Por P.A. David Nesher
«Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor. Trabaja seis días y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el séptimo día es de reposo consagrado al Señor tu Dios. No hagas ningún trabajo en ese día, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que viva contigo. Porque el Señor hizo en seis días el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el día séptimo. Por eso el Señor bendijo el sábado y lo declaró día sagrado.»
(Éxodo 20:8-11 – DHH)
“Si retrajeres del Día de Reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo y lo llamares delicia, santo, glorioso de Yahwéh; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Yahwéh; y Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la herencia de Jacob tu padre; porque la boca de Yahwéh lo ha hablado”.
Isaías 58: 13-14
En este tiempo de transición, todos los que habitamos el Monte Santo de Yahvéh, hemos llegado a la conclusión que el sistema de cosas imperante, a través del paganismo, el humanismo y el secularismo, se las ha arreglado de tal manera que han hecho del día sábado uno de los días más ocupados de la semana, creando una serie de falsas necesidades que supuestamente uno debe llenar para de esta manera, robar una jurisdicción de plenitud y dicha que pertenece al Eterno Dios, a la familia y a la esencia misma del ser humano.
Muchos de nosotros nos damos cuenta de la importancia de celebrar el Shabat, pero tenemos ideas confusas sobre cómo llevarlo a cabo.
El Shabat, es el día que el Eterno Dios otorgó a Su pueblo, para descansar de la actividad cotidiana, y abocarse a la espiritualidad.
Shabat es descanso: Shabat es una isla de tranquilidad en la tormenta de trabajo, ansiedad, lucha y tribulación que caracteriza nuestro diario vivir durante los otros seis días de la semana. Por aproximadamente 25 horas a la semana, el mundo literalmente frena: el negocio está cerrado, el coche permanece estacionado, el teléfono deja de sonar, la radio, la TV y la computadora están apagadas, y las presiones y preocupaciones de la vida material se desvanecen detrás de una cortina de paz. Como cesamos toda creación relacionada con el mundo físico, nuestro foco se centra en el interior; en la familia y amigos, en nuestro yo interior, nuestra alma, nuestro espíritu.
Esto consta explícitamente en la Biblia, pues es la cuarta instrucción otorgada por el Eterno a Israel: “Recuerda el día de Shabat para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu labor, y al día séptimo es Shabat para el Eterno, tu Di-s; no harás ningún trabajo, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, tu animal, y el peregrino que esté en tus portones. Porque en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, los mares y todo lo que hay en ellos, y descansó el día séptimo, por eso bendijo el Eterno al día de Shabat y lo santificó” (Éxodo 20: 2)
Como vemos, se trata de un precepto muy importante, por lo tanto, se debe hacer mucho hincapié en la correcta observancia del mismo.
Pero, será importante recordar, que la celebración del Shabat no es para nosotros, en manera alguna, un acto sacramental, por medio del cual pensamos que vamos a recibir alguna gracia salvadora especial de Yahvéh.
Por otro lado tampoco es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar el fin: ¡la exaltación del Eterno a través de nuestra obediencia!
Una de las cosas más hermosas que la Nueva Humanidad tiene en su fe es la manera como coloca la “ley” y las “obras” en su correcta perspectiva. Somos salvos sin obras para muchas buenas obras.
Creemos lo que las Escrituras claramente enseñan: por medio de las “obras de la ley” ninguna persona podrá justificarse delante del Eterno (Gal.2:16). Pero al mismo tiempo creemos que la Biblia enseña que la justificación auténtica, produce obras que honran al Eterno. El apóstol Pablo dijo: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efe.2:10). Sumamos también a esto lo que en una ocasión, el Mesías declaró: “así alumbre vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat.5:16).
De manera que aunque las obras no son medios de salvación, sí constituyen evidencias de la salvación y justicia. En otras palabras, no soy salvo por obras, pero mi salvación es revelada en mis obras y mi justicia se manifiesta a través de ellas. Esto nos lleva a descubrir un gran principio: estar en el Pacto Renovado del Mesías constituye una manera de vivir maravillosa.
Debemos dejar bien claro esto, para no dar la impresión de que nuestra celebración del Shabat, guardando el sábado, es una especie de “vuelta al judaísmo” y entonces ser acusados de “judaizantes”.
Entendemos que el Eterno Dios instituyó el Shabat antes de la existencia del pueblo de Israel, antes de Moisés, antes de Abraham, incluso, antes de Adán.
Por lo tanto, todo redimido en la sangre del Cordero debe acercarse a esta celebración con una actitud correcta, evidenciada primeramente por la clara apreciación de que no estamos haciendo ninguna cosa con el propósito de ganarnos el favor de Yahvéh, porque ese favor ya fue ganado para nosotros por medio de la muerte de Yashúa y de Su sangre preciosa derramada en la cruz del Gólgota.
También queda bien entendido que cuando apartamos apropiadamente el Shabat, estamos declarando nuestra verdadera libertad. ¡Somos libres en el Mesías, por lo tanto, no trabajamos el día sábado porque celebramos el Shabat!
A menos que entremos en este descanso semanal con la actitud correcta, nunca descubriremos las delicias que tiene esta celebración.
De la misma manera que sería muy difícil describirle a un ciego de nacimiento la belleza de un atardecer junto al mar, así será muy difícil explicar a uno que no celebra el Shabat la dulce presencia del Eterno que se disfruta en la celebración de este día.
A fin de hacer del Shabat todo un acontecimiento y llamarlo realmente “delicia”, la preparación anticipada para ese momento es la clave del éxito. De otra manera vendrá el aburrimiento y no sé experimentarán las bellezas de este día.