«Y estas palabras que te ordeno hoy, han de permanecer sobre tu corazón; y las inculcarás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte y al levantarte;»
(Devarim/Deuteronomio 6: 6-7)
Convengamos que estudiar Torah (Instrucción) divina es un Mitzvá (Mandamiento) en sí mismo. Un redimido debe aceptar que la única razón por la que ha sido puesto en este mundo es para que aprenda los secretos de la Instrucción (Torah) del Eterno. Pero además, debe reconocer que este acto tiene sus características propias. Entre ellas podemos citar las siguientes:
La obligación es tanto de aprender como de enseñar. Como está escrito:
«…ושננתם לבניך ודיברת בם»
«Y enseñarás a tus hijos y les hablarás de ella.»
Es un mitzvá (mandamiento) de carácter permanente. Como está escrito:
«…בשבתך בביתך, בלכתך בדרך, ובשכבך ובקומך»
«Sentado en tu casa, cuando anduvieres por el camino, al acostarte y al levantarte.»
El estudio tiene por fin el cumpimiento, la puesta en práctica de aquello que se estudia. Como esta escrito en Dvarim 5:7:
«…ולמדתם אתם ושמרתם לעשתם …»
«Y la estudiarán y cuidarán de cumplirla.«
Hay un pasaje que proclama:
“Ordenaréis a vuestros hijos que los observen, cuidaos de observar todas las palabras de esta Torá… porque ella es tu vida…”
(Deuteronomio 32:46-47)
La implicación aquí es que “esta es tu vida eterna” como explica Rashi, el comentarista clásico de la Torah, respecto al versículo:
“Que un hombre debe realizar y según la cual debe vivir…”
(Levítico 18:5)
Mediante la observancia de la Torah, Yahvéh nos prometió vida eterna. Por esta razón Yeshúa explicó:
«Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús, el Cristo, a quien has enviado.»
(Juan 17:3)