Por P.A. David Nesher
Vayamot Yosef vejol-ejav vejol hador hahu. Uveney Yisra’el paru vayishretsu vayirbu vaya’atsmu bime’od me’od vatimale ha’arets otam.
«Falleció Yosef, y también todos sus hermanos y toda aquella generación.
Los israelitas eran muy fértiles y prolíficos y se multiplicaban cual enjambres. Llegaron a ser tan numerosos que el país estaba colmado de ellos.»
(Éxodo/Shemot 1:6-7)
Al principio de su descender a Mitzrayim (Egipto), junto a su padre Israel, en tiempo de Yosef, los hebreos fueron fieles a su identidad mesiánica. Ellos, lejos de asimilarse a la sociedad egipcia dejándose encantar por su cultura progresista (en lo social, lo cultural y lo económico) permanecieron fieles a sus principios espirituales demostrándolo en sus vestimentas hebreas, a sus tradiciones familiares y sus nombres hebreos.
Sin embargo, al morir las cabezas de las tribus, hubo entre los nuevos descendientes hebreos, aquellos que ya no deseaban vivir aislados en Goshén. Estos nuevos hebreos, gustaban comer en la mesa con los egipcios entrando en sociedad con ellos con el propósito de llevar una vida más placentera, cómoda, pero lamentablemente también corrupta.
Los Midrashim nos relatan que la tendencia a mezclarse con los egipcios se dio a partir de la muerte de los hijos de Yaakov, además de las rivalidades y odios gratuitos (sin motivo alguno), que se fueron generando entre ellos. Poco a poco fueron adoptando las costumbres idólatras del país, por lo que Yahvéh se irritó contra ellos permitiéndole al faraón endurecer su mano contra esas nuevas generaciones de israelitas. Por ello subraya el pasuk (versículo) “vatimale ha’arets otam”, que se traduce: “la tierra se llenó de ellos”.
Justamente esta expresión encriptada de Luz (“Vatimalé haaretz otam”) ha ocasionado interesantísimos debates interpretativos entre los jajamím (sabios) intérpretes de la Torah.
Algunos aseguran que los verbos empleados en esta expresión para definir este crecimiento son comunes a la vida del reino animal. Por eso, quieren ver en esta sucesión de verbos, casi sinónimos entre sí, un indicio de alumbramientos múltiples por parte de las mujeres. Llama poderosamente la atención que, contrariamente a lo que sucede en casos de alumbramientos múltiples y simultáneos, los hijos de Israel nacen sanos y fuertes. Este hecho es el que realmente abrumará a los egipcios, de constitución débil.
Todos los sabios del Midrash que sostienen esta interpretación ven en esta proliferación la protección del Eterno a los hijos de Israel y el cumplimiento de la promesa formulada por Él a los patriarcas de Israel, asegurándoles descendencia, prolifera cual estrellas de los cielos y cual arena de la mar. (Basado en comentarios de Rashi, Rabbi Itshak Arama y S.R. Hirsh).
Para otros, la traducción de “vatimalé haaretz otam” debería decir: “la tierra los llenó”, o mejor traducido: “se llenaron del polvo de la tierra”, «se llenaron con el polvo de esa tierra«. Dicho así esto, el texto nos está revelando que los israelitas se impurificaron al involucrarse con los hábitos sociales de la vida egipcia. Así pues, en términos místicos, la fraseología apunta, en lo general, al apego por las cosas de este mundo; apego a las ilusiones físicas; apego a lo terreno (material), apego a las bajezas humanas; a la tendencia a enojarse, a la ira, etc.
¿Que es el apego?
El apego es una expresión de inseguridad. Cuando la conciencia humana vibra en el apego solo piensa en liberarse del sufrimiento lo más rápido posible y alcanzar la felicidad para la familia, amigos, parientes y otros cercanos.
Al apego lo consideramos negativo porque nos crea infelicidad, sufrimiento y problemas. La felicidad y la paz provienen de acciones positivas y la infelicidad, el sufrimiento y los problemas vienen de las acciones negativas.
En la cosmovisión de la Torah, existen una infinidad de formas de “llenarse de tierra”, o ensuciarse impurificándose, sin duda. En sus líneas leemos que nadie es inmune a estas situaciones. Sin embargo, la Torah revela que debemos hacer para que nuestra conciencia se desconecte de esos comportamientos y así no darle más “oxígeno” al « lado oscuro».
Por ello es que los sabios dicen que vivir en Egipto es vivir en el “mundo de la materia” o «el sistema de cosas de la fisicalidad«.
Una reflexión saludable debería ser: “¿Me estoy llenando de tierra?” o «¿me encuentro limpiando el caos de mi vida?»
Entonces, entendamos que la expresión “vatimalé haaretz otam” contiene la codificación de un llamado divino para que no descuidemos nuestro esfuerzo diario de elevar nuestra conciencia al compromiso de ser congruentes con nuestra misión redentora. “Vatimalé haaretz otam” nos dice que debemos tener cuidado, no importa donde estemos, de que nuestra conciencia no ceda a la tentación de apegarse a lo que la masa reptiliana se apega, pues es entonces cuando nuestra conciencia hebrea, automáticamente se irá para abajo. Entrando poco a poco al llamado del miedo paralizante que Mitzrayim (el sistema de cosas reptiliano) nos ha implantado con sus ideologías y dogmas materialistas, para lograr que los apegos se hagan nuestros dueños, produciendo que el ego, en todas sus formas permee nuestra vida, abandonando así nuestra misión de traer redención al mundo.
Esta bajada de guardia, impide nuestros momentos de introspección y esta condición espiritual permite darle paso al Satán, por medio de la transferencia de energía vital positiva que le hacemos a través de nuestras acciones egoístas que en hebreo se dice «averá» (עֲבֵרָה) que significa «transgresión«, «desconexión» «un cruce«, «una transferencia«… Entonces la pregunta es: ¿qué estamos transfiriendo cada vez que nos desconectamos?… Transferimos nuestra energía mesiánica al Sitrá HaRá (el Otro Lado de la Pureza), y lamentablemente sólo podremos rescatarla a través de las aflicciones que nos llaman al esfuerzo de retornar a nuestra posición de identidad y herencia.
Si todo Israel se hubiera juntado a comer en la misma mesa de los paganos, jamás habrían salido de Egipto. Pero gracias a que no todos compartieron el pan con los idólatras es que pudieron ser libres del yugo opresor.
Como ya se los he señalado en párrafos anteriores, los Benei Israel (hijos de Israel) en su mayoría se distinguieron de los egipcios por las siguientes características:
- 1) _ Preservaron sus nombres en lengua hebrea.
- 2) _ No dejaron de hablar su idioma (la lengua sagrada del Creador), el hebreo.
- 3) _ No se vistieron conforme al uso egipcio.
- 4) _ Practicaban diariamente el jésed (bondad).
El hecho de cuidar estas cuatro cosas le otorgó a los hijos de Yaakov una protección especial para que no se impurificaran a pesar de estar rodeados de los egipcios y para que mantuvieran su propia identidad.