Por P.A. David Nesher
«Porque cuando más esté yo en angustia, ÉL me invitará a estar bajo Su cabaña.
(Salmo 27: 5)
Me amparará en Su enramada protegiéndome y poniéndome en las alturas que no imagino«.
Desde que comencé con mi familia a celebrar esta bendita festividad construyendo en el fondo de mi casa la enramada ordenada por Abba, comprendí que vivir en cabañas es en esencia un ejercicio de negación de ego. La vivencia de esta experiencia nos ha ayudado a construir fe en la Fuente espiritual, el Eterno Dios, y no en el dominio de lo material.
El precepto divino es simple: habitar la suka. Durante los siete días de fiesta se obliga a cada familia a comer y dormir en la suka. Esta enramada requiere un techo que es muy insustancial, como seguramente sabes; debe ser suficientemente endeble para permitir que pasen tanto los rayos del sol, como el agua de la lluvia; y es bueno si también puedes ver las estrellas a través de él.
De hecho, me enteré que uno de los significados según la raíz de la palabra en hebreo de suka es “ver a través”. Justamente mi vivencia de abandonar mi vivienda permanente y el “techo sobre mi cabeza” y mudarme a una cabaña que casi no tiene techo, ha permitido que mi familia y yo desarrollemos la habilidad de ver (por medio de la fe) a través de lo material y percibir así lo superior: las bendiciones ya otorgadas en Cristo Jesús (Efesios 1:3). En este mundo, la tentadora ilusión, con la que el sistema del dragón adormece día a día, es que nuestra seguridad deriva de lo material. Por el contrario, residir bajo la suka enseña que la seguridad proviene de otra parte.
Es interesante entender que la festividad de Sukot acontece en la temporada de la cosecha de frutos y la vendimia. Es decir, que el Eterno ordena a Israel celebrarla en una época de gran abundancia material. El mensaje que precisamente nuestro Dios da a Su Pueblo, y que hoy nos transmite en Su Espíritu Santo, es que cuando traes tu cosecha a casa, justo en el momento cuando puedes sentirte más independiente, seguro de ti mismo, más rico y poderoso, la Torah (Instrucción), mediante esta festividad te dice: “¡Cuidado, no te alejes de la real Fuente de todo aquello que tienes!”.
En Sukot nuestras mentes se activan en aquello que el Kohelet (Eclesiastés) revela como paradigma de éxito: “Todo es vanidad”. Por esto, nuestro espíritu fluye en la reflexión celestial que nos dice: “¡Ten cuidado no inviertas tus esfuerzos en este mundo!” Ese es el tema central que constantemente se destaca en todos los comentarios que hacemos durante esta maravillosa Fiesta del Eterno.
Así que vivir en cabañas sirve para que tu conciencia se sensibilice en relación al mundo superior, para metafóricamente dirigir tu mirada hacia arriba, a través de la delgada cobertura de la suka, y obtener seguridad a partir de eso y no del techo de concreto de tu recinto material. Esta es una experiencia tangible de dejar lo material y pasar a una existencia diferente.
¿Es esto menos relevante hoy en día de lo que era antes? Podría ser que es incluso más relevante ahora. Con el desarrollo de la tecnología, con la conquista del medioambiente material, viene la tentación de asumir que estamos en control, que nos estamos acercando al dominio de nuestro mundo. Mientras dominamos más áreas de lo físico ampliamos el peligro. El mayor peligro aquí no es solamente la sensación falsa de control, la peligrosa ilusión de que podemos controlar cualquier cosa en este mundo, sino que al mismo tiempo estamos ampliando nuestro ego y esa es la verdadera fuente de todo desastre.
Está bien claro en nuestro entendimiento que en los días actuales nuestra lucha cotidiana es mental. El sistema de cosas imperante nos tiende lazos materialistas constantemente. Por ello, cuando vives en una casa sólida con tecnología que aparentemente garantiza tu seguridad, tienes mayores probabilidades de olvidar de donde viene tu verdadera protección. La cultura moderna logra implantar un sentido de autosuficiencia y poder humano, haciendo surgir el pensamiento de “estamos en control”.
Al abandonar el confort de mi hogar, y mudarme con mi familia a una suka por toda una semana nuestras mentes reflexionan en la fragilidad de la vida y nuestras conciencias despiertan en el entendimiento de que la vida humana es pasajera. De ese modo nuestras almas se sujetan a un paradigma maravilloso: la seguridad únicamente viene de Yahvéh.
El cumplimiento correcto de esta fiesta es habitar el mayor tiempo posible en la suká durante los siete días de la Fiesta. En este lapso festivo se debe producir un cambio de roles: la casa material se convertirá en nuestra residencia temporal, y la suka en nuestra habitación permanente. De este modo la reflexión del alma será inducida a comprender que la vida es pasajera y necesita para trascender un refugio espiritual trascendental: la Presencia del Eterno, protegiendo y proveyendo propósito de vida.
La idea maravillosa que surge en mi familia durante esta Fiesta es que la Protección del Eterno nos conduce providencialmente a jurisdicciones de Su herencia mesiánica para gobernar y promover a Su Creación.
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