«Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus polluelos, Extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas.»
(Devarim/Deuteronomio 32:11)
EL VUELO MESIÁNICO
Esta imagen que describe el cántico de Moisés, muestra al águila sobrevolando su nido, donde están sus pichones, es muy fuerte y poderosa.
El águila bate sus alas sobre el nido , no tan fuerte como para desarmarlo, pero tampoco tan suave como para no alborotar a los cómodos ocupantes de este. Hoy el Eterno hace lo mismos sobre sus escogidos.
Me imagino un enorme águila batiendo sus grandes y plumosas alas sobre su nidada, tal acción implica un fuerte soplido de aire sobre los diminutos e indefensos polluelos, que los sacude y despierta de su cómodo y confortable sueño.
Esta imagen atrae mucho mi atención, ya que desde mi parecer implica un llamado a despertar.
Este es el llamado mesiánico, para volar a la libertad y expansión.
Sobre sus alas.
«Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.»
Éxodo 19:4
Uniendo los versículos podemos comprender más ampliamente a lo que se refiere Moisés.
El águila bate sus alas sobre el nido, para despertar a sus polluelos, también es una invitación ineludible a que se apresten para que ellos aprendan a volar en las alturas. Es muy conocida la costumbre de las águilas, que ponen a sus crias sobre sus lomos (unión de las alas), para finalmente impulsar a sus polluelos a tener su propio vuelo, en medio de la expansión de los cielos.
Esto es lo que el Eterno hizo con Israel al sacarlo de Mitzraim (Egipto) el lugar de las limitaciones y estrecheces, donde al parecer por 430 años, habían estado cómodos y aggiornados a un sistema de vida totalmente erróneo.
Según este canto profético, Moisés declara que, para poseer la tierra de la promesa, Israel debía esta vez atreverse despertar, salir del nido y volar como un águila. Pero nunca olvidando que no era por sus propias fuerzas, sino por el despertar de la fuerza del Eterno en su interior.
Hoy, para nosotros el llamado es el mismo, es el aleteo del Eterno que, por medio de su Santo Espíritu, nos quiere despertar, para que no nos aggiornemos al sistema imperante (Rom. 12:2) y nos subamos a las alas de Yeshúa Ha Mashiaj y volemos con sus fuerzas a las dimensiones celestiales poderosas.
Alas y plumas
En el hebreo, “alas»: se dice Kanáf y “plumas” Ebrá, analicemos estas dos palabras, según la concordancia Strong:
Kanáf: alas
· Arista (segmento de línea donde se encuentran dos caras)
· Ala como borde de un vestido o manto, sábanas o cobijas
· Vuelo
· Cuadrante (un antiguo instrumento utilizado para medir ángulos en astronomía y navegación)
· Pináculo (Parte superior y más alta de un edificio)
· Borde
· Confín
· Postrero
· Punta.
· Regazo
· Proyectar lateralmente.
· Proyectar reflexivamente.
Ebrá: Pluma
· Elevarse
· Volar
Como vemos las palabras usadas por Moisés no solo describen la acción protectora de un ave, sino más bien expresan la profundidad profética de cada letra del idioma celestial.
En este pequeño versículo, podemos ver la promesa mesiánica del Eterno, a favor de Israel (su Primogénito).
También podemos ver proféticamente la acción mesiánica de Yeshúa Ha Mashiaj. El Hijo del Hombre, quien realmente, reúne sobre si todos los significados:
· Por Él es posible unir las caras, es decir es posible estar cara a cara con el Padre. (Juan 14:9)
· Por Él estamos bajo el manto protector del Eterno. (Juan 14:23)
· Por Él podemos dominar los bordes de nuestra vida, para nunca caer a los abismos tenebrosos. (Mateo 18:6-9)
· Por Él (la Torá hecha carne) es que podemos comprender los confines del tiempo y el espacio. (Marcos 13)
· Por Él, el postrer Adán estamos vivificados. (1ªCor. 15:45)
· Por Él, somos como la punta de una lanza, somos la vanguardia, somos cabeza y no cola. (Dt. 28:13)
· Por Él, podemos acceder cada día al regazo del Padre. (Juan 6:37)
· Por Él, podemos tener verdadera proyección lateral, es decir en la posición de 90º, esto equivale unir la tierra y el cielo. (Juan 14:6)
· Por Él, podemos tener una proyección reflexiva, desde una consciencia de luz. (Mt. 5:14; Fil. 2:15)
· Por Él podemos elevarnos hacia los planos celestiales y volar por sobre los abismos tenebrosos de la vida. (Juan 8:12; Salmos 91:12; Salmos 121:3; Prov. 3:23)
Como vimos Israel fue llevado de la chatura y aplastamiento de Egipto, a las alturas del Monte Sinaí, al encuentro con el Eterno y su Torá. Fueron llevados, sobre las alas del Águila. También, vemos que, para tomar posesión de la tierra de la promesa, Moisés habla del Águila aleteando sobre su nidal.
