Pat Robertson es un consumado activista político de la ultraderecha
así que prefirió la forma en que lo llamaba su hermano menor. Por eso
millones le conocen como Pat Robertson, uno de los telepredicadores más
famosos e influyentes de Estados Unidos, un consumado activista político
de la ultraderecha, millonario (su fortuna se calcula entre los 200 y
los mil millones de dólares) y fundador de numerosas organizaciones y
corporaciones, entre estas el Centro Estadounidense para la Ley y la
Justicia, la Coalición Cristiana, la Universidad Regent y la cadena de
radio y televisión Christian Broadcasting Network (CBN).
Desde su show de televisión The 700 Club o Club de los 700, lanzado
al aire por muchos canales dentro de EE.UU. y por los afiliados a CBN en
todo el mundo, sus puntos de vista, fuertemente conservadores y
controversiales, se riegan a diestra y siniestra —o mejor desde una
siniestra derecha— en declaraciones que crean problemas por doquier.
Vinculado muy estrechamente al Partido Republicano, al punto que fue
candidato en las elecciones presidenciales de 1988, Pat Robertson hizo
nuevamente de las suyas este miércoles cuando dijo que había que
asesinar al presidente venezolano Hugo Chávez y ahorrarse así 200 000
millones de dólares en una nueva guerra.
Al día siguiente, tras la turbulencia desencadenada, el reverendo
intentó resolver el entuerto que, como en otras oportunidades, obligó a
las autoridades gubernamentales de Estados Unidos a esbozar un «distanciamiento» apenas visible porque un vocero bushiano asumió la responsabilidad de aclarar: Robertson es un «ciudadano privado».
Pero todo el mundo sabe que las falsedades, acusaciones y campañas
oficiales del gobierno de George W. Bush contra la Revolución
Bolivariana en Venezuela dan pábulo a que el extremismo fundamentalista
estadounidense proceda de forma tan desaforada, aunque Robertson no
necesite de tal estímulo; a fin de cuentas él es uno de los pastores de
esos lobos y expresa aquello en lo que todos creen: un mundo fuerte bajo
la égida estadounidense… Todos los demás militan en la herejía
política y religiosa, según su concepción de ese universo cristiano y
blanco.
Solo que a Robertson se le va la lengua de vez en cuando y esta fue una de esas.
Aboga sin sonrojarse por una reforma de la Constitución
estadounidense que rompa las barreras Iglesia-Estado y ese Estado sería
dirigido por cristianos y, en su defecto, por judíos; nadie más es digno
ante sus fuertes criterios ultraconservadores, pues todos los demás
están y viven en pecado.
La guerra le atrae desde su niñez. Cuando tenía 12 años se enroló en
una preparatoria militar en Maryland y luego siguió estudios de
enseñanza media en otra escuela similar en Tennessee. Para no perder sus
estudios universitarios optó por alistarse en la Reserva del Cuerpo de
Marines y en los años 50 estuvo de servicio en la Guerra de Corea, donde
se le conoció como el oficial responsable de mantener el club de
oficiales bien surtido de licores, pero nunca se le vio en el campo de
batalla.
Por supuesto, cataba bien la mercancía y frecuentaba prostitutas,
pero tal y como ocurrió con el actual presidente George W. Bush, sintió
la llamada del Altísimo, se ordenó Ministro en 1961 y ahí está
predicando desde entonces en una cadena que abarca 180 países y 71
idiomas. ¡Vaya «ciudadano privado»!
Compró una televisora, bautizada como el Canal de la Familia, que por
los 90 se transformó en el Canal Fox, el mismísimo que apoya sin
condiciones a Bush y sus guerras y dos veces al día transmite el Club de
los 700… ¡Vaya «ciudadano privado» el que así propaga su fariseísmo!
Pero hablamos de sus declaraciones a favor del asesinato de Chávez y
esto no es nada nuevo en quien es un asiduo blasfemo, escondido bajo un
supuesto manto de cristiandad. A finales de la década pasada dijo, en
idéntica argumentación, que había que matar a Osama bin Laden, al líder
de Corea del Norte, a Saddam Hussein y a otros para ahorrar miles de
millones en las guerras.
Por demás, Robertson extiende su apoyo al sionismo y es un
consistente defensor del Gran Israel, al punto de ser condecorado por
ese Estado dada su «firme posición frente a la maldad». Bueno, se
presupone que esos malvados son los palestinos, los árabes y el Islam.
Sus fanfarronadas van desde poder controlar el rumbo de los huracanes
para que no toquen sus propiedades en Virginia Beach, hasta hacerle la
guerra a la parte de la humanidad que no comulga exactamente con sus
ideas. Para él, el fatídico 11 de septiembre de 2001 fue obra de
paganos, practicantes del aborto, feministas, gays, lesbianas y la Unión
Americana de Libertades Civiles.
El pedigrí es voluminoso y podríamos escribir montones de páginas.
Para muestra basta, y que el increíblemente estúpido Pat Robertson nos
coja confesados…