Dios hizo a Adán «a su imagen«, pero ¿cuál es la imagen del Dios invisible? ¿Qué o quién es la imagen de Dios?
Los místicos del judaísmo aseguran que Dios hizo a Adán a imagen del Adán celestial, conocido como el Adam Kadmon, el primogénito de toda la creación, la imagen espiritual de Dios. La teología del Adán Kadmon o celestial intenta reconciliar el conflicto entre la idea de que Dios es incorpóreo, es decir, sin imagen ni forma, y la idea de que el hombre fue creado a imagen de Dios.
Ahora bien, los apóstoles dicen:
«Yeshúa es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación» (Colosenses 1:15). «Él es el resplandor de su gloria y la representación exacta de su naturaleza»
(Hebreos 1: 3).
Pablo también alude a las mismas ideas místicas cuando dice:
“Así como hemos traído la imagen del terrenal [es decir, Adán], también traeremos la imagen del celestial [es decir, Yeshúa]”
(1 Corintios 15:49 ).
El apóstol Pablo llama en sus escritos a Adán de Bereshit «el primer Adán» y al Mesías «el segundo Adán«. Según Pablo:
“El primer Adán es de la tierra, terrenal; el segundo Adán es del cielo.«
(1 Corintios 15:47),
“…una impresión del que había de venir.”
(Romanos 5:14).
Es decir, que el Adán del relato del Génesis fue creado a imagen del Mesías.
La obra Tz’nah Ur’enah dice:
«Así como Adán fue creado a la imagen de Dios, así el Mesías es ungido por Dios, y el Espíritu de Dios estará sobre él«.
Dios creó a Adán a Su imagen, y el Mesías es la imagen de Dios:
“Él es la imagen del Dios invisible”
(Colosenses 1:15);
“Él es el resplandor de su gloria y la representación exacta de su naturaleza”
(Hebreos 1: 3).
Lucas incluso se refiere a Adán como «el hijo de Dios» (Lucas 3:38).
El Mesías, como el segundo Adán, proporciona a la humanidad un nuevo comienzo. En el Mesías, la raza humana puede volver al Edén, por así decirlo, y empezar de nuevo en perfecta inocencia y rectitud.
El nombre de Adam significa «hombre«. El pecado y la muerte llegaron a la humanidad como resultado del pecado de un hombre. A través de un solo acto de desobediencia, Adán perdió su derecho al árbol de la vida, por lo que la muerte humana llegó a través de Adán.
La muerte vino “aun sobre aquellos que no habían pecado a semejanza de la transgresión de Adán” (Romanos 5:14), lo que quiere decir que todos mueren.
Parece terriblemente injusto que la transgresión de un solo hombre lleve a la muerte a toda la humanidad, pero es igualmente injusto que la justicia de un hombre también ofrezca a toda la humanidad la recompensa de la justicia:
«El derecho al árbol de la vida»
(Apocalipsis 22:14)
Aquellos que se unen al “postrer Adán”, el Espíritu vivificante, reciben esa recompensa.
El Mesías es un segundo Adán, pero a diferencia del primer Adán, no transgredió. Si el pecado del primer Adán fue suficiente para merecer la muerte de toda la humanidad, la justicia del Mesías, el último Adán, es suficiente para merecer la vida para todos nosotros:
“Porque así como en Adán todos mueren, también en el Mesías todos serán vivificados.”
(1 Corintios 15:22).
Esta es la esperanza de la vida eterna mediante la resurrección de los muertos. La resurrección revierte la perdición de Adam.
ADAPTADO DE: Conjunto de comentarios del Torá Club: Sombras del Mesías .