Por P.A. David Nesher
«Resulta que Dináh, hija de Leáh, que ella diera a luz para Yaakov, salió a conocer a las chicas del lugar. Y la vio Shejem, hijo de Jamor el jivita, príncipe de la tierra, que la tomó, se acostó con ella y la violó. Y él se prendó de Dináh, hija de Yaakov, y amó a la joven y le habló tiernamente. Entonces Shejem habló a su padre Hamor, diciendo: Consígueme a esta muchacha por mujer”»
(Génesis/Bereshit 34:1-4)
La Torah de repente expande su relato y nos lleva a conocer uno de los episodios más dolorosos en la vida de Yaakov avinu y su casa.
La Torah nos cuenta que en el tiempo que Yaakov y su familia viajaron desde Padan- Aram a Canaan, compro un lote de tierra a Jamor, rey de Shejem (Siquem). Una vez instalados allí, resulta que Dináh, la hija de Yaakov y Leá, salió de su mundo de moral alta para flirtear con un mundo de moral baja. Ella decidió ir sola a ver cómo era la vida en Siquem. Esta curiosidad le causo muchos problemas a ella y a su familia. Su errada actitud la marcó abortando así su propósito, y determinando un destino ajeno a lo que el Eterno había diseñado para ella.
El relato al decir que Dináh se fue a ver a las hijas de la tierra, da a entender que su corazón no se mantenía firme a las enseñanzas de su casa y por ende su comportamiento abrió la puerta para que un joven pagano se la llevara y se acostara con ella y la tratara denigrantemente. Sin embargo, lo triste de esta historia es que ella no huyó de él, sino que por el contrario, ella decidió convivir con él en su casa formando así una pareja en estado de fornicación.
Debo aquí recordarles que el Eterno prohíbe tener relaciones sexuales fuera de la alianza matrimonial que el diseñó para la promoción del alma humana. Además, necesito remarcar aquí que este mandamiento no es solamente para Israel, sino para todos los descendientes de Noaj, pues aquello que escribió el mismo Adam HaRishón, continúa hasta hoy vigente:
«…dejará el hombre a su padre y su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.»
(Gén. 2:24).
Eso significa que aquel que no ha anunciado formalmente en su comunidad que ahora deja su padre y su madre, en un acto público, no puede ser una sola carne con una mujer. El que no se ha unido a una mujer en un acto público de matrimonio establecido por las normas de las autoridades del país, no tiene el derecho de tener relaciones sexuales con ella. Aquel que no ha adquirido una mujer de la cual se puede decir que es “su mujer” mediante las normas establecidas para el matrimonio, no puede unirse físicamente, ni vivir junto con ella. Los juicios celestiales están contra esa pareja y su descendencia.
Los invito a regresar ahora al relato para observar detalles en la conducta de Dináh que conviene tener en cuenta a la hora de valorar la esencia de una mujer.
«Salir» ¿a qué?
Dicen los relatos midráshicos que los habitantes de ese lugar estaban celebrando una fiesta y Dináh no pudo resistirse a su curiosidad y deseos juveniles. Ella se encaminó a la ciudad de Shejem (Siquem) a mirar especialmente los atavíos de las mujeres. Así Dináh, única mujer entre los hijos de Yaakov, que debía ser el adorno de la corona del patriarca, se convertiría en tristeza y vergüenza de la familia. Para algunos sabios, fue tal vez un error de su madre Leah permitir a Dináh ir de paseo a aquel lugar desconocido. Así pues, apartándose Dinah de las buenas costumbres y la decencia familiar, sale de su casa. Sin duda, fue una imprudencia muy costosa, ya que fue raptada y violada por Shejem, el príncipe de la ciudad, hijo del rey Jamor. Terrible lección la que hoy leemos y, que primordialmente enseña a la mujer (particularmente si es bella y virgen), a cuidarse, y de cómo la curiosidad y la falta de sensatez pueden llevarla al precipicio de la indignidad humana.
Los sabios enseñan que Dináh era una joven curiosa que quería ver a las mujeres jóvenes de este nuevo país y entender sus prácticas. No hubo provocación ni falta de modestia; el texto declara claramente que estaba interesada en “las doncellas”, no en “los muchachos”. Los invito a considerar lo expresado por el rabino Malbim (1809 – 1879), experto en hebreo torájico, al explicar este episodio:
“‘Y él la vio’. No pienses que ella lo sedujo, porque el texto especifica que él fue quien la vio primero. ‘Y la tomó’ por la fuerza y nadie pudo salvarla, dado que era el príncipe de la tierra. Su crimen tuvo tres partes:
(A) La secuestró, esto es robar.
(B) Se acostó con ella; esto es violarla, particularmente siendo que no estaba circunciso.
