Por Mario Saban
En el libro de Ester existen muchos secretos. Uno de ellos es que ninguno de los Nombres de Dios aparece en el texto. Es como si Dios se ocultara detrás de toda la historia. Es el único libro de la Biblia donde Dios no aparece.
Y nos preguntamos: ¿Por qué Dios tiene que aparecer siempre? ¿Acaso nosotros no debemos revelar a Dios? Nosotros, siendo imagen y semejanza de Él, deberíamos revelarlo en cada acto.
Sin embargo, en vez de revelar a Dios, en el mundo nos disfrazamos con nuestros disfraces humanos.
La tradición más antigua dice que en la festividad de Purim debemos disfrazarnos de algún personaje muy alejado de nuestra esencia.
Me pregunto si no estamos ya tan alejados de nuestra esencia que no tenemos ninguna necesidad de disfrazarnos, porque en realidad vivimos disfrazados.
Aunque la tradición dice que en Purim debemos disfrazarnos, creo que con el tiempo debemos pedirle a la gente que en Purim, por lo menos, se saquen todos los disfraces del año, ya que todos vivimos disfrazados.
Tenemos personas que se disfrazan de políticos, personas que se disfrazan de militares, gente que se disfraza de banqueros, gente que se disfraza de sacerdotes, gente que se disfraza de ortodoxos, gente que se disfraza de pastores de iglesias, gente que se disfraza de maestros, gente que se disfraza con disfraces de todos los colores.
Lo peor de los disfraces que llevamos todos es que creemos ser lo que dice el disfraz.
Estamos agotados y agobiados de tantos disfraces. Nos disfrazamos con banderas, con himnos, con ejércitos… Nos disfrazamos todos los días para realizar un teatro ridículo con nosotros mismos.
Terminamos todos en terapia porque estamos agotados de los disfraces que llevamos.
Nos han disfrazado a todos. Nos disfrazaron de cristianos, de judíos, de musulmanes, de budistas… Nos disfrazaron con todos los disfraces. Nos disfrazaron de derechas o de izquierdas. Nos disfrazaron por clases sociales. Nos disfrazaron de empresarios y de obreros.
Nos disfrazaron con todos los disfraces para tenernos divididos y alejados de Dios.

Y lo peor es que nosotros creemos que el disfraz es nuestra verdadera identidad.
En el futuro, un verdadero Purim será sacarnos todos los disfraces y ser lo que somos, no autoengañarnos más… Ser seres humanos.
Lo que sucede en Rusia y Ucrania es una pequeña muestra de nuestros tristes disfraces.
Porque ese es el resultado de este juego macabro: cuando el disfraz del otro no me gusta, lo intento destruir.
Recemos para que llegue el día en que todos dejemos los disfraces y veamos al espíritu de Dios que habita en nuestro interior.
Lo gracioso de Purim no son los disfraces que nos ponemos un día, lo más gracioso y trágico es creer que durante el año no llevamos ningún disfraz.
¡Feliz Purim para todos!
⠀⠀ @Mario Sabán⠀