Tomando estos dos ejemplos, para nosotros en este tiempo, podemos decir que el Eterno nos sacó de debajo de la pesadez aplastante del pecado y del dominio de la muerte, y nos está llevando a la verdadera libertad y verdadera vida, montados sobre las alas del Águila (Yeshúa nuestro Mesías).
El Aleteo del Águila
Antes de que el águila tome a sus crias sobre sus alas, primero los despierta. El águila es un ave de tamaño considerable, por lo cual si se posa repentinamente sobre su nido puede llegar a aplastar a sus frágiles pichones.
Podemos entonces ver que en este versículo se describe al ave sobrevolando sobre su nido, dirigiéndose hacia sus hijos como la más delicada de las criaturas, manifestando un perfecto balance y estabilidad.
Sobrevolar o revolotear en hebreo es RAKÁF, esta palabra aparece describiendo al movimiento del Espíritu del Eterno Génesis 1:2 «… y el espíritu de Dios sobrevolaba sobre las aguas». Acá vemos que el aleteo describe la acción mesiánica del Eterno a favor de la creación.
Tanto en Génesis, como en el cántico de Moisés la acción del aleteo del Eterno es un llamado a la “teshuvá”, principio para terminar con el caos y la vaciedad. Esto es el llamado del Padre a través del Mesías y su Santo Espíritu para que la humanidad regrese al principio (Bereshit).
Contextualizando esta palabra «sobrevolar» podemos ver entonces que estos dos pasajes en Génesis (Bereshit) y Deuteronomio (Devarím) son absolutamente complementarios. Ambos apuntan hacia el despertar de los hombres a la realidad mesiánica de retornar a la fuente esencial.
El Águila está sobrevolando sobre su nido, así como el Ruaj (Espíritu) del Eterno lo hace sobre los hombres, esto es como un toque casi imperceptible, que muchos lo sienten y otros no.
Este aleteo no es una fuerza invasiva, sino más bien es un suave viento soplando sobre todos.
Este sobrevuelo es el poder del amor perfecto (ajabá) soplando suavemente, que quiere involucrarse, sin forzar, que inspira, pero sin obligar, que llama, pero sin presionar.
El aleteo casi imperceptible del Eterno (el Águila) no trasgrede el nido (nuestro ritmo de vida), sino que permite que nosotros sus pichones ejerzamos el libre albedrío. De tal manera que nuestra alma pueda despertarse por sí misma en el deseo de ascender hacia las alturas.
El Eterno por medio de Yeshúa Ha Mashíaj, nos inspira a todos por igual, pero a la vez, paradójicamente, nos permite incorporar lentamente la nueva realidad mesiánica de acuerdo con nuestro propio ritmo individual.
El águila y el nido
La palabra usada por Moisés para “águila» es nesher. El idioma hebreo no tiene vocales, pero al hablarlo se le agregan sonidos de vocales, por eso las palabras tienen tesoros ocultos en sus raíces y combinaciones.
Volviendo a la palabra “nesher” (águila) debemos saber que las dos letras finales forman la palabra shar, que es en el idioma hebreo el verbo «cantar». Precisamente Devarím 32 (Deuteronomio) es un cántico, por lo que me arriesgo a asumir que es “EL CÁNTICO DEL ÁGUILA”.
Entonces notamos que el Águila cuando se acerca a su nido bate sus alas, creando un cántico, preparando delicadamente a sus pichones para su descenso sobre ellos. Que hermoso es saber que Abba a través del Mesías despierta nuestras almas, con su aleteo y su cántico mesiánico de amor incondicional.
Eso mismo nos debe animar a activarnos en la verdadera acción mesiánica, que es el aleteo y el cántico del águila sobre el nidal, para que muchos despierten de su confortable nido de muerte óntica. Por eso es fundamental que proclamemos proféticamente, tal cual lo hizo Moisés en Devarím.
Devarím 32:11 describe al águila incitando a los pichones en el nido.
La palabra hebrea para «nido» es Ken, que está asociada con «posesión». Esto nos habla que, para poseer las promesas, primero debo tener posesión del lugar en el que estoy.
Esto me hace reflexionar que mi posesión debe ser la Torá, cuando la posesión es la Instrucción del Padre, tengo la conciencia desarrollada en el Reino y su justicia, por lo tanto todo lo demás se me añade.
La palabra para «pichones o polluelos» es gozal, » cuya raíz es gazal, que quiere decir entre muchos significados, “desarrollar, fuerza, impulso, arrebatar”
De manera que cuando el Eterno, aletea sobre nosotros, nuestra alma desarrolla la fuerza necesaria para impulsarse y arrebatar las promesas que están en los cielos. Esto se evidencia sobre todo por la certeza a la hora de orar y proclamar la besorah del Reino (buena noticia).
Somos los pichones despertados por el aleteo del Gran Águila, para elevarnos sobre las alas mesiánicas.
Demos gracias al Eterno porque aletea sobre nuestras vidas, y nos despierta por medio de su Santo Espíritu y nos impulsa a volar a las verdaderas alturas celestiales, por medio de la Torá hecha carne, Yeshúa Ha Mashiaj.
Sean bendecidos.
Profeta Tony Gonzalez.