Por P.A. David Nesher
Un caso de permanente investigación de historiadores, filósofos y diversas ciencias sociales es el de la supervivencia del pueblo hebreo (particularmente del judío) en el exilio. Los registros de acontecimientos mundiales a lo largo de los siglos no revelan ningún otro pueblo que haya sufrido tormentas de adversidades tan frecuentes y prolongadas como es el caso del pueblo hebreo. Sin embargo, es un pueblo que siempre ha disfrutado de un sorprendente y desproporcionado éxito personal en las sociedades sede de su exilio. La pregunta de muchos es siempre la misma: ¿Cuál es el Secreto para logra tan extraordinaria Historia?
En verdad, el «Secreto» está en el Fundamento que este pueblo ha heredado de su patriarcas fundadores: Abraham, Isaac, y Jacob. Este Fundamento otorga al alma de un israelita principios directrices que permiten enfrentar los desafíos de la vida con la calidad de sobreponerse y florecer.
Estos principios fundamentales permiten la correcta exploración de los misteriosos laberintos de los estados alterados y de las distintas dimensiones del Reino de la Luz en las esferas superiores.
A partir de estos principios podemos extrapolar nuestras propias claves, con las cuales alimentar las semillas del cambio y del crecimiento personal.
Esas cuatro claves del cambio son:
Emunáh (Fe): Tienes que creer y confiar que puedes cambiar.
Ratzon (Voluntad, Deseo, Fuerza personal): Tienes que sacar fuerzas de la voluntad personal. Debes entrenar tu voluntad personal para lograr lo que quieres.
Avodá (Servicio Sacerdotal): Tienes que poner en práctica un programa de trabajo continuo de introspección que te permita una excelente planificación de transformación de tu exterior. Es lo que se conoce como servicio o trabajo sacerdotal cotidiano.
Oneg (Gozo, Placer ontológico): Tienes que experimentar la alegría del logro.
Ahora bien, comparto con tu alma esto a fin de despertar en tu interior el anhelo de desarrollar esta claves para que los cambios de vida que estás deseando lleguen a su perfecto cumplimiento de acuerdo al propósito eterno de Dios para el que fuiste creado.