Finalmente, podemos agregar como dato temático que en los libros de Los Macabeos se mencionan los dos últimos libros perdidos de la Biblia. El primero es «Las Memorias de Nehemías» (2 Mac. 2: 13) y «Las Cartas de los Reyes sobre las Ofrendas» (2 Mac. 2: 13). No sabemos si eran «libros» en el sentido moderno de la palabra, o simplemente colecciones orales transmitidas de generación en generación por los israelitas.
Otra epístola de Pablo a los efesios. Esta carta es mencionada, aparentemente en Efesios 3:3, cuando el apóstol les dice: «que, según revelación, se me manifestó el misterio, según antes he escrito en breve«.
Existe una carta de Pablo a los laodicenses. Ésta es mencionada en Colosenses 4:16, cuando el apóstol expresa: «Y cuando hayáis leído esta epístola, haced que sea también leída en la iglesia de Laodicea, y la que recibiréis de Laodicea, leedla también vosotros«.
En la epístola de Judas encontramos la mención al libro «Las profecías de Enoc«. Este libro profético, es citado brevemente por el hermano de nuestro Señor cuando escribe: «De ellos también profetizó el séptimo desde Adán, Henoc, cuando dijo: “He aquí que viene el Señor con sus santas miríadas para ejercer un juicio contra todos y convencer a todos los impíos de todas las impiedades que cometieron y de todas las crudezas que contra El hablaron los pecadores impíos” (Jd. 1:14-15).Ahora bien, ninguno de estos libros mencionados ha sido nunca un libro «bíblico», que tuviera una relevancia cultural en las comunidades de creyentes, sino literatura que los autores bíblicos conocían y citaban, porque tenía datos que les resultaban útiles o interesantes para sus obras, pero no los consideraban inspirados por Dios. Si hubiesen creído que estos libros eran sagrados, los hubieran preservado completos y no solo la referencia fragmentada de algunas frases o párrafos.Por lo tanto, entendemos que cuando la Biblia cita un libro antiguo, no es para canonizarlo, ni porque reconozca en él una inspiración divina, sino simplemente para referir una idea que en él había, y que era oportuna para los lineamientos inspirados, nada más. Otras veces lo hace para contarnos de dónde tomó el autor el material de su obra.