Por P.A. David Nesher
“ Y él respondió: Tomarás estas siete corderas de mi mano para que esto me sirva de testimonio de que yo cavé este pozo. Por lo cual llamó aquel lugar Beer-Shava, porque allí juraron los dos. Así hicieron pacto en Beerseba; y se levantó Abimelec, y Ficol príncipe de su ejército, y volvieron a tierra de los filisteos.
Y plantó un tamarisco en Beer-Sheva, y allí invocó el nombre de Yahvéh, el Dios eterno. Y peregrinó Avraham en la tierra de los filisteos por muchos días.”
Habían pasado unos dos o tres años desde que Abimelec le había dado permiso a Abraham de vivir en cualquier lugar que él deseara de lo que se convertiría en territorio filisteo (20:13). Abraham estaba viviendo a unos cuarenta kilómetros de la ciudad de Gerar. Este pacto ocurre días después del momento en que Ishmael y Hagar fueron echados.
“Sucedió en aquel tiempo que Abimelec y Ficol, capitán de su ejército, se dirigieron a Abraham diciendo: Elohim está contigo en todo lo que tú haces.”
(21:22 BTX).
Yahvéh estaba bendiciendo materialmente a Abraham, y esto se había hecho evidente. Incluso los gentiles habían llegado a reconocer la presencia del Eterno en la vida de Abraham, y por lo tanto, Abimelec deseó proteger su propio futuro, tanto como el de su descendencia, mediante la formación de una alianza con Abraham. Era hora de que los dos hombres hicieran un pacto.
La Torah menciona ese lugar primero como Beer-Shava y más adelante como Beer-Sheva. La palabra hebrea beer significa «pozo«, la expresión shava viene de shevuáh, que se traduce como juramento, y de shevá que significa siete. La raíz de shava y sheva es la misma. Así que Beer-Sheva debe ser entendido como «Pozo del Juramento«, o el «Pozo de los Siete«, por lo que quedaría mejor el «Pozo del Juramento Séptuple«, y esto es porque cuando juraban, lo hacían repitiendo siete veces el pacto.
En este pacto debemos tener en cuenta que el agua no sólo es vital para el ser humano, sino también para el ganado y las cosechas. Dado que Canaán no tiene ríos que la alimenten, ellos dependían de la lluvia del cielo en invierno y de los pozos en verano.
Los pozos en las Sagradas Escrituras son símbolo de bendición espiritual afectando con sobreabundancia a la vida material. Por esto, los pozos en las Escrituras son figuras de Salvación y Gracia divina. Por ello, la esposa para Isaac será encontrada en el pozo (junto a aguas vivas); también la mujer samaritana (que representa las diez Tribus de Israel y la novia del Mesías) tiene su encuentro con Yeshúa en el pozo de Yaakov.
El Tamarisco y el Dios que conoce el Futuro.
Ahora bien, para sellar esta alianza consideraremos algo muy especial: Nuestro padre Abrahamlo hizo con un tamarisco, y aunque parece indescriptible este detalle, este acto tiene un hecho connotativo para el pacto.
El tamarisco es un árbol de larga vida. Tiene madera dura y sus ramas son espesas y se mantienen verdes todo el año. Es un árbol visualmente muy atractivo y de ramas finas. Se arraiga hasta la profundidad del suelo aprovechando las aguas subterráneas. Puede crecer en zonas áridas y dispersarse en el agua. Se utiliza para fijar suelos de arena y su hábitat original es cerca a los arroyos y el mar.
Por esto, el tamarisco simboliza la fortaleza de hacer pactos para invocar el Nombre del Eterno. Así es como a la vez se hace un símbolo de profundidad, firmeza y permanencia, tal y como el Pacto con Dios es. Esto significa que Abraham no plantó el tamarisco como señal del pacto con Abimelec, sino del pacto con Dios (Génesis 17:7-9). Es decir que con este acto, en verdad Abraham avinu, manifestó ante todos los ámbitos existenciales la intención de quedarse en esa tierra no porque los hombres lo permitían, sino porque el Eterno lo había establecido con promesas fundamentadas en Su voluntad que es buena, agradable y perfecta.
