Por P.A. David Nesher
Soy consciente que la escena que me indujo a hacerlo, se repite día a día en diferentes lugares de este planeta y se vive en sus multiformes sustratos. Dos hermanas ingresando a la sala de espera, saludaron a los que allí estábamos y se sentaron juntas. El problema que las aquejaba comenzó a manifestarse inmediatamente. No era de carácter dentario, sino más bien afectivo-emocional. Las dos sacaron sus smartphones y comenzaron un diálogo muy paradógico e irónico. Durante 20 minutos (tiempo que tardó el odontólogo en llamar mi turno) se ignoraron prestando atención a vaya a saber quiénes se encontraban del otro lado de sus aparatos en algún lugar de este bendito mapamundi. Salí de mi consulta y allí continuaban las dos, inmutables con su mirada clavada en las pantallas e indiferentes a su cercanía y amor.
Señalando con nombre al mal.
La sensación es descripta como un impulso que no se puede controlar, bajo la promesa mental de que la persistencia en la tarea va a otorgar algún rédito. Lo cierto es que esta tendencia, lejos de ser una moda, hoy es una realidad que ni los profesionales de la salud mental pueden negar. Por otro lado, es sabido que el hecho de no mirar a los ojos refleja una gran falta en lo que respecta a comunicación interpersonal, lo que, de reiterarse con asiduidad, puede afectar seriamente las relaciones.
Luchando para detener el mal.
Los promotores de estas iniciativas “antiphubbing” aseguran que casi el 90 por ciento de los adolescentes prefieren el contacto vía texto que cara a cara y que los restaurantes experimentan 36 casos de “phubbing” en cada sesión de cena, y advierten de que este fenómeno puede acabar reduciendo las relaciones sociales al intercambio de mensajes virtuales.El sitio propone, entre otras sujerencias, jugar al “Phublotto”, que consiste en que se apilan los teléfonos celulares en un área de la mesa y la primera persona que tome el suyo va a ser la ganadora de pagar toda la cuenta de la noche. Una buena propuesta, además conveniente para los que logren desafiar el reto y no caer en la trampa.
Consejos sabios para acabar con este síndrome reptiliano.
Es más que evidente que todo esto tiene un claro mensaje para nosotros: ¡es hora de volver a evaluar la forma en que usamos nuestros teléfonos en presencia de otros!
Estoy convencido que buscar contactos o eventos que enriquezcan nuestras relaciones humanas, en lugar de recurrir al mundo virtual, es la solución más recomendable. Dependiendo del estado de ánimo de las personas, el uso constante de los aparatos puede ser nada más que una manera de escapar de problemas personales. Por ende, no hay duda que el pensamiento necesita urgentemente desarrollar un tiempo para sí mismo, y una vez autovalorizado en sí mismo, surgir hacia el exterior buscando la expresión de otros en la dinámica del «face to face».
Necesitamos reconocer que muchas veces la tecnología nos coloca en situaciones que nos anestesia y nos rapta de nuestra misión cotidiana: fortalecer los vínculos desde el amor. Puede que no parezca tan obvio, sin embargo, tal como lo experimentamos ciertos niveles de sufrimiento y angustia, busca inconscientemente actividades que nos distancia de las dificultades cotidianas.
Es por ello que antes de salir con nuestras amistades, así como con nuestra pareja, es mejor pensar primero en guardar bien el teléfono por un tiempo antes de cometer este acto tan anti-Dios, que se sigue expandiendo.
Además vale la pena considerar que las personas no están con nosotros todo el tiempo en cambo el teléfono celular sí, y creo que en nuestros ratos libres, cuando estemos solos, le podemos dedicar tiempo a éste.
El hecho de realizar «phubbing» frente a alguien demuestra la falta de interés de haber salido o de convivir con cierta o ciertas personas, lo que significa que tu amistad no es muy sincera sí es que alguna vez lo fue. De este modo vamos creando heridas en los sentimientos en las personas al darles entender que no nos interesan o que no les damos la atención merecida.
Así que trate de no entrar en este círculo vicioso. Adquiera pasatiempos y actividades que tengan sentido y le otorguen placer. Propóganse día a día la aventura de encontrar un momento en que cómo individuo te sientas totalmente realizado desde la plenitud de tu interioridad.
Para cerrar esta bitácora me ha parecido muy oportuno ponerle humor profético a este tema. Por ello, los dejo con estas divertidas (pero reflexivas) imágenes: