Desde las dimensiones celestes viene manifestándose en estos últimos tiempos una eficaz paciencia que en nuestros días está teniendo una efectividad certera. Esta paciencia ha estado alimentada por la misericordia de Dios, quien anhelando que todos los hombres proceda a arrepentimiento (2Pedro 3:9), ha estado reteniendo sus sazones a fin de que nuestros tiempos se sujeten a su Voluntad que es buena, agradable y perfecta.
Durante este mes lunar (Siván) la dinámica pedagógica del Espíritu Santo está despertando a los escogidos de Dios y santos en Cristo para que se dejen adiestrar en el cambio de mentalidades. El Consolador del Eterno está obrando en las naciones confortando nuestro ser a través de la revelación del Reino de Dios.
La fiesta del Pentecostés del domingo próximo pasado activó una unción entre las naciones que está activamente destrabando a los hijos de Dios a fin de que, entrando voluntariamente en el discipulado del Señor Jesucristo, sean promocionados al nivel de ser abridores de puertas (Miqueas 2:13).
El Eterno Dios, Bendito sea su nombre, se está manifestando como el águila que agita su nidada a fin de romper el acostumbramiento y conformismo de sus pichones.
«¡No podrás continuar estancado en el mismo nivel!» asegura el Señor. «¡No te permitiré que seas lo que hasta hoy eras: un simple salvo que espera morir para llegar al Cielo! Por el contrario te haré entender y te mostraré que para mí eres especial ya que portas mi genética. Por lo tanto, no tienes que esperar ser llevado al Cielo sino entender y discernir que, al igual que la mamá águila, te he trasladado a las dimensiones celestiales aquí y ahora. Es decir, el Cielo no te está esperando después que mueras, sino que el Cielo ya está aquí y en ti mientras vives. ¡Es más el Cielo está en ti para que muestres qué es la vida! ¡LA VIDA ES UNA FIESTA!«, dice el Señor.