Los rabinos Rav y Shmuel discutieron sobre el significado de la palabra eshel, traducida aquí como tamarisco. El primero dijo que se trataba de un huerto de este tipo de árbol del cual se comenzaría a ofrecer los frutos a los viajeros durante su comida; y el segundo interprete dijo que, en verdad, Abraham construyó un albergue u hostería para poder recibir a los transeúntes y donde había muchos árboles frutales.
Lo cierto es que este lugar se convirtió en un centro de proclamación del nombre del Eterno. Según el Midrash, Avraham invitaba a los que pasaban para que comieran y se confortaran gratis. Después de haber comido les dijo: “Vengan y bendigamos al Rey Altísimo y Santo, Aquél que de los suyo ustedes han comido.» Les explicó que no habían comido de su comida sino de Aquél que habló y el mundo fue creado. Cuenta la historia que, de este modo, Abraham ganó muchas almas para el Reino de Yahvéh.
Lo evidente del relato es que este lugar se convirtió en un centro de adoración de referencia para todas las generaciones. En ese lugar, Abraham volvió a invocar el Nombre de Dios y esta vez, el Nombre de Yahvéh, conquistó un título más: el de “Dios eterno”. Esta expresión en hebreo El Olam. La expresión “El“ significa “Poderoso” y la palabra “olam” tiene varios significados: “larga duración”, “eternidad”, “siempre”, “futuro”, “tiempo indefinido”, “hace mucho”; “mundo”. También significa “universo”. Este nombre no sólo implica eterno en cuanto a “todos los tiempos”, sino también en cuanto a “todos los lugares y naciones”. Por eso, también se traduce como “Dios del universo”, que sería la forma más fiel a su significado.
Esto quiere decir que Abraham estaba inaugurando un centro de proclamación del Reino que revelaba a los hombres que Yahvéh tiene la calidad de ser el Amo del tiempo, por lo que toda circunstancia está bajo su control que persigue que todo evento sea de beneficio a su propósito eterno escondido en cada alma humana: alcanzar semejanza son Su divinidad.
Lo cierto est que con esto, Abraham avinu mostraba que, aunque él hizo un pacto con un rey terrenal, era Yahvéh quien en verdad había hecho un pacto de sangre eterno con él, y a su descendencia daría toda la tierra prometida para siempre. Isaac probablemente nació allí y creció hasta ser un hombre joven. Y justo cuando la vida de Abraham llegaba a la rutina, tomó un giro sorprendente.
Aun en este tiempo de conflicto en su familia y entre sus vecinos Abraham mantuvo un caminar vivo y profundo con el Eterno. Puede que todo conflicto en la vida tiende a alejarnos de Yahvéh, pero debemos permitir que el Eterno los use para acercarnos más a Él.
Abraham era como el árbol tamarisco, plantado en tierras difíciles y desérticas, pero Yahvéh bendijo a Abraham en tierra de nada, donde faltaba el agua. Allí abría pozos y hallaba agua para sí mismo, sus seres queridos y su ganado. Allí sus esperanzas no se apagaron por la contrariedad de la sequedad.
¿Te habla de algo el estudio de hoy? Árboles, pozos de agua, tierra seca. Nuestro caminar a veces no tiene mucho sentido, miramos el horizonte y vemos sequedales, pero allí nuestro Abba espera que «plantemos árboles», que, en los momentos más inhóspitos de la vida, plantemos vida y esperanza, no sólo para nosotros, sino para los que seguirán después de nosotros. Planta tu tamarisco e invoca a Yahvéh porque Él no te abandonará en tu » Beersheba«, allí estará para dar crecimiento a tu vida como árbol junto a corrientes de aguas.