Por P.A David Nesher
Va’amartem anshey mikneh hayu avadeyja mine’ureynu ve’ad-atah gam-anajnu gamavoteynu ba’avur teshvu be’erets Goshen ki-to’avat Mitsrayim kol-ro’eh tson.
«Respóndanle:
«Nosotros -servidores suyos- siempre hemos sido ganaderos desde nuestra juventud hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres’. Así podrán habitar en el distrito de Goshen, porque todo pastor de ovejas es abominación para los egipcios”.
Bereshit/Génesis 46:34
Las palabras de Yoséf son una combinación interesante de principios celestiales y prudencia. Él los alentó a enfatizar que ellos atendían el ganado en lugar de pastorear ovejas:
«Cuando Faraón os llame y diga: ¿Cuál es vuestro oficio? vosotros responderéis: Tus siervos son pastores desde su juventud hasta ahora, lo mismo nosotros que nuestros padres. Así podréis vivir en la tierra de Gosén, porque todo pastor de ovejas es abominación para los egipcios».
(Génesis 46:33-34).
Yoséf, ante esta superstición de la cultura egipcia se aseguró que sus hermanos y familias no se asentarían cerca de las poblaciones egipcias.
Dicen los sabios expertos en Torah que Yosef se aseguró con esta estrategia política que su familia se estableciera en un área donde no hubiera negatividad; no quería que estuvieran rodeados por las fuerzas caóticas de los egipcios. Yoséf evitó así una futura asimilación de los israelitas mediante las atrayentes costumbres egipcias.
Para los egipcios, este tipo de trabajo era una abominación. Despreciaban a todos los pastores porque despreciaban a las ovejas como alimento y como sacrificio, pues las ovejas, especialmente el cordero, eran muy sagrados. Tenían monumentos que constantemente mostraban a los pastores como figuras lánguidas, marchitas, distorsionadas, demacradas y a veces casi fantasmales. No querían que fueran vecinos cercanos, y preferirían que se establecieran en la región de Goshén, una parte de Egipto que era particularmente adecuada para pastorear el ganado.
Por esto fue que Faraón los hizo establecerse en esta tierra considerada como la mejor de Egipto (vers. 6).
Él anhelaba que los hijos de Israel vivieran como una comunidad separada en la tierra de Goshén por los siguientes motivos:
- Evitar la asimilación.
- Evitar que los hijos de Israel tuvieran cargos en la corte real o fueran reclutados para el ejército.
- Poder criar ganado menor sin molestar a los egipcios que aborrecían a los pastores de ovejas porque la oveja fue uno de sus falsos dioses.
- Lograr tener siempre buenos pastos para su ganado.
Justamente la tierra de Goshén es una de las mejores del mundo, quizás la mejor de todas las tierras. Allí nunca hay falta de agua, no existen las plagas, nunca hace frío, no hay vientos fuertes, es llano y la tierra es húmeda. Es un suelo de aluvión donde hay materias orgánicas y minerales de los ríos, especialmente selenio, cobre y hierro, que hacen que las placentas de los animales y los hombres siempre fecundan.
Por ello, podemos entender mejor loa que se nos relata en el libro de Shemot (Éxodo) en lo referente a las mujeres israelitas dando luz a sus hijos:
“Respondieron las parteras a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias, pues son robustas y dan a luz antes que la partera llegue a ellas.”
(Éxodo 1:19)
Así Goshén se convirtió en la propiedad legal de los benei (hijos) Israel (47:6) porque en el pasado, faraón había donado esta tierra a Sarah imenu (nuestra madre).
Luego de que se estableciera la familia de Yosef, Faraón nombró a los más destacados de los hijos de Yaakov cuidadores del ganado real, en señal de gratitud por los servicios de Yosef.
El exilio comienza aquí, con una noble invitación por parte del rey egipcio a Yaakov para radicar en Egipto.
La “invitación” se convertiría después en una horrible esclavitud que culminaría con la expulsión de los hijos de Israel y su rescate por mano de Moshé rabenu. La profecía señalaba:
“…Entonces dijo [Elokim] a Abram:
“Sabe que -ciertamente-, tu descendencia será extranjera en tierra ajena, donde la esclavizarán y oprimirán 400 años…”,
[Gén 15:13, Torat Emet],
¡Esto debía cumplirse a cabalidad!