Señor ni se vuelve a su palabra. Todo deseo de orar se ha ido. Ya no asiste a las asambleas del Eterno.
¡Se ha alejado completamente de la presencia de Dios y va camino a la apostasía!Como podemos ver, y tal como sabemos, el cuadro del hermano descarriado no es un cuadro agradable: su sal ha perdido su sabor … su luz se ha apagado … ha vuelto al camino ancho … ahora edifica su casa sobre la arena … ha desamparado a sus compañeros en el Señor … ya no lleva fruto bueno sino fruto vergonzoso (Rom. 6:21) … otra vez es una oveja perdida, es como el dinero perdido y el hijo pródigo (Luc. 15) … es como las cinco vírgenes insensatas … esconde su talento … dejó de correr la carrera … ya no pelea la buena batalla … es como el perro que volvió a su vómito y como la puerca lavada que volvió a revolcarse en el cieno.
1. Acarrea Yugos y Ataduras.
visto el Señor;
2. Se queda postrado en el desierto.
3. Es visitado siempre por malas noticias.
Ante todo esto surgen en nosotros los siguientes cuestionamientos:
¿Qué hacemos, pues, con él? ¿Cuál es nuestra obligación? El descarriado ha caído … anda cojo … ¿debemos amputar la pierna quebrantada? Heb. 12:12,13 dice: «Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado»… el soldado que ha caído en batalla no es fusilado por ser herido. Lo necesario es enderezar y unir el hueso fracturado (significado puro y propio de la palabra «restaurar») «un miembro dislocado del cuerpo espiritual». Debe ser sanado, no amputado.
Hacer retornar a su posición original al descarriado es una obra muy importante. En la epístola del apóstol Santiago (el hermano del Señor Jesús) encontramos:
¿Qué hace? ¿Qué tan importante es esta obra? salva de muerte un alma y cubre multitud de pecados. ¿Cómo los cubre? No con excusas, no buscando pretextos, no emblanqueciendo los pecados, sino convenciéndolo que debe arrepentirse, confesar su pecado y volver al Señor.