(C) ‘Y la atormentó’ dado que fue violación y ella no consintió, y eso es violarla personalmente”
(Malbim, Génesis 34:2)
Por lo que también comentan otros expertos, parece que el texto da a entender que Shejem, el hijo de Jamor, era un príncipe muy malcriado acostumbrado a obtener todo lo que su corazón deseaba. Creía que merecía todo, que era todopoderoso y que ninguna gratificación necesitaba ser postergada. Apenas deseaba algo, su anhelo era satisfecho de inmediato. Cuando llegó a la ciudad la nueva familia, cuyo padre era conocido en la región por ser poderoso y bendecido con muchas posesiones y grandes hijos, Shejem debe haberse molestado. Debe haberse enamorado de Dina por su belleza, pero no en menor medida porque era la “hija de Yaakov”. Entonces los sabios aseguran que el texto muestra que Shejem quería superar a Yaakov y aplastarlo, para que no hubiera dudas respecto a quién mandaba en esa ciudad.
Por esto, los sabios comentan que Shejem ideó una forma para que Dináh saliera y ella, cediendo ante la curiosidad natural de una joven en un nuevo entorno, cayó en la trampa. Fue inmediatamente secuestrada y violada.
Muchos de los comentaristas parecen bastante convencidos de que Dináh no tuvo ninguna culpa por el comportamiento de Shejem. Desde este punto de vista, hasta el hecho de “salir” se lo atribuyen a la perversión de Shejem. Consideremos lo que dice este comentarista:
“La hija de Yaakov se sentó en su tienda y no salía. ¿Qué hizo Shejem, el hijo de Jamor? Trajo muchachas afuera de su tienda para que jugaran y tocaran instrumentos musicales. Dina salió a verlas tocar y él la agarró y la violó”
(Pirkei deRabí Eliezer 38)
En este relato pareciera que Shejem planeó su crimen con premeditación. ¿Qué hizo que se enamore tanto para tomarla, violarla y luego apegarse a ella aún más?
“Si no hubiera sabido que era la hija de Yaakov, quien era mundialmente famoso y tenía buena reputación por sus hijos, nunca hubiera hecho lo que hizo.”
(Or HaJaim, Génesis 34:2)
Podremos entender mejor todo esto si consideramos que el verbo hebreo que se traduce «salir» o mejor, “solía salir”, está en el tiempo imperfecto, lo cual indica acción continua que estableció un hábito. Por esto este verbo en el mismo tiempo se vierte también, según el marco de circunstancias, “con regularidad salía” y “comúnmente subía” (c.f. 1 Samuel 18:13; 1 Reyes 10:29). De modo que la aventura de Dináh no resultó de su primer paseo. Ella aparentemente quería “ver” a sus vecinos de la ciudad, familiarizarse mejor con ellos, y así tomó el hábito de asociarse con ellos participando en sus fiestas. Entonces está bien claro que no esta mal sentir curiosidad acerca del mundo que nos rodea. Para ello, el Eterno nos dio atributos mentales para pensar con criterio y quiere que los usemos. Lo que sí es incorrecto es ponernos nosotros y a los demás en peligro sólo por satisfacer nuestra curiosidad creando hábitos inconvenientes para el propósito eterno de Dios en nuestras vidas.
El Peligro de Entrar a Curiosear el Ambiente de Otros.
Posiblemente, al principio ni Shejem ni Dináh pensaban en las relaciones sexuales, pero a medida que los encantos de aquella doncella curiosa despertaron la pasión de él, quien carecía de todo límite moral piadoso, él hizo lo que la mayoría de los varones cananeos hubieran considerado natural. Después de todo, ¡ella había entrado en el ambiente de él! Cuando Dina evidentemente se opuso a “ir tan lejos”, él simplemente la dominó. Ciertamente la violación es algo grotesco y una gran afrenta a la mujer. Pero debemos entender que en la cultura de los cananeos, eso era aceptable. Esto no lo digo para excusar a Shejem (porque no tiene excusa), sino para hacer entender el contexto cultural en el que eso sucedió. Las mujeres jóvenes sin compromiso eran consideradas caza legal en las ciudades de aquel tiempo. La promiscuidad no solo era común sino que era parte del mismo sistema religioso que ellos practicaban
En la cultura cananea era aceptable que los hombres tomaran a las mujeres que les gustaban. Ellos las tomaban y las hacían suyas. Si los padres no querían que esto les pasara a sus hijas, las protegían y no les permitían salir solas.
Dejar la Cobertura del Padre Atrae la Amargura del Mundo.
Lo que sí vemos en esta historia es que aun si no hubo ninguna medida de consentimiento por parte de Dináh, ella todavía era en parte responsable de perder su virginidad. Aunque ella solo visitaba a “las hijas del país”, quiero que te imagines el tipo de moral que ellas tenían. El hecho de que las esposas jivitas (o cananeas) de Esav eran “fuente de amargura de espíritu” para los piadosos Itzjak (Isaac) y Rivkáh (Rebeca) es ciertamente una indicación de la maldad que ya era manifiesta entre “las hijas del país” (Génesis 26:34, 35; 27:46).
