Autor: Moisés Franko
En los últimos tiempos me he topado con algunos jóvenes (varones y mujeres) del ministerio al que pertenezco que se autodefinen como “feministas”.
Esto me llamó bastante la atención. En un primer momento uno pensaría en qué tiene de malo, con los abundantes casos de femicidio (palabra propia de la ideología de género) es muy necesario que los jóvenes, y sobre todo varones se sensibilicen.
En eso estamos de acuerdo, pero había algo me hacía ruido, hasta que la Luz de las Sagradas Escrituras me alumbró y por eso escribí este artículo.
El feminismo podría definirse de modo sintético como la “ideología que promueve la igualdad de derechos entre el varón y la mujer”. Parece justo y lindo, pero veamos más a fondo.
Muchas veces hay que pasar de las palabras bonitas a las prácticas, porque si bien la palabra es lo que transforma el mundo, las acciones son las que a la larga comunican más fuerte y eso quiero que analicemos juntos.
Si el discurso feminista busca la justicia en el trato entre varones y mujeres, entonces por qué:
- Jamás hemos oídos a una referente feminista cuestionar los privilegios judiciales que tienen las mujeres por sobre los varones en el sistema judicial argentino. Si una mujer denuncia violencia por parte de un varón, suele creérsele en primera instancia y tomar medidas represivas contra el acusado violando el principio de inocencia que marca el derecho, sólo en base al testimonio de la denunciante. Sin embargo, si es un varón el que denuncia maltrato físico por parte de una mujer, en más de una ocasión recibe burlas en cuento a su falta de masculinidad por parte del personal judicial y/policial y se le obstaculiza la justicia.
Un ejemplo excelente de esta discriminación, pero abocada a la tenencia de los hijos en un proceso de divorcio, lo muestra el documental “Borrando a papá” (compartido abajo de esta bitácora). Una película que llegó a estar prohibida en democracia por un fallo judicial ilegal que luego fue revocado y que demuestra cómo el Estado presupone que una madre es mejor custodia que un padre para los niños sólo por el hecho de ser mujer. Silencio del feminismo.
- Una vez vi un graffiti que me pareció muy creativo: “Existen muy pocos trabajos en los que se necesite un pene”, y es verdad. Gracias a las constantes luchas populares ya no existen casi trabajos “de hombres”, lo cual considero positivo.
Sin embargo, la discriminación laboral no parece preocuparle al discurso feminista cuando es a la inversa. Jamás se ha escuchado al feminismo cuestionar, por ejemplo, por qué ser docente de nivel inicial es un trabajo primordialmente femenino y el varón que quiera ejercerlo le será muy difícil justamente porque muchos padres lo considerarán como inadecuado (cuando no un pedófilo encubierto) por el simple hecho de ser varón. Más silencio. - Este ejemplo es uno de los más irónicos: una de las banderas del feminismo es el derecho que tienen las mujeres a expresar su opinión. Lo que no dicen es que ese será un derecho en tanto no cuestione al feminismo. Si una mujer defiende públicamente los principios de la Torah (instrucción del Eterno), por los cuales la esposa debe someterse en amor a su esposo como al Señor, le dirán que es una retrógrada defensora de la opresión patriarcal, sin permitirles explicarles el sentido de esto y cómo en ese mismo capítulo el varón es exhortado a amar y respetar a su cónyuge. O sea, dan por sentado que las mujeres que no acepten sus principios, no son reflexivas sino que están manipuladas por lo que ellas llaman “el patriarcado”, en otras palabras, si no sos feminista, sos estúpida y merecés ser violentada, como sugirió una vez Malena Pichot.
Cuando en realidad, los artículos 18 y 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos garantizan la libertad de creencias y de expresión respectivamente. Les dije, es irónico.
Con estos pocos ejemplos queda claro que el feminismo no defiende la dignidad humana, porque para ello debería contemplar los derechos del ser humano integralmente (varón/mujer).
Lo que en realidad hace es buscar revancha de la opresión machista que el cristianismo difundió durante siglos en nuestras sociedades. Si bien era esperable, no deja de ser venganza en vez de justicia.
Ahora bien, quisiera salir de la crítica al feminismo y citar el pasaje que usó el Espíritu Santo para inspirar este artículo:
“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”
Romanos 12:2 (NTV).
Aquí el Espíritu del Señor nos llama a no dejarnos influenciar por las conductas del sistema sino permitirle cambiar nuestra forma de pensar acorde a lo que YAHVÉH quiere para nosotros.
Existen muchas ideologías que a nuestros ojos son buenas, como le pareció a la mujer con el fruto prohibido. Pero que son incompletas porque no se fundamentan en la Torah (Instrucción), por eso, podemos compartir algunos de sus preceptos pero no autodefinirnos por ellas. Si es que hemos nacido de nuevo en el Mesías.
¿Eso significa ser ajeno a las injusticias? Por supuesto que no, debemos apuntar a ser justos. Es decir, no defender los derechos humanos de varones o mujeres, o sólo niños. Debemos defender la dignidad humana en general, acorde con la manera de entender el mundo del Eterno revelada en su instrucción. Sólo así habremos cumplido nuestro propósito en felicidad.
“El que busca la justicia y el amor inagotable encontrará vida, justicia y honor”
Proverbios 21:21 (NTV)