Por P.A. David Nesher
«Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma.
(Génesis 19: 1-3)
Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron:
No, que en la calle nos quedaremos esta noche. Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron».
A pesar del servicio de intercesión profética que Abrahán había hecho ante el Eterno a favor de los diez justos que quizás habitaran en Sodoma, lo cierto es que, a excepción de Lot y su familia, no existía una sola persona digna en ninguna de aquellas ciudades con las características de un tzadik (justo). Por ello, Yahvéh envió a la casa del sobrino del patriarca a dos de sus ángeles con la advertencia de que debía abandonar la ciudad lo antes posible porque la misma iba a ser destruida.
De este modo, vemos que en esta teofanía, Yahvéh desaparece de la escena, y Abraham se vuelve a su tienda. Entre tanto, los dos enviados llegaron al atardecer, cuando «Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma» (19:1), una expresión que al leerla con mentalidad occidental la pasamos rápidamente, pero que en el original hebreo merece ser considerada. En estas palabras se nos revela que Lot había asumido una progresión de compromiso espiritual con los asuntos de esta ciudad y región. La linea temporal de su historia, después que se separó de su tío Abrahán, no muestra que Lot empezó en dirección hacia Sodoma (Génesis 13:10), es decir a una distancia considerable.
Luego, notamos que se trasladó y puso su tienda de campaña más cerca de Sodoma (Génesis 13:12). Posteriormente ya vivía en Sodoma (Génesis 14:12). Por último, él perdió todo, pues «él estaba sentado en la puerta a la entrada de la ciudad«. Sentarse en la puerta de Sodoma, indica que Lot a esa altura era un líder cívico, un juez de la ciudad destinada a destrucción por sus prácticas injustas. Entonces Lot no sólo se trasladó a Sodoma, sino que se convirtió en un miembro influyente de esa ciudad, dando su opinión sobre los asuntos legales.
Evidentemente Lot era valorado por los ciudadanos de Sedom (Sodoma) porque decía palabras justas, pero también discernimos que su estilo de vida estaba comprometido con la cultura de personas equivocadas. De todas maneras, sabemos que Lot mismo era un hombre justo que se entristecía por el pecado que veía en su alrededor, tal como el apóstol Pedro lo comenta en su segunda carta:
» ...y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)«
(2 Pedro 2:7-8)
Pero por razón de su compromiso, lamentablemente solo unos pocos de su familia y ninguno de sus amigos se salvaron. El compromiso asumido por Lot con Sodoma destruyó su testimonio de fe.
Cuando Lot vio venir a los mensajeros, se levantó y se dirigió hacia ellos, entonces le dijo: “Os ruego señores que vengais a la casa de vuestro siervo, y os hospedéis en ella. Lavareis vuestros pies y de madrugada proseguiréis vuestro viaje”. Pero ellos le respondieron: “No, pues nos quedaremos en la plaza”.
Sin embargo, y ante su insistencia hospitalaria, Lot condujo a los ángeles hasta su morada y allí los alojó, disponiendo un banquete y cocinando panes sin levadura. Esa noche cenaron, después de orar y agradecer al Señor todas sus bondades.
La escena representada en los próximos dos versículos es casi increíble, porque la verdadera naturaleza del pecado de Sodoma se revela allí muy claramente. La noticia que estos dos hombres estaban en la ciudad se había extendido muy rápidamente. Fue entonces, cuando todos los varones de la ciudad, desde el más joven al más anciano (19: 14), rodearon la casa de Lot con perverso interés sobre sus huéspedes. Estos ciudadanos de Sodoma claramente vinieron a abusar de una manera homosexual y a violar a aquellos dos visitantes. La intención de los habitantes de Sedom era denigrar a los hombres con esta vileza. Es una demostración asombrosa de la depravación existente en dichas alianza quíntuple de ciudades. De este pasaje deriva la actual acepción del término sodomía.
Lot rehusó, y les ofreció sus dos hijas vírgenes en lugar de sus huéspedes. Es aquí en donde nos asombramos tanto de la depravación allí reinante al punto que hasta Lot estaba dispuesto en dar a sus hijas a los hombres. ¿Sería que él estaba ya corrompido como de los deseos pecaminosos de los hombres mismos? La oferta es horrible y por supuesto que no puede ser justificada. Pero lograremos entenderla un poquito más cuando consideramos que en esos días las mujeres tenían una posición baja de en el mundo, y se contrarrestaba con la posición tan alta de los huéspedes.
En Lot, como en cualquier oriental, se daba por sentado que los huéspedes debían ser protegidos más que la propia familia. Hasta el día de hoy el hombre oriental considera a su huésped como un regalo muy sagrado y, por lo tanto, en el momento necesario le brinda protección ilimitada hasta el extremo. Por ello Lot está dispuesto a pagar por la salvaguardia de sus huéspedes el precio del honor de sus hijas. Este apresuramiento de Lot, en su ofrecimiento, sin buscar otras vías de conciliación demuestra que la perversidad de Sodoma no pasa cerca de Lot sin afectarlo.
Según el contexto (v.12) parece que Lot tenía a sus dos hijas desposadas con hombres de Sodoma (hebreo Sedom). Estas, de acuerdo a la costumbre, aún estaban en su en casa hasta el día de sus correspondientes bodas (v.15); lo cierto es que a él no le importaba que ellas fueran denigradas en sus cuerpos y almas por el sexo libre.
¿Cómo es posible que un padre ofrezca a su hijas para que las abusen salvajemente una multitud de pervertidos solo por proteger a dos extraños que se hospedaban en su casa? Las teorías hermenéuticas (interpretativas) son muchas. Posiblemente Lot pensaba que podría salvar a sus hijas y a los visitantes. Tal vez, él pensaba que los novios de las muchachas podrían salvarlas, o que aquellos homosexuales no estuvieran interesados en la oferta y entonces simplemente se marcharan. Lo cierto es que aún cuando las costumbres de esa época obligaba a proteger a los huéspedes a cualquier precio, esta terrible sugerencia revela lo profundo que Lot había absorbido el pecado. Su ética se había endurecido ante los actos perversos de esta Alianza de Pentápolis (cinco ciudades) encabezada por Sedom (Sodoma).
De esto podemos aprender dos cosas; lo primero, era muy importante para Lot tratar bien a los huéspedes, darles cobijo, comida y seguridad en todo sentido. Esto, una vez más nos vuelve a remarcar que la hospitalidad una cualidad muy positiva en la vida de los justos.
Pero también se destaca una segunda cosa, y es que el concepto moral que Lot había alcanzado era muy bajo comparado con el que había tenido mientras caminaba con Abraham avinu. ¿Cómo es posible que este hombre justo estuviera dispuesto a entregar a sus dos hijas vírgenes a estos varones»bestias» que no tenían ningún sentido de moral sexual?
Las Escrituras Sagradas revelan claramente que la fornicación (el sexo libre) y la homosexualidad son el resultado de una sociedad que ha apostatado del diseño original de la sexualidad que el Creador revela en sus mandamientos.
En consecuencia, el apóstol Pablo revela que la homosexualidad se encuentra en el nivel más bajo de la escala de depravaciones en el camino de la apostasía y perdición (leer Romanos 1: 18-32). Pero, ¿de dónde venían esos valores que aquí Lot practica? Obviamente no venían de Avraham nuestro padre (avinu), que vivía en una moral muy alta acorde a la Instrucción del Eterno, y así la había transmitido a su sobrino e hijo adoptivo. Esta moral anti-Torah provenía de su alianza matrimonial con una mujer oriunda de esa confederación de ciudades corruptas.
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