Recordemos que la inmoralidad sexual, incluso el incesto, la homosexualidad, la sodomía y la bestialidad, con el tiempo llegó a ser parte de “la manera que hacía la tierra de Canaán” (Levítico 18:2-25). De modo que, ¿de qué hablaba Dináh durante aquellas visitas? ¿Creía ella realmente que podía evitar la compañía de los hermanos y los amigos de las muchachas?
El que una mujer se mezclara, aparentemente sola, con gente tan inmoral era buscarse problemas. Dináh sabía lo que había ocurrido a sus antecesoras Saráh y Rivkáh mientras estaban en Canaán. A los ojos de los depravados hombres de Canaán, Dináh llegó a ser una víctima lógica. Ella decidió colocarse en una situación comprometedora y pagó por ello con la pérdida de su virginidad, a pesar de cualquier resistencia de última hora. (Génesis 20:2, 3; 26:7).
La salida y curiosidad de Dináh por conocer personas “del mundo” nos muestra el peligro de estar por fuera de la cobertura del padre, apartados de la Instrucción divina. Está perfectamente revelado que hacer algo contrario a la Palabra de Dios nos conduce siempre a tener problemas y desde allí seguramente a un desastre. Por esto el apóstol Juan escribí a los seguidores de Yeshúa lo siguiente:
«No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.«
(1 Juan 2:15-17)
Las Tristes Consecuencias del Apegarse al Hedonismo
Leemos en este relato que después de este triste suceso, Shejem retuvo a Dináh en su hogar y “siguió hablándole persuasivamente”, por decirlo así, ‘a su corazón’. El padre de él dijo: “Su alma se ha apegado a Dináh” (v.8). Estas palabras demuestran que es poco probable que dicho apego ardiente se hubiera desarrollado simplemente como resultado de un solo encuentro.
Shejem sentía un amor almático por Dina, no un amor espiritual y piadoso. Con esto quiero decir que la amaba por lo que podía ser y lo que le podía dar, no por lo que él podía ser y darle a ella. Su corazón egoísta se denota en las palabras: “Tómame por mujer a esta joven”. Era un amor del alma tipo “consígueme”, «quiero recibirlo sólo para mí«. Con esto la Torah revela que es posible que un varón sea atraído a una mujer y que sea amable con ella por razones que tienen poco o nada que ver con el amor verdadero y perfecto. Lo triste de esto, es que, en su deseo de conectarse de manera romántica con un varón, muchas veces a las mujeres se les olvida esto.
Él aparentemente había notado las buenas cualidades de ella antes, quizás durante las frecuentes visitas de ella. Ahora quería casarse con ella. Puede que él y su padre también hayan creído que la propuesta de matrimonio expiaría de alguna manera el acto del hijo y arreglaría la situación, de modo que mantuvieran relaciones pacíficas con la próspera casa de Yaakov. (Génesis 34:3, 8).
Lo cierto y triste de todo este episodio es que terminó con la matanza de Siquem, su padre y todos los varones de la ciudad, por parte de los hijos de Yaakov. Esto ocasionó ostracismo a la casa de Yaakov y llevó a que él condenara severamente la cólera de sus hijos muchos años después (Génesis 34:30; 49:5-7). ¡Qué horrenda cadena de sucesos, y todo porque Dináh no vigiló como mujer sus asociaciones! Este episodio del registro inspirado es una advertencia para las jóvenes de mentalidad hebrea de hoy que tal vez, por curiosidad, se sientan tentadas a mezclarse socialmente con los que no son siervos de Dios. Es importante tener en cuenta el consejo del sabio rey Shlomo:
«El que anda con sabios, sabio será;
Mas el que se junta con necios será quebrantado.«
(Proverbios 13:20).
Cada jovencita y muchacho que está leyendo estas líneas debe aceptar que en el Israel del Santo y bendito sea, no se puede cometer fornicación. Los que son verdaderos israelitas se cuidan mucho del pecado de fornicación, porque ninguno que vive practicando fornicación puede heredar el Olam HaVá (Mundo venidero). Por eso, en las comunidades de discípulos de Yeshúa del primer siglo se procuraba todo el tiempo que este tema estuviera vibrando en las consciencias de los redimidos:
“Huid de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo.”
(1 Corintios 6:18)
“Sabéis esto, que ningún fornicario o inmundo o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos.”
(Efesios 5:5-7_ RVR 1995)
“Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas.”
(Colosenses 3:5-6)
“Pero los perros estarán afuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras y todo aquel que ama y practica la mentira.” (Revelación 22:15 – RV 1995)
Si alguno de ustedes ha practicado fornicación, lo invito a regresar a la Fuente, nuestro Abba, tomando la decisión de no volver a hacerlo. Pídele perdón al Eterno para que puedas ser limpiado por la sangre del Mesías Yeshúa que es efectivo en todos los que abandonan el pecado.
Y por último, esta historia nos da una gran de lección a los que ya somos padres. El Eterno quiere que aceptemos que debemos aprender a tener cuidado de nuestros hijos, guardándolos de no exponerlos demasiado al sistema reptiliano y sus propuestas hedonistas.
Anhelo que todo esto sirva para vuestra edificación.
Shalom!