Los estados de ánimos expresados en redes sociales, tales como Facebook, se especializan en desnudar el interior de los conectados a ellas. De ese modo, y ante la pregunta “¿qué estás pensando?”, nos encontramos con un sinnúmero de emociones que expresan las creencias que les dan origen. Es así como en estos últimos años he sido testigo de emociones fundamentadas en la ignorancia. Lo más triste (y/o vergonzante) de ello es que dicha ignorancia reina abundantemente en aquellos que diciéndose evangélicos, pueblan la web con la evidencia de tener un Dios en sus labios que está muy lejano de sus corazones pues confiesan doctrinas y tradiciones humanas en vez de los lineamientos escriturales de la revelación (Mateo 15:8-9).
Pero he notado, aún en mi propia vida, que cuando nos toca llorar la pérdida de seres amados, somos tentados a pensar cuestionamientos como estos: “¿Qué ha pasado con ellos? ¿Están sufriendo? ¿Nos cuidan de algún modo? ¿Podemos ayudarlos? ¿Los volveremos a ver?”.Hace muchos siglos, el fiel Job hizo esta pregunta: “Si un hombre […] muere, ¿puede volver a vivir?” (Job 14:14). En otras palabras, ¿es posible devolver la vida a quienes duermen en la muerte?También me he dado cuenta que gracias a estas preguntas que el alma realiza en el momento del duelo las religiones del mundo ofrecen distintas respuestas. Algunas enseñan que los buenos van al cielo, y los malos a un lugar de tormento. Otras dicen que pasamos al reino de los espíritus para estar con nuestros antepasados. Y hay religiones que afirman que entramos en el mundo de los muertos para ser juzgados y después nos reencarnamos, es decir, volvemos a nacer en otro cuerpo. Lo cierto es que, todas y cada una de esas respuestas persiguen un solo fin: mantener cautiva una masa humana que permita un gran porcentaje de ingresos a fin de sostener las estructuras de poder que la Gran Babilonia construye día a día para dominar los cielos (ámbitos espirituales).
(versículo 26).
no volverá más a su casa, ni su lugar lo verá más”.
Las Escrituras van aún más allá. Dicen que en ocasión de la muerte el poder del hombre para pensar cesa:
Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus
pensamientos.«
(Salmo 146: 3, 4)
Además, entendemos mejor otras enseñanzas de la Biblia, como por ejemplo, la promesa de vivir eternamente en el ámbito de los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra. Esta esperanza se vuelve muy real para nosotros cuando aprendemos que los difuntos no van a vivir como espíritus a otra parte.
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