás la tristeza, el dolor, llorarás… pero debes saber que estás en el proceso verdadero de acercarte a Yeshúa como Salvador. Ese proceso de sanación es la semilla de la nuez que te estás comiendo y digiriendo, pero una vez que termine, te queda el espacio para que la vasija se llene de Luz mesiánica. Ella es simple y tiene una sola programación: dar. No puede haber una vasija vacía, porque en cuanto el espacio esté disponible, enseguida se llenará de Luz.
Justamente de esto se trata el proceso de salvación que el Eterno ha realizado con sus llamados, tal y como lo describe el apóstol Pablo al escribir:
«Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó…»
(Romanos 8:30)
Es decir que a través de Yeshúa HaMashiaj hemos escapado del mundo sensoro-emocional en donde habita el miedo limitante, la ira y el sentimiento de ser una víctima (emociones estas que nos bajan la frecuencia), para ir a la cabeza, que son los niveles superiores intelectuales que conectan con las dimensiones de Yesod; las zonas donde todo le es posible al que cree (Marcos 9: 23).
En esta semana seremos capacitados por el Espíritu de la profecía (Apoc. 19:10) para entender que nuestra propia naturaleza reactiva que siempre busca detenernos, volvernos lentos o paralizarnos psíquica y emocionalmente, se vale del mecanismo de la víctima como la principal herramienta del cuerpo, para evitar los cambios que anhelamos a hacer, y que a ese nuestro satán no le gustan nada. La naturaleza corpórea rechaza los cambios porque ello incluye una actividad psíquica, emocional, química o celular nueva, que terminará produciendo un movimiento interno de conexión con la energía de la vida eterna (es decir, una vida con la calidad del Eterno); y el cuerpo, por causa del pecado, tiene implícito una memoria de muerte, porque constantemente se está regenerando, es decir, una parte nuestra muere y otra renace, por lo tanto debemos encontrar una manera diferente que nos llevará a un verdadero cambio y transformación, es por eso que se ha revelado públicamente el yugo de Yeshúa, que están provocando que cada día despierten más varones y mujeres, salgan de la zona de la Gran P… (Babilonia) y acepten hacerse sus discípulos a fin de sanar sus almas hasta lograr unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo. Así cuando los redimidos logran su misión en plenitud uniendo Cielo y Tierra, el Nombre de YHVH es santificado y se activa produciendo un flujo de milagros en la fisicalidad.
Anhelo que te interese caminar conmigo en estos seis días de ascensión y promoción mesiánica.
Shalom!