algún grado de escasez de alimentos y 55.7 por ciento viven con
seguridad alimentaria, es decir, tienen acceso a comida suficiente para
llevar una vida activa y sana, según el Consejo Nacional de Evaluación
de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Los datos de la
carencia de inseguridad alimentaria, uno de los seis derechos sociales
que considera el Coneval para medir la pobreza, contrastan con las
cifras que reportó: hay 11.7 millones de personas en pobreza extrema y
12.2 millones de mexicanos padecen inseguridad alimentaria severa.
El
riesgo de minimizar las cifras de pobreza puede provocar cambios en la
política social, ya que Oportunidades atiende a alrededor de 21 por
ciento de la población nacional, más del doble del porcentaje que, de
acuerdo con la medición oficial que reporta el Coneval, vive en pobreza
extrema, que es de 10.4 por ciento (11.7 millones de personas). Esto
puede provocar que quienes no estén considerados en esta miseria podrían
perder esos apoyos, advierte en entrevista Araceli Damián,
investigadora de El Colegio de México.
«Esto puede llevar a una
distorsión en las políticas, porque puede llegar un neoliberal y decir
que se gasta mucho en pobreza, y que sólo se deberían dar apoyos a
pobres extremos, que son esos 11.7 millones. Ahora hay que ser dos veces
pobre: por carencias y por ingreso, lo cual se refleja en estos datos«,
añade.
Recuerda que hace dos años, de acuerdo con la medición de
pobreza por ingresos, en pobreza alimentaria había 20.2 millones de
personas y este año se reportaron 21.2 millones: 10 millones más de lo
que muestran los indicadores oficiales.
Las cifras del Coneval
«llevan a la mentira de decir que la pobreza extrema no se incrementó,
que se mantiene igual que hace dos años, y es falso, porque el indicador
de acceso a la alimentación creció en 5 millones de personas en dos
años. Qué más pobres extremos puede haber que alguien con inseguridad
alimentaria, que se va a la cama sin alimento, con hambre, que algún
miembro del hogar coma menos y los niños carezcan de alimentos»,
cuestiona. Ahora se ponen más requisitos para ser pobre: se vio que 44.5
por ciento, reportado en 2008, era una cifra más baja que la de la
pobreza de ingresos patrimonial, que fue de 47.7.
«Desde que salió el dato se pensó
que la pobreza multidimensional sirvió para bajar y no para profundizar
en el problema«, dice por su parte Julio Boltvinik.
De acuerdo
con la información del Coneval, en inseguridad alimentaria moderada
viven 15.8 millones de personas, 1.8 millones más que hace dos años,
mientras en grado severo hay 12.2 millones, esto es, 1.4 millones más,
que da en total 28 millones de personas: 5 millones más que en 2009.
En
tanto, en inseguridad alimentaria leve vive 19.5 por ciento de la
población, es decir, 21.9 millones de personas –2.4 millones más que en
2008–, aunque para tener una medida que refleje con la mayor precisión
posible la existencia de «limitaciones significativas» en el ejercicio
del derecho a la alimentación se considera en situación de carencia por
acceso a la alimentación a los hogares que presenten un grado de
inseguridad alimentaria moderado o severo, indica el Coneval en el
documento donde detalla la metodología de la medición multidimensional
de la pobreza.
Explica que adoptó el criterio de la FAO de
seguridad alimentaria, el cual es «el acceso en todo momento a comida
suficiente para llevar una vida activa y sana, lo cual está asociado a
los conceptos de estabilidad, suficiencia y variedad de los alimentos.
Este concepto se encuentra estrechamente vinculado con el acceso a la
alimentación, por lo que se considera apropiado para la medición del
indicador de carencia para esta dimensión».
Agrega que las
escalas de seguridad alimentaria evalúan aspectos como la preocupación
por la falta de alimentos, los cambios en la calidad y cantidad de los
mismos, e incluso las experiencias de hambre. Detecta cuatro posibles
niveles de inseguridad alimentaria: inseguridad alimentaria severa,
inseguridad alimentaria moderada, inseguridad alimentaria leve y
seguridad alimentaria.